jueves, 2 de junio de 2016

El chico de mis sueños - Capítulo 9 - Adiós al pasado - Mi vida con un actor

Se despertó inquieto, perezoso, quizá por ese tremendo dolor de cabeza. A penas había dormido un par de horas y durante ese tiempo no había dejado de soñar con la escena de la película. Era como una obsesión." Quizás estuviera equivocado", pensó.Pero al segundo descartaba esa idea, era Eva, la conocía muy bien, sabía de memoria sus rasgos y sin duda era ella.


Se tiró de la cama y se metió en la ducha dejando,  que durante un rato,  el agua resbalara sobre su nuca. Estaba tenso. Lo que peor llevaba era que no tenía ganas de trabajar y debía hacerlo sin falta pues el tiempo les llevaba la delantera.

Ya no recordaba cuando en esas  mismas situaciones se encontraban los distintos directores de las películas que él interpretaba y lo mucho que se enfadaban cuando alguna escena se repetía una vez tras otra, por capricho del actor o actriz de turno.  Sonrió con añoranza al recordarlo, pero en su situación actual estaba contento, satisfecho y creía firmemente que aquella etapa había pasado irremediablemente. Sin buscarlo volvió a aquellos tiempos en que Eva y él trabajaban juntos, a sus broncas y finalmente a la ausencia de ella.  Recordó con amargura la última noche que pasaron juntos.

—¿Cuántos años han pasado? Cinco, siete, ya ni sé. Seguramente ella se habrá casado y vivirá rodeada de hijos con un marido al que adorará y le habrá hecho olvidar su etapa conmigo. ¡ Dios !

Contrariado salió de la ducha y sentándose en el borde de la cama, secó su rostro como queriendo borrar aquellos recuerdos que aún le mortificaban.  Recordó también, las miradas que ella le dedicaba, cada vez que le veía jugueteando con alguna chica. Su gesto de reprobación no lo entendió entonces, pero después de su noche juntos, ella le había confesado que estaba enamorada de él.

—¡ Pobrecilla ! Sí que se lo hice pasar mal.  Debía  estar ciego para no darme cuenta de todas esas señales que emitía sin darse cuenta. Ella tampoco captó que mi mal genio con ella era porque hacía "esas" escenas a remolque, precisamente por ella, porque no quería hacerlas.  Me sentía mal, porque yo si sabía por dónde iban mis sentimientos, pero fui torpe, no me la supe ganar. Lo disimulaba muy bien, y nadie percibió aquel cambio en mi, tampoco ella. Qué vacío y tristeza sentí cuando recibí su fax con la renuncia. La siguiente asistente que tuve, no se amoldaba a mis excentricidades, sólo Olivia y Eva, llegaron a entenderme.  Olivia formó su vida, y Eva me abandonó porque no me soportaba. ¿ Por qué no la dije los motivos ? Pero ¡ Cómo iba a decírselo si el sólo hecho de darle un ligero beso, fue el principio de nuestro desacuerdo ! ¡ Ay Eva, Eva ! Y ahora me encuentro con que posiblemente sea ella y no la puedo localizar . ¿ Dónde demonios se habrá metido?  Daría cualquier cosa por volver atrás, y abrazarla, y confesarle que es lo más importante para mi...En definitiva, que siempre la he amado, pero que mi torpeza la alejó cuando pretendía todo lo contrario.

Eva desayunaba en el comedor del hotel al tiempo que proyectaba su jornada. Había abierto el periódico local y repasaba las imágenes. Era por pasar el rato, porque el tiempo no fuese tan lento en aquel lugar y la mañana se le hiciera tan larga.

Había amanecido el día algo nublado, pero más pegajoso el calor y el sudar  que tanto, le molestaba.

--No sé si ir a la playa, o a la piscina del hotel.    ¡Hace tanto calor ...!

Pensó en acercarse al puerto de nuevo, pero rechazó la idea. Al fin se decidió por  ir un rato a la playa.

Se dio unos baños en el mar. El agua estaba muy templada, pero era tan cristalina y bella que nadó despacio por un tiempo aproximado a una hora. Después salió y se protegió del sol bajo una sombrilla. Lentamente se quedó dormida mecida por el susurro del mar. Se despertó al oír unas risas cerca de ella, comprobó la hora y vió que al menos la mañana casi había pasado. Lentamente recogió su toalla, su libro y su bronceador y con paso lento entró en las estancias del hotel para dirigirse al bungalow.

 Se dispuso bajar al comedor para el almuerzo. Se sentó en su mesa de siempre y revisó la carta sin saber muy bien qué comer. El día estaba muy pesado y no tenía apenas apetito. Al acercarse el camarero le pidió opinión y el buen hombre le aconsejó si no tenía hambre, una macedonia de frutas locales que según él era muy apetitosa y ligera.  Eva aceptó y después de comer decidió ir a dormir una siesta.

Cuando se despertó ya  apenas había sol y la pesadez del día había descendido algo. Se puso una camiseta ligera y salió a la terraza de su habitación a tomar el poco aire fresco que llegaba con la noche. Por la escalera bajó hasta la playa y se sentó en la arena. Miraba al horizonte sin fijar la vista en ninguna parte, pero el mar la relajaba y pasaba mucho rato mirando al frente.

(

A lo lejos una lancha motora se dirigía al pequeño muelle del hotel y las risas de sus ocupantes llegaron hasta sus oídos haciéndola esbozar una sonrisa. Eran jóvenes disfrutando de un día tranquilo de mar y de amor.

No iría a cenar. Pediría cualquier cosa y comería en la habitación. No tenía ganas de cambiarse de ropa para acudir al comedor.  Encargó que le subieran una ensalada de frutas como la aconsejada por el camarero por la mañana y cenó en la terraza frente al mar.

Se cambió la camiseta por un vestido ligero y decidió dar una vuelta por la playa ; era demasiado pronto para acostarse y no le apetecía ver la televisión.  Con las sandalias en la mano pisó la arena dejando que las pequeñas olas que rompían en la playa le dieran en los pies. Lentamente  avanzaba  mirando unas veces hacia el agua y otras a las luces de los hoteles que rodeaban el horizonte. Poco a poco se iban extinguiendo los últimos rayos de sol y la temperatura se volvía agradable.

Con los pies dentro del agua y la bajada de la temperatura, empezó a sentir fresco y pensó en regresar ya que se había distanciado bastante del hotel. Salió del mar y comenzó el regreso.  A lo lejos se divisaba la silueta de un hombre que venía en su dirección, andando lentamente , paseando. Aquella silueta le resultó familiar, pero inmediatamente desechó de su cabeza aquel pensamiento.

Se había hecho de noche, pero hasta ella llegaban las luces de los hoteles que ahora iluminaban la playa. En algunas de sus hamacas retozaban algunas parejas de jóvenes y sus risas lo cubrían todo.  Apenas faltaban unos veinte metros para cruzarse con el paseante, cuando de golpe ambos se detuvieron; el hombre aceleró el paso mientas que ella permanecía inmóvil. No podía moverse.

El llegó a su altura y entonces pudieron comprobar que no se habían engañado, Maxim y Eva estaban frente a frente, mirándose, sin decir palabra, sin saber qué hacer.  Fue Maxim quién extendió sus brazos para dar refugio al cuerpo tembloroso de Eva. Él susurraba algo ininteligible para ella. Estaba nerviosa y tiritaba no sabía si de frio,  de emoción o ambas cosas a la vez. Maxim se quitó la chaqueta y tapó con ella a Eva, que entonces si,  ambos se fundieron en un  largo beso.


—Dios mío ¡Tanto como te he buscado y estabas aquí !

—¿Qué quieres decir ?

—Te vi de extra en la película y esa misma noche te busqué por todos sitios, sin que nadie me diera referencias tuyas, y resulta que estabas hospedada en el mismo hotel que yo. En este...

Y señalando al bungalow, soltó una sonora carcajada.  Ambos se sentaron en la arena contándose las cosas ocurridas en tantos años sin verse. Todo era muy formal, como si fueran dos buenos amigos que se encontraban después de mucho tiempo, pero eran más que dos buenos amigos. No habían dejado de amarse nunca.

Maxim se lo repetía una y otra vez, y ella guardaba silencio complacida.  Hubo un momento en que Eva le reprochó que todo eso estaba muy bien, pero que él no dejaba de salir con otras mujeres...

—Buscaba desesperadamente olvidarte. Creía que alguna de ellas haría que me olvidase de ti, pero siempre estabas ahí mortificándome en el momento más inoportuno. Te veía, bien lo sabe Dios, y veía tu cara como si me reprochases lo que estaba haciendo, y te juro que no podía...Despedía a la muchacha y volvía a mi desesperación por no tenerte. 

 Las cosas no me fueron bien.  Al poco tiempo de marcharte se fue Ed y la persona que me buscó, para ocupar tu puesto,  no respondía ni al trabajo ni a mis expectativas, o quizá fuese yo el que no respondía. Recordaba tus recomendaciones, que se cumplirían: no te equivocaste y eso me hacía que la herida fuera aún mayor porque no te escuché en su momento. y los productores empezaron a olvidarse del nombre del actor que les había forrado de dólares.  Entonces recordé la conversación que tuviste con Ed y que me dijo le habías recomendado: emprender algo detrás de las cámaras de manera que pudiera satisfacer mi dependencia del cine, pero que no me fuera peregrinando por los despachos suplicando un papel en alguna película. Y así lo hice, y mira,  aquí me  encuentro rodando una. No tienes idea de la cantidad de veces que me acorde de aquellos consejos, que en su día no escuché, hasta que fue irremediable.  No estoy pesaroso de haber dejado el cine. La dirección me satisface plenamente, y hasta creo que estaba predestinado a ello, sólo que yo creí que fuera la interpretación.  Ahora transmito mis experiencias a gente que está empezando; me gusta ayudarles
—¿No me digas que eres el director en la que intervine ayer?
—Si, y doy gracias al cielo por ello. Y ahora te toca a tí ¿ Qué has hecho durante este tiempo ?

 Eva relató su periplo viajero, hasta aterrizar en Escocia, pero no mencionaba para nada si tenia pareja, a lo que Maxim impaciente, se atrevió a preguntar con algo de miedo por la respuesta.

—Eva ¿estás casada o tienes pareja?
—No, nunca me casé. Tuve alguna relación.  Poca cosa. Tan poca cosa que aún permanezco soltera. Tengo un pequeño amor en mi vida...
 —¿Tienes algún hijo?— le interrumpió Maxim
—No, el pequeño amor, es un perrito que se llama Body y que ahora está en Méjico con mi amiga Teresa. Es la señora que vive conmigo.   Es toda mi familia.

Maxim acarició su cabello y la miraba con ternura infinita. Ella reclinaba la cabeza sobre su hombro y ambos guardaron silencio mirando el ir y venir de las olas.

—¿No has pensado nunca en casarte?
—No. Mi corazón está ocupado desde hace mucho tiempo y eso me impide querer a otra persona.
—¿Te puedo preguntar algo?— dijo Eva
—Claro, dime



—¿Por qué salías siempre del rodaje de tan malhumor?
—Viste mi película ¿no?, pues por esas escenas. No me gustaba hacerlas, pero el compromiso estaba bajo contrato y no tenía más remedio que realizarlas. Procuraba que la toma fuese a la primera, pero siempre había que repetirla, y no por mi culpa. Eso me hacía violentarme con quién menos debía, contigo. Me parecía que te estaba traicionando, porque yo te quise desde el principio, aunque tú no me distes facilidades...Creo habértelo explicado hace tiempo
—Algo me dijiste, pero me pareció tan ilógico, que no te creí.  Pensé que era una excusa

Se levantaron y ambos se dirigieron al hotel. En la recepción, Maxim aguardaba a que ella le hiciera alguna insinuación.  No quería lanzarse al vacío.  Esperaba alguna señal que le indicara que deseaba estar junto a él.  Volver a vivir una noche apasionada, ahora sabiendo que se amaban y que no debía existir impedimento alguno para su unión.  Sólo se miraban, entonces fue Maxim,   quién tomándola de la mano, la condujo hasta su bungalow , y ella aceptó, rodeando la cintura de él con su brazo, y reclinando la cabeza en su hombro.  Y volvieron a repetir aquella otra noche de entonces, pero ésta fue si cabe más apasionada, porque sabían valorar el dolor de la ausencia que habían tenido durante estos años.  Supieron que su unión sería para siempre, que lo que reclamaban sus cuerpos, no era la satisfacción de un encuentro, sino el permanecer juntos eternamente, y amarse con el frenesí que se siente al recobrar algo que tenían ya perdido., y que esta vez sería para toda la vida.

Maxim terminó su película. Eva se despidió de Edimburgo y junto con Teresa y Body, regresaron a Los Ángeles, en donde les aguardaba con impaciencia un  Maxim sonriente y rejuvenecido. Ya no tenía tan marcada la arruga del entrecejo y había vuelto a ser la persona amable, educada y caballerosa de antaño.

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