No podía creérselo. Acababa de firmar su primer contrato de trabajo, además hecho a su medida: horario flexible, buen salario, no muy alto la verdad, pero suficiente para llevar una vida digna y darse algún capricho. Y todo había llegado de la mano de su "príncipe azul". Tanto tiempo buscando una ocasión para verle y, se le presenta cuando menos lo esperaba. Sería su jefe supremo, pero en el día a día sería Henry, el administrador del hotel, de quién recibiría instrucciones. Se incorporaría el día lunes de la semana próxima.
Contenta, regresó al internado y comunicó a la superiora la magnífica noticia que llevaba. La monja se alegró por ella, aunque le advirtió que debería acudir por la noche a dormir al colegio, hasta no tener por escrito la autorización de sus padres, para vivir fuera del recinto. Una vez en su habitación, llamó a Madrid y, anunció a sus padres, que ya era una chica independiente a partir de la siguiente semana.
— Me alegro muchísimo, hija mía. Al fin lo has conseguido. ¡ Te veo tan madura, has cambiado tanto ! que no me lo puedo creer— decía Eugenia con la emoción en su voz y en sus ojos. Su pequeña se había hecho mayor.
— ¡ Hola cielo ! — saludó el padre orgulloso de ella
Y de nuevo relató a su padre la manera en que había conseguido el trabajo, el buen trabajo, el inesperado trabajo. Pero ocultó que justamente eso, es lo que había perseguido desde el año anterior. Estaría cerca de Aleck, y quién sabe, si más adelante consiguiera con él una buena amistad. De momento no pensaba en otra cosa. Se acordó de Clara y sus advertencias. Debía ir despacio. No sabía nada de él, sólo que pertenecía a una familia acomodada de Inverness y que era tremendamente guapo y amable.
Siguió charlando durante un rato , alternativamente con su padre y su madre. Irían a visitarla en breves días y llevarían la autorización para la superiora. De esa forma tendría la posibilidad de trabajar y dormir en alguna dependencia del hotel dedicada al uso del personal del mismo. Y al cabo de una semana recibió la visita de sus padres. Se hospedarían en el mismo hotel en donde ella trabajaba, y que había sido su parada habitual, cada vez que viajaban a Escocia para visitarla. Los tres juntos acudieron al internado para cumplimentar a las monjas y llevarles el certificado que autorizaba a Adela a vivir fuera del colegio. Ya era independiente.
La pusieron un uniforme , una chapita con su nombre y debajo de él la palabra intérprete. Y en el mostrador de Recepción, otra placa indicando que tenían traductora de español
— También me desenvuelvo con el francés— advirtió a Henry, lo que alegró al administrador
—Bueno, ahora, a esperar que lleguen los turistas— pensó para sus adentros
No tardaron en llegar e hizo su primera excursión con ellos y con Luis Alberto como chófer. Era un chico colombiano que llevaba varios años residiendo en Escocia. Moreno, con los rasgos clásicos latinos, simpático, educado y bastante atractivo, de una edad aproximada de unos cuarenta años.
— Parecerás hija mía— le dijo a Adela con una amplia sonrisa, lo que hizo a su vez que ella sonriera también.
La comida discurrió en armonía. No era un grupo muy grande, unas quince personas, lo que facilitaba la comunicación más directa entre ellos, Adela y el chófer. Especial atención tenía por parte de Luis Alberto, cuyas atenciones comenzaban a inquietarla
— Acabamos de conocernos, como aquel que dice, y francamente a veces resulta algo empalagoso. Me incomoda que esté permanentemente pendiente de mi. He de hacer algo al respecto, pero ¿ qué ?— pensaba mientras iban en el autocar
El grupo tenía contratado el hotel y las excursiones durante diez días, que rápidamente ya habían transcurrido, pero fue en la fiesta de despedida cuando tuvo que hablar seriamente con Luis Alberto
— Interpreto que la alegría de la fiesta es lo que te hace tener la lengua tan suelta, Luis. Me desagrada que estés siempre protegiéndome. No soy una cría, no necesito que nadie me cuide, para eso están mis padres, y ni siquiera ellos actúan como tu lo haces. Lo siento, pero tenía que decírtelo. Hace tiempo que te observo y no quiero que haya malentendidos entre nosotros. Tenemos que trabajar juntos y cuanto mejor nos llevemos, será más fácil para todos
Contenta, regresó al internado y comunicó a la superiora la magnífica noticia que llevaba. La monja se alegró por ella, aunque le advirtió que debería acudir por la noche a dormir al colegio, hasta no tener por escrito la autorización de sus padres, para vivir fuera del recinto. Una vez en su habitación, llamó a Madrid y, anunció a sus padres, que ya era una chica independiente a partir de la siguiente semana.
— ¡ Hola cielo ! — saludó el padre orgulloso de ella
Y de nuevo relató a su padre la manera en que había conseguido el trabajo, el buen trabajo, el inesperado trabajo. Pero ocultó que justamente eso, es lo que había perseguido desde el año anterior. Estaría cerca de Aleck, y quién sabe, si más adelante consiguiera con él una buena amistad. De momento no pensaba en otra cosa. Se acordó de Clara y sus advertencias. Debía ir despacio. No sabía nada de él, sólo que pertenecía a una familia acomodada de Inverness y que era tremendamente guapo y amable.
Siguió charlando durante un rato , alternativamente con su padre y su madre. Irían a visitarla en breves días y llevarían la autorización para la superiora. De esa forma tendría la posibilidad de trabajar y dormir en alguna dependencia del hotel dedicada al uso del personal del mismo. Y al cabo de una semana recibió la visita de sus padres. Se hospedarían en el mismo hotel en donde ella trabajaba, y que había sido su parada habitual, cada vez que viajaban a Escocia para visitarla. Los tres juntos acudieron al internado para cumplimentar a las monjas y llevarles el certificado que autorizaba a Adela a vivir fuera del colegio. Ya era independiente.
La pusieron un uniforme , una chapita con su nombre y debajo de él la palabra intérprete. Y en el mostrador de Recepción, otra placa indicando que tenían traductora de español
— También me desenvuelvo con el francés— advirtió a Henry, lo que alegró al administrador
—Bueno, ahora, a esperar que lleguen los turistas— pensó para sus adentros
No tardaron en llegar e hizo su primera excursión con ellos y con Luis Alberto como chófer. Era un chico colombiano que llevaba varios años residiendo en Escocia. Moreno, con los rasgos clásicos latinos, simpático, educado y bastante atractivo, de una edad aproximada de unos cuarenta años.
— Parecerás hija mía— le dijo a Adela con una amplia sonrisa, lo que hizo a su vez que ella sonriera también.
Eran unos lugares los que visitaban muy conocidos por ella, y no tuvo dificultad alguna en facilitar la información y satisfacer la curiosidad de los visitantes. Parada obligada el Lago Ness y su famosa leyenda. Allí tenían la parada más larga para almorzar, y como buenos empresarios, lo hicieron en el restaurante propiedad de la familia McLaughlin, que era el lugar de la celebración de la boda en que conoció a Aleck.
La comida discurrió en armonía. No era un grupo muy grande, unas quince personas, lo que facilitaba la comunicación más directa entre ellos, Adela y el chófer. Especial atención tenía por parte de Luis Alberto, cuyas atenciones comenzaban a inquietarla
— Acabamos de conocernos, como aquel que dice, y francamente a veces resulta algo empalagoso. Me incomoda que esté permanentemente pendiente de mi. He de hacer algo al respecto, pero ¿ qué ?— pensaba mientras iban en el autocar
El grupo tenía contratado el hotel y las excursiones durante diez días, que rápidamente ya habían transcurrido, pero fue en la fiesta de despedida cuando tuvo que hablar seriamente con Luis Alberto
— Interpreto que la alegría de la fiesta es lo que te hace tener la lengua tan suelta, Luis. Me desagrada que estés siempre protegiéndome. No soy una cría, no necesito que nadie me cuide, para eso están mis padres, y ni siquiera ellos actúan como tu lo haces. Lo siento, pero tenía que decírtelo. Hace tiempo que te observo y no quiero que haya malentendidos entre nosotros. Tenemos que trabajar juntos y cuanto mejor nos llevemos, será más fácil para todos
— Adela, lamento escucharte . Nunca he querido ofenderte, solo... te veo tan indefensa, sola, sin tu familia... bueno... Te prometo que no traspasaré la raya. Te entiendo, pero entiende tu también que es muy fácil sentirse atraído por ti. Eres simpática, muy bonita, dulce... y yo también estoy sin familia,..., solo. Pero lo entiendo. No te preocupes a mi lado estarás segura, y si me necesitas, cuenta conmigo
—Luis... lo siento. No debí hablarte con esa dureza, pero me diste la impresión de que querías algo más, y yo no puedo dártelo. Mi corazón está ocupado, lo siento
—¿ Tienes novio en España?— la preguntó él
— No, en España no. Pero si me gusta un chico, aunque la verdad no tengo muchas esperanzas
— Entonces, olvídale. Mira a tu alrededor, seguro que no te faltarán pretendientes. Tu no te das cuenta, pero a algún señor del grupo se le iluminan los ojos cuando te ve
— No seas tonto... están todos casados y ellos si que podrían ser mis padres— le contestó riendo
No había vuelto a ver a Aleck. Pasó la temporada turística, y el invierno estaba llegando a las puertas. Hacía frío, llovía y aunque seguían recibiendo visitantes, no eran en la proporción del verano. Tenía más tiempo libre, y su jornada se acortaba, ya que anocheciendo pronto, los visitantes, que en su mayoría eran naturales del país, se refugiaban en los salones del hotel o bien se retiraban a dormir en horas tempranas. Tenía un día libre a la semana y lo dedicaba unas veces a visitar el internado y saludar a las monjas. Otras recorría las tiendas de la ciudad, comía en cualquier cafetería o acudía a algún cine. La verdad es que el invierno había cambiado el paisaje ciudadano.
Se acercó a leer un pasquín pegado en una de las farolas de una calle céntrica. Se quedó extrañada, cuando leyó lo que en él decía " Alastair McLaughlin, próximo alcalde de Inverness. Votad"
¿ Aleck... mi Aleck se presenta para alcalde ? No podía creérselo. No sabía que tuviera inquietudes políticas. Nadie, ningún compañero en las conversaciones que mantenían sobre el trabajo, le había indicado nada al respecto.
— Tampoco tiene demasiada importancia, y ellos ignoran mi interés por él. Es lógico — Pensaba mientras terminaba de leer los datos que reflejaba el anuncio de unas elecciones.
Decidida se acercó hasta el local en donde había instalado las oficinas de la demarcación. No sabía muy bien qué es lo que hacía allí y qué diría si alguien la preguntaba el porqué de su visita. Como así ocurrió
—¡ Adelante, pasa !— la dijo una sonriente chica
Decidida se acercó hasta el local en donde había instalado las oficinas de la demarcación. No sabía muy bien qué es lo que hacía allí y qué diría si alguien la preguntaba el porqué de su visita. Como así ocurrió
—¡ Adelante, pasa !— la dijo una sonriente chica
— ¿ Qué te trae por aquí?
— Oh, simplemente curiosidad. Alastair, es mi jefe y no sospechaba que además es político. Me ha extrañado y he entrado para echar un vistazo
— Pues pasa. Veo que no eres de aquí
— No, sólo estoy de paso. Vine para estudiar y de momento aquí me quedo— replicó Adela mientras miraba el entorno de la oficina.
— ¿ Quieres colaborar con nosotros?— le dijo la jovencita que la atendía
— Pero yo no puedo votar aquí, soy extranjera
-—Pero si puedes ayudarnos en atender el teléfono, colocar la publicidad, ir a por un café...—la dijo riendo
— Bueno, yo trabajo en el hotel, pero en mis ratos libres, si puedo echaros una mano. Lo haría encantada
— De acuerdo, pues desde ahora formas parte del equipo. Se lo comunicaré a Aleck. No creo que tarde mucho en llegar
— ¿ Va a venir ahora?
—Si. Prácticamente, desde que hemos empezado con todo esto, solo va a su casa para dormir
En ese instante, se abrió la puerta y entró Aleck como un ciclón
— Me parece muy bien— contestó él
— Vendrá a ayudarnos en su tiempo libre—replicó la chica que atendía a Adela
— Bien hecho. Todas las manos nos son útiles. No tenemos mucho dinero para la campaña ¿ sabes ? así que todas las ayudas son bienvenidas.
Adela apenas pronunciaba una palabra. La energía y seguridad de Aleck le eran desconocidas, bueno en realidad, le era desconocido todo él. Trabajaría intensamente, con tal de pasar algún rato a su lado.
— Oh, simplemente curiosidad. Alastair, es mi jefe y no sospechaba que además es político. Me ha extrañado y he entrado para echar un vistazo
— Pues pasa. Veo que no eres de aquí
— No, sólo estoy de paso. Vine para estudiar y de momento aquí me quedo— replicó Adela mientras miraba el entorno de la oficina.
— ¿ Quieres colaborar con nosotros?— le dijo la jovencita que la atendía
— Pero yo no puedo votar aquí, soy extranjera
-—Pero si puedes ayudarnos en atender el teléfono, colocar la publicidad, ir a por un café...—la dijo riendo
— Bueno, yo trabajo en el hotel, pero en mis ratos libres, si puedo echaros una mano. Lo haría encantada
— De acuerdo, pues desde ahora formas parte del equipo. Se lo comunicaré a Aleck. No creo que tarde mucho en llegar
— ¿ Va a venir ahora?
—Si. Prácticamente, desde que hemos empezado con todo esto, solo va a su casa para dormir
En ese instante, se abrió la puerta y entró Aleck como un ciclón
— Perdonadme, se que es tarde, pero me he entretenido hablando con una señora que me ha increpado en la calle. He estado explicándole nuestro programa. No sé si la habré convencido. Yo he hecho todo lo que he podido. Pero... ¿ Qué haces aquí ?— dijo dirigiéndose a Adela que le miraba sin pestañear.
— Bueno ...vi el cartel en la farola y entré a ver qué hacíais aquí—dijo Adela con timidez— Me parece muy bien— contestó él
— Vendrá a ayudarnos en su tiempo libre—replicó la chica que atendía a Adela
— Bien hecho. Todas las manos nos son útiles. No tenemos mucho dinero para la campaña ¿ sabes ? así que todas las ayudas son bienvenidas.
Adela apenas pronunciaba una palabra. La energía y seguridad de Aleck le eran desconocidas, bueno en realidad, le era desconocido todo él. Trabajaría intensamente, con tal de pasar algún rato a su lado.
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