El corto pasillo que le separaba del departamento de Kyra, deseaba que fuera interminable. Los escalones que habría de subir hasta su puerta, deseaba que fueran tan altos que no pudiera acceder a ellos. Pero nada de eso era ni lógico ni real. Tragó saliva y abrió la puerta que daba acceso a la sala y después a la habitación, en donde Kyra dormía.
Lo miraba todo como si no lo conociera, como si fuera la primera vez que entraba allí. Recorrió la sala observándolo todo. Encontró sus zapatos tirados en el suelo. La chaqueta de su traje de boda también arrojada sobre un sillón. Pero en general todo era muy de Kyra. Reinaba en el aire el perfume de ella .
Abrió la puerta de su habitación, todo estaba en calma, ni siquiera se escuchaba el rumor de su respiración. Estaba en posición fetal y tapada hasta el cuello. La imaginó protegiéndose ¿ de quién, de él? Nunca la dañaría, al menos a sabiendas, porque estaba seguro que sí lo haría, y sería ese mismo día.
Tenía que cumplir con la misión que le había llevado hasta allí. Dudaba si dar media vuelta y volver a su habitación, pero algo le impulsaba a permanecer en esa entrada , observándola, mientras una voz en su interior le empujaba hasta el lecho. Y lentamente, como si fuera un condenado dirigiéndose al cadalso, fue hasta la cama, y allí suavemente para no despertarla, se introdujo a su lado.
Su pensamiento era eso, tumbarse a su lado, sin más. Pero eso era irracional, y de repente algo cambió y suavemente, acarició su cabello con la punta de los dedos. Era suave, después pasó la mano, a penas perceptible, por sus hombros y su rostro, y sin poder resistirse, pasó su brazo por la cintura de ella. que al notar un contacto, estiró sus piernas abandonando la posición primera que había mantenido.
Ronroneó suavemente, tal si fuera un gatito pequeño y él sonrió. La miraba fijamente a la tenue luz de una bombilla pequeña de la lamparita de su mesilla de noche. ¡ Es tan linda, tan inocente ! Un ahogo de ternura le invadió, a tiempo que ella se despertó y se giró en la cama frente a él. Al principio se sobresaltó, pero no pudo decir nada, porque él tapó su boca con la suya en un largo y tierno beso.
No podía ser real, pero estaba sucediendo. No soñaba: él estaba allí abrazándola, besándola, acariciándola, haciéndola suya. Era impetuoso, como un sediento que tomara agua por primera vez. ¿Estaría creyendo que era su otra mujer? No lo soportaría si fuera eso; prefería que no la tocara a pensar que yacía con su primera esposa.
Pero el caso es que se mostraba ardiente, ansioso de su cuerpo, de su cara, de su piel, y eso no podía ser fingido. Era amor, deseo, ímpetu de un hombre por una mujer, y esa mujer era ella. No pronunciaba su nombre, tampoco decía que la quería. Sólo suspiraba y alguna que otra vez jadeaba un poco. Pero a ella no la importó. Era rotundamente feliz.. Había derretido el hielo que había sido hasta entonces el doctor O´Reilly. Ella había ganado. Su noche de bodas resultaba perfecta y tal como había deseado desde hacía tiempo.
Ella también le abrazaba refugiada sobre su pecho, y así uno junto al otro, al fin, rendidos por el esfuerzo, se quedaron dormidos. Ella con una sonrisa de triunfo en su cara, él con una mirada sobre ella, pero impasible sumido en sabe qué pensamiento.
Las luces del día se colaban a través de las cortinas cuando el encanto se rompió definitivamente. Kyra permanecía dormida. Aidan deshizo su abrazo, y con cuidado se apartó de ella. Pero por tenue que fuera el movimiento, ella no estaba acostumbrada a dormir con nadie, y se despertó dándose cuenta de lo que había ocurrido durante la noche. Se desperezó, mientras él contemplaba su cuerpo desnudo fijamente.
- Es temprano¿ Adónde vas?
- Al hospital; hoy trabajo
-¿ Cómo ? Ni siquiera lo dijiste. Yo contaba con que...
-Lo olvidaría. Fue un día de fuertes emociones encontradas - respondió
La hablaba con tanta frialdad, sin siquiera volverse hacia ella mientras se ponía el pantalón del pijama que se quitara al acostarse. Ella se incorporó de golpe cubriendo su desnudez. No podía creer lo que estaba escuchando y viendo. Había entendido que, al menos, ese día lo tenía libre, pero no era así, sino que se vestía para ir a trabajar.
-¿ Me puedes decir qué te pasa ?
- Nada. He de ir a trabajar sólo eso
- ¿ Así sin más? ¿ Que queda de la noche pasada? ¿ A qué se debían tus caricias, tu posesión?
- Simplemente cumplí con una de las cláusulas del contrato. Debía cumplir como marido, y lo hice, así de fácil.
-¿ Te das cuenta de lo que me estás haciendo? Me estás tratando como a una de tus conquistas: cena, teatro y cama. Y después adiós muy buenas. ¿ Crees que merezco este trato? Muy bien, vamos a seguir todos las reglas del contrato: no volverás a ponerme las manos encima ¿ lo oyes? Y no te preocupes, que si necesito a un hombre, lo encontraré y no serás tú desde luego. Ve a trabajar, o a la cabaña, a confesarte con tu mujer de que te has acostado esta noche con quién no lo merecía, porque siempre será ella la que reine en tu cabeza y en tu corazón.
Aidan se quedó clavado en la puerta.
¿ Qué había hecho? ¿ Ella creía lo que no era cierto? ¿ Pero por qué? Por su culpa, porque de nuevo sus demonios habían invadido su cabeza. Pero no había sido su primera mujer la que había estado con él, había sido Kyra, únicamente ella ¿ Por qué cree que pensaba en otra? Era ella únicamente quién avivó sus sentidos, su necesidad de tenerla ¿ Por qué no se lo ha dicho?
-Tiene razón soy un bruto y un estúpido. La maravillosa noche pasada la he arruinado, y ahora me desprecia. Eso es lo que he conseguido.
Fue a su dormitorio, se vistió y salió con destino al hospital, como un día cualquiera, pero no lo era. Había tocado el cielo con las manos y al mismo tiempo descendido a los infiernos nuevamente. Su vida estaba destrozada otra vez, y además no sabía lo qué hacer.
Durante todo el camino no conseguía borrar la imagen de Kyra desesperada ante la situación que se había planteado. Era de dolor infinito, de desgarro, de frustración y de fracaso como mujer. Otra herida más abierta. Todo lo que tocaba lo convertía en dolor, y siempre con las personas que más amaba. Porque al fin había comprendido durante esa noche, que lo que sentía por ella no era deseo ni siquiera necesidad de estar con una mujer. Era amor, puro y llanamente. Se había enamorado de ella y la quería con todas sus fuerzas. Y ahora descubría que toda esa trama del contrato era por tenerla a como diera lugar, porque su cabeza estaba sumida en un laberinto entre una y otra, y no veía con claridad lo que debía haber entendido desde el mismo momento en que la conoció.
-Ahora es demasiado tarde para rectificar. Lo que acabo de decirla, ha firmado para siempre la sentencia de muerte entre nosotros. Si hubiera alguna pequeña posibilidad de encauzar mi vida, acabo de hacerla mil añicos. Soy torpe, desconsiderado, y absurdo.
No podía incorporarse a trabajar en tal estado, paró el coche para llamar por teléfono al hospital. Sabía que la excusa que iba a dar sería tema de chanzas, pero no le importó. Era demasiado grave lo que le estaba ocurriendo como para pararse a pensar en lo que otros pensaran.. Dió marcha atrás y de nuevo regresaría a su casa. Hablaría con Kyra la pediría perdón una vez más, haría lo que ella le pidiera, pero no la perdería. No podía perder una vez más, a la mujer que amaba.
Entró como una exhalación en su casa. Subiendo las escaleras de dos en dos y llamándola a gritos, pero sólo el silencio encontró. Kyra había salido y no sabía dónde. De pronto recordó que tenía que ir a buscar a Stella. Llamó a su suegra y después de hablar con ella, supo que Kyra la había llamado por teléfono y le había dicho que no iba a recoger a la niña
- ¿ Qué ha pasado Aidan? ¿ Qué le has hecho?
-Nada que no debiera hacer. Necesito saber dónde está.
- No lo sé, no dijo nada.
- Está bien. Avísame si vuelves a hablar con ella. La llamo y no responde a mis llamadas
-¡ Dios mío ! ¿ Qué ha pasado?
- Ahora no puedo explicarlo. Cuida de Stella, por favor. Llámame en cuanto sepas algo. Yo he de salir ahora
- ¿ A dónde ? -respondió Molly
- Tú sabes a donde voy. Luego te llamo.
Y sin más cortó la comunicación. Tenía que ir a la cabaña, tenía que hablar con ella. Y tenía que contactar con Kyra, pero ¿ cómo ? El teléfono decía que estaba fuera de cobertura. ¿ Estaba apagado ?
Se volvería loco si no la localizase. Jurando y perjurando, puso el coche en marcha con dirección al único lugar en que podría hablar con ella y pedirla que le ayudase. No podía perderla a ella también.
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Autora: rosaf9494quer
Edición Diciembre 2020
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