A la hora acordada por el notario, la familia Flanagan llegaba al despacho del abogado designado para la lectura del testamento. Los tres estaban silenciosos. Era el último trámite que les quedaba por hacer, pero, por su significado, la tristeza les invadía. El más sereno parecía Sean; no podía demostrar ante su mujer y su hija, los verdaderos sentimientos que le embargaban. Tomaron asiento en la sala que les indicó una secretaria, y aguardaron a ser atendidos por el letrado. Poco tuvieron que esperar. Un hombre de unos cincuenta años, salió a recibirles y se identificó como la persona designada para la lectura del trámite.
— Tomen asiento, por favor. He de decirles que, por expreso deseo de la señora Nancy Flanagan, han de ver y escuchar el siguiente video, que ella misma grabó ante el notario señor Philip O'Donnell, acreditando que la citada señora estaba en perfectas facultades mentales. Después de verlo, procederemos a la lectura formal del testamento, en el que se especifican los deseos de la fallecida. Sé que es un momento difícil para ustedes, pero esos fueron sus deseos y hay que cumplir con las últimas voluntades. Para usted, señora Flanagan, su suegra dejó esta carta que deberá leer a solas, bien aquí o en casa. No atañe al testamento que hoy nos reúne , sino es algo personal entre ella y usted, por lo que si desea hacerlo en soledad, es perfectamente legal, porque repito es algo entre ustedes dos. Y bien ¿están preparados ?
— Si, por favor. Puede comenzar cuando desee—respondió Sean deseando terminar con ello
Puso en marcha el aparato, y ante ellos apareció el rostro querido de Nancy. Sonreía a la cámara, suponiendo que, cuando lo viera su familia, estaría frente a ella.
" Mi queridísimo hijo Sean. Cuando veas este vídeo, yo ya no estaré aquí, pero deseo que conozcas por mi los sentimientos que te profeso. No sé qué hubiera hecho si no llego a tenerte cuando murió Peter. Tú me diste fuerzas para seguir adelante, porque aún eras muy joven y me necesitabas, al igual que tu padre. Has sido un hijo fantástico, cariñoso, alegre, y jamás nos diste ni un solo motivo de preocupación. Pero algo dentro de ti no marchaba bien; lo supe tiempo después, pero guardaste el secreto para no herir la memoria de tu hermano. Te he querido muchísimo aunque lo ocurrido con Peter me alejara de ti durante una temporada, por lo que te pido perdón. No fue por falta de amor, sino porque estaba tan dolida y desorientada que no tenía ganas de vivir. El tiempo pasó y una preciosa criatura llegó a nuestra vida y a la tuya, especialmente. Y fue ella la que poco a poco hizo que todo volviera a la normalidad, porque ella también llevaba su propio dolor. Me estoy refiriendo a Lucia, como os habréis imaginado. Y para tí, Lucía, mi más profundo respeto y cariño. Fuiste como una hija para mi; trajiste la luz a mi casa nuevamente y la felicidad a mi hijo. Te quise mucho más cuando me convertiste en abuela de una preciosa criatura, dulce y tierna, a la que adoro. Por todo ello te doy las gracias porque sé que tu también me quisiste. Eres una buena esposa , madre, y cariñosa con nosotros. Especialmente con Andrew en sus últimos días. Te tuve cerca y en ti me apoyé hasta que decidiste volver a tu pais. Nunca perdimos el contacto. Vosotros conocéis los motivos y sólo a vosotros os corresponden , pero me dolió vuestra separación. Y por último a Carmen: mi bella niña, dulce compañía en mis horas de soledad. Para ti cielo, todo el cariño del mundo, y no sabes cuánto es, porque te quiero tanto, que ni yo misma puedo compararlo con nada. Por todo ello, yo os bendigo. Os quiero "
Sean tenía un nudo en la garganta; no esperaba ver a su madre plena de salud, y sin embargo llevaba varios días enterrada. Tanto Lucía como Carmen, lloraban silenciosamente, pero con gran dolor. El abogado les ofreció un poco de agua, y esperó a que se calmasen. Eran momentos difíciles para ellos, que comprendía perfectamente. Transcurridos unos instantes, procedió a la lectura del testamento, después de haber entregado a Sean, la cinta del vídeo.
— Y bien señora,.. Señorita,.. Caballero.., A continuación les leeré el legado que la señora Nancy Flanagan dejó para ustedes. ¿ Prosigo ?
— Si, puede continuar — respondió Sean
" A mi único hijo y heredero, lego la hacienda tanto agrícola como ganadera, la casa grande en la que convivimos . El dinero en metálico que hubiera en las cuentas de los bancos que más abajo detallo a la hora de mi fallecimiento. La casa del bosque con el embarcadero anexo. Todo el terreno que circunda la hacienda y que se encuentra sin explotar"
"A Lucía Salcedo, mi nuera, lego un millón de dólares de mi cuenta particular, y mis joyas , exceptuando el anillo de pedida, que deseo sea para mi nieta Carmen Flanagan"
"A mi nieta también lego dos millones de dólares, que hasta su mayoría de edad, deberá administrar su padre, mi hijo Sean Flanagan y si él no estuviera, deberá hacerlo la anteriormente citada mi nuera Lucía Salcedo"
"Quinientos mil dólares de mi cuenta los lego a mis fieles sirvientes Luisa, Rodrigo y Alberto, por los servicios prestados a nuestra familia"
— Tomen asiento, por favor. He de decirles que, por expreso deseo de la señora Nancy Flanagan, han de ver y escuchar el siguiente video, que ella misma grabó ante el notario señor Philip O'Donnell, acreditando que la citada señora estaba en perfectas facultades mentales. Después de verlo, procederemos a la lectura formal del testamento, en el que se especifican los deseos de la fallecida. Sé que es un momento difícil para ustedes, pero esos fueron sus deseos y hay que cumplir con las últimas voluntades. Para usted, señora Flanagan, su suegra dejó esta carta que deberá leer a solas, bien aquí o en casa. No atañe al testamento que hoy nos reúne , sino es algo personal entre ella y usted, por lo que si desea hacerlo en soledad, es perfectamente legal, porque repito es algo entre ustedes dos. Y bien ¿están preparados ?
— Si, por favor. Puede comenzar cuando desee—respondió Sean deseando terminar con ello
Puso en marcha el aparato, y ante ellos apareció el rostro querido de Nancy. Sonreía a la cámara, suponiendo que, cuando lo viera su familia, estaría frente a ella.
Sean tenía un nudo en la garganta; no esperaba ver a su madre plena de salud, y sin embargo llevaba varios días enterrada. Tanto Lucía como Carmen, lloraban silenciosamente, pero con gran dolor. El abogado les ofreció un poco de agua, y esperó a que se calmasen. Eran momentos difíciles para ellos, que comprendía perfectamente. Transcurridos unos instantes, procedió a la lectura del testamento, después de haber entregado a Sean, la cinta del vídeo.
— Y bien señora,.. Señorita,.. Caballero.., A continuación les leeré el legado que la señora Nancy Flanagan dejó para ustedes. ¿ Prosigo ?
— Si, puede continuar — respondió Sean
" A mi único hijo y heredero, lego la hacienda tanto agrícola como ganadera, la casa grande en la que convivimos . El dinero en metálico que hubiera en las cuentas de los bancos que más abajo detallo a la hora de mi fallecimiento. La casa del bosque con el embarcadero anexo. Todo el terreno que circunda la hacienda y que se encuentra sin explotar"
"A Lucía Salcedo, mi nuera, lego un millón de dólares de mi cuenta particular, y mis joyas , exceptuando el anillo de pedida, que deseo sea para mi nieta Carmen Flanagan"
"A mi nieta también lego dos millones de dólares, que hasta su mayoría de edad, deberá administrar su padre, mi hijo Sean Flanagan y si él no estuviera, deberá hacerlo la anteriormente citada mi nuera Lucía Salcedo"
"Quinientos mil dólares de mi cuenta los lego a mis fieles sirvientes Luisa, Rodrigo y Alberto, por los servicios prestados a nuestra familia"
" Esta es mi última voluntad "
Firmado: Nancy Sorensen Flanagan
Notario: Cecil Christopherson
Testigos: Lucilla Mortensen y Thomas O'Donell
Fechado en Austin el día 25 de Febrero de 1982
El notario carraspeó un poco e hizo entrega de una copia del testamento y la carta privada para Lucía. Después de una breve charla, por si tuvieran alguna duda o, no estuvieran conformes con el documento, estrechó las manos de la familia y salieron del despacho, tristes, acongojados y en silencio.
Firmado: Nancy Sorensen Flanagan
Notario: Cecil Christopherson
Testigos: Lucilla Mortensen y Thomas O'Donell
Fechado en Austin el día 25 de Febrero de 1982
El notario carraspeó un poco e hizo entrega de una copia del testamento y la carta privada para Lucía. Después de una breve charla, por si tuvieran alguna duda o, no estuvieran conformes con el documento, estrechó las manos de la familia y salieron del despacho, tristes, acongojados y en silencio.
Ninguno de ellos se atrevía a pronunciar palabra por temor a que les superase la emoción. Fue Sean quién tomó las riendas de la situación, y cogiendo del brazo a su mujer y de la mano a su hija, las condujo hasta una cafetería cercana. Allí se relajarían y calmarían sus nervios.
Lucía pasados unos instantes habló con Sean:
— Sean... Agradezco enormemente a Nancy que me haya nombrado heredera, pero voy a rechazarlo. No merezco ese dinero; prácticamente no soy de la familia. No creo que deba aceptarlo
— No. De ninguna de las maneras. Ha sido la voluntad de mi madre y seguro que si mi padre hubiera vivido, estaría de acuerdo con ella. Sigues siendo mi familia, no importa que estemos así; sigues siendo mi mujer, la madre de mi hija ¿ Qué más quieres ser para pertenecer a los Flanagan ? No voy a escucharte si sigues hablando de eso, así que mejor demos por terminada la conversación
— No te enfades. Sólo que creo no ser merecedora de ello
— Les diste amor y alegría ¿ Te parece poco ? Y ahora decid ¿ qué vais a tomar ?
— Yo una Coca— dijo Carmen
— Yo un café— respondió Lucía
—Yo tomaré una cerveza— comentó Sean
Llamó al camarero y todos parecieron serenarse un poco. Lucía estaba intrigada por lo que diría la carta. No imaginaba lo que podría ser. Estaba deseando llegar a casa para abrirla.
Era casi la hora de la comida. Entraron en un restaurante, a pesar de que ninguno tenía apetito. La impresión del visionado del vídeo, aún perduraba en sus cabezas y en sus sentimientos. Apenas probaron bocado. Carmen decidió ir a casa de su amiga y Sean indicó a su mujer que deseaba hablar con ella sobre algo que se le había ocurrido.
— Quiero hablar contigo sobre algo que se me ha ocurrido a ver qué te parece. ¿ Podemos hacerlo en tu casa? Estaríamos más relajados al no estar la niña .
Lucía pasados unos instantes habló con Sean:
— Sean... Agradezco enormemente a Nancy que me haya nombrado heredera, pero voy a rechazarlo. No merezco ese dinero; prácticamente no soy de la familia. No creo que deba aceptarlo
— No. De ninguna de las maneras. Ha sido la voluntad de mi madre y seguro que si mi padre hubiera vivido, estaría de acuerdo con ella. Sigues siendo mi familia, no importa que estemos así; sigues siendo mi mujer, la madre de mi hija ¿ Qué más quieres ser para pertenecer a los Flanagan ? No voy a escucharte si sigues hablando de eso, así que mejor demos por terminada la conversación
— No te enfades. Sólo que creo no ser merecedora de ello
— Les diste amor y alegría ¿ Te parece poco ? Y ahora decid ¿ qué vais a tomar ?
— Yo una Coca— dijo Carmen
— Yo un café— respondió Lucía
—Yo tomaré una cerveza— comentó Sean
Era casi la hora de la comida. Entraron en un restaurante, a pesar de que ninguno tenía apetito. La impresión del visionado del vídeo, aún perduraba en sus cabezas y en sus sentimientos. Apenas probaron bocado. Carmen decidió ir a casa de su amiga y Sean indicó a su mujer que deseaba hablar con ella sobre algo que se le había ocurrido.
— Quiero hablar contigo sobre algo que se me ha ocurrido a ver qué te parece. ¿ Podemos hacerlo en tu casa? Estaríamos más relajados al no estar la niña .
Estarían solos en el piso, así su charla sería a corazón abierto sin la presencia de Carmen.
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