El aviso desde Recepción hizo que Cinthia tuviera que recibir a una tal Molly, alegando que era de vital interés esa entrevista. La recibió bastante intrigada. No tenía ni idea de quién era y a qué pudiera referirse con tanta urgencia. Se sentía feliz y enamorada. La noche anterior había hablado con Alistair y estaban deseosos de volver a verse. Se dirigió a la sala en que la esperaba la tan extraña mujer.
Estaba frente a una joven, bonita, pero totalmente desconocida para ella. No obstante algo debía tener que comunicarle, puesto que al no conocerse, había insistido en ser recibida. La imagen de Alistair llegó rápidamente a su cabeza, y supo que esa visita tenía que ver con él.
— Bien, pues usted dirá
Estaba frente a una joven, bonita, pero totalmente desconocida para ella. No obstante algo debía tener que comunicarle, puesto que al no conocerse, había insistido en ser recibida. La imagen de Alistair llegó rápidamente a su cabeza, y supo que esa visita tenía que ver con él.
— Bien, pues usted dirá
— Antes de nada, deseo expresar que no me mueve ninguna intención de reclamar nada, sólo que a mi hijo se le otorguen los derechos que le corresponden
— No sé de qué me está hablando, y por tanto le ruego se explique con mayor claridad
—Hace un tiempo, tuve una relación con el señor McPherson. Yo era joven y él irresistible. No deseo especificar más, porque sé que todo esto es violento para usted, y también para mi. El caso es, que de esa noche de pasión, nació Alexander, un hijo de ambos. Probablemente él no le haya hablado nunca de esta circunstancia. Sólo quiero que reconozca a mi hijo, para de este modo no sea un hijo ajeno a su padre. Creía que usted debía ser informada de todo, pues corren rumores de que son amantes y desean casarse, como por otra parte sería lo más natural, dado el atractivo que él ejerce en el género femenino.
—Todo esto es muy fácil decirlo, señorita... Molly, pero lo siento: no la creo. Necesito algo más que la palabra de una desconocida
— ¿Le serviría esto?
Molly extrajo de su bolsillo una fotografía en la que estaba sonriente Alistair junto a Molly y a un pequeño de unos dos años, también sonriente. A simple vista parecía una familia feliz. Ni siquiera Alay le había insinuado tal circunstancia pero estaba ante una fotografía ¿Necesitaba algo más? No sabía qué decir estaba tan nerviosa, que las palabras no salían de su boca. Al fin pudo reaccionar y, tratando de mantener la calma, la dijo:
—No sé qué decirla. Tengo que hablar con él, y en este momento está en Irlanda. ¿ Puedo quedarme con la foto?
— Desde luego, tengo un duplicado. Recuerde, sólo quiero el reconocimiento para mi hijo
— Dígame ¿Cuántos años tiene el niño?
— Cuatro años
— ¿ No se le ha ocurrido reclamar nada hasta este momento? Me parece sumamente extraño todo este asunto
— Sé que parece algo extraño, pero la culpa de la demora ha sido de él, que sistemáticamente ha ido dando aplazamientos.
— Creo que nuestra conversación ha terminado en este momento. Hablare con él, y pienso que tendrá noticias suyas. Buenos días
-—Buenos días
Y Molly salió por la puerta, dejando truncada la vida de Cinthia.
Su cabeza era un volcán de pensamientos, dudas e incertidumbre. Su primera intención fue descolgar el teléfono y hablar con él. Consultó el reloj y a esa hora estaría en plena entrevista. Volvió a mirar la fotografía detenidamente, una y otra vez, y pensó que era suficiente prueba de que lo que le habían dicho pudiera ser cierto. En ella estaba Molly, Alistair y el pequeño entre ellos. Sus reticencias para cumplir lo solicitado por él, tomaron forma y decidió que tenía razón: no se conocían, y nada sabía de su vida en tantos años anteriores a su encuentro. Tomó la decisión de poner tierra de por medio Tenía que separarse, pero no era suficiente con dejar de verle ó abandonar el trabajo: tenía que marcharse y no volver a verle. Era cierto que le había contado todos sus devaneos con otras mujeres anteriores a ella, pero ¿por qué había omitido algo tan importante como un hijo?
Se sentó en un escritorio y redactó la nota que conocemos, después la guardó en su bolso. Se la entregaría un mensajero no antes de que ella hubiese partido de Londres. Estaba desorientada,. Habló con Martha anunciándola que se iba a casa porque no se encontraba bien, y recogió su pisa papeles y salió del edificio a toda prisa. Hizo su maleta y dando una pueril excusa a la señora Perl, salió precipitadamente sin dirección alguna hacia donde debería encaminar sus pasos. Sin saber por qué estaba subida a un tren, sin lugar al que ir. Se bajaría en una estación cualquiera y desde allí tomaría un rumbo indefinido. Antes de partir, dejó en una mensajería un sobre con la dirección de Alistair para que le fuera entregado días después .
Sin saber cómo ni por qué se encontró en Belfast ¿Cómo había llegado hasta allí? No recordaba nada. Era como una sonámbula: caminaba sin saber muy bien hacia dónde ni qué es lo que haría de ahora en adelante. Buscaba sin mirar los edificios, sin saber lo que buscaba, y así anduvo todo un día, sin rumbo fijo hasta que la noche la devolvió a la realidad. No sabía dónde estaba, ni siquiera el nombre del barrio ni de la calle. Decidió entrar en un pub y tomar aunque fuera un café caliente, y allí mismo preguntaría por alguna pensión en donde pasar la noche.
Sentada en el borde la cama, miraba a su alrededor sin entender muy bien qué es lo que hacía allí. ¿Por qué Irlanda? Ni siquiera lo sabía, pero tampoco le importaba demasiado. Cualquier lugar, menos Londres. Tenía que buscar un medio de vida; le daba lo mismo todo: el primer empleo que encontrara sería bueno. Se tumbó boca arriba sin siquiera quitarse la ropa. Una vez más la vida la había tambaleado, pero esta vez la encontraba débil y sola.
Su cabeza era un volcán de pensamientos, dudas e incertidumbre. Su primera intención fue descolgar el teléfono y hablar con él. Consultó el reloj y a esa hora estaría en plena entrevista. Volvió a mirar la fotografía detenidamente, una y otra vez, y pensó que era suficiente prueba de que lo que le habían dicho pudiera ser cierto. En ella estaba Molly, Alistair y el pequeño entre ellos. Sus reticencias para cumplir lo solicitado por él, tomaron forma y decidió que tenía razón: no se conocían, y nada sabía de su vida en tantos años anteriores a su encuentro. Tomó la decisión de poner tierra de por medio Tenía que separarse, pero no era suficiente con dejar de verle ó abandonar el trabajo: tenía que marcharse y no volver a verle. Era cierto que le había contado todos sus devaneos con otras mujeres anteriores a ella, pero ¿por qué había omitido algo tan importante como un hijo?
Se sentó en un escritorio y redactó la nota que conocemos, después la guardó en su bolso. Se la entregaría un mensajero no antes de que ella hubiese partido de Londres. Estaba desorientada,. Habló con Martha anunciándola que se iba a casa porque no se encontraba bien, y recogió su pisa papeles y salió del edificio a toda prisa. Hizo su maleta y dando una pueril excusa a la señora Perl, salió precipitadamente sin dirección alguna hacia donde debería encaminar sus pasos. Sin saber por qué estaba subida a un tren, sin lugar al que ir. Se bajaría en una estación cualquiera y desde allí tomaría un rumbo indefinido. Antes de partir, dejó en una mensajería un sobre con la dirección de Alistair para que le fuera entregado días después .
Sin saber cómo ni por qué se encontró en Belfast ¿Cómo había llegado hasta allí? No recordaba nada. Era como una sonámbula: caminaba sin saber muy bien hacia dónde ni qué es lo que haría de ahora en adelante. Buscaba sin mirar los edificios, sin saber lo que buscaba, y así anduvo todo un día, sin rumbo fijo hasta que la noche la devolvió a la realidad. No sabía dónde estaba, ni siquiera el nombre del barrio ni de la calle. Decidió entrar en un pub y tomar aunque fuera un café caliente, y allí mismo preguntaría por alguna pensión en donde pasar la noche.
Sentada en el borde la cama, miraba a su alrededor sin entender muy bien qué es lo que hacía allí. ¿Por qué Irlanda? Ni siquiera lo sabía, pero tampoco le importaba demasiado. Cualquier lugar, menos Londres. Tenía que buscar un medio de vida; le daba lo mismo todo: el primer empleo que encontrara sería bueno. Se tumbó boca arriba sin siquiera quitarse la ropa. Una vez más la vida la había tambaleado, pero esta vez la encontraba débil y sola.
Afrontaría lo que fuera, pero la deshonesta acción de él, la hería profundamente. De nuevo, el llanto volvió a sus ojos. Había tardado tres días en llegar a Irlanda del Norte, y durante ese tiempo desde que saliera de Londres, no había derramado ni una sola lágrima, posiblemente porque estaba como en una nube sin darse cuenta de dónde estaba ni hacia donde iba. Ni siquiera recordaba por qué medio había llegado hasta allí.
El cansancio, la tristeza, el desaliento... todo, hicieron que la rindieran y así en la misma posición en la que estaba, se quedó dormida, hasta que un hormigueo en los pies la despertó y se dio cuenta que se había tendido en la cama hasta con los zapatos puestos y sin desvestirse. El sol se colaba por la pequeña ventana de su habitación, miró el reloj y comprobó que eran las diez de la mañana. había dormido mucho, y se encontraba mejor, pero desalentada como el día anterior. Mil preguntas se hacía ¿La buscaría, o quizá al recibir la carta se olvidaría de ella?
Había que encontrar un trabajo, así que, rebuscó en su maleta algo que ponerse, y entonces vio el pisa papeles, que dejó en la mesilla de noche. Después de asearse, salió a la calle sin rumbo fijo: tenía que comenzar a vivir, otra vez, partiendo de cero.
Referente a tu regalo no puedo pagarlo aunque cobre. A primero de año me llegan los recibos anuales y sintiéndolo mucho no puedo "tocar" la cuenta. Te he ofrecido algo mio, pero no entra en tus cálculos. Lo siento pero pienso que habrá otra ocasión para ello. Lo siento mucho
El cansancio, la tristeza, el desaliento... todo, hicieron que la rindieran y así en la misma posición en la que estaba, se quedó dormida, hasta que un hormigueo en los pies la despertó y se dio cuenta que se había tendido en la cama hasta con los zapatos puestos y sin desvestirse. El sol se colaba por la pequeña ventana de su habitación, miró el reloj y comprobó que eran las diez de la mañana. había dormido mucho, y se encontraba mejor, pero desalentada como el día anterior. Mil preguntas se hacía ¿La buscaría, o quizá al recibir la carta se olvidaría de ella?
Había que encontrar un trabajo, así que, rebuscó en su maleta algo que ponerse, y entonces vio el pisa papeles, que dejó en la mesilla de noche. Después de asearse, salió a la calle sin rumbo fijo: tenía que comenzar a vivir, otra vez, partiendo de cero.
Referente a tu regalo no puedo pagarlo aunque cobre. A primero de año me llegan los recibos anuales y sintiéndolo mucho no puedo "tocar" la cuenta. Te he ofrecido algo mio, pero no entra en tus cálculos. Lo siento pero pienso que habrá otra ocasión para ello. Lo siento mucho
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