domingo, 12 de julio de 2015

Vivir la vida - Capítulo 4 - ¿ Felicidad ?


Iniciaron su viaje de Luna de Miel en Nueva York. Se hospedaron en el Waldorf Astoria, en la suite nupcial.  Hacía dos días que ya eran marido y mujer, pero Marita seguía siendo tímida con su marido. Angel jugueteaba con ella, pero cada vez al finalizar sus relaciones sexuales, ella no sentía nada especial, todo sucedía muy rápido, sin apenas preparación.  Confiaba que cuando tuviera más confianza con Angel, todo cambiaría. No se atrevía a confesar que se sentía defraudada y que él, que era el experto, debía poner remedio a esa situación.  Pero callaba, la daba vergüenza, no fuera a interpretar que era una libertina. Y pasaba el tiempo y las cosas seguían igual a pesar de que tenían relaciones todos los días y él se mostraba encantado. Ni una sola vez se le ocurrió preguntar a su mujer si encontraba satisfacción, ni siquiera se lo planteaba. El papel de la esposa era satisfacer al marido, los sentimientos de ella no contaban.
Al cabo de quince días regresaron a Madrid. Se habían acabado las vacaciones de boda. Angel se reintegraría a su trabajo y ella ¿ qué haría?
Volvió a su antiguo colegio para integrarse de nuevo en el voluntariado a los pobres junto a las monjas.  En cuanto Asun se enteró puso el grito en el cielo
- No te corresponde ese tipo de trabajo. Tu posición social te permite otra clase de ocupación. Por ejemplo asistir al club Puerta de Hierro, jugar a tenis, organizar rifas benéficas u organizar partidas de cartas con tus amigas. Lo mismo que hacía tu madre y lo que hago yo.  Tienes un status que estás obligada a mantener

- Pero Asun, a mi todo eso me aburre mortalmente, no me gusta, no me distrae . . .

- En cuanto te quedes embarazada verás como no te aburres.  Claro buscaremos un ama que pelee con el niño y tu te cuidarás la figura yendo a un salón de belleza

-Pero puedo hacer otras cosas. . .

-Bueno, bueno .Ya te he dado unos consejos. Tú haz lo que quieras, pero te lo he dicho: la carrera de tu marido es lo primero
Esa noche cenando, Angel la comentó sobre lo que había hablado por la tarde con su madre, por lo que dedujo que ella le había puesto en antecedentes.
- No me gusta lo que tienes pensado hacer. No puedes estar en un comedor social sirviendo comidas para los indigentes. . .

- Pero Angel . . .

- He dicho que no. Ve a algún club y te inscribes. No tendrás problemas; ve con tus amigas y verás como te diviertes. . . Por cierto ¿ no hay novedad?

- No, aún no

- ¿ No crees que debías consultar a un médico?

- Cariño es muy pronto. . .

- Pero ya han pasado varios das. A ver si te va a pasar lo que a tu madre´

- ¿ Y qué le pasó a mi madre? ¿ Cómo lo sabes ?

- Mi madre me lo contó porque me ha preguntado si aún no te he dejado embarazada y ante mi negativa es lo que me ha dicho

- Creo que estáis dando demasiada importancia. Todo vendrá a su debido tiempo

- ¿Y si no viene ? ¿ y si no vales ?

- ¡ Angel ! a penas han pasado quince días y no sabemos si la que no valgo soy yo o eres tú
La reacción de Angel fué inmediata. Se levantó de un salto de la silla y con una mirada que quería fulminarla, la dijo
- ¿ Cómo te atreves a decirme algo así? Tú,  mejor que nadie sabes que yo funciono, y que sin embargo tú te quedas impasible, frígida. Esos son síntomas de que no vales
Salió de la habitación dejando sola a Marita perpleja y desconcertada. No se atrevió a decirle que no es que fuera frígida, sino que él no era buen marido. Pero se calló y se mordió los labios
- Como soy tan inexperta, quizá sea por eso por lo que no siento nada en especial cuando estoy con él. Pero no me atrevo a confesárselo. ¡ Sabe Dios cómo reaccionaría !
Se acordó de su madre y mirando al techo pensó como si hablara con ella
- Me hubiera muerto de vergüenza, mamá, pero al menos te hubiera pedido que me aconsejaras y que me dijeras que es lo que me ocurre, que me da igual si me besa o no. Y eso de novia no me pasaba: me gustaba que me besara. . . y ahora cuando lo hace en la cama, a veces, me molesta.  ¡ Qué difícil es todo, mamá !
Entre su suegra y su marido no dejaban de mortificarla con lo de la maternidad, así que tomó la determinación de acudir al ginecólogo para comprobar de que todo estaba en orden. Había pasado casi un año sin novedad
  
- Está todo correcto Marita. Nada te impide ser madre, pero quizás el problema no esté en ti

- ¿ Quiere decir que mi marido sea estéril?

- No te puedo asegurar nada. Si vuestras relaciones sexuales son  normales, quizá debería hacerse unas pruebas para ver de solucionar el fallo, si lo tuviera
- Pero no le puedo decir eso. . .

- ¿ Por qué ? es tu marido  ¿ acaso no tienes confianza con él para plantearle el tema?

- No doctor, no la tengo. En una ocasión se lo dije y nos costó un disgusto

- ¿ Cuándo los hombres de este pais van a dejar de creer que son los más hombres del mundo?  No se deja de ser muy hombre porque se tenga alguna anomalía.  Ellos tienen la costumbre en esos casos de echarle la culpa a las mujeres y en  la mayoría de los casos está en ellos.  En fin, hija.  Ya sabes lo que tienes que hacer. Ve tranquila no eres tu la culpable de que aún no te hayas quedado preñada.

Pero Marita no dijo nada al respecto. Angel tenía ahora muy mal genio y cualquier cosa le hacía saltar y motivar una discusión.  Se quedó tranquila al saber que su naturaleza estaba en perfectas condiciones.  En la primera oportunidad se lo comentaría. O quizá si lo hablara con Asun ella podría insinuárselo. En fin, ya vería lo que hacer.

Estaba haciendo bolillos cuando Angel llegó a casa al finalizar el trabajo. Tenía cara de pocos amigos y apenas si la dirigió la palabra, y tampoco la dio el beso que acostumbraba a darla al llegar o despedirse.

-Hum, hum. . .  - es lo que pensó para sus adentros

La cena fue silenciosa y por supuesto ella no hizo ningún comentario sobre su visita al médico. El mal humor de su marido no podía ser por ese tema, puesto que no había comentado nada aún con Asun. No sabía cómo romper el hielo existente mientras cenaban sin mucho apetito.

- ¿ Qué vamos hacer este fin de semana?- fue todo lo que se la ocurrió decir

- ¿ Qué dices ?

-En este fin de semana podíamos ir a algún sitio, por ejemplo a Aranjuez

-¡ Oh no ! no me apetece nada meterme en carretera cuando salen los domingueros con el 600

-¿Quizás al teatro?

- No me apetece nada, estoy cansado. El sábado quizá tenga que ir a la oficina. Tenemos una obra que nos está dando muchos quebraderos de cabeza. Nos hemos pillado los dedos en la valoración de los pisos y tenemos que ajustar todo de nuevo

- ¡ Oh ! lo siento.  No te preocupes, me quedo en casa viendo la tele. También puedo llamar a alguna de las chicas y si está libre podríamos ir a merendar a Manila y después quedarnos por el centro e ir al cine a la sesión de las siete.

- Y si tu amiga no está libre ¿ qué harás?

- Pues ir al cine yo sola

- ¿ Tu sola ? ¿ Qué quieres que todo el mundo te reconozca y me digan que soy un calzonazos?

-Pero si no tiene nada de particular. Ya hay muchas mujeres que van solas a las cafeterías o al cine

- Lo que hagan las otras mujeres me importa un bledo, pero la mía no irá

- Está bien. No tengo ganas de discutir. No salgo y en paz

Marita se levantó contrariada y se fue al salón a ver la televisión.  En aquella época comenzaba a haber algo de apertura, ya que mientras vivió Franco estaba muy mal visto que una mujer sola entrara en algún bar aunque fuera a pedir agua,  al cine, al teatro, etc. Siempre,  siempre tenía que ir acompañada como mínimo de su madre o de una amiga.

 Comenzaba a despertar del letargo que estaba siendo su juventud. Se había casado con veinte años, sin ninguna  experiencia ni de la vida, ni de los hombres, ni conocía al que antes había sido su novio, y empezaba a conocer al que se había convertido en su marido: era un machista egocéntrico que le tenía sin cuidado las inquietudes de su mujer.  Sus problemas íntimos seguían sin solucionarse, por lo que Marita perdió todo interés en ello.  Bastante tiempo después se enteró de que aquella tarde no estuvo en la oficina, sino en casa de su secretaria.  Llegó pasadas las doce de la noche cuando Marita ya estaba en la cama. Al acostarse le dio un beso y acarició su frente

- Pobrecito mio, cuánto trabaja ¿ Estás cansado?
 Él se dió la vuelta dándola la espalda y con un " buenas noches" dió por zanjada la mini conversación iniciada por su mujer. Era la primera vez que ella sentía una sensación hasta ahora desconocida: le apetecía que la besara y la acariciara para al final la hiciera suya. Pero no tuvo ocasión, Angel dormia a su lado y ella sentía un enorme vacío interior. No comprendía muy bien cuál era su misión en la vida.  Cuando les casó, el sacerdote les dijo que debían continuar la especie, y ser uno solo el marido y la mujer, pero era imposible con la actitud que siempre tenía Angel para con ella. La consideraba objeto de sus deseos, y nada más. Y así continuó el tiempo, monótono, sin más perspectiva que la rutina que Asun la marcó desde el principio.  Juego de cartas los jueves, cine o teatro con otros matrimonios los viernes por las noches.. . Quizás alguna sala de fiestas en dónde bailar un rato. Pasapoga era la preferida de Angel.

 Después de ver las atracciones y escuchar a alguna de las voces más importantes del país, solían bailar. Ella se vestía para la ocasión y a pesar de no tener una belleza espectacular, si estaba bonita. Bailando era la oportuniodad que tenía de apretujarse con su marido que no sentía el más mínimo interes por la insinuación de su mujer. Luego en casa sería otra cosa, pero su demostración de amor era brusca, burda, y sin  ningún miramiento para con ella.  Y Marita,  se había acostumbrado a esa forma de proceder
-Quizás eso sea lo nomal, lo correcto -.  Pensaba a veces, puesto que con nadie hablaba de su vida íntima. Seguían sin hijos, y ese era un tema que ya lo habían aparcado, pero Angel estaba convencido de que su mujer era estéril.

Cumplieron las bodas de plata y para su celebración reunieron a todas sus amistades y su reseña salió en las notas de Sociedad de la revista Hola y Lecturas. Posteriormente hicieron un viaje a Hawaii que era un sitio exótico  .  Un año más tarde falleció Manuel de un infarto y Asun se fué a vivir con ellos. No podían dejarla sola en esas circunstancias. Fué decidido por Angel, sin siquiera pedir la opinión de su mujer. Marita no se quejó. Le parecía lógico, ya que ella hubiera hecho lo mismo con su madre. Asun fué integrada en el grupo de amistades de Marita a pesar de la diferencia en edad con ella y sus amigas, pero como todo era " tan insulso", tampoco chocaba que una mujer que rondaba los sesenta años, estuviera con ellas. .  Pero Asun también murió tres años más tarde. A Marita la dejó un gran vacio porque su suegra se había encariñado con ella y cosa extraña, la defendía ante su marido, sin saber lo que en realidad ocurría en la intimidad del matrimonio.
 Echaba mucho de menos a su suegra. Las partidas de cartas, y los juegos de tenis en el club,  ya no la distraían y poco a poco comenzó a espaciar esas tertulias. Un día decidió salir a dar una vuelta por el parque del Oeste.  Era primavera y la Rosaleda celebraba su concurso de rosas. Hacía un día espléndido de sol madrileño de Mayo: sin excesivo calor pero agradable para tomarse un refresco en alguna terraza de Argüelles.  Iba sola, porque era uno de esos días en que no la complacía la compañía de sus frívolas amigas.

Sentada en el Paseo de Rosales tranquilamente degustaba una horchata, cuando vio aparcar un coche que le resultó conocido y del que se bajaron un hombre y una mujer.

En el hombre reconoció a su marido y con asombro vio cómo la cogía por la cintura y la besaba amorosamente.  Recordó cuando de novios, ellos no podían ni siquiera tomarse por la cintura, y desde luego besarse.  Para ello ya estaba la última fila del cine. . .
De repente todo lo vio claro: había demasiados días en los que Angel debía permanecer en la inmobiliaria hasta tarde. Había demasiados días en que rechazaba los mimos que ella le manifestaba. Ya ni siquiera existía relación íntima, cada vez más y más espaciada, ni siquiera existía amor, sino costumbre, rutina.  Pero  separarse era impensable en aquella sociedad retrógrada para las mujeres.  Les vio entrar en un portal que supuso sería su nido de amor y no quiso ver más. Abonó la consumicion, se levantó y lentamente emprendió el regreso a casa. Paró un taxi que la condujo a su domicilio. No diría nada a su marido hasta estar segura de que tenía una querida.
Al llegar a casa y suponiendo que Angel llegaría tarde, marcó con toda tranquilidad el número de su amiga más intima y la preguntó si ella sabía sobre la aventura de Angel
- Si Marita, tu marido te engaña desde hace tiempo con su secretaria, y eso no es lo peor. Para justificarse alega que quiere tener hijos y tú no vales para ello

-¿ Qué dices? ¿ que yo no valgo? Pero si es él el que no sirve. . .Lo sé desde hace muchísimo tiempo, pero nunca quiso hacerse las pruebas.

- Bueno....   No te disgustes. . .

- ¿ Que no me disguste? Llevo años soportando sus desaires. Dudo mucho de que se casase con- migo por amor. . .  No te preocupes. Lo voy a solucionar

- ¿ Que vas hacer ?

- Pues separarme

- ¡  Cómo ! ¿sabes a lo que te expones?

- Claro que lo se. Estaré en boca de todos por mi resolución, me darán todos de lado. Seré la comidilla de medio Madrid, pero ¿crees que me importa? Al fin seré libre para hacer lo que me viene en gana, sin tener que dar cuentas a nadie, sin suplicar una caricia en el lecho conyugal, porque si, eso ocurre desde hace tiempo.

- Cálmate, cálmate. Me voy ahora mismo para allá. Me das miedo

No, en esta ocasión no vengas porque esta noche va a dormir con su amante. Esta es mi casa y no la va a pisar. Le voy a poner la maleta en la escalera
Ella misma se asombraba de la decisión con la que estaba reaccionando. Por fin había cogido las riendas de su vida.

Como tenía por costumbre, Angel llegó tarde. Marita pensó que ni siquiera le importaba ya disimular. Ya no la daba ningún tipo de explicación y ella ahora lo veía todo claro. Le esperó levantada y al ver una maleta en el recibidor se extrañó de aquella situación
 - ¿ Qué significa ésto ? ¿ Qué hace esta maleta aquí ?


- Pues mira significa que esa maleta tiene tus cosas dentro y que vas a salir de esta casa para siempre. Como en el Paseo de Rosales vives con tu secretaria, no tendrás problemas para dormir esta noche. O sino, te vas a un hotel, pero en mi casa desde luego no vuelves a entrar.

Angel, al ver la seguridad con que Marita le hablaba, y lo inesperado de lo ocurrido, no se atrevió a pronunciar palabra.  Por el contrario trató de arreglar aquello imponiendo su autoridad , elevando la voz

- Has debido perder el juicio

- Nunca he estado más segura de lo que estoy haciendo

-¿ Qué pájaros te han metido en la cabeza? Es mentira no tengo ninguna amante, yo te quiero. Eres mi mujer

- ¿ De verdad soy tu mujer? No me hagas reír. ¿ Haces a tu secretaria las mismas caricias cuando te acuestas con ella? Si es así seguro que te dará un hijo ya que tu mujer no " puede" .  ¿Cómo has podido ser tan sinvergüenza ? ¿ Cómo has podido denigrar a tu mujer de esa manera sabiendo que eres tú el que no puede, el que no vale?  Pero ¿sabes qué ? No me apetece hablar más contigo. Sigue insultándome con tus amigotes, a mi ya no me importa lo que hagas  y lo que digas. Presentaré la separación. . .

-Pues lo llevas claro. Nunca te la daré por mucha Ley del divorcio que esté en vigor. Recuerda lo que nos dijeron: "hasta que la muerte nos separe"

-Pero mira qué bien. La muerte no nos va a separar, lo voy hacer yo. Te deseo que seas feliz y te vaya muy bien. Y ahora sal de mi casa, por favor.

Marita abrió la puerta indicando a Angel que debía irse

- Mañana más tranquila, hablaremos y solucionaremos todo este embrollo

- Te equivocas. No quiero volver a verte más en mi vida. Adiós

Cerró la puerta con cerrojo. Había finalizado definitivamente esa parte de su vida


 

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