sábado, 2 de enero de 2021

Doctor O´Reilly - Capítulo 17 - Ausencia

Insistió una y otra vez . Sabía que era ella, pero estaba claro que con él no quería nada. La emoción le ahogaba y no sabía qué decirla para que convencerla de que todo sería diferente.

-Sólo quiero saber si has recogido a la niña

- Por favor Kyra.  Háblame. Necesito hablar contigo

- No Aidan, nosotros ya lo tenemos todo dicho, y si algo  quedara pendiente , existe un acuerdo en el que está todo muy especificado.

Necesito mi espacio, así que de momento no regresaré. Sé que estoy infringiendo  uno de los artículos del contrato, no me importa, puedes demandarme. Recoge a la niña y dile cualquier excusa. No tengo nada más que decirte. Adiós.

- Espera no cuelgues. Te pido perdón, te lo pediré mil veces si es necesario, pero, por favor, escúchame

No tienes ni idea la lucha interior que he tenido durante todo el tiempo desde que te conocí. Sé que es difícil de explicar. Deja que lo haga. Veámonos en un terreno neutral si así lo deseas, pero tienes que escucharme y si después no quieres saber nada de mí, lo admitiré. Pero por favor, dame una oportunidad.

Al otro lado no se escuchaba nada, sólo ligeramente la respiración de alguien que estaba¿ nerviosa, indecisa, llorando?  Transcurrían los minutos,  Aidan no sabía si es que había cortado la comunicación o que se lo estaba pensando. Al fin Kyra respondió:

- Está bien, escucharé lo que tengas que decirme. Te volveré a llamar cuando esté dispuesta a ello, pero de momento no. No puedo verte, lo siento.

- Está bien, estoy dispuesto a esperar todo el tiempo que sea necesario, pero por favor no me dejes. No nos dejes. No sé qué le voy a decir a la niña.

- Ya se te ocurrirá algo.  Eres muy ingenioso para ciertas cosas. Y ahora sí me voy. Adiós.

Se quedó mirando el teléfono como si él tuviera todas las respuestas. Al menos había aceptado volver a verse, pero ¿ cuándo ? A pesar de todo, respiró tranquilo en cierto modo. Su matrimonio estaba en juego, su amor destrozado, pero ella estaba viva y a salvo, eso le tranquilizó un poco.  Tenía que pensar en qué decirle a su hija cuando llegase a casa y no encontrara a Kyra. En estos difíciles momentos no se le ocurría nada; su mente trabajaba a mil por mil, pero todo lo que se le venía a la cabeza se repetía una y otra vez. Seguía sin saber dónde estaba y cuanto tardaría en verla. Sabría que en cuanto viera a Molly o a Arthur las preguntas serían el plato del día, y necesitaba dar una respuesta.

No quería desvelar su intimidad habida en aquella noche. Eso era cosa de ellos , ni tampoco contar el motivo de su espantada; eso era a solucionar entre ellos dos. No sabía qué decir y tenía que dar alguna explicación y a su hija ¿ qué iba a decirla? No quería mentirle, pero estaba claro que no tenía edad para decir la verdad, así que se inventaría una excusa, aunque a ella no le valiese.

Molly abrió la puerta. Le abrazó y con la mirada le interrogaba, aunque no con palabras. Tenía un aspecto horrible. En su rostro se reflejaba el cansancio. Estaba desaliñado, con la barba crecida más de la cuenta y demacrado. Se asustó al pensar que el disgusto había sido de los que hacen época y que él había sido el causante. No le preguntó, sino que le dijo:

- Anda pasa. Te haré una taza de té. La niña se está preparando para ir a la escuela

-Yo la llevaré.

- ¿ Sabes algo de Kyra?

- Si, me ha llamado, pero sigue sin querer verme. Me he disculpado, la he suplicado que me dijera dónde estaba, pero no lo he conseguido. Sé que me escuchará si es que llegamos a vernos, pero no volverá conmigo de eso estoy seguro

- Son cosas vuestras en las que no debo intervenir, ni quiero saber, pero... no debisteis casaros. No conforme tú estabas. No tuviste en cuenta que ella es una mujer joven, preciosa y que está loca por tí. ¿Cómo era posible aceptar tal despropósito? No podía salir bien, y es una lástima porque merecéis ser felices. Tú eres un buen hombre y ella adora a tu hija, razón suficiente. Pero también está en la flor de la vida ¿ cómo pensaste que iba a ser una mujer florero? ¿ Cómo no pensaste en tí también? Sabes que te queremos como a un hijo. A mi hija la adorabas y la hiciste feliz, pero eso terminó, y por el bien de todos debes volver a vivir. Enamorarte, casarte, si, pero como es debido y no con un contrato de por medio. Incluso volver a tener hijos. Eso es lo normal. Te quiero Aidan y me alegraría que volvieras a enamorarte y fueras feliz. Si yo que he sido su madre lo veo de esta forma, la lógica, ¿ cómo tú no te diste cuenta de ello?

- Me dí, Molly, me dí y fue esa misma noche, pero al día siguiente insinué que no podría querer a nadie más.

- ¡ Por Dios Aidan ! ¿ Qué esperabas ?

- No lo sé Molly, no lo sé. 

- Está bien, cálmate. La niña está a punto de bajar. Creo que debe quedarse con nosotros unos días hasta que salga alguna luz por algún lado. Buscaremos un pretexto.

Y llevó a su hija al colegio, pero él no tenía ánimos para ir a trabajar. No podría, en su estado , enfrentarse a ningún paciente. Regresó a su casa, vacía y sola y se encerró en su despacho. No deseaba encontrarse con ningún empleado porque sin duda se preguntarían por lo sucedido, y no estaba en condiciones ni de dar explicaciones ni de poner excusas.  Llamó al director del hospital y dijo que estaba enfermo.  En ese aspecto no tuvo ningún problema. Su jefe sabía que nunca había faltado al trabajo y que hacía más guardias de las debidas, y además se había casado y tenía días libres por luna de miel. Y el buen hombre pensó: " Qué extraño, debería estar de viaje con su mujer y no pensando en el trabajo".

Así pasó una semana y otra. Ninguna novedad, ninguna respuesta en positivo. Cada vez más desesperado, pero seguía con la rutina de siempre más por su hija que por él. Sabía que  Kyra había sido una presencia positiva para su hija, y un conflicto para él. Pero todo seguía igual. Recordó las veces que había ido a recoger a la niña al colegio porque le avisaron de su conducta, y que en una de esas veces, se encontró con ella, y ahí volvió a empezar la historia, ahora terminada. Porque no creía que tuviera solución.

Hasta su carácter con los enfermos había cambiado. Se había vuelto más escueto, y sonreía en contadas ocasiones. Stella cada vez se impacientaba más y preguntaba casi a diario cuándo iba a llegar Kyra. Felicity la daba una versión, y su padre otra, de manera que la niña hacía sus conclusiones y eran que no volvería nunca más que se había marchado lo mismo que hizo su mama de verdad.

Todo en esa casa era negativo. Ya no se escuchaban ruidos, ni risas de la niña, ni pisadas apresuradas de los tacones de Kyra, ni siquiera la voz del médico.  Daba la impresión de que estuviera deshabitada, aunque no fuera así.

Y comenzó a hacer las guardias de siempre, hasta tres seguidas. Nadie se explicaba la fortaleza que tenía, pero él aguantaba porque no quería estar en su casa, y en el trabajo despejaba su cabeza. Fue imposible evitar que los compañeros, hasta los más cercanos, se extrañaran de su comportamiento. Un comportamiento que nunca había tenido, y hacían sus cábalas, pero ninguno acertaba, y es que era todo muy surrealista para dar con lo que ocurría en realidad.

Y así se sucedían los días  esperando una llamada que nunca llegaba. Otra semana más había transcurrido y definitivamente había perdido la esperanza. Llegaba cansado de las guardias, agotado física y anímicamente. Stella le esperaba para cenar, pero tampoco quiso tomar alimento. La leyó el cuento diario, y al dormirse la niña, él se encerró en su habitación. No quiso tomar ni tan siquiera un vaso de leche. Sólo quería dormir, dormir, dormir y con suerte no despertar.


RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPRIGHT

Autora: rosaf9494quer

Edición: Enero 2021

Ilustraciones: Internet

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