jueves, 9 de junio de 2016

El otro lado del mundo - Capítulo 6 - Buscando una vida

La cama era cómoda.  Ella estaba cansada, y el sueño no tardó en cerrar sus ojos.  Se quedó dormida con el diario de la abuela en la mano, pero no le dio tiempo a leer nada.  Eran demasiadas emociones en un espacio corto de días.  No quiso que la avisaran; se levantaría cuando se despertase.  No tenía prisa, y la ciudad no era muy grande.  Acostumbrada a las grandes distancias de Australia, Taormina creía poderla recorrer a pie en poco tiempo.

Antes de salir a rastrear, se hizo un plano de dónde debía ir para recabar información, y para eso, preguntaría en Recepción del hotel, y de acuerdo a lo que le dijeran así encaminaría sus pasos. Entabló conversación con el recepcionista y aunque él era  joven, si la indicó que su madre había vivido allí toda la vida, y posiblemente la hubiese conocido, o al menos oir hablar de ella. Fueron muchos los que tuvieron que emigrar a buscarse la vida en otro lugar, después de una postguerra de penurias y de pérdidas.  Le dijo que preguntaría a su madre, y para ello le pidió el nombre completo de la nonna



-Mi abuela se llamaba Anna María Filiberto Parici.  Su padre fue maestro en una escuela de aquí. Luchó con los partisanos y cayó en una refriega. De la madre poco conozco, sólo que se ocupaba de su hogar y de su hija .  Murió creo que en el año 1944. Mi abuela emigró a mediados de los cincuenta, según tengo entendido.
- No se preocupe, señorita. Con todos estos datos, creo que será fácil localizar alguna cosa. ¡ Ojalá mi madre se acordara de ella ! Sería estupendo si tuviera alguna fotografía; han pasado muchos años, y por el nombre quizá no recuerden, pero en la foto y,  si es de aquella época...
- Espere. Si aquí llevo una de cuando llegó a Australia - dijo ésto mientras rebuscaba en su bolso
-¡ Ah ! Era una señora preciosa-dijo el empleado cuando Bella se la mostró

Con la esperanza de que alguien viviera en aquella época y permaneciese en Taormina, salió decidida a dar una vuelta por la ciudad, y conocer los lugares, por donde posiblemente anduviera Anna.  La encantó su recorrido turístico; era una ciudad preciosa, plagada de historia.  Había sido fundada por los griegos en la noche de los tiempos, pero aún conservaba vestigios de su grandeza.  El calor comenzaba a hacer acto de presencia y bajó hasta una playa, que a esas horas permanecía desierta, y decidió sentarse en la arena, y frente al mar azul intenso, comenzar a leer el diario.  No se le ocurría otro sitio mejor que aquél; quizás en alguna ocasión la nonna se bañaría en aquellas azules y templadas aguas.  ¿ Cómo sería  de joven? Ella la recordaba ya mayor, pero ¿ cómo habrían sido sus veinte años? ¿ Qué amores tendría ? ¿ Cuáles serían sus sueños, sus esperanzas? Al llegar a este punto pensó que pocos debieron ser,  ya que se vio obligada a emigrar para poder vivir. Hoja tras hoja, fue conociendo las vivencias de su abuela; pero no nombra las calles por las que su vida transcurría, ni citaba ninguna pista que la pudiera orientar.  Tampoco escribió todos los días, sino cada vez que algún acontecimiento surgía en su vida.


Como su primer beso con Giovanni, y luego un largo espacio de tiempo sin ninguna nota. Posiblemente él muriera o se olvidara de ella. Eran tiempos difíciles y los días había que vivirlos al instante, porque no sabían si vivirían al día siguiente. Hacia la mitad del diario, comenzaron a surgir sus proyectos de emigrar y anotó las gestiones que debió realizar.  Mientras leia sonrió con sorpresa ante la anotación que Anna hacía en él y por la que se decidió a elegir Australia como su nuevo destino ¿ Por qué tan lejano? Habia muchos paises para emigrar más cercanos ¿ por qué eligió Australia ?  La curiosidad y las ganas de saber, hacían que no interrumpiera la lectura, cada vez más absorta en ella.  Y entonces lo supo:

"  Hacia mediados de los cincuenta, tanto la radio como los periódicos, comentaban que en Australia hacían falta mujeres.  Tocaban a diez hombres para cada mujer. Aquello sería fabuloso; podría elegir a su galán.  Pero lo que no dijeron es que poco menos que era un desierto, en el que las enormes distancias entre los vecinos, hacía imposible tener amistad con nadie. Hasta los niños que vivían en los ranchos, tenían que seguir por radio las enseñanzas de los colegios, ante la imposibilidad de acudir a uno.  Sentí una gran desilusión, pero ya no había vuelta atrás: toda la documentación estaba en marcha, y todo mi dinero empleado en el billete de avión que me llevaría a Melbourne, mi primera escala.  Llevaba un contrato de trabajo como camarera en un restaurante pequeño.  Duraría un año.  Cuando cumpliese, ya veríamos si me quedaba o buscaba otro trabajo ".




Tenía la sensación de estar viéndola con ese guiño tan característica de ella, plegando su boca, cada vez que algo no le salía como deseaba.

- Así que recaló en Melbourne primero. ¿ En qué trabajaría ? ¿ Cómo se las arreglaría con el idioma ? Decididamente era una mujer muy valiente. Estaba sola en la vida, y emprendió esa aventura, pensando que encontraría a su príncipe azul y otra vida mejor. ¡ Era tan joven y soñadora!.- Puso una señal y cerró el diario que guardó en el bolso con sumo cuidado. Seguiría en el hotel, durante las horas de calor, a mediodía. Estaba intrigada por,lo que narraría en las páginas siguientes.  Se levantó y con los zapatos en la mano, y el bolso colgado de un hombro, decidió regresar a la ciudad paseando por la orilla de la playa.

En contra dirección se acercaba un muchacho paseando, igual que ella.  Llevaba un pantalón blanco, remangado hasta la rodilla, y una camisa tan azul como el mar,  desabrochada, que dejaba al descubierto un torso moreno y bien moldeado.  Cuando estuvieron cerca, ambos se reconocieron y se saludaron con una sonrisa.

- ¡ Vaya, esto si es casualidad !- dijo él reconociéndola
- Es verdad. Tres veces en pocos días y en distintos lugares- dijo ella
-¿ Tres veces? Que yo recuerde, fué ayer la primera vez, y con hoy son dos
- No.  Yo te vi antes en Roma. Sentado en un bar cercano a la Fontana.  Y por cierto escribías como un descosido


- ¡ Es verdad ! Estuve allí, hace unos días.  Pero yo no te recuerdo
- No me extraña, había mucha gente.
- Bueno, pues creo debemos presentarnos. Soy Alessandro D'Tella y pretendo ser escritor
-De acuerdo.  Soy Bella Williams y ando buscando los rastros de mi abuela, que era de Taormina y emigró a Australia
- ¿ Eres australiana?.  Se fue un poco lejos de aquí - dijo el riendo
- Si, cierto. Pero las circunstancias se lo impusieron
-¿ No ha venido contigo?
- No.  Ella murió hace algún tiempo.  No regresó nunca, y por eso estoy aquí, para conocer la parte europea de mis orígenes
- Oye, todo esto es muy interesante. ¿ Por qué no vamos a algún sitio, tomamos un refresco y me cuentas? Sería una gran idea para mi primer libro; como si fuera mi tesis dootoral
-¿Aún no has escrito nada ?
- Si, pero han sido relatos cortos. Pero este sería estupendo para una novela mayor. No es que te pida que me cuentes tu vida, pero si me parece una buena base para escribir algo
- Te aseguro que ella era extraordinaria, pero la historia es de lo más común. Una historia como hay miles
- Seguro que será así, pero no sé porqué creo que sería un relato muy interesante.




Lo que Bella ignoraba, por no haber llegado aún a esa parte del diario, es que la historia de común no tenía nada. Y que la  nonna tuvo que pasar una odisea, hasta que conoció a Lyan, el que sería tiempo después su marido.

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