Devorábamos el desayuno. Los excesos nocturnos nos habían abierto el apetito. Cinthia sonreía por cualquier cosa, pero rehuía mi mirada. Sentía pudor por la noche pasada y por el momento que estábamos a punto de vivir nuevamente. Yo no lo entendía ¡después de haber estado toda la noche juntos!. Pero los hombres no terminamos de comprender lo que pasa por la cabecita de las mujeres, por muy compenetrados que estemos con ellas Lo que para nosotros es natural, para ellas es algo extraordinario, pero una vez que el momento de la excitación pasa, les puede el pudor más que otra cosa.
Además la situación que estábamos viviendo era insólita. A mi no me importaba, pero sé que a ella le preocupaba la salida del hotel, porque todos sabrían lo que habíamos hecho durante la noche. No quise, ni de cerca, rozar ese pensamiento, pero sabía que a ella no le abandonaba esa preocupación. Bien, creí que era el momento de plantear que deseaba casarme con ella cuanto antes. Vería a ver cómo reaccionaría.
— Cielo, deseo pedirte algo
— Cielo, deseo pedirte algo
—¿ Qué es ello ?
— ¿ Quieres casarte conmigo ?
Se quedó muda, mirándome fijamente, sin atreverse a pronunciar alguna palabra.
-—¿Qué es lo que has dicho?
— ¿Quieres ser mi esposa?
Dejó de comer automáticamente, pensó las palabras que iba a decirme y, al final habló:
— No, Alay. No nos conocemos. Fuimos casi novios hace muchos años. Nos separamos y cada uno siguió su rumbo. Tú ni siquiera recordabas mi rostro; no nos conocemos. No sabemos nada el uno del otro. No sé nada de ti: Si has estado casado, si tienes pareja... en fin todo eso en la vida de un hombre. Desconoces por completo lo que ha sido mi vida antes de todo esto que está ocurriendo. Necesitamos conocernos, saber nuestras historias, y después de un tiempo... ya veremos
— O sea, no. Yo te he conocido esta noche pasada y pienso que tú también a mi ¿ Qué más tenemos que saber?
— El sexo no es todo. El que lo hayamos pasado bien, no significa que sea todo lo que debemos saber. Es una parte muy importante, es cierto, pero no lo es todo. Yo te quiero, pero necesito conocer más de ti. Necesito tiempo
— Está bien. Admito que tienes razón, sólo que la impaciencia me domina. ¿ Podemos, al menos, convivir? ¿Vernos a diario como cualquier pareja?
— Cariño, va a ser muy difícil. Trabajamos juntos, en el mismo departamento ¿Cómo ha de ser el trato?
— Por amor de Dios, no pongas tantas trabas. Todo es más sencillo que como lo planteas ¿Es que no me quieres? ¿Es que sólo ha sido una noche de pasión para ti?
— Naturalmente que no. Significas mucho para mi, y por eso mismo necesito reflexionar sobre lo que ha pasado y sobre tu petición. Ha sido una noche maravillosa, por lo inesperado. Porque ni yo misma sé cómo ha podido ocurrir, pero ha pasado y lo he disfrutado. Te he querido siempre y no deseo otra cosa más que formar parte de tu vida, pero vamos demasiado aprisa y eso no es bueno.
—Te repito, está bien. Es tu deseo y lo acataré, pero por favor, no me hagas esperar demasiado. No ahora que te he recuperado
— Creo que es hora de irnos
— ¿Ya? Yo pensaba que...
—Sé lo que pensabas y yo también lo deseo, pero es mejor así. Una tarde como la de ayer, nos volvería locos, y hemos de estar centrados en que el paso que pretendemos dar, es demasiado importante.
Salimos del hotel y, Cinthia se apretaba contra mi, como fundiéndose conmigo, para que nadie se diera cuenta de que estaba allí, y la verdad es que nadie se fijó en nada. Estaban demasiado acostumbrados a esas situaciones como para prestar atención a esta pareja, que salía algo compungida.
No deseábamos separarnos, y la tarde transcurrió paseando tomados de la mano y relatando cada uno de nosotros, las aventuras y desventuras desde que nos separamos. Habían pasado ocho años. Trabajo, sacrificio y esfuerzo en la vida de ella. Aventuras, juergas y mujeres en la mía.
Fui sincero y le conté todo lo vivido desde que ella se fue. No omití nada, por escabroso que pudiera ser. Ella escuchaba atenta, con la mirada perdida en el horizonte. Narraba una historia, una vida anterior a ella, por tanto nada debía influir en su decisión, pero también creo que sentía un pellizco de celos absurdos, puesto que yo, ni siquiera recordaba que ella existía. Y eso le dolía, aún sabiendo que el corazón de los hombres es voluble ...veleta. Pero ¿sería siempre así? Eso es lo que deseaba averiguar: si mi amor era lo suficientemente fuerte como para soportar el paso del tiempo. Tenía que estar segura de ello, porque una vez casados ya no habría marcha atrás.
Ella, perdida en sus reflexiones, no se dio cuenta de que había interrumpido mi conversación y la miraba preocupado. Posiblemente había sido demasiado explícito; debería haber ido poco a poco, pero no quería ocultarla nada y, que en mi vida de antes, entraron y salieron otras mujeres, con las que me había divertido, pero por eso mismo, ahora sabía que mi vida y mi felicidad estarían siempre donde ella estuviera. No me importaba el tiempo que hubiera de esperar, con tal de estar juntos.
Deseaba que se quedara conmigo esa noche, pero ella, siempre tan cuadriculada, usó como pretexto que al día siguiente debíamos acudir al trabajo, y no podía ir con un vestido tan elegante como el que llevaba. Todos se darían cuenta de que algo extraño estaba pasando en su vida. Y aunque había sucedido, no quería dar pábulo, porque bastante preocupación tenía con el tratamiento que deberíamos llevar en la oficina, sin que se notase nada de lo que había ocurrido durante ese fin de semana. Yo trataba de restarle importancia, pero mis palabras no fueron suficientes para aplacar su preocupación .
—No te preocupes. No hemos cometido ningún delito. Nos hemos enamorado y nos queremos, punto. No hay que dar más explicaciones. Es algo que ocurre todos los días, máxime si hombres y mujeres trabajan juntos y pasan muchas horas del día en contacto ¿Cómo voy a hacerte comprender que esas inquietudes sólo están en tu cabeza, que a nadie le importa lo que hagamos o lo que dejemos de hacer?
Ella, perdida en sus reflexiones, no se dio cuenta de que había interrumpido mi conversación y la miraba preocupado. Posiblemente había sido demasiado explícito; debería haber ido poco a poco, pero no quería ocultarla nada y, que en mi vida de antes, entraron y salieron otras mujeres, con las que me había divertido, pero por eso mismo, ahora sabía que mi vida y mi felicidad estarían siempre donde ella estuviera. No me importaba el tiempo que hubiera de esperar, con tal de estar juntos.
Deseaba que se quedara conmigo esa noche, pero ella, siempre tan cuadriculada, usó como pretexto que al día siguiente debíamos acudir al trabajo, y no podía ir con un vestido tan elegante como el que llevaba. Todos se darían cuenta de que algo extraño estaba pasando en su vida. Y aunque había sucedido, no quería dar pábulo, porque bastante preocupación tenía con el tratamiento que deberíamos llevar en la oficina, sin que se notase nada de lo que había ocurrido durante ese fin de semana. Yo trataba de restarle importancia, pero mis palabras no fueron suficientes para aplacar su preocupación .
—No te preocupes. No hemos cometido ningún delito. Nos hemos enamorado y nos queremos, punto. No hay que dar más explicaciones. Es algo que ocurre todos los días, máxime si hombres y mujeres trabajan juntos y pasan muchas horas del día en contacto ¿Cómo voy a hacerte comprender que esas inquietudes sólo están en tu cabeza, que a nadie le importa lo que hagamos o lo que dejemos de hacer?
—Lo sé, lo sé. Pero no puedo evitarlo.
— Una vez más... está bien. Tendré paciencia, y espero que no se me escape alguna palabra que me delate, o que te mire y en mi mirada se trasluzca que estoy loco por ti.
.
Habíamos llegado al domicilio de Cinthia. El cuento maravilloso del fin de semana, tocaba a su fin. El día de mañana ya no sería rutinario, sería especial, porque sería un día menos en la cuenta atrás para que al fin pudiéramos proclamar a los cuatro vientos, que nuestras almas habían nacido para estar siempre unidas y que el amor surgido entre nosotros, venía de atrás, aunque, yo al menos, no me hubiera dado cuenta. Nos besamos y la vi entrar en casa. Había soñado con que al final aceptara pasar esa noche en mi casa, pero era mujer de criterios fijos, y lo rechazaba de plano. Tenía esperanza que, al menos, los fines de semana los pasásemos juntosRESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT
Autora< rosaf9494quer
Edición < Marzo 2017
Ilustraciones< Internet < Dakota Johnson< Jamie Dornan
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