miércoles, 21 de diciembre de 2016

El chico de mis sueños - Capítulo 6-Dimisión - Mi vida con un actor

Llegamos a Londres y una vez instalados en el hotel, quedamos para la tarde en  reunirnos y repasar la entrevista en la tele y la rueda de prensa posterior que habría de celebrar para empezar la promoción de la película que se estrenaría un mes después.

Todo se desarrolló con normalidad, pero la frialdad entre nosotros, aunque por distintos motivos, se hacía patente . Cada uno al terminar nuestro trabajo desarrolló distintas actividades. Yo decidí salir a pasear por la ciudad y efectuar algunas compras. A  mi regreso al hotel, subí con una chica, más o menos de mi edad, que bajó en mi misma planta.De reojo vi, que llamaba a la puerta de Maxim. Me metí en mi habitación y no quise saber más, pero aquello me dolió. Ted y Maxim no sé qué hicieron; lo que si sé es que Maxim no apareció a cenar y en su puerta colgaba el  clásico cartel de " no disturb".  Ed si entró  en el comedor cuando yo finalizaba la cena.


A pesar de nuestro distanciamiento, me demostró aquella noche que todo era una fachada, pero que debajo de aquella coraza había una personalidad sensible y dolida por un rechazo de la mujer de la que estaba enamorado.

¡ Oh, milagro! estaba haciéndome confidencias personales. Nunca hubiera imaginado que tal cosa ocurriera. Quizá tuvieron lugar por la soledad o porque necesitaba ser escuchado por alguien con quién no terminaba de conectar, pero que sabía escuchar.

Aquella noche cambió nuestro trato: le vi humano y triste por el desamor y eso me emocionó, porque yo misma estaba sumida en un laberinto de emociones.

Todo se celebró como habíamos planificado, y acabadas las entrevistas acordamos ir a cenar a un restaurante de moda en la ciudad para despejarnos de periodistas y nervios reprimidos durante la rueda de prensa, que se celebró sin sobresaltos, puesto que con anterioridad yo había pactado con los reporteros que no serían incisivos con las preguntas que no fueran  las que correspondían al meeting para el que habíamos acudido a Londres.


Me puse un traje elegante pero sin excentricidades y a la hora  acordada nos reunimos en el vestíbulo del hotel. Recibí una sonrisa de bienvenida por parte de Ed a la que agregó un " estás guapísima", sonrisa que yo agradecí y devolví complacida.  Maxim, se limitó a decir "buenas noches, ¿nos vamos?".

Apenas nos miramos durante la cena y nuestra charla era fría e intrascendente. La tensión habida entre nosotros se podía cortar . Ed percibió la frialdad y se esforzaba por mantener una charla amigable que relajara nuestras tensiones. En la noche de confidencias, no le relaté el verdadero motivo de nuestro distanciamiento, por lo que sabe Dios lo que se imaginaría, pero nunca me comentó nada.

Puesto que los tres estábamos alojados en la misma planta, los tres nos dirigimos al ascensor, y cada uno de nosotros sin apenas hablar nos fuimos a nuestras habitaciones. Al día siguiente iríamos de regreso a casa, de vuelta a la normalidad.

Cuando volví a la oficina Maxim no estaba ni se le esperaba.  Ed me llamó para transmitirme un mensaje que le había dejado

—¿Puedo pasar?— pregunté desde la puerta a Ed
—Pasa, pasa. Adelante 

Me indicó el sillón para sentarme al tiempo que me ofrecía una taza de café.

—Te he llamado y no he ido yo a decírtelo porque quiero que hablemos con tranquilidad de algo que he percibido en nuestro viaje. ¿Qué ha ocurrido entre vosotros?  Antes eráis amables, hasta él te defendía frente a mi, pero la frialdad y los silencios que he presenciado en estos días, me han dejado muy preocupado porque todo esto influye tremendamente en nuestro trabajo. Todo ha estado perfectamente organizado, como por otra parte acostumbras a organizar los eventos, no es en eso, es en vuestro trato personal ¡ Ni siquiera os miráis!
—Ed, sencillamente no conectamos. Maxim quiere que constantemente le esté aplaudiendo lo bien que hace las cosas y si no son correctas no lo puedo celebrar. Creo que yo le gusto, pero no es en el plano de trabajo precisamente. Está acostumbrado a que las mujeres con las que trata se mueran por recibir un halago de él. Por el contrario yo le veo como persona, no como actor, y su egolatría no me gusta, no va conmigo. Eso es todo. Mantenemos el plano jefe y empleada, por otra parte creo que es el que debe ser.


—Lo siento.
—Yo también,  porque cuando está con los pies en la tierra es un ser encantador, pero no estoy de acuerdo cómo está enfocando su carrera, y perdona porque tú entras en ese capítulo. Y aunque no se de cuenta, ni tu tampoco lo hagas, me preocupo, porque la industria es cruel y sé que cuando no les interese le darán la patada, y presiento que lo va a pasar mal. Por eso mi empeño en que sea consciente de esa situación, pero creo que no lo entiende, y tú tampoco...
—Quizá tengas razón y la más sensata del grupo eres tú, la más joven de los tres
—Es que yo hablo con la gente de la calle, con los paparazzi y sé lo que piensan, lo que hablan y trato de prepararle para el futuro, pero no me hacéis caso ninguno de los dos.

Ed se quedó pensativo, dando una vuelta por la habitación. De repente se paró frente a mi y mirándome fijamente me dijo:

—Eva, voy a dejarlo. Dentro de unos meses cuando haya encontrado la persona idónea, me retiro y me iré a vivir a un lugar tranquilo, con mar y con calor durante todo el año. Viviré en Puerto Rico.
—¡Ed! Pero...Tu eres parte de su personalidad. Comprendo que el trabajo es estresante, que no hay forma de tener una familia estable, pero ¿estás seguro de poder vivir alejado de todo este laberinto?
—No lo sé. Lo llevo pensando desde hace tiempo y no acabo de decidirme, pero Jenny pesa mucho en mi vida, y la prefiero a ella
—¿Jenny?
—Si. Es la portorriqueña que me trae loco, pero no me acepta precisamente por el sistema de vida que llevamos. Ella dice que es solamente soportable para solteros. Y tiene razón. De manera que he sopesado todo y he elegido unirme a ella. No me importa si no estamos casados, me da igual el documento, pero los años van pasando, yo ya no soy joven,  y quiero tener por lo menos un hijo, de modo que la seguiré hasta su tierra.

Me parecía increíble las confidencias que Ed me estaba contando. Nunca me hubiera imaginado llegar a tener esa intimidad, hasta el punto de tener esta afinidad. Se ve que él necesitaba desahogarse de algo que le estaba rondando en su interior y que no le estaba haciendo feliz.

Pasó el tiempo y de nuevo los rodajes.  Maxim volvió a pedirme que acudiera con él, pero nunca volvimos a tener la unión del principio. Yo me limitaba a obedecer sin objetar nada   Pasaron a recogerme a la hora de siempre y como siempre llegamos a los estudios.

Antes de dirigirse a maquillaje, con gesto duro como el que últimamente tenía en su rostro, Maxim me dijo:

—No te muevas de aquí y conecta el móvil por si te necesito
—Así lo haré, no se preocupe.

Entré en la caravana y con la mirada recorrí la estancia para ver de qué manera podría pasar el tiempo. Me había llevado el ordenador portátil y un libro puesto que debería pasar muchas horas en aquel recinto.  Puse la música bajita, como a mi me gustaba. Leí durante un rato, pero no terminaba de concentrarme en la lectura y no me enteraba de lo que leía. Opté por dejarlo y encendí el televisor; consulté el reloj y comprobé que solamente habían transcurrido tres horas y al menos todavía me quedaban otras cuatro, más o menos. Entré en el baño y repasé con la mirada la estancia.  Allí estaban sus objetos personales: la maquinilla de afeitar, su loción, su perfume, el traje que se pondría al salir.  Lo acaricié suavemente, y puse unas gotitas de su perfume en el reverso de mi muñeca. Aspiré su aroma, y era como si le tuviera delante. ¡ Estaba loca ! Me había enamorado de él, y no me hacía ni caso. Al contrario, desaparecía del hotel cada vez que íbamos al extranjero. Debería tomarme muy en serio el cambiar de trabajo antes de que fuera demasiado tarde. Puse la manga de su chaqueta en mi mejilla, y rompí en un llanto silencioso.  Salí de nuevo al salón y volví a ver la tele.  Mientras miraba la pantalla , asaltaron mi memoria las confidencias de Ed y una ola de ternura me invadió. Aquel hombre duro y hermético, dejaba todo por amor a una mujer. Nunca hubiera imaginado que llegase a tener una entrañable amistad con él.

Poco a poco el aburrimiento y el sueño fueron invadiéndome. Desperté sobresaltada, hacía frío y la tarde iba cayendo lentamente. De repente recordé que ni siquiera había comido y que una fuerte molestia en mi vientre me indicaba que llevaba muchas horas allí encerrada.  Decidí acercarme a la próxima cafetería a tomar un café y visitar el servicio. Todo lo haría muy rápido, pues no tardaría en llegar "el ogro",  como últimamente le denominaba en la intimidad.


Dicho y hecho. Entre mis manos llevaba un recipiente con café con lo que me las calentaba , pues sentía mucho frío,  De repente....

—¡Oh no!

 Si, allí estaba paseándose impaciente y nervioso frente a la puerta de la caravana

—Lo siento, lo siento, es todo lo que se me ocurrió decir

Abrí la puerta.  Me hizo pasar delante de él.  Tenía el gesto duro y no pronunciaba palabra alguna, pero yo sabía que la tormenta se avecinaba y no iba a ser poca cosa.  por fin, cuando estábamos en el interior, habló:

—Te dije que no te movieras de aquí, pero claro la señorita hace lo que le viene en gana. Sin duda la tertulia sería de lo más interesante... Voy a ducharme
— Saldré fuera
— ¿Por qué te vas? ¿ No has visto nunca un hombre desnudo ? En las películas salgó así .Acaso ¿ no has visto ninguna?. Siéntate ahí y no te muevas, aún no hemos terminado de hablar.  Y bien ¿ te has divertido hoy con tu amigo simpático?.
—No.  No,  no he salido.  Tenía que ir al servicio. Ni siquiera he comido, no me he movido de aquí en todo el día. Es injusto lo que dice , he ido a por un café porque me muero de frío, pero a usted todo le da igual, y¿ sabe lo que le digo?, que se acabó, renuncio. No le soporto más. Quédese con su gran sueldo que yo me voy. Presento mi dimisión. Mañana ya no trabajaré con usted.  Permítame que coja mi bolso y adiós. 

 Salió rápidamente del baño. Mojado, cubierta su cintura con una toalla. No creía lo que acababa de escuchar.    Él estaba perplejo, no entendía mi reacción y sentía que se había equivocado, que me pedía más de lo que debía.

—¿Dónde vas a ir a estas horas, estás loca? No puedes irte
—Iré andando si es necesario, pero no me sentaré con usted en el coche, ni loca.
—¿Por qué no has entrado en el servicio de la caravana, por qué no has encendido la calefacción, por qué no te has hecho café? No lo entiendo...
—Por temor a que me regañara, pero ha dado igual. De todas formas lo ha hecho y no le aguanto más. No aguanto sus neuras, nunca más. Ahí se queda

 Dando un portazo, salí de aquel recinto mirando a uno y otro lado buscando un taxi que no encontré.

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