lunes, 7 de diciembre de 2020

Doctor O´Reilly - Capítulo 13 - Exámen

 El teléfono sonaba insistentemente en casa de Kyra, que de mal humor se incorporó en la cama y atendió la llamada. En el visor del teléfono estaba el nombre del interlocutor, y supo de quién se trataba. Ella hizo un gesto como diciendo " por favor son las siete de la mañana". Aunque la hizo gracia y  la gustó, contesto escueta para que se diera cuenta que no estaba loca por él, cuando era todo lo contrario, y contaba hasta los minutos para reunirse nuevamente.

- ¿ Quién ? - respondió alzando la voz

- ¿ Cómo que quién, esperas otra llamada?

Ella se tapó la boca con la mano para no soltar la risa:

- ¡ A las siete de la mañana , por amor de Dios ! ¿ Qué demonios quieres ahora ?

No quería nada en especial, sólo escuchar su voz y saber que estaba ahí y decirla que estaba contento, tanto como hacía tiempo no lo estaba. Deseaba saber si ella estaba igual de nerviosa que él. Hoy era un día importante: conocería a sus suegros y su opinión contaba mucho para Aidan. Quería a esa pareja que se habían quedado solos después de la muerte de su única hija, y procuraba que Stella no perdiera  su  contacto : era su única familia y el recuerdo vivo de quién fuera su hija, y ambos lo necesitaban.

- Sólo quería hacerte alguna recomendación: Sé tú misma. Son personas normales y muy cariñosas, les caerás bien, aunque si saludas como lo has hecho ahora conmigo, creo que se llevarán una impresión horrible de ti.

-Aidan, estoy nerviosa y preocupada. He dormido fatal esta noche y dentro de unas horas voy a enfrentarme al examen más duro que pasaré en mi vida. Acababa de conciliar el sueño, y vas y me llamas... ¿ Cómo quieres que esté?

- Lo siento, pero es algo nuevo también para mí. No quería molestarte, perdóname

- Perdonado estás. Y ahora déjame dormir

- A las doce. Sé puntual - la dijo cortando la comunicación.

Ella se echó a reír en cuanto colgaron. Había sido una broma, pero él se lo había tomado en serio. Tan en serio que hasta las doce en punto no tocó el timbre de la puerta, a pesar de que permaneció dentro del coche desde menos cuarto. Así de estricto y contundente era el doctor, seguramente debido a la disciplina impuesta por su trabajo. Estaba inquieto, nervioso, pero contento. Todos sus planes se cumplirían en breve espacio de tiempo. El mismo lunes pediría a su abogado que realizase todas las gestiones en el juzgado para casarse  a la mayor brevedad posible. Deseaba hacerlo  cuanto antes, salir de esta constante angustia que mantenía desde hacía un año.

La ansiedad que sentía, no era solamente por el estado de Stella, que él mantenía para justificarse así mismo. No quería reconocer que su sangre joven y fuerte y durante tanto tiempo en calma, hervía en sus venas  por una sola persona. Aunque se lo negase, aunque no deseaba admitirlo era la verdad pura y dura. Lo definía como atracción, que también lo era, pero la base era más sólida que todo eso. Se puede sentir atracción ante un paisaje, un color, un cuadro, pero ante una mujer, y si era bella, la atracción daba paso a otro sentimiento: el enamoramiento. Y es lo que no quería, es decir, lo negaba, que ese fuera el motivo de que haya durado tanto tiempo sin relación alguna durante el último año.

Se negaba que estaba enamorado de Kyra, aunque a veces, cada vez que le daba por pensar en la nueva situación que vivirían en un escaso tiempo, sabía lo difícil que le iba a ser cumplir la promesa que le hiciera ante su tumba. Y mantenía una lucha constante entre el si quiero, pero no puedo. Era absurdo, lo sabía, que una mente inteligente como era la suya, se enrocara en eso tan anti natural como el amar a una mujer, máxime si se convirtiera en la suya, en la madre de su hija, aunque no naciera de ella.

Ese pensamiento a veces le amargaba la vida, pero automáticamente trataba de desecharlo de su cabeza.  Iría paso a paso y la rutina sería la forma de vida que tomaría desde el principio, aunque también sabía que por eso precisamente, por verla constantemente, necesitaría un suplemento extra matrimonial, y justo eso, es lo que no quería.

No quería hacerla de menos, pero ¿ qué solución tenía? Pues lo normal, la más sencilla, amar y desear a su mujer que por eso no ofendía a nadie.

Ese era su debate constante y le proporcionaría en el futuro algún disgusto que otro, precisamente por su empecinamiento en faltar a su palabra dada. Pero ¿ a quién se la había dado?  Sus suegros le habían dicho miles de veces que buscara otra mujer, que la niña lo necesitaba.  Y ellos eran los padres. Pero la  mente de ellos,  no estaba enquistada en algo imposible de cumplir. Lo de él era una forma de sentir el duelo y no había nada ni nadie que lo apartarse de esa forma absurda de pensar.

Al llamar a la puerta, su sonrisa partía su cara en dos, y ante él tenía a la mujer más bonita que deseara. Estaba vestida con un traje de chaqueta, sencillo pero de buen corte. Llevaba el cabello suelto, pero retirado hacia atrás en una coleta con un pasador de carey. Un ligero maquillaje en el que resaltaban aún más sus preciosos y expresivos ojos. Si no estuviera enamorado de ella, se enamoraría en ese preciso instante. 

Había comprado una caja de bombones para obsequiarla. Sabía que la gustaba a rabiar el chocolate y pensó que sería una buena forma de limar asperezas.  Se la comía con los ojos pero ninguno de los dos se daba cuenta de eso. Si estuviera alguien ajeno a ellos, lo vería  de inmediato, pero ellos, enquistados cada uno en su postura, en lugar de dar rienda suelta a sus sentimientos, lo ocultaban, como si eso fuera posible.

Paró el coche ante la puerta de la mansión de sus suegros. Kyra no se lo había imaginado así y se achicó un poco al darse cuenta de que, eran gentes de poder adquisitivo muy alto y que el examen que  harían sería exhaustivo. Contaba a su favor con Aidan y Stella, que eran incondicionales de ella. Pero también pensaba que si tenían algo en su contra, sería  un cierto impedimento, además de los que ya tenían.

La primera que salió a recibirles delante de sus abuelos, fue Stella, que al ver que su padre venía con Kyra, corrió desenfrenada hacia ellos. El abrazo entre la alumna y la tutora, fue lo suficientemente expresivo, para que los abuelos, se miraran uno al otro con miradas de complacencia. Saludaron efusivamente a su yerno y lo mismo con quién sería la futura mujer de Aidan.

Les pasaron a un salón y enseguida dispusieron un aperitivo para entrar en una conversación intrascendente. Kyra estaba bastante cortada, y de vez en cuando Aidan apretaba su mano para infundirle confianza. Los abuelos lo miraban todo con lupa, pero disimuladamente. Tardo en incorporarse a la charla de la familia bastante rato.  Sólo quería desaparecer del mapa.  Sabían que examinaban todos sus gestos y sólo pedía que pudiera estar a la altura de lo que ellos esperaban.

Poco a poco y con algún sorbo de vino que otro, los nervios de todos se fueron calmando. A Stella se la veía contenta y parlanchina, muy distinta al comportamiento que había tenido en los últimos tiempos, y  de eso también tomaron nota los abuelos y su padre. Que mirándose se lo transmitían.


Kyra seguía nerviosa y deseando que terminara la visita, pero más templada que cuando llegó.  Se dio cuenta perfectamente que  Molly, la suegra, deseaba estar a solas con ella, por eso aceptó la invitación a visitar su cenador en el jardín en el que tenía mucho interés y parecía ser su entretenimiento, al haber encontrado en el estudio de las flores y plantas, su última afición.

Arthur y Aidan, pasarían al salón a tomar el café de sobremesa y a charlar de algo importante para ellos. La niña dormiría la siesta y de este modo, podrían hablar con más libertad. Y fue el abuelo quién inició la charla.

- Bien, hijo mío, porque para nosotros has sido y serás siempre un hijo. Como bien sabes no tenemos más que a vosotros, y por tanto nos preocupáis enormemente. Siempre te hemos aconsejado que deberías formar de nuevo una familia, no sólo por la niña, sino también por ti, porque la necesitas. La sorpresa ha sido grande cuando nos lo has notificado, pero también nos sorprendió la letra pequeña de ello. ¿ Estas seguro de lo que vais hacer? El matrimonio es algo muy serio y es de esperar que para siempre. No debes hacerlo sólo por Stella, porque ahora es pequeña, pero el tiempo pasa veloz y cuando quieras recordar, ella tendrá su vida y tú estarás solo.  No puedes refugiarte en tiempos pasados, muy felices, cierto, pero que no volverán.
Eres un buen hombre y mereces ser feliz, y creo que con Kyra lo serás y mucho. Parece una chica excelente y además preciosa. Y por si todo esto fuera poco, adora a tu hija y la niña también, Pero Molly me ha dicho algo en lo que estoy en contra totalmente y pienso que a tu futura esposa tampoco le agradará. Ya sabes a lo que me refiero. ¿ En verdad crees que mi hija si pudiera veros daría el visto bueno? Creo que no. Ella te quería, y adoraba a su hija, que a penas pudo disfrutar, y lo que desearía es que fueras feliz, pero en todos los sentidos y no sólo porque la niña adore a su profesora.  Respetaré lo que decidas y siempre seréis bien recibidos en esta casa. Y ahora he de decirte que Kyra me ha gustado tanto física como en su comportamiento. Así que no me queda más que darte un abrazo y mi enhorabuena.

Se les hacía tarde y se despidieron de los "abuelos" que volverían a verse el día del enlace. Cada uno de ellos guardaron silencio referente a las conversaciones sostenidas con cada uno. Pero Aidan fue más explícito y se le veía contento. Kyra también lo estaba y suspiraba aliviada de haber pasado esa prueba. Ya todo sería más sencillo.

Le interrogó con un gesto y la mirada, no dijo ni una sola palabra, pero él adivinaba lo que quería saber. Mirándola de soslayo y sonriente dijo:

- Te los has metido en el bolsillo. Sé que van a adorarte lo mismo que Stella.

-¿ Qué van a adorarme lo mismo que Stella?- se dijo en silencio-. Yo quiero que seas tú el que me adore. Y esta respuesta no me satisface en lo más mínimo. Claro que ya lo sabía, lo que me ocurre es que cada paso que damos  se torna en esperanza para mí, pero la pareja es cosa de dos, y parece ser que la única que siente entusiasmo soy yo. Todo esto lo sé, pero...

Él conectó la radio y escogió una melodía romántica. Era la primera vez que lo hacía. Ni en su casa escuchaba música, hasta el punto que pensó que no le gustaba. Le miró y le vio que canturreaba bajito la melodía. Que su frente estaba distendida y en su boca había un amago de sonrisa.  La primera vez que le veía tan eufórico. Si,  eufórico, algo tan natural en otra persona, pero que en él era todo un acontecimiento. Y ese optimismo también abrió un rayo de esperanza en la vida de Kyra.

RESERVADOS LOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT
Autora: rosaf9494quer
Edición: Diciembre 2020
Ilustraciones: Internet

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