sábado, 18 de marzo de 2017

Edelweiss - Capítulo 8 - Desaparecida

 Durante esa semana, pudimos controlar nuestras emociones y evitamos al máximo el contacto, o alguna mirada que nos delatase, que se supiera que nos amábamos, y a pesar de que a nadie le importase, ella, estaba más tranquila de esa forma.  Yo contaba los minutos y los días para el fin de semana:  lo pasaríamos juntos, como una pareja normal, y  conviviendo bajo el mismo techo.

Fue una situación extraña al principio. Yo, si bien no era un monje, nunca había convivido con nadie, desde que yo recuerdo.  Todas mis citas se resolvían una noche, y a la mañana siguiente cada uno a su casa.  Pero Cinthia era distinta, iba a ser mi mujer.  Me había pedido tiempo para conocernos, y nada hay mejor que la convivencia para que dos personas se conozcan.  Estuvo algo tensa las dos primeras horas, luego todo transcurrió por su cauce normal.



 Todo iba bien, incluso mejor, ya que algún día entre semana lo pasábamos juntos.  Y hasta creo que en la oficina se dieron cuenta de algo, aunque fueron prudentes y nada dijeron.  A mi no me importaba, pero a ella le daba pudor, y yo lo respeté

Tuve que viajar a Dublín por un par de días, y aunque le pedí que viniera conmigo, lo rechazó de plano, argumentando que tenía algo entre manos que no podía interrumpir.  Traté por todos los medios de celebrar la reunión en fin de semana, para que pudiera acompañarme, pero no fue posible, dado que con quién me iba a entrevistar partía al extranjero con las fechas cerradas.

  Me resigné y partí hacia Irlanda.   Prometimos que nos llamaríamos a diario, a pesar de que en dos días estaría de regreso..  Algo debió ocurrir en esos dos días porque cuando regresé a Londres, Cinthia no estaba en ningún sitio: ni en la oficina, ni en su casa, ni en la mía.  Ni una llamada, ni una nota, nada en absoluto que explicase su ausencia.  El día anterior habíamos hablado como cada noche, y nada dejó entrever;  todo fue cariñoso y normal en nuestra relación.

— Seguro que hay una explicación — Me decía pero, al mismo tiempo pensaba que podría haber  ocurrido algo para actuar de esta forma.  Puse a un equipo de personas que indagaran en hospitales y en comisarías por si hubiera tenido un accidente, pero todo resultó en vano.  Decidí personarme en la comisaría y denunciar su desaparición.  Pero ante lo extraño de lo sucedido, la policía me dijo, que esperara durante algún tiempo, porque podía haber surgido algún imprevisto y regresaría pronto.

 Pero no sucedió, y al tercer día, desesperado, insistí ante las autoridades, que entonces si comenzaron a tomarse interés.  Y fue esa misma mañana, cuando un mensajero trajo una carta con la orden expresa de entregarla en propia mano.  Iba dirigida a mi, y era su letra :

—¡Menos mal! Aquí está la solución— me repetía mientras abría el sobre impaciente

 Mi querido Alay

Quiero que sepas que he tenido que separarme de ti, muy a mi pesar, porque te quiero más que a nada, pero he sabido que tienes otra familia, al menos un hijo de corta edad, y no podía permitir que le abandonaras por mi causa.  Se presentó en la oficina una mujer  con una fotografía de los tres ¿Cómo ha averiguado lo nuestro? No lo sé, pero eso no importa.  Ha sido hermoso el tiempo que pasé a tu lado, pero eso ha terminado y debo seguir adelante, y tu también.
Te ruego no intentes encontrarme, porque ni siquiera viviré  en Inglaterra; no deseo verte, porque no sé si tendría fuerzas para separarme de ti. Llevas en mi vida mucho tiempo, y creo que no saldrás nunca de ella, pero has de cumplir con tu deber.  No sé si la relación con la madre del niño es buena, mala o inexistente, pero él  no tiene la culpa de nada y has de darle tu amor, que es mucho más importante que yo.

Siempre te querré y deseo seas feliz
                                                     
                                                   Cinthia


   Y eso fue todo. Hay algo extraño en toda esta historia.  Yo no tengo ningún hijo, aunque pasé algunas noches con una  mujer, con la de la foto,  pero sólo  fue una cita, intrascendente y hace mucho tiempo.

Es lo que explicó Alistair al detective contratado para la búsqueda de Cinthia. No sabía a qué se debía todo, y quién podría ser quien hubiera urdido ese macabro plan. No tenía ningún hijo y  a la madre la conoció muy de pasada y desde luego estaba muy seguro que con ella  no había engendrado a nadie.
Ni siquiera sabía de su existencia.  Pero también estaba seguro que Cinthia no se había inventado una historia tan truculenta como esta.  Quizá alguna novia celosa, pero  ¿quién?

 Con todas había sido muy claro: cena, cama y adiós buenas.  Además usaba protección siempre.  Incluso la primera vez que se acostó con Cinthia la usó.  Por mucho que insistiera el detective, estaba seguro que esa criatura no era suya ni se había comprometido con esa mujer, cuya fotografía, Cinthia, había incluido en su nota de despedida.

—¿Dónde estás?

 Se preguntaba una y mil veces sin entender lo sucedido.  Sólo unos pocos días separaban de la felicidad más absoluta, al absoluto desastre en que ahora se había convertido su vida.

 Los días pasaban y la agencia de detectives contratada, a pleno rendimiento de medios, no daba con ella.  Por mucho que el investigador  dijera que no se puede encontrar a quién no desea ser encontrado, no le  cabía en la cabeza que hubiera desaparecido sin dejar huella.   Indagó  en la oficina acerca de las visitas que había recibido y todo lo que pudo saber, es que efectivamente, había venido una mujer que preguntó por ella y a su salida, Cinthia dijo que no se encontraba bien y pidió irse a casa.  Ya no volvió, ni siquiera pidió la liquidación, ni entregó su dimisión. Nada, ningún rastro.

Las esperanzas de encontrarla nunca desaparecían, pero el tiempo pasaba y nada se sabía de ella. Y poco a poco, en su cabeza se abría la idea de que había de resignarse a seguir la vida sin ella, como hiciera tiempo atrás. Estaría en cualquier lugar del planeta, pero  ¿Dónde?

  Así pasó un año, dos... Sin borrarla de la memoria, había retomado su vida, aunque nunca volvió a ser como antes. La fama de mujeriego, pertenecía al pasado, no después de haber estado con ella.  En el fondo de su corazón, sabía que algún día sucedería algo que haría que volviera a verla, que todo se aclararía, y volverían a ser felices. Que  podría abrazarla nuevamente y con besos , le haría olvidar todo este tiempo de ausencia e incertidumbre. 

  Nuevamente reconstruía en su cabeza lo que posiblemente pudiera haber ocurrido para tomar esa determinación tan tajante, sin siquiera hablar él.

— ¿ Cómo fue posible que creyera a una completa desconocida y ni siquiera me dijera nada de ello —se decía .

  Estaba la dichosa fotografía, pero bien podía estar trucada.  ¿Pero quién haría algo así y por qué ?  El detective le dijo que sería por despecho, y mentalmente repasaba cada una de sus aventuras y no encontraba a nadie ni nada que lo explicase  ¿Sería algo que les mandaba el cielo para poner a prueba su amor? No, seguro que no.  No era creyente, pero si fuese cierto que Dios existiera, no podría ser tan cruel con dos personas que se amaban como ellos..

  Sencillamente, su ausencia copaba todos sus pensamientos, y el recuerdo de las noches con ella,  hacían aún más insoportable su ausencia.

RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT
Autora< rosaf9494quer
Edición < Marzo 2017
Ilustraciones< Internet < Dakota Johnson< Jamie Dornan

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