Se había acostado tarde. El trabajo y una nueva campaña habían hecho que Alexa trabajara hasta muy tarde. Cuando llegó a su casa, se metió en la cama e inmediatamente se quedó dormida. Estaba rendida, y lo malo era que al día siguiente la esperaba más de lo mismo. Una llamada de teléfono, la despertó sobresaltándola; miró el reloj de su mesilla de noche, y vio que aún era muy temprano: las siete de la mañana. Extrañada por esa llamada tan intempestiva, descolgó y, medio adormilada, respondió
- Diga
- Diga
Una voz llorosa fácilmente reconocible, hizo que se incorporara inmediatamente en la cama:
- Mamá ¿ qué ocurre?
- Es Ada, hija
- ¿ Qué ? ¿ Qué la pasa?
- Ven pronto. Está...
- Voy para allá ahora mismo-. De un salto se levantó, se arregló y en menos de media hora estaba camino de Swindon, el lugar donde vivían sus padres y su hermana mayor Ada.
Durante toda la vida, desde que ella recordaba, sabían que estaba enferma y que no envejecería. Parecía que el momento había llegado, pero quizá se recuperase como había ocurrido otras veces, aunque la voz alarmada de su madre indicaba que el final se acercaba.
A los tres años de Ada,, nació Alexa, todo lo contrario de su hermana: vital y sana. También era bonita, pero no tenía nada que ver. Ada había sido compensada por la Naturaleza con belleza a cambio de salud.. Un pelo maravilloso, un rostro perfecto y unos impresionantes ojos verdes. Alexa morena, con ojos castaños, pero también bella. Coincidieron las dos en el mismo instituto y allí ambas conocieron a un chico que las volvió locas: Arnold, hijo de un contratista y constructor del lugar. Ada conquistó al muchacho y pronto se hicieron novios.
Alexa, a sus catorce años y comenzando la adolescencia, tampoco fue ajena a la simpatía del muchacho. A esa edad el romanticismo y la fantasía, se instalan en el cerebro de las jovencitas, y Alexa no fue una excepción, enamorándose perdidamente de Arnold, pero él no tenía ojos más que para su hermana. A ella la trataba como a una niña, como si fuera su hermana pequeña, y le gastaba bromas que a ella no le gustaban nada, porque sabía que le era totalmente indiferente como mujer.
Pedía a su madre que la comprara ropa interior para realzar su figura. Comenzaba a formarse su cuerpo y lo que ella deseaba resaltar, apuntaba, , pero nada más: estaba lisa como una pared. A veces se enfurecía de lo injusta que era la vida, obviando la frágil salud de su hermana, pero resaltando su belleza.
Y así pasó el tiempo. Arnold terminó su carrera de arquitecto y comenzó a trabajar en la empresa de su padre. Ada hizo la de magisterio y encontró trabajo en el instituto, y Alexa iniciaba su paso por la universidad. Los chicos se amaban, y por tanto se plantearon casarse y fundar una familia. Algo que por recomendación médica, a Ada le había sido prohibido. El día que lo plantearon en casa, el padre de Ada, el doctor Flanagan, llamó aparte a Arnold y habló con él claramente y del riesgo que corría si tenía un hijo, sobretodo en el momento de dar a luz.
Y pasados unos meses, se casaron. Todo transcurría con normalidad y hasta parecía que recobraba la salud, pero Arnold, avisado de antemano, no la dejaba hacer excesos y por supuesto tuvo mucho cuidado en no dejarla embarazada. La amaba profundamente y quería mantenerla a su lado el mayor tiempo posible, que no corriera riesgos innecesarios. Vivían cerca de los Flanagan , en una casa construida por el padre de él y que fue obsequio por su boda. De vez en cuando se cruzaba con Alexa y charlaban amigablemente. Él como si hablara con la hermana que no tuvo, y ella, aunque poco habladora, se conformaba con verle de vez en cuando y escuchar su voz. No frecuentaba mucho la casa de su hermana. No quería ver a Arnold; pensaba que se notaría demasiado que estaba loca por él, y ni su amor propio ni su deber de hermana se lo permitían.
Ada no hacía más que pedir a Arnold que la dejase encinta, algo que él desviaba cada vez que se lo pedía. Un día, ella le dijo que necesitaba ese hijo, que ambos lo necesitaban:
- No importa si corro riesgos. Me encuentro mejor que nunca y quiero formar una familia contigo
- ¿ Pero no te das cuenta del riesgo que corremos? Yo te quiero Ada, y quiero envejecer a tu lado. Podemos adoptar uno, si eso te sirve de consuelo
- No, amor, lo quiero de ti. Si me ocurriera algo, siempre te quedaría algo mio ¿ no lo comprendes?
-No, no lo comprendo. Es una tontería correr riesgos pudiendo vivir así, tu y yo, tranquilos
Pero tanto insistió, que Arnold cedió y tras varios intentos, Ada se quedó preñada, sembrando la alarma entre su familia. Alexa, por juventud e inexperiencia, no veía riesgo en convertirse en tía. La cuidarían entre todos y mantendría un examen exhaustivo del embarazo, como cualquier mujer. Pero su hermana no era cualquier mujer: tenía una lesión muy seria y corría peligro al dar a luz.
Y tuvo ese niño, y pasaron los meses, y aunque ella se iba deteriorando, pudo celebrar el primer aniversario de su hijo al que pusieron el mismo nombre del padre. Y la graduación de su hermana : ya era publicista, y la vio irse a vivir a la ciudad, que, aunque cercana, se distanciaba. Todos, incluso, habían olvidado un poco el problema de Ada.. Llegó el quinto aniversario del niño, y ella quiso que ese cumpleaños fuese especial, probablemente presintiendo que iba a ser el último. Deseaba hablar con su hermana, y la llamó, pero Alexa estaba enfrascada en una campaña publicitaria y no estaba disponible en ese momento. Apenada, lo dejó para otra ocasión.
- Cuida de Arnold y del niño. Sé cuánto les quieres. Sé que siempre has estado enamorada de él. Cuídale, va a necesitar mucha ayuda. Perdóname si fui yo quién te lo robó. Ahora le tendrás para siempre
- Calla por favor. No me has robado nada; él te eligió a ti, y habéis sido felices y tenéis un niño precioso que necesita a su madre. No te canses, no hables más. Trata de dormir.
-No, Alexa, tengo la eternidad para hacerlo. Hazles pasar. Quiero teneros a todos. - Y cogida de la mano de su marido y dando un último beso a su hijo, entornó los ojos y se durmió para siempre.
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