Estaba cansado. Había estado en una guardia de veinticuatro horas, después de sus días de descanso en la cabaña. Ese día Stella no había ido a la escuela infantil y era atendida por Felicity, una especie de ama de llaves que se encargaba del funcionamiento de la casa, y de la niña. Además ayudaba al administrador con las cuentas.
Cuando el médico llegó a su casa y preguntó por su hija, le indicó que estaba en su habitación con la tutora que habían contratado. Subió las escaleras de dos en dos escalones deseoso de ver a la niña, abrazarla y de examinar a la que se iba a ocupar de la educación de su hija.
No llamó a la puerta, sino que la abrió con sigilo, quizá para observar sin ser visto. La profesora estaba de espaldas a la puerta con algo en las manos, sentada en el suelo junto a Stella, que jugaba feliz con ella y ambas reían. Le causó magnífica impresión. Claro que sólo llevaba un par de horas trabajando: habría que esperar. Se hizo presente en la estancia y después de abrazar a su hija, estrechó la mano de la maestra.
Efectivamente era muy joven, y a simple vista parecía simpática y eficiente. Pero vió un detalle que no le gustó. El objeto que tenía entre sus manos, era la fotografía de su esposa, y eso era intocable.
- Señorita, hay una cláusula en el contrato que no se permite la intromisión en la vida privada de los moradores de esta casa. Y el retrato que ha cogido es una clarísima intromisión. Soy el padre de Stella.
- Perdone. Simplemente lo cogí para verlo y averiguar con la niña de quién se trataba. Lo siento; no lo hice con el propósito de molestarle. No se volverá a repetir.
- Eso espero, y ahora si me lo permite, deseo estar a solas con mi hija.
- ¡ Claro ! Estaré en mi apartamento si me necesita
La muchacha se encontró incómoda en su primer día de trabajo; no era buena señal. Se temió que el trato con el jefe no iba a ser muy bueno. Parecía muy tenso ¿ qué importancia tenía el ver la foto de la madre? Pero eso la supuso una alerta en su trato con él. Había sido cortante y hasta grosero. Salió rápidamente de allí en dirección a su apartamento.
Su apartamento no era tal. Situado en el último lugar de la planta, al fondo de un pasillo y subiendo unos escalones. Había una puerta y detrás de ella una entrada que daba paso a una habitación amplia que hacía las veces de salón y por una puerta a la izquierda , el dormitorio con el baño incluido. Un gran ventanal, en el salón desde el que se divisaba un pequeño jardín.
La casa era de estilo victoriano de dos plantas. Los dormitorios en la primera planta , en la segunda el despacho del médico y una habitación de huéspedes. En la planta baja, además de la entrada con un gran vestíbulo, estaba el comedor y una biblioteca con la televisión. Un gran ventanal, desde donde se veía la entrada a la vivienda por un jardín. En la pared de enfrente había otra puerta que conducía a la cocina, y un pasillo que llegaba a las dependencias de la servidumbre, así como un despacho para el administrador.
Estaba puesto con buen gusto y muy refinado. Se notaba que el médico tenía una buena posición. Al entrar en su recinto, apoyó la espalda en la puerta. Le ardían las mejillas por la violencia del momento vivido. Por suerte no le volvió a ver más. No sabia lo qué hacer. No conocía bien la casa y mucho menos las costumbres. Se sentó en el sofá intentando concentrarse en la lectura de algún libro.
No se escuchaba nada más que las risas de la niña y de vez en cuando alguna carcajada del padre. No sabía el tiempo que había pasado; se había quedado dormida y unos golpes en la puerta la despertaron. Era Felicity, el ama de llaves:
- ¡ Hola ! ¿ Se te ofrece algo? - la dijo sonriendo
- No, no, gracias. Estoy bien.
- ¡Ya le has visto! Es un huracán que arrasa todo a su paso, pero es inofensivo. Es buena persona, pero con poca suerte. Ya te irás enterando. No te asustes de los bufidos que seguramente te dará. Perro ladrador, poco mordedor. A todos nos ha ocurrido la primera vez que entramos a trabajar en un sitio nuevo. Además para poco por casa. Es un prestigioso médico y pasa mucho tiempo en el hospital. El rato que está aquí, lo pasa con su hija, que es su más profundo amor. Y ahora te dejo. Avísame si necesitas algo.
Y la dejó con grandes preguntas en su cabeza. Esperaría a que pasaran los días y tener más confianza para enterarse de todo. ¿ Estará separado? ¿ Por qué se ha puesto tan impertinente al coger el retrato de su mujer? ¡ Es bien raro ! En fin, paciencia. Mejor aquí que en el restaurante aquél en el que por poco me cuesta la vida.
Sentía ese frio que te entra después de haber dormido, y además tenía mucha hambre, pero no se atrevía a salir, así que mejor esperar a ver si alguien recuerda que es un integrante más de la plantilla y la dan de comer. No sabía que hacer; estaba acurrucada en el sofá y tapada con una ligera manta. Miraba por el ventanal sin tener un pensamiento fijo, sólo pensaba en el tiempo que la costaría acostumbrarse a esa casa. Y de repente apareció él, y como siempre mandando.
- ¿ Qué hace aquí ? ¿ Cómo no ha bajado a comer? ¿ Por qué no ha encendido la chimenea? Aquí hace un frio de muerte. ¿ No le ha dicho Felicity que si necesita algo lo diga? Lo siento, no tuvimos una presentación muy agradable. No suelo ser tan antipático y si bastante comprensivo. Sólo que... , en fin da igual. La pido disculpas; no estuve oportuno.
- No se preocupe. No tengo que disculparle nada
Entró derecho hacia la chimenea y rebuscó en una caja extrayendo una cerilla larga, que mostró a continuación a Kyra. La prendió en el rascador, y posteriormente la introdujo en la chimenea apretando al mismo tiempo un pequeño botón. De inmediato las llamas prendieron y en menos de cinco minutos la habitación comenzó a tomar temperatura.
- Nunca debe andar descalza, sobre todo en esta época del año tan cambiante. Podría resfriarse y enfermar. Póngase algún calzado y baje ahora mismo a tomar sopa o lo que le apetezca, de lo contrario me sentiré culpable el resto del día.
Ella se calzó y ambos bajaron hasta el comedor. En la gran mesa, había dispuesto un servicio para un comensal. Sin duda era para ella. El ya habría almorzado y entonces se daría cuenta de que no la había visto allí. La ayudó cortésmente a sentarse y la dejó sola para que no estuviera violenta. Y recordó la breve conversación mantenida con el ama de llaves : " es buena persona, algo impulsivo, pero tiene un corazón de oro".
No obstante estaba deseando terminar de comer, y volver de nuevo a su refugio. La niña dormía su siesta y él había desaparecido de la escena. Seguramente estaría en la biblioteca o en su despacho.
Retiró sus platos y los llevó a la cocina,. Felicity la reprendió por hacerlo, pero tan suavemente que ganó el corazón de Kyra. Pensó que serían amigas. La niña dormía, así que decidió volver de nuevo a su apartamento hasta que ella despertara y la llevara de paseo.
Algo más tranquila decidió familiarizarse con su entorno hasta las cinco en que despertaría a Stella, si es que ella no lo hubiera hecho. Pero no fue necesario. Unos golpes suaves, delicados, se escucharon en la puerta. Al abrirla se encontró con Stella, que sonriente la invitaba a tomar el té.
Adoraba ya a esa preciosa criatura. Tomó la mano que la tendía y ambas se encaminaron hacia el piso de abajo. La condujo directamente al salón, y allí esperando estaba un sonriente doctor O´Reilly.
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Autora: rosaf9494quer
Ilustraciones: Internet
Edición: Diciembre 2020
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