jueves, 9 de julio de 2015

Vivir la vida - Presentación y Prólogo

DEDICADO  :


A esas mujeres trabajadoras, sumisas, honradas, calladas, dedicadas por entero al cuidado del hogar, nunca reconocidas en su importante labor educativa con los hijos, que pertenecieron a esas generaciones perdidas por las calamidades de una guerra civil y por el encorsetamiento de una sociedad hipócrita y permisiva con los varones,  e injusta y exigente con las mujeres. Vaya en este relato una forma de vivir,  que a pesar de estar alejada en el tiempo, no es el suficiente,  para borrar de nuestra memoria la deuda que tenemos con todas ellas. Porque no se les permitió vivir su propia vida, cuyo dictámen estaba regido por los varones de la época y por la axfisiante forma de sentir la religión.
PROLOGO:
Ricardo vencido por el dolor, permanecía delante del columbario en el cementerio de La Almudena, queriendo retrasar el adiós definitivo de la mujer que había representado los más importantes sentimientos que puedan expresar  los seres humanos.  Habían bastado apenas dos años de relación con ella, para comprender que le sería muy difícil seguir adelante , sin su dulce sonrisa matinal al levantarse, o el entrañable beso de cada noche antes de dormir, o alguna de sus pocas discusiones...,  en definitiva , sin tenerla a su lado.
Tendría que seguir adelante él solo, sin su Marita del alma, que había llegado a su vida circunstancialmente, cuando menos lo esperaba y cuando había cubierto,  con creces,  la cuarentena .
Dicen que los amores maduros son los más verdaderos y serenos, quizá porque la edad va dejando atrás tópicos y comportamientos que llegan a ser normales  al alcanzar la madurez. Los prejuicios ya no interesan tanto y vas adecuando tu vida diaria a tus propios deseos e intereses
Lentamente enfiló la avenida que le llevaría a la salida de la Sacramental cuando la tarde iba declinando y en el horizonte los rayos del sol se iban debilitando.  Había recogido sus cenizas y las había depositado en aquel columbario, sellado para siempre con una pequeña plancha de mármol blanco en la que se podía leer:
Marita Núñez Bernal   * 22 - 1 - 1958  /  +  15 - 5 - 2012   D E P
Ricardo quiso que su nombre figurase con el apelativo cariñoso de Marita, y no con su nombre real María del Carmen.  Sólo él había permanecido junto  a ella el tiempo que estuvo ingresada en el hospital, sólo él recogió su último suspiro, su última mirada, su última sonrisa.  Y sólo él depositó sus cenizas en el columbario.  Nadie más, ni siquiera su esposo que fue avisado a su fallecimiento.  Había sido repudiada no sólo por él ( a pesar  de haberla sido infiel ), sino por las amistades que había frecuentado hasta la separación de su marido. Había sido hija única de unos padres que habían fallecido hacía tiempo. Marita,  ni siquiera había tenido el consuelo de un  hijo  .  Por tanto,  no tenía más que a Ricardo que nunca la abandonó y la quiso entrañablemente.


  El coche de duelo aguardaba sus órdenes para retornarle hasta el domicilio que le indicaran.  Dio la dirección al chófer de su casa :  . Ese había sido el domicilio de Marita , piso que compartió con él hasta su fallecimiento.  Marita cuando aún era soltera, vivió con sus padres en la calle de Martínez Campos, hasta su matrimonio con Angel Rey Andrade, su novio de siempre.  Los señores de Núñez Bernal murieron en un accidente de coche en la Carretera de La Coruña ((antes llamada Cuesta de las Perdices).  Este hecho luctuoso, hizo que su boda con Angel se celebrara antes de lo previsto, dada la juventud de Marita.
Los padres de su novio tomaron las riendas de su vida al no tener más hermanos ni familia directa.  Ella no estaba demasiado enamorada de Angel, le quería, pero . . .  ¿lo suficiente para compartir una vida?  Sus amigas la decían:
- Hija, no te quejes, es un buen partido y el amor llega con el tiempo, ya lo verás
Y de este modo se convirtió en esposa de Angel Rey Andrade, economista y agente de bolsa.  Y es en este punto cuando daremos paso al relato.

Nota de la autora:

Los personajes y situaciones de este relato, son ficticios, aunque las situaciones que se dieron fueran reales en la época
(rosafermu)

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