Cuando hubieron llegado, aparcó el coche frente a la fachada principal. Antes de que Sean se apeara, Lucía ya había salido. Estaba muy enfadada. No comprendía a qué venía esa actitud arrogante y brusca. Sean nunca se había comportado de aquella forma y, ella estaba segura de no haber cometido algo que le hubiera puesto de tan mal humor. Llevaban tiempo que no se habían visto.
A paso ligero se dirigió al salón y allí se volvió hacia él, que entraba detrás de ella
— ¿ Puedo saber a qué viene todo esto ? Estás enfadado conmigo, de eso no tengo duda, pero ¿Qué es lo que he hecho ?
— ¿ Quieres beber algo ? Porque yo si lo necesito
— No, no quiero nada— dijo secamente
Sean apuró un buen trago de whisky y mirándola de frente comenzó a hablar
— ¿ Nunca te has preguntado por qué me fui de aquí?
— Me extrañó, pero pensé que sería buscando intimidad
— Tú eras la causa. No creo que no te dieras cuenta de lo que pasaba
—¿ Y qué he hecho yo, si puede saberse ? No tenías necesidad de haberte ido. Hubiera bastado con que me lo hubieras dicho abiertamente. Aquí la que sobra soy yo; esta es tu casa. No tenías porqué haberlo hecho
—Está claro que no te enteras de nada, o no quieres saber nada
Sin pensarlo siquiera, y pillando por sorpresa a Lucía, tomo su rostro entre las manos y la besó con desesperación, transmitiendo en aquel beso, la tormenta de sentimientos encontrados que pasaban por su cabeza. Ella apoyaba sus manos en el pecho de él, tratando de separarle, pero su fuerza era mayor y no conseguía más que él intensificara aquel abrazo. Cuando al fin lo consiguió, furiosa y a punto de llorar, no acertaba a hablar para pedirle una explicación, ni tampoco entendía ese comportamiento. Siempre había sido correcto con ella, cariñoso, exceptuando esta última temporada en la que estaba huraño. Por fin, toda sofocada le interpeló:
— ¿ Estás borracho ? ¿ Por qué me haces esto ?
— En mi vida he estado más sereno que ahora. Y no, no he bebido nada hasta este mismo momento. ¿Por qué te hago esto? ¿ En serio lo preguntas? Porque he llegado al límite, porque no puedo soportar verte en brazos de otro hombre, porque me muero de deseo por ti y tú no me haces ni caso. Porque tuve que marcharme para no cometer un disparate, y sin embargo lo acabo de hacer ahora. Porque me muero de celos y de pena, al ver que tu único pensamiento es para mi hermano muerto, al que no olvidas a pesar del tiempo que ha pasado. Porque me enamoré de ti sin conocerte siquiera, cuando te vi en una fotografía que Peter me mando. Porque aprendí tu idioma sólo por pronunciar las mismas palabras que tu pronuncias cada vez que hablas. Porque no puedo borrarte de mi cabeza ni un sólo instante ¿ Quieres saber más ?
Ella con los ojos muy abiertos, no daba crédito a lo que escuchaba ¿ Cómo era posible aquello que ocurría ? No le salían las palabras de la boca, ni tampoco se atrevía a moverse del lugar en el que él la había empujado. Estaba como paralizada. En lo único en que pensaba era en el beso que acababa de darle, tan apasionado, tan brutal, tan desesperado... Ni siquiera Peter la había besado así. Se giró para darle la espalda. No quería que la viera en ese estado de alteración. Él, lentamente, se acercó de nuevo a ella e hizo que se girara hacia él.
-—No te asustes. No voy a hacerte daño. Nunca te lo haría; no te haría nada que tú no quisieras, nunca ¿Me oyes bien? Pero esta noche cuando te vi bailando feliz con Paolo, algo me subió por la garganta hasta ahogarme, porque comprendí que te iba a perder en cualquier momento. No era capaz de pensar, siquiera. Sólo que tenía que decirte lo que siento por ti desde hace tanto tiempo, y que sólo la barrera de la memoria de mi hermano me impedía tratar de enamorarte, de que fuéramos una pareja normal, y que quizá con el tiempo, hasta pudieras enamorarte de mi... Entonces te propondría que nos casáramos. Claro que ya veo que eso es imposible; sigues estando tan lejana como al principio. Por eso voy a irme. Mañana mismo hablaré con mis padres para que busquen a otra persona que se haga cargo de mi trabajo
— De verdad que te has vuelto loco. No eres tú quién tiene que irse, sino yo. Lamento haberte causado tanto sufrimiento. Nunca creí que fuese capaz de inspirar un amor tan tormentoso como el que sientes No, después de haberte visto con Moira
— ¿ Moira ? Ella nada tiene que ver con todo esto. Ella fue mi refugio. La persona que escuchaba mis lamentos, porque a nadie más podía hablar de mis temores, mis angustias... De mi amor imposible
—¿ Por qué imposible ? Eres un buen hombre, guapo, leal...Seguro que habrá más de una chica que estaría gustosa de hacerte olvidar...
—A ti...¿ Estás segura de ello ?
— Pero si te marchas, vas a romper el corazón de tu madre. Tú eres su único hijo. Debo ser yo
— Cásate conmigo
Lucía no esperaba aquella declaración que la dejó sin respuesta. Le miró detenidamente, examinando su rosto y comprobó que, efectivamente, era guapo , dulce , bueno y, la amaba con desesperación. Ella comenzaba a distanciarse del recuerdo de Peter, y empezaba a pensar en vivir la vida acorde con la edad que tenía. Conocía la admiración que causaba entre los trabajadores de la finca y ahora, también conocía el loco amor que había inspirado a Sean. Y en su cabeza comenzó a fraguarse una idea: casarse con Sean
—¿ Lo dices en serio ?
— Tan en serio como que me harías el hombre más feliz del mundo, y si no aceptaras, también el más desgraciado. Siento tanto amor por ti, que no me cabe en el pecho, que me desborda. Y es una delicia y una atroz tortura, porque se que no me amas
-— Sean... Yo te quiero, aunque no de la misma forma que tú. Hasta hace muy poco sólo tenía en mi mente a Peter, pero poco a poco me he ido distanciando. No obstante, no esperaba tu confesión, ni siquiera se me había pasado por la imaginación. Necesito tiempo para pensar; aún es muy fuerte el recuerdo de tu hermano, y tu mereces que te amen con la misma intensidad que tu amas. No se si estoy preparada para ser tu esposa. Es algo que no había pensado... Por favor, no tomes ninguna decisión. Prometo darte una respuesta en breve, pero déjame pensarlo.
—Está bien, hazlo. Pero... ¿Podremos salir como una pareja mientras lo haces?
—¡ Sean !. Hemos quedado en que lo pensaría... Está bien... hagámoslo
— Gracias, mi amor. No sabes el bien que me haces y, por favor no tengas dudas de que haré todo cuanto esté en mi mano para amarte, protegerte, cuidarte y respetarte hasta el fin de mis días
—Eso suena a votos matrimoniales
—Es que es eso exactamente lo que pienso. Tu eres la luz que iluminas mi camino. Nunca pensé que tendría la oportunidad de decírtelo. Pero... A Paolo es a quién tengo que agradecérselo, aunque él no lo imagina. Quiéreme, por favor.
La atrajo hacia él en un abrazo fuerte, pero a la vez dulce. Y besó sus cabellos, sus mejillas y su boca en un beso relajado, profundo y dulce, del que había huido toda la desesperación que tuvo en el anterior. Apretó el cuerpo de ella contra el suyo, y Lucía subió sus brazos hasta el cuello de él y correspondió al beso intensamente, como nunca había hecho. En su cabeza, entre tanto, la figura de Peter se confundía con la de Sean. La del primero algo borrosa, la del hermano nítida, apasionada y dulce.
Sean estaba ahí. Le asustaba el sentimiento que estaba descubriendo, y que quizá había permanecido oculto pensando en que traicionaba al novio muerto. Quizá fuera un ataque de celos la rabia que sintió al ver a Sean abrazar y besar a Moira aquella mañana. ¿ Era, acaso, un incipiente amor por Sean? Lo deseaba de todo corazón. Él lo merecía , y ella también, ser amada por un alma tan generosa y protectora como había sido desde el mismo instante que se conocieran.
— ¿ Puedo saber a qué viene todo esto ? Estás enfadado conmigo, de eso no tengo duda, pero ¿Qué es lo que he hecho ?
— ¿ Quieres beber algo ? Porque yo si lo necesito
— No, no quiero nada— dijo secamente
Sean apuró un buen trago de whisky y mirándola de frente comenzó a hablar
— ¿ Nunca te has preguntado por qué me fui de aquí?
— Me extrañó, pero pensé que sería buscando intimidad
— Tú eras la causa. No creo que no te dieras cuenta de lo que pasaba
—¿ Y qué he hecho yo, si puede saberse ? No tenías necesidad de haberte ido. Hubiera bastado con que me lo hubieras dicho abiertamente. Aquí la que sobra soy yo; esta es tu casa. No tenías porqué haberlo hecho
—Está claro que no te enteras de nada, o no quieres saber nada
Sin pensarlo siquiera, y pillando por sorpresa a Lucía, tomo su rostro entre las manos y la besó con desesperación, transmitiendo en aquel beso, la tormenta de sentimientos encontrados que pasaban por su cabeza. Ella apoyaba sus manos en el pecho de él, tratando de separarle, pero su fuerza era mayor y no conseguía más que él intensificara aquel abrazo. Cuando al fin lo consiguió, furiosa y a punto de llorar, no acertaba a hablar para pedirle una explicación, ni tampoco entendía ese comportamiento. Siempre había sido correcto con ella, cariñoso, exceptuando esta última temporada en la que estaba huraño. Por fin, toda sofocada le interpeló:
— ¿ Estás borracho ? ¿ Por qué me haces esto ?
— En mi vida he estado más sereno que ahora. Y no, no he bebido nada hasta este mismo momento. ¿Por qué te hago esto? ¿ En serio lo preguntas? Porque he llegado al límite, porque no puedo soportar verte en brazos de otro hombre, porque me muero de deseo por ti y tú no me haces ni caso. Porque tuve que marcharme para no cometer un disparate, y sin embargo lo acabo de hacer ahora. Porque me muero de celos y de pena, al ver que tu único pensamiento es para mi hermano muerto, al que no olvidas a pesar del tiempo que ha pasado. Porque me enamoré de ti sin conocerte siquiera, cuando te vi en una fotografía que Peter me mando. Porque aprendí tu idioma sólo por pronunciar las mismas palabras que tu pronuncias cada vez que hablas. Porque no puedo borrarte de mi cabeza ni un sólo instante ¿ Quieres saber más ?
Ella con los ojos muy abiertos, no daba crédito a lo que escuchaba ¿ Cómo era posible aquello que ocurría ? No le salían las palabras de la boca, ni tampoco se atrevía a moverse del lugar en el que él la había empujado. Estaba como paralizada. En lo único en que pensaba era en el beso que acababa de darle, tan apasionado, tan brutal, tan desesperado... Ni siquiera Peter la había besado así. Se giró para darle la espalda. No quería que la viera en ese estado de alteración. Él, lentamente, se acercó de nuevo a ella e hizo que se girara hacia él.
-—No te asustes. No voy a hacerte daño. Nunca te lo haría; no te haría nada que tú no quisieras, nunca ¿Me oyes bien? Pero esta noche cuando te vi bailando feliz con Paolo, algo me subió por la garganta hasta ahogarme, porque comprendí que te iba a perder en cualquier momento. No era capaz de pensar, siquiera. Sólo que tenía que decirte lo que siento por ti desde hace tanto tiempo, y que sólo la barrera de la memoria de mi hermano me impedía tratar de enamorarte, de que fuéramos una pareja normal, y que quizá con el tiempo, hasta pudieras enamorarte de mi... Entonces te propondría que nos casáramos. Claro que ya veo que eso es imposible; sigues estando tan lejana como al principio. Por eso voy a irme. Mañana mismo hablaré con mis padres para que busquen a otra persona que se haga cargo de mi trabajo
— De verdad que te has vuelto loco. No eres tú quién tiene que irse, sino yo. Lamento haberte causado tanto sufrimiento. Nunca creí que fuese capaz de inspirar un amor tan tormentoso como el que sientes No, después de haberte visto con Moira
— ¿ Moira ? Ella nada tiene que ver con todo esto. Ella fue mi refugio. La persona que escuchaba mis lamentos, porque a nadie más podía hablar de mis temores, mis angustias... De mi amor imposible
—¿ Por qué imposible ? Eres un buen hombre, guapo, leal...Seguro que habrá más de una chica que estaría gustosa de hacerte olvidar...
—A ti...¿ Estás segura de ello ?
— Pero si te marchas, vas a romper el corazón de tu madre. Tú eres su único hijo. Debo ser yo
— Cásate conmigo
Lucía no esperaba aquella declaración que la dejó sin respuesta. Le miró detenidamente, examinando su rosto y comprobó que, efectivamente, era guapo , dulce , bueno y, la amaba con desesperación. Ella comenzaba a distanciarse del recuerdo de Peter, y empezaba a pensar en vivir la vida acorde con la edad que tenía. Conocía la admiración que causaba entre los trabajadores de la finca y ahora, también conocía el loco amor que había inspirado a Sean. Y en su cabeza comenzó a fraguarse una idea: casarse con Sean
—¿ Lo dices en serio ?
— Tan en serio como que me harías el hombre más feliz del mundo, y si no aceptaras, también el más desgraciado. Siento tanto amor por ti, que no me cabe en el pecho, que me desborda. Y es una delicia y una atroz tortura, porque se que no me amas
-— Sean... Yo te quiero, aunque no de la misma forma que tú. Hasta hace muy poco sólo tenía en mi mente a Peter, pero poco a poco me he ido distanciando. No obstante, no esperaba tu confesión, ni siquiera se me había pasado por la imaginación. Necesito tiempo para pensar; aún es muy fuerte el recuerdo de tu hermano, y tu mereces que te amen con la misma intensidad que tu amas. No se si estoy preparada para ser tu esposa. Es algo que no había pensado... Por favor, no tomes ninguna decisión. Prometo darte una respuesta en breve, pero déjame pensarlo.
—Está bien, hazlo. Pero... ¿Podremos salir como una pareja mientras lo haces?
—¡ Sean !. Hemos quedado en que lo pensaría... Está bien... hagámoslo
— Gracias, mi amor. No sabes el bien que me haces y, por favor no tengas dudas de que haré todo cuanto esté en mi mano para amarte, protegerte, cuidarte y respetarte hasta el fin de mis días
—Eso suena a votos matrimoniales
—Es que es eso exactamente lo que pienso. Tu eres la luz que iluminas mi camino. Nunca pensé que tendría la oportunidad de decírtelo. Pero... A Paolo es a quién tengo que agradecérselo, aunque él no lo imagina. Quiéreme, por favor.
La atrajo hacia él en un abrazo fuerte, pero a la vez dulce. Y besó sus cabellos, sus mejillas y su boca en un beso relajado, profundo y dulce, del que había huido toda la desesperación que tuvo en el anterior. Apretó el cuerpo de ella contra el suyo, y Lucía subió sus brazos hasta el cuello de él y correspondió al beso intensamente, como nunca había hecho. En su cabeza, entre tanto, la figura de Peter se confundía con la de Sean. La del primero algo borrosa, la del hermano nítida, apasionada y dulce.
Sean estaba ahí. Le asustaba el sentimiento que estaba descubriendo, y que quizá había permanecido oculto pensando en que traicionaba al novio muerto. Quizá fuera un ataque de celos la rabia que sintió al ver a Sean abrazar y besar a Moira aquella mañana. ¿ Era, acaso, un incipiente amor por Sean? Lo deseaba de todo corazón. Él lo merecía , y ella también, ser amada por un alma tan generosa y protectora como había sido desde el mismo instante que se conocieran.
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