sábado, 9 de abril de 2016

El susurrar del viento - Capítulo 3 - Una llamada a Sunset Valley

Debía adelantar su regreso a Madrid; las vacaciones se habían terminado antes de lo previsto.  Pero esta vez no viajaría sola, su padre la acompañaría. Había que proceder a la apertura del testamento de Nancy, con una especial encomienda para Lucía.  Sean acordó con el notario junto con su abogado, que se hiciera por video con el fin de que ella no tuviera que desplazarse nuevamente hasta Estados Unidos.


El timbre de la puerta sonaba insistentemente. Lucía se preguntaba quién sería con tantas prisas, con tanta urgencia.  Dejo lo que estaba haciendo en la cocina y fue a abrir la puerta. Una gran sorpresa estaba ante ella

— ¡ Hija ! 

Carmen estaba frente a su madre y detrás de ella Sean, portando la maleta de la chica

— Mamá, mamá ¡ Qué ganas tenía de verte !
—Pero ¿ cuándo habéis llegado ? No te esperaba hasta dentro de unos  días— dijo mirando a su marido
— Hola Lucia ¿ Cómo estás ?— dijo él con un amago de sonrisa
— Bien..., bien... Excelente ahora, diría yo

Los tres se dirigieron a la sala, y nuevamente las preguntas de rigor:

— ¿ Ocurre algo ? ¿Por qué habéis adelantado el viaje? ?
—Verás— comenzó a decir Sean— Me ha llamado el abogado para proceder a la apertura del testamento de mi madre.  Para ello tenías que estar tú presente, y dado que es un desplazamiento largo... convinimos en  acudir a la casa del abogado que él determinara, aquí   y, por medio de video abrir las últimas voluntades de Nancy.  Y eso tendrá  que ser pasado mañana a más tardar. Mi madre quiso grabarlo,  además  del  documento.  Ambas cosas han sido remitidas al abogado que nos atenderá
—Comprendo.  Lo que no entiendo por qué he de estar yo
—Me lo imagino ... Pero no te puedo decir nada al respecto
— Muy bien, pues ya saldremos de dudas. Y ahora cuéntame qué tal  lo has pasado— dijo dirigiéndose a Carmen
—Bueno... La primera parte de las vacaciones bien, la segunda mal, por lo de la abuela.  Ya sabes
— Claro cielo. Y tú Sean ¿ estás mejor ?
— No, no lo estoy.  Espero que cuando los trámites estén formalizados, comenzaré a mejorar
— Bien ¿ Te quedas a cenar ?
— No. Creo que no. Tendréis muchas cosas que contaros
—Papi, si. Por favor, por favor, quédate
— Carmen, no seas zalamera. Seguro que tu madre está deseando quedarse a solas contigo y charlar de las cosas de las que habláis las mujeres.  Yo sería un estorbo
— No en serio, quédate-—insistió Lucía

Por un lado deseaba que se marchara, pero por otro, recordó la despedida en el aeropuerto, y a pesar de la frialdad existente entre los dos, quería tenerle cerca. Comprendía que el beso que la dio en su partida,  era una necesidad de sacar fuera la presión por la que estaba pasando. Fue simplemente una descarga de adrenalina.  Las mujeres lloramos, pero los hombres no; se lo tragan y en esos momentos, recién enterrada su madre, la angustia quedaba reflejada en su rostro y en sus ojos, brillantes, penetrantes.  Desechó esas ideas de la cabeza y nuevamente se dirigió a Sean

 —No quiero insistir.  Quizá tengas algún compromiso...  Moira...
— No —la cortó en seco —Moira no pinta nada en este momento

 Dijo ante la extrañeza de Lucía por su rotunda contestación

—. Sé a qué te refieres... Me quedo
— Bien....—Palmoteó Carmen satisfecha con la decisión de su padre
—¿ Te apetece tomar algo ?-—ofreció Lucía
— Si tienes,  una cerveza estaría bien.  Tengo la boca seca
—Si, si tengo cerveza.  Voy por ella
— No no la traigas. Iremos a la cocina y así te ayudo con la cena
— ¿ Tú ?
-—Si ¿ Qué pasa ? ¿ De qué te extrañas ? —sonrió
-—No. Tienes razón, sólo que no sabía que cocinaras
— Pues si lo hago.  Hay muchas cosas que no sabes de mi
— Pues yo creí que lo sabía todo.  Pero claro de eso hace mucho tiempo; las personas cambian
— No tanto. Yo no he cambiado— la dijo mirándola fijamente

Lucía carraspeó y desvió la mirada de la de su marido.  La sangre se le acumulaba en las sienes y comenzaban a darle latigazos.  Sacó los ingredientes que iba a utilizar y que sabía eran los preferidos de él.  Entretanto Carmen telefoneaba a su mejor amiga, para comunicarla que ya estaba de nuevo en Madrid.

— ¿ Qué tal te lo has pasado ? ¿ Has conocido a algún chico ? Los americanos están muy buenos —dijo la amiga bromeando
— No... Murió mi abuela al poco de yo llegar, y además he tenido problemas con la mujer que vive con mi padre
— ¡ Oh vaya. Cuánto lo siento!
—Si. Siento lo de mi abuela muchísimo, pero referente a lo otro...  No, en absoluto.. Tenía ganas de cantarle las cuarenta y me he quedado más ancha que larga.
— No me habías comentado nada de esto.  Yo creí que te mimaba y todo eso
—Si. Eso fue al principio, hasta que consiguió meterse en la cama de mi padre y quedarse en mi casa
— Mujer, no seas tan cruda hablando
— Perdona, es que estoy furiosa con ella, y con el mundo ¿ Por qué mis padres se han separado? Eso será algo que tendrán que explicarme mi padre y mi madre algún día.  Mucho me temo que la culpable de eso ha sido la dichosa Moira.  Además tengo que hablar con mi madre referente a un incidente que tuve con ella y que mi padre desconoce. Y ahora tengo que dejarte, me esperan para cenar.
— Okay —respondió la amiga

Mientras cenaban, Sean explicó a Lucía lo que les había indicado el notario.  Al no tener más familia, deberían estar presente los tres miembros de ella, por expreso deseo de la difunta.  Todo transcurrió con normalidad; de vez en cuando intercalaban alguna sonrisa.  Carmen estaba encantada de ver a sus padres juntos; hacía ¡ tanto tiempo que no se reunían los tres como una familia !  Pero también sabía que duraría poco. Pero pensaba saborearlo durase lo que durase.  Sean se despidió de ellas y se marchó a su hotel, quedando en pasar a recoger a la niña y pasar el día con ella mientras su madre estuviera trabajando.

Madre e hija, por deseo de Carmen, dormirían juntas. Sostuvieron una amena charla referente a los amigos que había dejado en Sunset Valley y su amarga experiencia del fallecimiento de la abuela.  Al llegar a este punto, no pudo contener las lágrimas y se abrazó a su madre llorando.

— Cuando murió el abuelo, no me daba cuenta de nada por ser demasiado pequeña, pero lo de Nancy me ha sobrecogido mucho.
— Bueno, cariño. Cálmate, yo también lo pase mal cuando me lo dijiste.  La quería; fue muy buena conmigo. Acababa de perder a mi madre cuando papá me llevo con ellos.  Me acogieron como a una hija más.
— Mami... ¿ Cuando me vas a contar algo ?
— ¿ Algo de qué? Cielo
— Pues como os conocisteis papa y tú.  Dices que te llevo ¿ Os visteis en Madrid por primera vez ?
— Cariño, es una historia muy larga, que te contaré un día.  Pero ahora vamos a dormir. Habéis hecho un viaje muy largo y estarás cansada.

 Y girándose, hizo intención de apagar la lamparita de su mesilla cuando, Carmen la detuvo:

— Espera mama, he de contarte algo que ocurrió con Moira

— ¿ Con Moira ? Bien dime
-—Verás.  Al morir la abuela, papa no quiso que viviera sola en la casa grande.  Bueno sola, sola, no estaba. Estaban Luisa, Rodrigo... En fin todos los empleados.  Pero él quiso que fuese a vivir con ellos en nuestra casa.  Los primeros días, ella me trataba con cariño, pero un día quise salir con mis amigos, papa no estaba,  y entonces simplemente dije " "hasta luego ".  Ella me frenó en la puerta cuando iba a salir y, de muy malos modos, me reprochó que no la hubiera pedido permiso.  Porque  suponía que así debía hacerlo. Quizá tuviera razón,. pero lo dijo de  malas formas y yo, que no la trago, me revelé.  La dije que no era quién para tenerla que pedir autorización, y que no era mi madre.  Ella sin más, me soltó un buen bofetón en la cara.  Me dijo que era una niña malcriada y que ella me pondría firme.  Que papa era un blando y que tu me habías consentido mucho. Salí corriendo a mi habitación.
— ¿ Y papa no la dijo nada ?
—Papa no sabe nada de esto.  Ha estado muy triste todo este tiempo, y no quería crearle más problemas
— Ah no.  No voy a consentir que esa...   señora te agreda. No lo hemos hecho nunca nosotros y ella no es quién para hacerlo. Ahora vuelvo
— ¿ Dónde vas ?
— Voy a llamarla y a ponerla en su sitio.  No voy a dejar pasar esto. ¡ Hasta ahí podíamos llegar !

Buscó el número de su casa en Sunset.  Todavía era temprano allí y, si no lo fuera, le daba igual.  Iba a plantarle cara de una vez y para siempre.

—Hallo — reconoció la voz que cogió el teléfono en  la fiel Luisa
— Luisa ¿ Cómo estáis?
— ¡ Oh  señora Lucía , qué alegría escucharla ! ¿ Que se le ofrece ?
—Haz el favor de avisar a Moira.  Necesito hablar con ella— dijo tajantemente
— Un momentico, enseguida la aviso
— ¡ Lucía ! ¡ Qué sorpresa !. Espera... ¿ Le ha ocurrido algo a Sean?
— Sean está bien. Mira no voy a andar con rodeos. Ni se te ocurra, óyeme bien, ni se te ocurra volver a poner las manos sobre mi hija ¿ Te has enterado ? Nunca más vuelvas a pegarla o tendrás que vértelas conmigo. No tengo nada más que decirte— Y la colgó el teléfono



Estaba furiosa ¿Cómo se había atrevido esa mujer a pegar a su niña?  Pero no se quedaría así la cosa.  Sentía tanta rabia que no pensaba en nada.  En cuanto viera a Sean le advertiría  de la clase de hiena que había alojado en su casa

— Porque es mi casa también. Se repetía frotándose las manos y dando vueltas por la habitación llena de ira e indignación.  Carmen al ver que su madre tardaba en regresar a la cama, fue en su busca.

—Mami ¿ Cuando vienes ?

  Estaba tan alterada que la joven se dio cuenta de ello. 

— ¿ Que te pasa, qué ha ocurrido ?
-—Nada cielo. La he llamado y la he puesto en su sitio.  Mañana hablaré con papa referente a ello.  Ahora tratemos de dormir

Y abrazando a su hija por los hombros se encaminaron al dormitorio.  Trataría de calmarse para que Carmen no  viera que tenía los nervios desatados.  No quería angustiarla más de lo que ya estaba.

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