Ambas mujeres se quedaron preocupadas e inquietas ante la prescripción médica. Había llegado al límite y las cosas eran para tomárselas en serio. Física y anímicamente tenía un agotamiento atroz, aunque suponía que había algo más que la analítica no revelaba, ni ella tampoco. Por eso decidió, y así se lo comunicó, dejarla ingresada al menos por esa noche. Elva a regañadientes y ante la imposición del médico y de su hija, aceptó, pero con la condición que fuera en la misma habitación de su marido.
Se sentía obligada a ello, a pesar del distanciamiento con Frederick, pero ¿ cómo abandonarle en ese estado? Su conciencia no se lo permitía a pesar de todo. Luego estaba su hija; la perdería irremediablemente ,porque no comprendería su actitud. Ignoraba que se iban a divorciar antes de que ella naciese. Ignoraba que el accidente lo provocó una de sus queridas, que borracha, se empeñó en conducir, cuando no estaba en condiciones, y que la produjo la muerte en el acto, y a su marido le dejó inválido para siempre, y a ella le había roto su vida, sin tener arte y parte en sus devaneos. ¿ Eran motivos suficientes para una depresión? Naturalmente que si, pero Se sentía atrapada entre la compasión y el deber. Nadie sabía que sus relaciones sexuales no funcionaron bien nunca, y casi eran inexistentes cuando se casaron. Era una mujer joven y sin embargo, también a eso debía renunciar.
Sentía la curiosidad por saber el por qué ella había ido a buscarle. Pensó que sería por las palabras que habían mantenido, en que él se ofreció a ayudarla cuando lo necesitase. Pero nunca creyó que fuera tan pronto, y que en verdad se lo tomó al pie de la letra, algo que su ofrecimiento fue de corazón.
El turno de noche era tranquilo tanto en la UCI infantil, como en su departamento de Pediatría. Comenzó la última ronda y a su final, decidió ir a la planta de Urología donde estaba internado Frederick. Entró despacio, sin hacer ruido, para no despertar a los allí internados, pero Elva permanecía despierta. Con la cabeza girada hacia un lado, contemplaba la noche a través de la ventana. No se veía nada, oscuridad absoluta, pero seguro que ella no quería contemplar el firmamento y las estrellas, era su postura normal; estaba sumida en sus pensamientos, como siempre.
Hablaban bajo para no despertar a Frederick. La tomó el pulso y midió la temperatura. Todo parecía normal y se recuperaba poco a poco. . Si todo seguía así le daría el alta esa misma mañana, con la promesa de que dormiría al menos unas horas durante la noche y procuraría cuidarse y distraerse en algo que no fuera la enfermedad de su marido. Insinuó que podrían establecer turnos entre su hija y ella si es que no deseaban dejarle solo. Ella sonrió y dijo muy bajito
- Olivia es muy joven, casi una niña. No está acostumbrada. Yo lo seguiré haciendo
- Pero si no se cuida, caerá enferma y entonces ¿ qué ?
- Agradezco su interés, doctor. Soy fuerte y resistiré, no se preocupe. Gracias de nuevo por su ayuda..
James se despidió y volvió a incorporarse a su departamento. Era ya mediodía cuando volvió a la habitación para llevarla el alta y comprobar que estaba mejor. Si, lo estaba, pero insistía en no moverse de allí. Al salir el médico Patrick la llamó y habló con ella.
- Escuché anoche las recomendaciones que te hizo el doctor. Te agradezco lo que estás haciendo por mi, después de que he sido el causante de todo. No tengo derecho a retenerte aquí. Llevas mucho tiempo, demasiado, siendo una esclava por mi causa. Quisiera dar marcha atrás para rectificar mi conducta, pero no puedo, ya no.. Debes hacer caso al doctor. Si cayeras enferma ¿ quién me cuidaría? La niña es demasiado joven y no te tengo más que a tí, así que debemos cuidarte porque ignoramos el tiempo que durará esta situación, y mucho me temo que será largo, si es que alguna vez me recupero, al menos un poco
- Fred , no digas eso. Vas a ponerte bien, ya lo verás. No debes preocuparte por mi; yo estoy bien. Sólo que me sentía cansada por cosas de mujeres, ya sabes...
- Lo que más deseo es tu perdón. Se que eres buena y generosa, pero ha sido tanto el daño que te he hecho, que dudo me perdones.
- Shsss, calla. No hablemos de eso ahora; ya habrá tiempo. Trata de descansar
-Y tú también. Y tú también - Cerró los ojos e intentó dormir. Al fin, se había sincerado con ella. Había sido como una confesión, o quizá su conciencia le gritaba que debía pedirla perdón por todo. Siguió pensando en ella.
Había tenido suerte: era una esposa excelente, cariñosa y preciosa, aunque él se casara porque debía guardar una apariencia de honorabilidad, y dar la sensación de respeto ante sus clientes y en el bufete en el que trabajaba. No la quiso nunca y cumplía como marido muy de tarde en tarde, a pesar de que ella le requería. Pero siempre encontraba una excusa para eludir su función como esposo. Hasta que llegó un momento en que ella dejó de buscarle , y a él le resultaba totalmente indiferente. Había conocido a Gladys.
Era una explosión de sensualidad, alegría y entusiasmo. Comenzaron con una cena algún fin de semana; siempre en secreto: no podía trascender esa relación. Después, los encuentros fueron más frecuentes, hasta que se veían casi a diario en el apartamento de ella. Sus encuentros sexuales eran explosivos, muy diferentes a los que tenía con su mujer, casi inexistentes, por cierto.
Llegaba a su casa de madrugada, demasiadas veces a la semana. Entraba en la habitación de su hija, y allí se detenía un momento, pensativo. Después iba a su dormitorio, en el que Elva fingía dormir, aunque no lo estuviese. Y así transcurrieron varios años, durante los cuales Gladys iba sembrando la duda en la cabeza de Frederick y comenzó a pensar que quizás Elva tuviese razón cuando le planteó el divorcio ¡ Ojalá la hubiera hecho caso antes! Ahora estaría casado de nuevo pero con una mujer muy distinta a ella de la que estaba profundamente enamorado.
Lo había decidido. ¡ A paseo el bufete ! su vida privada le competía sólo a él. Estaba decidido : se divorciaría y se casaría con Gladys. Esa noche lo celebrarían. Puso una excusa, otra más, y no iría a cenar con su familia. A Elva, ya le era indiferente; sabía perfectamente de sus andanzas, pero ya no la dolían, al contrario le aliviaba que tuviera sus relaciones fuera de casa y a ella la dejase tranquila en la cama.
- No puedes, cariño. Has bebido bastante y si nos para la policía, tendré un serio disgusto, y puede darse el caso de que me quiten la licencia. Así que no, conduciré yo. - Pero Gladys le acariciaba y besaba y Fred, cedió ante ella
- Está bien, pero no vayas deprisa. No quiero correr riesgos inútiles.
Fue en una curva tomada demasiado deprisa, por la inconsciencia del alcohol. Algo se interpuso en su camino, y Gladys perdió la dirección del coche, dio un volantazo y se estrellaron contra un gran árbol que había en el arcen de la carretera. Ella murió en el acto, y él, ya sabemos cómo quedó. Deseó muchas veces que hubiera sido su mujer la que hubiera muerto en lugar de su amante, a la que lloró durante mucho tiempo.
Tres días después de la visita del médico a la habitación, les darían el alta. Se irían a casa, a esperar un nuevo ingreso que no tardaría en producirse. Elva quiso despedirse de James que tanto se había preocupado por ella, y se dirigió a su planta, ahora , si , sabiendo donde iba. Estaba ocupado pasando visita, así que arrancó una hoja de su agenda y le escribió unas palabras de agradecimiento. Lo entregó en el control, con el fin de que fuera entregado a James. Cualquier día se pasaría a ver si tuviera más suerte y pudiera dárle las gracias personalmente.
Se sentía obligada a ello, a pesar del distanciamiento con Frederick, pero ¿ cómo abandonarle en ese estado? Su conciencia no se lo permitía a pesar de todo. Luego estaba su hija; la perdería irremediablemente ,porque no comprendería su actitud. Ignoraba que se iban a divorciar antes de que ella naciese. Ignoraba que el accidente lo provocó una de sus queridas, que borracha, se empeñó en conducir, cuando no estaba en condiciones, y que la produjo la muerte en el acto, y a su marido le dejó inválido para siempre, y a ella le había roto su vida, sin tener arte y parte en sus devaneos. ¿ Eran motivos suficientes para una depresión? Naturalmente que si, pero Se sentía atrapada entre la compasión y el deber. Nadie sabía que sus relaciones sexuales no funcionaron bien nunca, y casi eran inexistentes cuando se casaron. Era una mujer joven y sin embargo, también a eso debía renunciar.
Por fin, James aceptó e hizo todos los trámites para su traslado a planta.Le causaba mucha pena la situación de esa mujer, pero presentía que había algo más que no se sabía. Comprendía la preocupación, pero no sabría explicar el porqué de todo ese despego hacia ella del marido y las pocas muestras de afecto que entre ellos mostraban . Hablaría con el psiquiatra a ver si conseguía una cita para ella y poder averiguar lo que en realidad la ocurría. ¿ Por qué se involucraba tanto?No le habíá ocurrido nunca, con ningún paciente. Era sumamente extraño. Esa noche tenía guardia, así que pasaría a verla al comenzar su turno. Mientras tanto, hablaría con Louis para comentarle lo ocurrido y de paso hablar con Edward, el psiquiatra.
Sentía la curiosidad por saber el por qué ella había ido a buscarle. Pensó que sería por las palabras que habían mantenido, en que él se ofreció a ayudarla cuando lo necesitase. Pero nunca creyó que fuera tan pronto, y que en verdad se lo tomó al pie de la letra, algo que su ofrecimiento fue de corazón.
El turno de noche era tranquilo tanto en la UCI infantil, como en su departamento de Pediatría. Comenzó la última ronda y a su final, decidió ir a la planta de Urología donde estaba internado Frederick. Entró despacio, sin hacer ruido, para no despertar a los allí internados, pero Elva permanecía despierta. Con la cabeza girada hacia un lado, contemplaba la noche a través de la ventana. No se veía nada, oscuridad absoluta, pero seguro que ella no quería contemplar el firmamento y las estrellas, era su postura normal; estaba sumida en sus pensamientos, como siempre.
Llegó hasta ella, y le agradeció con una sonrisa su visita nocturna. Tenía una bonita y triste sonrisa, las pocas veces que se la veía sonreir. Él la miraba tratando de entrar en sus pensamientos, en lo que quiera que la preocupaba. La situación delicada del marido, seguro que no sería, ya que hacía tiempo que ocurrió y su mentalidad lo tenía asumido. Entonces ¿ qué la torturaba? Esa mujer era un enigma para él; le tenía obsesionado ¿ Por qué no podía borrarla de su cabeza? Por su profesión veía tragedias a diario, pero nunca se había visto involucrado tanto, como en esta ocasión.
Hablaban bajo para no despertar a Frederick. La tomó el pulso y midió la temperatura. Todo parecía normal y se recuperaba poco a poco. . Si todo seguía así le daría el alta esa misma mañana, con la promesa de que dormiría al menos unas horas durante la noche y procuraría cuidarse y distraerse en algo que no fuera la enfermedad de su marido. Insinuó que podrían establecer turnos entre su hija y ella si es que no deseaban dejarle solo. Ella sonrió y dijo muy bajito
- Olivia es muy joven, casi una niña. No está acostumbrada. Yo lo seguiré haciendo
- Pero si no se cuida, caerá enferma y entonces ¿ qué ?
- Agradezco su interés, doctor. Soy fuerte y resistiré, no se preocupe. Gracias de nuevo por su ayuda..
James se despidió y volvió a incorporarse a su departamento. Era ya mediodía cuando volvió a la habitación para llevarla el alta y comprobar que estaba mejor. Si, lo estaba, pero insistía en no moverse de allí. Al salir el médico Patrick la llamó y habló con ella.
- Escuché anoche las recomendaciones que te hizo el doctor. Te agradezco lo que estás haciendo por mi, después de que he sido el causante de todo. No tengo derecho a retenerte aquí. Llevas mucho tiempo, demasiado, siendo una esclava por mi causa. Quisiera dar marcha atrás para rectificar mi conducta, pero no puedo, ya no.. Debes hacer caso al doctor. Si cayeras enferma ¿ quién me cuidaría? La niña es demasiado joven y no te tengo más que a tí, así que debemos cuidarte porque ignoramos el tiempo que durará esta situación, y mucho me temo que será largo, si es que alguna vez me recupero, al menos un poco
- Fred , no digas eso. Vas a ponerte bien, ya lo verás. No debes preocuparte por mi; yo estoy bien. Sólo que me sentía cansada por cosas de mujeres, ya sabes...
- Lo que más deseo es tu perdón. Se que eres buena y generosa, pero ha sido tanto el daño que te he hecho, que dudo me perdones.
- Shsss, calla. No hablemos de eso ahora; ya habrá tiempo. Trata de descansar
-Y tú también. Y tú también - Cerró los ojos e intentó dormir. Al fin, se había sincerado con ella. Había sido como una confesión, o quizá su conciencia le gritaba que debía pedirla perdón por todo. Siguió pensando en ella.
Era una explosión de sensualidad, alegría y entusiasmo. Comenzaron con una cena algún fin de semana; siempre en secreto: no podía trascender esa relación. Después, los encuentros fueron más frecuentes, hasta que se veían casi a diario en el apartamento de ella. Sus encuentros sexuales eran explosivos, muy diferentes a los que tenía con su mujer, casi inexistentes, por cierto.
Llegaba a su casa de madrugada, demasiadas veces a la semana. Entraba en la habitación de su hija, y allí se detenía un momento, pensativo. Después iba a su dormitorio, en el que Elva fingía dormir, aunque no lo estuviese. Y así transcurrieron varios años, durante los cuales Gladys iba sembrando la duda en la cabeza de Frederick y comenzó a pensar que quizás Elva tuviese razón cuando le planteó el divorcio ¡ Ojalá la hubiera hecho caso antes! Ahora estaría casado de nuevo pero con una mujer muy distinta a ella de la que estaba profundamente enamorado.
Lo había decidido. ¡ A paseo el bufete ! su vida privada le competía sólo a él. Estaba decidido : se divorciaría y se casaría con Gladys. Esa noche lo celebrarían. Puso una excusa, otra más, y no iría a cenar con su familia. A Elva, ya le era indiferente; sabía perfectamente de sus andanzas, pero ya no la dolían, al contrario le aliviaba que tuviera sus relaciones fuera de casa y a ella la dejase tranquila en la cama.
Al salir del restaurante, Gladys se empeñó en conducir un nuevo coche que se había comprado Frederick.:
- No puedes, cariño. Has bebido bastante y si nos para la policía, tendré un serio disgusto, y puede darse el caso de que me quiten la licencia. Así que no, conduciré yo. - Pero Gladys le acariciaba y besaba y Fred, cedió ante ella
- Está bien, pero no vayas deprisa. No quiero correr riesgos inútiles.
Fue en una curva tomada demasiado deprisa, por la inconsciencia del alcohol. Algo se interpuso en su camino, y Gladys perdió la dirección del coche, dio un volantazo y se estrellaron contra un gran árbol que había en el arcen de la carretera. Ella murió en el acto, y él, ya sabemos cómo quedó. Deseó muchas veces que hubiera sido su mujer la que hubiera muerto en lugar de su amante, a la que lloró durante mucho tiempo.
Tres días después de la visita del médico a la habitación, les darían el alta. Se irían a casa, a esperar un nuevo ingreso que no tardaría en producirse. Elva quiso despedirse de James que tanto se había preocupado por ella, y se dirigió a su planta, ahora , si , sabiendo donde iba. Estaba ocupado pasando visita, así que arrancó una hoja de su agenda y le escribió unas palabras de agradecimiento. Lo entregó en el control, con el fin de que fuera entregado a James. Cualquier día se pasaría a ver si tuviera más suerte y pudiera dárle las gracias personalmente.
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