sábado, 25 de julio de 2015

Mi vida con un actor - Capítulo 2 - Cómo le conocí

Llevaba trabajando en la Agencia más de una semana, y mi relación con Olivia, la secretaria del actor, era excelente. Era una muchacha extrovertida y simpática que dominaba plenamente su tarea. La seguridad que tenía en desarrollarla era aplastante, me intimidaba. En mi presente trabajo, todo era distinto al que había desempeñado en Dinamarca, tan dispar, que me dio un poco de miedo haber aceptado aquel empleo tan comprometido. En mi rostro se debía reflejar algo, porque Olivia una de las veces me miró y se echó a reír

--¡ Qué te pasa !, estás muy seria y asustada

--Es que yo no estoy acostumbrada a trabajar a este ritmo. Tienes una seguridad que yo jamás tendré

--¡Noo !, es cuestión de costumbre. él te hace "moverte" va permanentemente disparado, con prisas. Siempre te faltan horas para algo, al menos eso es lo que cree, porque en la realidad siempre llegas a tiempo. Yo si que estoy nerviosa con mi boda y el poco tiempo del que dispongo.

--Y ¿dónde está?- le pregunté yo-. Tengo ganas de conocerle ¿Es tan atractivo en persona como en el cine?

--Hum, mucho más. Es muy simpático cuando no está de mal humor. Tiene un genio terrible, pero se le pasa enseguida.

--Me estás asustando...



Olivia siguió riendo mientas ponía en el ordenador los últimos datos. Maxim tardaría aún unos días en volver; se había tomado unas vacaciones después del rodaje. De momento no tenía nada pendiente y aprovechó para descansar.

A Olivia le quedaban pocos días de estar en el trabajo. La fecha de su boda se acercaba antes de lo que yo quisiera. Estaba muy asustada y segura de que sería imposible que desarrollara tamaña actividad. Una mañana cuando quedaban un par de días para terminar como secretaria, Maxim se presentó en la oficina, arrollando todo cuanto estaba a su paso.  Sin pararse nada más que para dar los buenos días, empezó a dar órdenes a todo ser viviente. No importaba que esa persona no fuera de ese departamento, era lo mismo, transmitiría las órdenes al que estuviera presente en ese momento.

--¡ Ha cumplido su palabra! Me prometió que estaría aquí para mi despedida, y voilá. ¡ Ay ! le voy a echar de menos. Hemos trabajado juntos durante cinco años y a pesar de todo es un jefe estupendo.  Yo permanecía al lado de Olivia incapaz de articular palabra ante aquel torbellino que había movilizado a toda la oficina

--Yo no voy a poder con ésto-, murmuré

Maxim se acercó a Olivia y le estampó dos besos en sus mejillas sonriendola. Entonces reparó que había alguien a su lado, totalmente desconocida para él.



--¿Y usted? - Me preguntó. Iba a presentarme cuando Olivia se me adelantó

--Es tu nueva asistente personal y se llama Eva. Lleva ya trabajando con nosotros más de quince días y te vas a sorprender la eficiencia que tiene y las ideas tan renovadoras...

--Pues que bien-. Es todo lo que respondió.

--Bueno, pues empecemos ahora mismo. Venga a mi despacho- ordenó, sin más

Las piernas me temblaban y creía no poder dar ni un sólo paso. La puerta del despacho me parecía que estaba a mil kilómetros de distancia, que nunca llegaría a entrar en esa habitación. Respiré profundo y como pude me sequé las palmas de la mano en la falda

--¡Me están sudando las manos! Vaya un impresión le voy a dar como se le ocurra saludarme

Pero no lo hizo. Simplemente la señaló un sillón frente al suyo indicándole que debía sentarse.

--Bien explíqueme ¿cuáles son esas ideas renovadoras que tiene?

--Oh, pues así muy por encima...creo que debe ser más extenso en las ruedas de prensa ..., más cercano...

--¿Más simpático?¿es lo que quiere decir?

--Pues si

--Pero nunca ha estado en mis ruedas de prensa...No tiene ni idea de cómo son

--Pero leo revistas, oigo la radio y la televisión, y la brevedad de tres minutos para cada reportero, créame, no les gusta nada. Quizás en lugar de ir uno por uno, sería mejor una rueda general con más espacio de tiempo. Sería el mismo que dedica a las comunicaciones, pero que ellos pudieran hacer sus preguntas, y de este modo parecería que están más tiempo con usted. Luego...

--Vale ,vale. Como presentación sirve. Tenemos que hablar de esto más despacio, y ahora perdóneme pero tengo que llamar por teléfono privadamente.

--¡ Oh ! si, desde luego.

Cuando salí del despacho estaba más tranquila, pero sentía que sus ojos los tenía clavados en cierta parte de mi anatomía y eso me molestaba profundamente.

--Todos los hombres son iguales. Tendríamos nosotras que hacer lo mismo, a ver qué tal les sentaba. Hombres... machistas...

Un mensajero trajo a Olivia un maravilloso ramo de rosas con una afectuosa tarjeta de Maxim. Le iba a dar una gran cena como despedida, lo que hacía que estuviera muy emocionada. Se despedía de su vida laboral, de una vida altamente intensa, al lado de un nervioso jefe que no la dejaba tranquila ni un sólo minuto.
Al homenaje se unió Ed, como siempre algo taciturno en su papel de jefazo. Era el que daba las órdenes de lo que había que hacer con vistas a la mejor imagen del actor. Pero yo también necesitaba mi espacio, si no ¿para qué me habían contratado? Pensé que estaban un poco engreídos y miraban con distancia a los demás seres humanos, sobretodo a los periodistas, un error, pues por ellos estaban tan alto.
Todos los planteamientos que me había hecho tenía la seguridad que iban a chocar con los de Ed: teníamos puntos de vista diferentes, muy distintos , en tratar a la prensa y, sin embargo, era un arma que teníamos que manejar muy bien, pues la popularidad o el olvido dependería de ellos.

--Bueno, ya veremos. Pienso que tendremos que tener una reunión los tres para conectar todo, y no es tarea sencilla con estos dos hombres-. Pensé

Todos se acercaron a Olivia al terminar el trabajo. La felicitaban y se citaban para un hora más tarde en el restaurante en donde ella y su futuro marido iban a recibir el cariñoso homenaje de sus compañeros. Decidí intervenir por primera vez en algo que creia firmemente competía a mis funciones

--Maxim, tu entrarás por la cocina. De esta manera ningún periodista te molestará- dijo Ed



--¿Molestar?,- pregunté yo-, al contrario debe entrar con todos, con alegría y buen humor. Se trata de una cena en homenaje a una empleada muy cercana a él. El público agradecerá ver que el gran actor se junta con la gente normal, que es cercano y asequible. Y si le sacan fotografías y le piden autógrafos, debe acceder a ello. De esta manera mañana saldrá en primera plana de todas las revistas y en los periódicos de sociedad.

--Por Dios ¡ qué disparate ! no le dejarán cenar en paz- gruñó el representante

--Al contrario, déjeme actuar a mi. Haré un trato con ellos : unas fotos y después se marcharán tan tranquilos con su exclusiva en el bolsillo y todos tan contentos

--Me parece buena idea,- expresó Maxim-. Tiene razón, Ed. Llevamos demasiado tiempo alejados un poco de la calle.

--Menudo disparate, ya me diréis, ya- le replicó el tal Ed

Ese fue nuestro primer "encuentro",  mi debut. Dejé sentado, que en mi trabajo mandaba yo, aunque, inocente de mi, no tenía ni idea de la antipatía que me acababa de crear. Este sería el primero de infinidad de desencuentros entre Ed y yo, pero tiempo al tiempo, ya se verá más adelante.


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