viernes, 30 de diciembre de 2016

Como te quise, te quiero - Capítulo 5 - El adiós a Aidan

Oyó el ruido que produce la llave al entrar en la cerradura. La voz de su marido retumbó en todo el vestíbulo, pero aún estaba bajo los efectos del calmante que había tomado, y de los primeros recuerdos de su vida con Declan.

-  Ya estoy en casa. Cariño ¿ dónde estás?. Céline  ¿no está mi mujer?
-Si señor, ha llegado hace poco de la calle. Debe estar en su gabinete. La encuentro muy rara...dice que tiene jaqueca, pero no sé...
-Voy a verla. Gracias 

 Soltó su maletín y se dirigió en busca de su mujer.  Hoy llegaba muy contento. Era jefe de ginecología y había tenido un parto muy difícil, pero todo había salido finalmente bien. 
  Tardó un momento en incorporarse, pero él fue más rápido y accedió inmediatamente, primero a la sala, y al no encontrarla allí, se dirigió al dormitorio, cuando ella ya se levantaba.

-¡ Eh, mi vida ! ¿Te encuentras bien? ¿ Los chicos están bien ?
-Hola cariño, si estoy bien y los chicos también. Precisamente Beth llamó esta mañana para dar los resultados de los exámenes. Ha sacado nueve en bioquímica
-Excelente y Niall ¿ no ha llamado ?
-No, quedó en hacerlo esta noche   para hablar contigo. Verás... Tengo que contarte algo. Siéntate, por favor.  No, enfrente no...A mi lado, te necesito cerca.
-¿Qué pasa? me preocupas. ¿Estás enferma?

Ciara le tendió el periódico por la página de la defunción de su antiguo novio. Lo recogió y leyó despacio la nota de sociedad

-Oh, mi amor. Lo siento, lo siento mucho
-No  Declan . Estoy apenada simplemente porque con él se va una parte de mi vida, de mi juventud y me duele que algo tan importante como fue para mi, se haya ido sin siquiera tener la voluntad de una buena amistad.  Nunca te oculté nada. Supiste desde el primer día mi decepción por él, pero tú has sido lo más importante, bueno y maravilloso que me ha ocurrido. Sabes que no estaba enamorada de ti cuando nos casamos, pero poco a poco con tu cariño y tu paciencia me ganaste y le pido a Dios que cuando llegue la hora de la gran partida, sea yo la primera, pues no podría vivir sin ti. Nunca me abandones, nunca.

La abrazó fuertemente sin pronunciar palabra. Sabía lo que Aidan  había representado para ella, pero también sabia que ella le amaba más que a nadie y que su matrimonio era feliz, aunque habían tenido que  salvar muchos obstáculos. Ella lo era todo para él y había esperado durante mucho tiempo que ella se diera cuenta que siempre le tendría a su lado.

-Deseo ir a su entierro. Se realizará mañana en Mount Jerome. Quiero que lo sepas. Solamente me mueve el recuerdo de mi adolescencia, pero puedo asegurarte que de quién estoy enamorada es de ti. Tú supiste enamorarme y curar las heridas que él me causó. Pero mañana será el final de todo; se habrá cerrado una página de mi vida
— Pero continúa, a tu lado, siempre, siempre. 

  Tomó la cara de su marido entre sus  manos y le besó. Él la abrazó y besó repetidamente sus mejillas con fuerza, como para darle a entender que lo comprendía y que no tenía duda de que  él era el amor de su vida y que su cariño era sincero y verdadero.  Y así había sido desde el principio, y sería hasta el final.



- Iremos, mi amor. Iré contigo. Siempre estaré a tu lado, nunca te dejaré sola. ¿ A qué hora será el sepelio?
-A las once sale del Tanatorio
-Muy bien, pues allí estaremos para darle el último adiós. Te quiero, te quiero. Eres lo más importante de mi vida, eres mi prioridad. ¿ Lo sabes, no?
-Si cariño, lo sé. Bueno ahora vamos a comer. Céline te ha hecho tu comida preferida. Si fuera más joven hasta tendría celos de ella. Te mima mucho, y es que¡ eres tan guapo !. ¿ Sabes lo que me dijo un día tu enfermera?  Que tenías una paciente que iba a la consulta frecuentemente porque estaba coladita por tí.
-¡ Qué barbaridad !Tú y mi enfermera sois un par de cotillas y de bobas
-¿ Por qué te has puesto colorado? ¡Es verdad... es verdad!
-Anda, anda. Pasa y vamos al comedor. Celosilla,. Nunca creí que diría esa palabra 

  Declan  la dio un leve azotito en el pompi y tomando por la cintura a su mujer, riendo fueron hasta el comedor.

Decidieron ir directamente al cementerio, y allí estaban los dos cuando la comitiva llegó. En primer lugar iba su mujer toda vestida de negro y dos chicos de aproximadamente  veintipocos  años.  De porte regio como correspondía a la clase social a la que pertenecían, aunque el origen de su posición  por parte de padre, no fuera todo lo honorable que era de desear. O'Leary  padre se decía que había hecho el dinero por sacarlo de los presos  que estaban en prisión y ninguno de ellos consiguió salir en libertad. Ciara  sacudió la cabeza para alejar de su mente esos pensamientos.  Su mirada se centraba en el ataúd que encerraba el cuerpo del hombre que había amado.  Cuando la tierra golpeaba secamente la caja,   metió la mano en el bolsillo y sacó el relicario. Se acercó a la esposa que lloraba desconsoladamente y al darle el pésame, depositó en su mano el regalo que Aidan le hiciera el día que la besó por vez primera.  En su cabeza retumbó la frase que dijera uno de los protagonistas de la película " "Como te quise,  te quiero", pero era curioso que la voz que ella escuchaba  era la de Aidan  y no la del actor. 

 Hecho esto ambos esposos cogidos de la mano salieron del Cementerio. Declan  apretaba la mano de su mujer. Quería que ella supiera que lo comprendía, que no estaba celoso, porque al final fue él quién la consiguió y se unió a ella en  feliz matrimonio...

     
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Edición <Diciembre 2016
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jueves, 29 de diciembre de 2016

Como te quise, te quiero - Capítulo 4 - Aproximación

Ciara  sabía que no estaba obrando correctamente, pero sentía tanta rabia, tanta tristeza contenida que era incapaz de reflexionar sobre lo que estaba a punto de hacer. Entró en los servicios de una cafetería y extrajo de su bolso la polvera de maquillaje y la barra de labios. Se retocó y peinó su cabello, Se perfumó y salió de la cafetería dirigiéndose a su trabajo. Era tarde; se había entretenido demasiado.

-Perdón por llegar tarde- dijo a su padre y mirando a  Declan, esbozó una ligera sonrisa.
-Vamos, hija.  Tenemos muchas pacientes y se te ocurre llegar tarde. Anda ponte el uniforme y haz pasar a la primera señora
-Enseguida, papá.  Estaba especialmente simpática, y ella en situación normal, lo era, pero la simpatía esta vez no iba dirigida a las pacientes sino que sutilmente se lo dedicaba a Farrell. Él estaba extrañado porque habitualmente era cortante con él, pero hoy...

-¿Qué le ocurrirá?- pensó Declan

 El doctor Farrell, había terminado su carrera de medicina y se había especializado en ginecología y obstetricia en homenaje a su madre. Era hijo de soltera, criado por su madre y su abuela que trabajaron incansablemente  para darle unos estudios. Pertenecían a la clase media, pero aunque no tenían apuros económicos, tampoco les sobraba el dinero. La madre era enfermera y perdió la cabeza con un médico que al saber que estaba embarazada la abandonó para casarse con la hija del director del hospital en el que ambos trabajaban.

Era un buen muchacho que no desperdició ni un minuto de esfuerzo para compensar a las mujeres que habían supeditado sus vidas a la de él. Admiraba a las mujeres, sobre todo a las madres. Conocedor por su profesión de los cambios profundos que el organismo de la mujer sufre con un embarazo, las admiraba y deseaba ayudarlas en tan difícil trance como es el parir a un ser humano.  No había tenido novia, no tenía tiempo para enamorarse, pero al conocer a  la hija de su jefe, todos los esquemas que había trazado se le rompieron. Era un muchacho tímido e inexperto y tenía poca experiencia en el trato con las mujeres.  Se le iban los ojos cada vez que ella entraba en la consulta

-Espero tener valor algún día de invitarla a cenar...o al teatro. O a ..¿ a qué se les invita en estos casos ?— reflexionaba

La consulta se había llenado del perfume de la muchacha, pero era uno de esos días en que   estaba a rebosar. Habían muchas mujeres a punto de dar a luz y  los reconocimientos eran más exhaustivos.  Por fin llegó la hora de salir
-Papá, hoy voy a dar una vuelta. No iré directamente a casa
-Bueno, pero avisa a mamá. Yo tengo guardia. Ya has visto que por lo menos tendremos tres partos.
-Declan  ¿también hará guardia?
-Él quiere quedarse, así que me imagino que si. Además le viene muy bien para su experiencia. Ya pronto habrá convocatoria para el Gran Hospital y seguro que la saca.
-En ese caso, yo también me quedo. A mi también me vendrá bien la experiencia y así os ayudo ¿Qué te parece?
-No habrá horas extras, no hay dinero para tanto, lo sabes ¿no?, en ese caso si te quedas avisa a tu madre
-¡ Papá ! sabes que no me importa ayudarte, me quedo encantada. Ahora aviso a mamá que no nos espere. - En ese momento se abrió la puerta dando paso a Farrell que venía quitándose la bata de la consulta.

-Señor,  si no le importa iré a la cafetería a comer algo antes de comenzar la guardia, ya que la noche va a ser movidita.
-Ve Declan.  Yo aún no tengo apetito, iré más tarde. Cuando tenía vuestros años comía hasta las piedras, pero hoy estoy preocupado con Fanny. Mucho me temo que tendremos cesárea a la vista
-Si, yo también lo creo. La criatura no ha cambiado de postura en todos estos días y  hasta está dilatada. Menos mal que la hemos ingresado, de esta forma estaremos al tanto.
-Prepararos para  intervenir en cuanto cambien el turno. No conseguimos nada que esté sufriendo y corramos riesgos inútiles
-¿Qué nos preparemos, se queda acaso alguien más?
-Si, mi hija se ha ofrecido para ayudarnos
-Bien-  exclamó,  agradeciéndole su ayuda con una sonrisa que desarmó a Ciara

Algo en su interior se removía. Sabía que él era noble y abnegado, que no tenía la culpa de lo que el bastardo de Aidan le hubiera hecho, pero...Tenía que sacar fuera la decepción que sentía

-Por otro lado, Declan  es muy guapo y educado, bastante más que el engreído ese.. No será una tarea difícil, es muy agradable.... y muy tímido...- pensaba la muchacha
-¿Quieres cenar conmigo?.-    se admiraba de haber formulado esa pregunta a la hija de su jefe. Lo hizo mirándola fijamente a la cara y temiendo que se le notara demasiado que estaba loco por ella.
- La ocasión la pintan calva...-  es lo que pensó y fijó sus ojos en él. Esbozó la sonrisa más encantadora que tenía y aceptó de inmediato.

Sentados en una mesa pidieron un bistec con patatas fritas y ensalada.  Un café cargado fue su postre.

-¿ Por qué elegiste ginecología ?-  le preguntó por iniciar una charla
-Se lo debía a mi madre. Os admiro. Admiro a las mujeres y admiro el sacrificio que tenéis que hacer para llevar a buen puerto un embarazo, sobre todo si eres soltera en un  país en que está considerado como una vergüenza y tenéis que esconderos, cuando es lo más maravilloso que puede sentir un ser humano...

Y poco a poco, sin pensarlo le  narró toda su vida junto a las mujeres más importantes de ella.   Le escuchó sin pestañear y poco a poco se fue disipando el sentimiento vengador hacia él.  Su figura se agigantó de repente y le admiró desde el fondo de su alma. Admiró las dificultades que habían tenido que superar su madre y su abuela para que él estudiase una carrera tan larga y difícil como la de ser médico. Entonces se fijó en su rostro, en sus ojos que hablaban sinceramente frente a frente y pensó que no era justo lo que le iba a  hacer. Sería su amiga y nada más. Quizás una buena amiga, pero a él le gustaba Ciara y eso, ella, no había tenido parte en ello.  Trataría de que las cosas no se salieran de madre; no le daría pie para que se hiciese ilusiones. Es todo cuanto podía hacer.

Y la noche fue intensa y larga. Efectivamente hubo cesárea y ella fue la encargada de recoger a la criatura y llevarla hasta el pediatra que debería examinar a la pequeña, porque era una niña preciosa.  Ciara, quizá porque ese día era de especial sensibilidad para ella, se emocionó al tener en sus brazos a la pequeñina y sin darse cuenta miró hacia Declan  que la contemplaba con admiración al ver los sentimientos que ella expresaba al tener al bebe en brazos.

-¿Te das cuenta? sólo una mujer es capaz de emocionarse con el nacimiento de un niño, aunque no sea su hijo.  Por eso os admiro. Los hombres no os sabemos apreciar, no señor. - fue el comentario de él.

Sonrió agradecida a las hermosas palabras que él la dirigió. Era un buen hombre, sensible y cariñoso.  El doctor Flanagan  les miraba no entendiendo muy bien lo que les ocurría a aquellos dos jóvenes. No era la primera vez que  habían asistido a un parto y por eso les preguntó

-Y a vosotros ¿ qué os pasa? Vamos Declan  hay que terminar de arreglar a Fanny. Su familia está deseosa de verla y a la niña.   En cuanto el doctor termine de examinarla llévenla con su padre que estará con los nervios a flor de piel ahí fuera y en cuanto vuelva en sí, trasladar a la madre hasta la habitación 

 Fue la indicación que hizo a la enfermera de turno el doctor Flanagan

 El joven doctor se derrumbó en una silla quitándose el uniforme de quirófano mientras Ciara hacía lo mismo.

--Ha sido una noche intensa ¿ no te parece?
- Si, Declan,  pero muy hermosa. Hemos cuidado para que esa niña venga a este mundo áspero, ingrato y despiadado. No sé qué me pasa...

 Fue todo lo que pudo decir antes de echarse a llorar

-Eh, eh,..-    Se levantó de la silla y arropó con sus brazos a la muchacha. Le daban ganas de abrazarla y besarla y decirle lo que sentía por ella, pero no pudo. No en aquel momento.

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miércoles, 28 de diciembre de 2016

Como te quise, te quiero - Capítulo 3 - Declan Farrell

Siguió su camino yendo por la calle  arriba. ¡ Qué distinto estaba todo !  Ahora era  peatonal. Estaba llena de comercios florecientes y algunos de sus cines y teatros ó habían desaparecido ó se habían reconvertido.  Uno de los teatros más señoriales, ya no existía, y en su lugar  una gran tienda de marca mundial.  Algunos de los cines,  ahora eran pequeñas salas.  Habían sido salas entrañables que había recorrido con sus amigas, en las que habían soñado y enamorado del actor de moda
. Estaba cansada por el peso de los recuerdos, y decidió volver a su domicilio.  Ya era casi la una de la tarde. Había permanecido casi tres horas evocando  sus memorias, con Aidan .  No tardaría en llegar Declan....¡ Declan  ! :su descanso del guerrero...

-Celine, ya he llegado...
-¿Cómo se encuentra?¿ Mejor ?
-Pues no sé qué decirte. Me sigue doliendo, pero con menor intensidad. ¿ Tienes caldo?, porque me apetecería un poco de sopa
-Si. Creo que quedó un poco de ayer. Le prepararé una sopa de pasta, como le gusta
-¡ Ay Celine ! Me malcría
-Señora, es que hoy la noto muy rara...
-Me he enterado de que ha fallecido un viejo amigo de juventud y estoy triste. Eso es todo
-¡ Ay mujer, cuanto lo siento !
-Son cosas que ocurren, pero nunca las esperas. Voy a echarme un poco hasta que llegue mi marido. Avíseme, por favor en cuanto llegue.

En la soledad de su habitación evocó los días navideños que vivió junto a Aidan, pero no fueron los más felices precisamente.  Durante las vacaciones de Navidad no salieron a diario, pues  siempre buscaba excusas para no acudir a su encuentro.

-No seas así. Son fechas muy familiares y de compromisos. Tu sabes que por la posición de mi padre tiene que acudir a cenas y comidas con clientes o con amigos y a mi me quiere introducir dentro de su círculo. Quiere que cuando acabe la carrera me vaya haciendo cargo del despacho.

Pero ella  no se conformaba, aunque  no podía hacer otra cosa.  Era la víspera del último día del año y las tres amigas quedaron citadas para acudir al centro y comprar cotillones para el día 31. Él  había acudido a una de las comidas que por costumbre se celebran en la mayoría de los centros de trabajo para  despedir el año, y ese día Aidan  le dijo  que no podrían verse por ese motivo.
Iban alegres de puesto en puesto eligiendo las bromas más sorpresivas . Llevaban casi toda la tarde dando vueltas y estaban cansadas.

-Tengo un hambre que me muero - dijo Ciara a sus amigas
-¿ Por qué no  comemos  un sándwich? - dijo una de ellas
-Estupendo, aquí son especiales- respondió  Ciara

Estaban justo a la puerta del pub . Era uno de los más populares por la calidad y variedad.  Entraron contentas y pidieron tres pintas junto con los sándwiches..
El bar estaba rebosando de gente, y las pocas mesas que había , estaban todas llenas.  Mary oteaba la estancia por ver si localizaba algún lugar libre.  De pronto y mirando de soslayo a Ciara dijo a sus amigas
-Vayámonos, aquí no hay más que empujones, Vayámonos
-Pero ¿cómo vamos a irnos? apenas hemos dado un bocado al sándwich y la cerveza está entera...

  Protestó Ciara, que giró la cabeza para ver qué es lo que había sucedido a su amiga para cambiar así de repente.

Pensaba que algún fresco se había propasado con ella aprovechando los empujones , pero se quedó helada al descubrir que en una mesa estaba Aidan  con una chica a la que acariciaba la mejilla y besaba su mano

-Vayámonos, Vayámonos. - dijo Terry empujando a su amiga que se había quedado lívida. Él no te merece. Es un caradura, un fresco, un...
-Calla, déjalo... Ya me doy cuenta... Sí vayámonos.-  Sonriendo tristemente explicó:
-  De repente se me ha quitado el apetito

Toda la alegría con la que habían entrado, se había esfumado. Terry se situó a un lado y Mary al otro, dejando en el medio a Ciara recibiendo el apoyo y el cariño de sus amigas.

-Está claro que en esta relación la que ama soy yo, y yo también es la que recibe sus burlas.  No debió engañarme, no debió hacerlo...

Un leve sollozo salió desde lo más profundo de su corazón. Las amigas la abrazaban pero no tenían palabras con las que consolarla.  Una hora más tarde se separaron. 

Al ver entrar a su hija la miró a los ojos y la preguntó:

-¿Qué te ha ocurrido? Has llorado, tienes los ojos rojos ¿Qué ha pasado? Por favor, hija, dímelo
-Nada, mamá, hemos discutido las chicas y yo. Por una tontería y me da pena
-¡ Dios mío ! ¡Qué tontas sois ! 

   Su madre,  al creerla, no averiguó nada más, y dio por buena lo que su hija la había dicho.  Al tercer día de lo sucedido,  se puso en contacto con la chica y le pidió verse en esa tarde

-¡ Uf ! no veas el trajín de estos días. Estaba deseando de que se pasaran las fiestas, y lo malo es que no he podido verte y pasado mañana vuelvo a Dublín . De nuevo a estudiar
-Ya- respondió Ciara
-¿Te pasa algo, por qué estás tan lacónica?
-Necesito verte, y por favor, no me tomes el pelo.  Sé perfectamente que no es verdad el rollo que me estás metiendo
-¿Qué dices? Naturalmente que es cierto
-Por favor, te vi en el bar de los sándwiches y vi las caricias que dedicabas a esa chica. ¿Qué pretendes?
- ¡ Oh ! Tiene su explicación. Cielo me tienes que creer
-Está bien, te creo, pero entre tú y yo todo ha terminado
-No puede ser. Tienes que escucharme. Veámonos esta tarde
-Lo siento, rey, empiezo el trabajo hoy mismo.  Que te vaya bien, 

Y colgó el teléfono sin dar tiempo a una respuesta por parte de él .  Regresó a Dublín  y tardó mucho tiempo en saber de él.  Terminó su preparación y Aidan ... su carrera.

Por la mañana trabajaba en la consulta de su padre y por las tardes acudía al hospital a ejercer de ayudante de matrona con el fin de conseguir la suficiente experiencia como para ejercer de titular.  Una mañana su padre la llamó a la consulta. Junto a él había un hombre joven y muy bien parecido



-Mira Ciara, este señor es el doctor Declan Farrell.  Es ginecólogo y recién licenciado, así que me va a ayudar en la consulta durante un  tiempo 
-Encantada doctor Farrell
-Mucho gusto señorita 

  De este modo  conoció al hombre que pasado el tiempo sería el más importante en su vida.

La camaradería reinaba entre ambos doctores, pero ella a penas si prestaba atención a las lisonjas
  que Declan  la dispensaba. El joven médico trataba por todos los medios de entablar alguna conversación con ella mientras tomaban un café, o la invitaba a acudir al cine o al teatro , sin que le diera ninguna concesión.  Estaba inmersa en sus propios problemas.

 Una mañana camino de la consulta del hospital , en donde su padre ejercía como obstetra, se paró delante de un kiosco de periódicos y como tenía costumbre desde adolescente compró la revista Hello. Empezó a hojearla mientras caminaba hasta el hospital, en  dónde había comenzado a ejercer de matrona a través de su padre.  En las páginas de "Ecos de Sociedad", una chica vestida de novia destacaba de las otras fotografías:  "Geraldine McKenzie ha contraído matrimonio con el prestigioso abogado Mr. Aidan  O'Leary, perteneciente al prestigioso despacho de abogados O'Leary  e hijo, de Dublín"

Se había casado y era la chica del bar. Desde el día de su ruptura no había vuelto a saber nada de él, y ahora tenía delante la reseña de su rompimiento total. Ya no había otra oportunidad. Bien es verdad que él  no se había molestado en buscar un acercamiento hacia ella.  No podía acudir al trabajo en semejante estado de ánimo por lo que entró en una cafetería  y pidió un café que la estimulara , a pesar de que ella esperaba algo así.  El título de la película de aquella tarde volvió a su memoria, aquel primer beso, aquel relicario en prueba de amor para toda la vida, todo era falso. Pero no iba a llorar, porque en el fondo de su corazón sabía que ella era la que se había enamorado y,  no él. Había sido un juguete fácil en sus manos. Una chica de familia sin experiencia y fácil de conquistar, y que  al no disimular lo que sentía , la hacía más vulnerable.  Algo comenzó a bullir en su cabeza a modo de venganza ¿contra quién?...

-Son egoístas, embusteros, son, son...

Y el rostro de un hombre ,de cabello rojizo y   de ojos grises se instaló en su mente Sabía que no  era indiferente para Declan . Aceptaría la invitación que la hiciese...En el fondo de su cabeza la palabra "venganza" comenzó a abrirse  paso, sin pensar que ella misma podría salir herida de tal aventura.


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martes, 27 de diciembre de 2016

Como te quise, te quiero - Capítulo 2 - Tarde de cine

Con la mirada perdida en el espacio de la habitación, tenía la mente en blanco. No podía comprender lo sucedido a Aidan . Hacía muchos años que solamente sabía de él por las noticias que de vez en cuando se generaban en los periódicos  o en los informativos de la televisión.  Se había hecho un gran nombre en su profesión, era un excelente abogado, superando incluso a su padre. Fue a su habitación y abriendo uno de los cajones de su secreter, extrajo una caja en la que guardaba recuerdos importantes   y que eran sus tesoros.  Era un poco mitómana y le gustaba tener cerca algún objeto que hubiera representado algo importante en su vida. De entre todos los  que allí cabían, extrajo un pequeño relicario de plata que en una ocasión Aidan le regalara. Fue cuando él la dio su primer beso de lo que ella suponía " su noviazgo", cuando casi contaba dieciocho años.

Fue durante unas vacaciones en  Navidad  que él regresó a Limerick desde Dublín. No se habían vuelto a ver desde  el verano, pero Ciara siempre estuvo enamorada de él.  Aidan  sin embargo sabiéndose atractivo coqueteaba con todas las chicas, lo que hacía que ella se muriese de celos.

Había una película  que llevaba meses en cartel y que en la prensa, como promoción, añadía día a día los que llevaba en  programación.  Ciara quedó con unas amigas para por fin poderla ver, ya que lo habían intentado en varias ocasiones sin conseguir entradas. Había tres sesiones a las cuatro, a las siete y a las once de la noche.  Para la de las cuatro no les daba tiempo a menos que faltaran a clase. Quedaron para la función de las siete, pero tendrían que hacer cola para conseguir las entradas desde las cinco hasta que abrieran la taquilla.  Pidió permiso a sus padres para llegar a las diez a casa y como acudiría con dos amigas conocidas de la familia que vivían muy cerca de ella, lo obtuvo.  Era de carácter romántico y,  algunas compañeras que ya la habían visto,   comentaban que era de llorar y de mucho amor, lo que a la chica la tenía subyugada.  Quedó con sus amigas y a las cinco en punto estaban Terry y ella en la fila, teniendo delante  a unas veinte personas.  Las localidades eran numeradas, así que no corrían el peligro  de obtener una mala localidad.  El cine era lujoso; había sido teatro y era grande, y por ello no tenían la menor duda de que ese día por fin verían la película " Como te quise, te quiero". La protagonista era Merle Oberón, actriz que encantaba a Ciara, con sus ojos rasgados y sus facciones algo orientales, pero lo que más le atraía de la estrella era su amplísima frente y que en aquella época se decía que las personas con frente despejada, eran muy, muy inteligentes. Y eso mismo es lo que le hacía admirar tanto a Merle.

Con el relicario en sus manos depositó en él un ligero beso a modo de oración por Aidan. No era religiosa y desde que dejó el colegio de monjas acudía muy pocas veces a la iglesia harta de tantos rezos.  Cogió su bolso y le dijo a Celine:

- Voy a salir a dar una vuelta. Me duele algo la cabeza . A ver si dándome el aire se me pasa
-Tómese un analgésico antes de irse, de lo contrario la jaqueca le va a doler todo el día
--No se preocupe, ya lo he hecho. Si llamase el señor para algo, dígale que se comunique conmigo por el móvil.  Hasta luego, volveré a la hora de la comida.

Al contraer matrimonio con Declan se habían mudado de domicilio, no lejos del centro.  Enfiló la calle principal hasta llegar a la más comercial y turística. Iba despacio evocando todos los ratos que había vivido junto a él. Cruzó la calle  y se paró delante de la fachada de lo que antes fuera el cine que ahora evocaba y que ya no era cinematógrafo, sino una dependencia de grandes almacenes.

De nuevo su memoria retrocedió hasta su adolescencia , en la fila del cine,  para ver la película que causaba sensación .

-Ciara, nos vamos a quedar heladas. Hace un frío de muerte —  dijo Terry, su amiga,  mientras miraba a ver si llegaba Mary.
-No te impacientes.  estará al llegar.

Apenas faltaban unos minutos para que abrieran las taquillas. Un grupo de cuatro chicos venían riendo y gruñendo por la cola tan enorme que había para entrar al cine

-Hoy no entramos — dijo uno de ellos
-Yo al menos sí— replicó  otro muy seguro
-¿ Por qué lo dices?
-Lo siento chicos, os dejo

 Y sin pensarlo más se dirigió hacia donde estaban las amigas que saludaban a la otra recién llegada .
— ¡ No me lo puedo creer !—  dijo Aidan  mirando y sonriendo a Ciara que con sorpresa miraba al intruso
-¡ Aidan  ! pero... ¿Cuándo has llegado ?
-Llevo  un par de días
-Podías haberme llamado por teléfono...
-Tienes razón pero la familia me tiene loco. No he podido . De verdad. ¿ Estáis para entrar al cine?
-¡ Claro !,—dijo Terry— ¿Acaso crees que estamos pasando frío por gusto?
-Ja,ja,ja. Tienes razón . Me preguntaba si no os importaría pedir una entrada más para mí. O mejor las saco yo y entramos los cuatro. ¿Os parece?

Ella  no le quitaba la vista de encima. Era un regalo inesperado y estaba tan guapo con el cuello del abrigo subido, como los protagonistas del cine...   Sacó las entradas,  sólo que separadas .Las amigas fueron a la fila siete y ellos dos a la de los " mancos ", es decir a la última fila, a pesar de que los acomodadores de vez en cuando les enchufaban con sus linternas para que no hiciesen juegos de manos las parejas,  que como ellos,  estaban en la última fila,  para al menos darse un beso.

Ciara empezó a protestar,  sin mucha fuerza; le encantaba la decisión que había tomado el chico, pero al mismo tiempo le pesaba el tener que haber dejado a sus amigas en otro sitio.  La sonrisa y el guiño de ojos que le dirigió Aidan , disipó todas sus dudas.

Se apagaron las luces y unos anuncios,  dieron paso al  reportaje de la próxima película y al descanso de quince minutos antes de que empezase de nuevo la proyección. Él  salió.  Ciara de pie en su asiento no dejaba de mirar para ver si localizaba a sus amigas.  Al fin vió que Terry estaba haciendo lo mismo, y llegó hasta ella

-¡ Vaya faena nos ha hecho tu novio o lo que sea !  ¡ Menuda cara tiene !  Nos vemos en el vestíbulo cuando acabe

Los timbres habían empezado a sonar lo que indicaba  que la película iba a comenzar.  Llegó portando una bolsa de golosinas y chocolate,  y al sentarse aprovechó para dar a la muchacha un ligero beso en los labios.  Ella se sonrojó al tiempo que un calor recorría todo su cuerpo

- Nos van a ver y nos echarán del cine
-No seas pazguata, mujer. Ahora los acomodadores están ocupados y no pueden espiar 

   Y soltando una carcajada,  miraba a  la chica con inmensa ternura.

Durante la película y cogidos de la mano,  no dejaba de mirarla al tiempo que ella lloraba algunas veces con las situaciones planteadas en el film. El sonreía al comprobar lo sensible que era  y acariciaba su mejilla, una vez que el acomodador pasaba para vigilar a la fila de al lado.  Al terminar,  se reunieron con sus amigas en el vestíbulo, pero Ciara con la mirada  las indicó  que deberían irse para que él la acompañase hasta su casa, cosa que hicieron rápidamente las dos muchachas.

-¿Nos vemos mañana?-—preguntó el chico
- He quedado con mis compañeras para irnos a tomar algo y celebrar la Navidad, pero por la tarde estoy libre.
-Bien, pues por la tarde te recojo en el portal. A las cuatro y, sé puntual. Hasta mañana, cielo

   Miró en rededor y al comprobar que no venía nadie la atrajo hacia sí y esta vez no fue un ligero beso.  Ella le apartó bruscamente

-¡ Estás loco ! Si nos ve alguien me la cargo
-A las cuatro en punto, no lo olvides. Anda entra

Al día siguiente, Aidan  la entregó un relicario de plata con las fotografías de los dos, el mismo que ella  guardaba ahora  en su bolso.


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lunes, 26 de diciembre de 2016

Como te quise te quiero - Capítulo 1- Recordando el pasado


Hacía un día precioso y el sol entraba a raudales por el ventanal del salón.  Se asomó para contemplar el limpio cielo azul.  Miró a ver si había alguna nube que empañase la limpieza del firmamento y,   de momento,  no se veía ninguna. ¡ Claro que en Irlanda nunca se sabe; en un sólo día pueden pasar las cuatro estaciones del año! Pero hoy parecía que el tiempo se había detenido en el verano.  Ciara dejó  de tejer la labor que tenía entre manos, se quitó las gafas y frotó sus ojos por unos instantes.

--Necesito ir a graduarme, con estas gafas no veo bien y se me cansan mucho los ojos.


Sonrió y echó la cabeza hacia atrás recordando cuando su vista alcanzaba el vuelo de una minúscula mosca a gran distancia. 

—Cómo han pasado los años, Dios mío !

Pensó  y perdió la mirada en el vacío evocando mil vivencias pasadas.  Celine  entró en la habitación llevando en su mano el periódico  que acababa de comprar en el kiosco de la esquina de casa. También había comprado una revista de labores que le había encargado la señora y otra de las llamadas del corazón: Hello.   Recordó cómo cuando era una adolescente esperaba al día de la semana, que casi siempre era el jueves, para comprarla y empaparse de todas las aventuras de los actores de Hollywood. Entonces costaba una libra y a su corta economía de adolescente le suponía no tener más que para viajar en el Subway  para ir a clase o a la casa de cualquier amiga.  Abrió el periódico por el final; no entendía cómo tenía esa costumbre desde siempre. Al llegar a la primera página detuvo su mirada en la fotografía y el artículo remarcado en un lado:

" Anoche falleció en su domicilio de Dublín, el prestigioso abogado Aidan O'Leary. El fallecimiento se produjo por un infarto agudo de miocardio. Cuando las asistencias médicas acudieron, ya era demasiado tarde.  Deja viuda y dos hijos. El sepelio será mañana a primera hora, desde el tanatorio hasta el panteón familiar en el cementerio de Mount Jerome. . Nuestras más sentidas condolencias a la familia.....

No quiso seguir leyendo más. Era una glosa de la trayectoria brillante que había tenido desde que se hizo cargo del despacho de su padre, otro abogado muy prestigioso dentro de su gremio..   Lentamente dejó el periódico sobre la mesa, al tiempo que sus ojos despedían una luz a punto de convertirse en lágrimas.  Le vino a su memoria aquella ya lejana niñez en la que había conocido a Aidan .


LOS RECUERDOS

Vivía con sus padres en Limerick. Eran muy populares entre los vecinos ya que su padre era médico de cabecera y ginecólogo, por lo que la mayoría de los niños de la vecindad habían venido al mundo ayudados por sus manos. Era  el doctor Flanagan, querido y respetado por todos. El domicilio era una vivienda amplia con cinco habitaciones No pudo entrar en un hospital estatal por no tener recomendaciones,  Sus ingresos no eran fijos y, además escasos.  Para remediar la situación económica de la familia,  planteó a su mujer, la necesidad de habilitar un par de habitaciones para montar una consulta. Ella aceptó la idea que les permitiría pagar con mas desahogo el alquiler de la vivienda.  Era un magnífico ginecólogo, pero ejercería además de médico de cabecera y así tendría más pacientes y más ingresos.  Frente a la vivienda había un pequeño colegio que coloquialmente era denominado como el de la señorita Lorraine, que era una maestra de más que mediana edad y además la directora del colegio. Allí a la edad de cinco años Ciara empezó su aprendizaje. El colegio  era mixto, algo extraño en aquella época, pero también laico, por la apertura de mentes de la directora y maestra..

Y de esta manera se conocieron Aidan y ella.  El chico vivía algo mas lejos del colegio  y todos los días le recogía una muchacha del servicio que sus padres tenían  Era un corto trayecto el que Aidan  y Ciara  hacían juntos, apenas de tres minutos: daban la vuelta a la manzana,  pero ellos se reían con las bromas que la muchacha  les gastaba..  La niña  esperaba en la esquina de la calle la llegada de él  para después dirigirse a la entrada de la escuela.

Cuando contaban siete años, cada padre decidió que ese colegio era insuficiente , de manera que Aidan terminó en uno  católico para chicos  y Ciara comenzó sus estudios en otro para chicas, también de esa misma religión.  Esto supuso un gran disgusto para  ellos que ya no podrían verse a diario como hasta entonces, pero aún les quedaba el parque,  el único en todo el barrio, y allí acudían los niños a jugar, y,  los domingos, en que ambos  a iban a oír misa, a la misma iglesia del barrio

Y así lentamente, poco a poco iban corriendo los años.  Ambos hicieron el bachillerato . A la edad de dieciocho  tuvieron que separarse,  ya que Aidan  iría a estudiar la carrera de Derecho a Dublin.  Como los ingresos del doctor Flanagan  no daban para tanto aconsejó a su hija que se hiciera enfermera ya que no podía costearle la universidad, y ella  aceptó y en tres años consiguió su título y ayudaba a su padre en la consulta. Pero ella quería ser médico.

—Imposible, niña. Y bien que me duele tener que negarte esa oportunidad, pero ya sabes que mi consulta es pobre. Las libras  que me pagan al mes por estar asociados a mi iguala y las veinticinco de algún parto, no dan para tanto. Hija mía, te aconsejo que busques algún trabajo en alguna sociedad médica y con lo que ganes te pagues las clases de Matrona si es que quieres hacer algo semejante a lo mío; otra cosa no puedo hacer.

—Papá, has tenido una buena idea. Me acercaré a solicitar plaza en ese hospital tan grande que han abierto . ¿ Quién sabe?  A lo mejor tengo suerte y encuentro un puesto aunque sea para hacer las camas de los enfermos.

Y dicho, hecho y conseguido.  Cada mañana tomaba un autobús que la dejaba algo lejos del hospital y desde allí andando acudía a su trabajo.   Allí mismo comenzó su aprendizaje de comadrona. Al cabo de tres años tenía su título y podría, de momento, ayudar en los partos hasta que pasado un tiempo hubiera adquirido puntos y práctica para ejercerlo ella misma.


RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR  / COPYRIGHT
Autora: rosaf9494quer
Edición: Diciembre de 2016
Ilustraciones: Internet

sábado, 24 de diciembre de 2016

El chico de mis sueños - Capítulo 9 y último - En el rodaje - Mi vida con un actor

Maxim se despertó con un tremendo dolor de cabeza. A penas había dormido un par de horas y durante ese tiempo no había dejado de soñar con la escena de la película. Era como una obsesión. Quizás estuviera equivocado, pensó. Pero al segundo descartaba esa idea, era Eva.
 La conocía muy bien, sabía de memoria sus rasgos y sin duda era ella.  Se tiró de la cama y se metió en la ducha dejando que durante un rato el agua resbalara sobre su nuca. Estaba tenso. Lo que peor llevaba es que no tenía ganas de trabajar y debía hacerlo sin falta pues el tiempo les llevaba la delantera. Ya no recordaba cuando,  en esas  mismas situaciones,  se encontraban los distintos directores de las películas que él interpretó,  y lo mucho que se enfadaban cuando alguna escena se repetía una vez tras otra, por capricho del actor o actriz de turno.  Sonrió con añoranza al recordarlo, pero en su situación actual estaba contento, satisfecho y creía firmemente que aquella etapa había pasado irremediablemente. Sin buscarlo,  volvió a aquellos tiempos en que Eva y él trabajaban juntos, a sus broncas y finalmente a la ausencia de ella y recordó con amargura la última noche en que ella se fue

—¿Cuántos años han pasado? Diez, siete... Ya ni sé. Seguramente ella se habrá casado y vivirá rodeada de hijos con un marido al que adorará y le habrá hecho olvidar su etapa conmigo. ¡ Dios !



Contrariado salió de la ducha y sentándose en el borde de la cama, secó su rostro como queriendo borrar aquellos recuerdos que aún le mortificaban.

Eva desayunaba en el comedor del hotel al tiempo que proyectaba su jornada. Había abierto el periódico local y repasaba las imágenes, puesto que el idioma no lo conocía. Era por pasar el rato, porque el tiempo no fuese tan lento en aquel lugar y la mañana se le hiciera tan larga. Había amanecido el día algo nublado, pero más pegajoso el calor,  y el sudar tanto, le molestaba.

—No sé si ir a la playa, o a la piscina del hotel. ¡ Hace tanto calor !...

Pensó en acercarse al puerto de nuevo, pero rechazó la idea. Al fin se decidió ir un rato a la playa.
Se dio unos baños en el mar. El agua estaba muy templada, pero era tan cristalina y bella que nadó despacio por un tiempo aproximado a una hora. Después salió y se protegió del sol bajo una sombrilla. Lentamente se quedó dormida mecida por el susurro del mar. Se despertó al oír unas risas cerca de ella, comprobó la hora y vio que al menos la mañana casi había pasado. Lentamente recogió su toalla, su libro y su bronceador y con paso lento entró en las estancias del hotel para dirigirse al bungalow. Se duchó y se dispuso a bajar al comedor para el almuerzo. Se sentó en su mesa de siempre y revisó la carta sin saber muy bien qué comer. El día estaba muy pesado y no tenía apenas apetito. Al acercarse el camarero le pidió opinión y el buen hombre le aconsejó si no tenía hambre, una macedonia de frutas locales que según él era muy apetitosa y ligera.  Eva aceptó y después de comer decidió ir a dormir una siesta.

Cuando se despertó ya  apenas había sol y la pesadez del día había descendido algo. Se puso una camiseta ligera y salió a la terraza de su habitación a tomar el poco fresco que llegaba con la noche. Por la escalera bajó hasta la playa y se sentó en la arena. Miraba al horizonte sin fijar la vista en ninguna parte, pero el mar la relajaba y pasaba mucho rato mirando al frente.



A lo lejos una lancha motora se dirigía al pequeño muelle del hotel y las risas de sus ocupantes llegaron hasta sus oídos haciéndola esbozar una sonrisa. Eran jóvenes disfrutando de un día tranquilo de mar y de amor. Y esas risas le recordaron otras, de su misma edad ante la alfombra roja de un cine, y un rostro asombrado de un actor que cambió su vida.  Nunca  comentó que aquella chica que le recordaba a otra, era ella misma y que estuvo mucho tiempo pensando en por qué rechazo su foto y su firma.

No iría a cenar.  Pediría cualquier cosa y comería en la habitación. No tenía ganas de cambiarse de ropa para acudir al comedor.  Encargó que le subieran una ensalada de frutas como la aconsejada por el camarero por la mañana y cenó en la terraza frente al mar.

Se cambió la camiseta por un vestido ligero y decidió dar una vuelta por la playa ; era demasiado pronto para acostarse y no le apetecía ver la televisión.  Con las sandalias en la mano pisó la arena dejando que las pequeñas olas que rompían  le dieran en los pies. Lentamente  avanzaba  mirando unas veces hacia el agua y otras a las luces de los hoteles que rodeaban el horizonte. Poco a poco se iban extinguiendo los últimos rayos de sol y la temperatura se volvía agradable.


Con los pies dentro del agua y la bajada de la temperatura, empezó a sentir fresco y pensó en regresar ya que se había distanciado bastante del hotel. Salió del mar y comenzó el regreso.  A lo lejos se divisaba la silueta de un hombre que venía en su dirección, andando lentamente , paseando. Aquella silueta le resultó familiar, pero inmediatamente desechó de su cabeza aquel pensamiento.

Se había hecho de noche.  Hasta ella llegaban las luces de los hoteles que ahora iluminaban la playa. En algunas de sus hamacas retozaban algunas parejas de jóvenes y sus risas lo cubrían todo.  Apenas faltaban unos veinte metros para cruzarse con el paseante, cuando de golpe ambos se detuvieron; el hombre aceleró el paso mientas que ella permanecía inmóvil:, no podía moverse.
El llegó a su altura y entonces pudieron comprobar que no se habían engañado, Maxim y Eva estaban frente a frente, mirándose, sin decir palabra, sin saber qué hacer.  Fue Maxim quién extendió sus brazos para dar refugio al cuerpo tembloroso de Eva.  El susurraba algo ininteligible para ella. Estaba nerviosa y tiritaba no sabía si de frío , de emoción o ambas cosas a la vez. Maxim se quitó la chaqueta y tapó con ella a Eva, que entonces si ambos se fundieron en  un largo beso.


—¡ Dios mío, tanto como te he buscado y estabas aquí !
—¿Qué quieres decir ?
—Te vi de extra en la película y esa misma noche te busqué por todos sitios, sin que nadie me diera referencias tuyas, y resulta que estabas hospedada en el mismo hotel que yo, en este...

Y señalando al bungalow de ella, soltó una sonora carcajada.  Ambos se sentaron en la arena contándose tantas cosas ocurridas en tantos años sin verse. Todo era muy formal, como si fueran dos buenos amigos que se encontraban después de mucho tiempo, pero eran más que dos buenos amigos. No habían dejado de amarse nunca.

Maxim se lo repetía una y otra vez, y ella guardaba silencio complacida.  Hubo un momento en que Eva le reprochó que todo eso estaba muy bien, pero que él no dejaba de salir con otras mujeres...

—Buscaba desesperadamente olvidarte. Creía que alguna de ellas haría que me olvidase de ti, pero siempre estabas ahí mortificándome en el momento más inoportuno. Te veía, bien lo sabe Dios, y veía tu cara como si me reprochases lo que estaba haciendo, y te juro que no podía...Despedía a la muchacha y volvía a mi desesperación por no tenerte.  Las cosas no me fueron bien.  Al poco tiempo de marcharte se fue Ed y la persona que me buscó, no respondía ni al trabajo ni a mis expectativas, o quizá fuese yo el que no respondía.
 Empecé a   hacerme mayor y los productores empezaron a olvidarse del nombre del actor que les había forrado de dólares.  Entonces recordé una conversación que tuve con Ed y que me dijo le habías recomendado: emprender algo detrás de las cámaras de manera que pudiera satisfacer mi dependencia del cine, pero que no me viera peregrinando por los despachos suplicando un papel en alguna película. Y así lo hice, y mira aquí me  encuentro rodando una.

—¿No me digas que eres el director en la que intervine ayer?
—Si, y doy gracias al cielo por ello.

Maxim acarició su cabello y la miraba con ternura infinita. Ella reclinaba la cabeza sobre su hombro y ambos guardaron silencio mirando el ir y venir de las olas. Había una pregunta que quemaba los labios de Maxim y que necesitaba saber:

—Eva ¿Estás casada o tienes pareja?
—No, nunca me casé. Tuve alguna relación, poca cosa. Tan poca cosa que aún permanezco soltera. Tengo un pequeño amor en mi vida...
—¿Tienes algún hijo?— le interrumpió Maxim
—No. El pequeño amor, es un pequeño perrito que se llama Body y que ahora está en Méjico con mi amiga Teresa. Es la señora que vive conmigo. Es toda mi familia.
—¿No has pensado nunca en casarte?
—No. Mi corazón está ocupado desde hace mucho tiempo y eso me impide querer a otra persona. ¿Te puedo preguntar algo?—dijo Eva
—Claro. Dime
—¿Por qué salías siempre del rodaje de tan malhumor?
—Viste mi película ¿no? Pues por esas escenas. No me gustaba hacerlas, pero el compromiso estaba bajo contrato y no tenía más remedio que realizarlas. Procuraba que la toma fuese a la primera, pero siempre había que repetirla, y no por mi culpa. Eso me hacía violentarme con quién menos debía, contigo. Me parecía que te estaba traicionando, porque yo te quise desde el principio, aunque tú no me diste facilidades...  Te vi en la portada de una revista que las chicas llevaron a la oficina. No quise ver su interior. Ellas comentaban que quizá fueses una nueva estrella de Hollywood. No escuché más.  Eran como puñales clavados en mi.  Estabas deslumbrante, y en algunas algo ligera de ropa
— ¡ Maxim ! No se veía nada
—Ya lo se. Era por hacerte rabiar— dijo riendo
— ¿Y si así hubiera sido ?
— No. Ni hablar. No quería que otros disfrutaran de lo que un día fue mío
— Yo me pasé bastante tiempo compartiendo tus películas con media humanidad, claro que en aquella fecha, no eras mío 

  Se levantaron y, ambos se dirigieron al hotel. Y volvieron a repetir la última noche en que se vieron, pero ahora sabiendo que su unión duraría toda su vida.


 Maxim terminó su película. Eva se despidió de Edimburgo y junto con Teresa y Body, regresaron a Los Ángeles, en donde les aguardaba con impaciencia un  Maxim sonriente y rejuvenecido. Ya no tenía tan marcada la arruga del entrecejo y había vuelto a ser la persona amable, educada y caballerosa de antaño.



Se casaron una mañana de Junio y a su enlace asistieron pocas personas: sus mejores amigos. Ed con su esposa y sus chiquillos, el periodista amigo de tantos años, Teresa, algunos miembros del equipo de Maxim y claro, Body. No les dio tiempo a tener hijos. Consideraron que eran muy mayores para ello y lamentaron el tiempo perdido, pero fueron felices, se quisieron cada día más y ahora estaban siempre juntos, de rodaje en rodaje. Eva de nuevo volvió a ser su asistente personal, quién le aconsejaba lo que mejor debía hacer y Maxim poco a poco fue olvidando su nostalgia del cine , de no ser el actor de primera plana.

Tenían todo cuanto querían, se tenían a ellos mismos, y juntos recorrían los distintos países buscando localizaciones,  rodando películas, o  asistiendo a festivales .  Toda la parafernalia que el pertenecer a esa profesión se requiere para que sus gentes no se olviden de tí. No tenían excesiva vida social. Acudían algún acto benéfico relacionado con la infancia o a la celebración de alguna fiesta ofrecida por un amigo.  Maxim consiguió varios premios por algunas de sus producciones. La productora marchaba bien, al tiempo que ayudaba a los nuevos valores proporcionándoles una oportunidad.  De nuevo Eva se convirtió en su mano derecha y la armonía y felicidad  reinaba en su hogar y hacía felices a todas las personas que les rodeaban. De nuevo, él,  era la persona que ella conoció, además su carácter se había dulcificado haciendo más atractivo su rostro.

Maxim ya ronda los cincuenta y ella algunos  menos. Se siguen  amando como el  día que se unieron. Él sigue apasionado por su trabajo. Teresa sigue a su lado y va envejeciendo con ellos. Body les abandonó un día y fue uno de los más tristes en la vida de Eva. Han vuelto a reír, a gastar bromas como dos adolescentes y de vez en cuando hacen alguna escapada los dos solos como dos enamorados que son. Los gemelos de Ed les llaman tíos y Eva se ganó hace tiempo la predilección del representante y ahora se ríen de las "batallitas" que tuvieron en otros tiempos.

Pasan el tiempo apaciblemente. Compraron una casa, no muy grande, en Malibú, y allí se sientan frente al mar tomados de la mano, mirándose y diciéndose lo que se quieren.  Y un día Eva, al fin, le confesó que aquella chica que en la alfombra roja negó querer su autógrafo, era ella misma, y que lloró durante mucho tiempo por aquella tontería que hizo,  pues ya estaba enamorada . él y  era el chico de sus sueños. .  Maxim, en un principio, se la quedó mirando
—¡ Claro, eras tú ! Por eso decía que me recodabas a alguien.  Aquello que hiciste me dio que pensar durante mucho tiempo.-

 Al final ambos rompieron a reír.



                                                         F    I    N

Autora:  1996rosafermu
Editada: Octubre de 2011
Fotografías:  Archivo de 1996rosafermu. Google. Promoción de Fifty

DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS

Nota de la autora: El relato es totalmente ficción, pero está basado en hechos reales #rosaf9494



viernes, 23 de diciembre de 2016

El chico de mis sueños - Capítulo 8 -El peso del recuerdo - Mi vida con un actor

A Eva le había gustado pasar la tarde con aquel periodista que conoció cuando ambos eran más jóvenes. En aquél tiempo, cuando se conocieron,  él era becario y ella asistente personal del actor de moda.  Ahora él era un refutado periodista que escribía en las mejores revistas y tenía programas de cine en la televisión. Volvieron a verse cuando, una vez editada la entrevista,y, antes de salir a la venta, la llevó un ejemplar para que viera el resultado de su reportaje fotográfico.  ¡ No era posible, aquella chica no era ella ! Preciosa, radiante, enloquecedora. Rápidamente volvió su recuerdo hacia Maxim ¿ La vería ? Nunca lo supo.  Posiblemente ya se hubiera casado, aunque no había visto ningún reportaje sobre ello, y seguro que las revistas se hubieran hecho eco de esa boda..

— ¿ Cuánto tiempo ha pasado ?— pensó—  ¡ Dios mío, muchos años !


Efectivamente, pasaron los años, pero la conversación  la  había retrotraído a su distanciamiento con Maxim.  El actor hacía una o dos películas al año. El tiempo había dejado sus huellas en los dos: al actor  le comenzaba   a salir algún cabello blanco por las sienes y ,  las arrugas se acentuaban en su entrecejo.   Ella andaba rondando los cuarenta, era joven, pero había madurado tanto física como mentalmente. Se mantenía espléndida en su madurez.  Había cambiado de trabajo en tres ocasiones a lo largo del tiempo, de domicilio,  e incluso de país.  Quería poner distancia, más de la existente, entre el actor y ella. Deseaba con todas sus fuerzas poder olvidarle,  sin conseguirlo.  Tuvo relaciones esporádicas, sin llegar a ser formales; siempre le asaltaban los recuerdos de su vida con el actor y siempre terminaba deprimida y triste.  Fijó su domicilio en Edimburgo. Desde hacía años vivía en Escocia a pesar de que el clima no le convencía mucho, pero se propuso dar un giro a su vida después de separarse de Maxim, y aterrizó en aquella tierra llena de historia que le apasionaba. Muchas veces se veía frente al monumento en recuerdo de Braveheart, le gustaba aquel lugar lleno de paz y tranquilidad.  En la actualidad tenía un trabajo que le permitía vivir muy cómodamente. Tenía tiempo libre para dedicarse a lo que quisiera y de vez en cuando le permitía viajar, que era lo que más le gustaba.

 Se anunciaba una primavera preciosa sin demasiada lluvia, extraño para aquellos lugares, y que ella agradecía pues de siempre había buscado el sol.


Paseando llegó delante del escaparate de una agencia de viajes. Se paró delante de él y comenzó a ver toda la publicidad de lugares exóticos, poblados de hermosos paisajes tropicales llenos de flores, sol, y mujeres preciosas que invitaban a visitar el pais. Recordó a Ed en su chalet de Puerto Rico, en Ponce, localidad agradable, acogedora y vibrante como era toda la isla.

—Quizá me acerque a visitarles... y rió pensando en "me acerque"-—Como si estuviera a la vuelta de la esquina...

Se decidió y entró en el establecimiento a recoger algunos folletos y revistas. Todavía quedaba para las vacaciones, pero así estaría entretenida eligiendo destino.  Tenía todo el tiempo del mundo; no había nadie a su cargo excepto Body, un perrito pequeño que había recogido de un refugio cuando decidió vivir en Escocia y su trabajo la permitía poderle atender. Vivía con  Teresa una mujer de mediana edad procedente de Méjico que  atendía el apartamento, a Body y le hacía compañía además de ser su confidente.

Teresa no tenía familia en Escocia,  por lo que Eva era  como una niña pequeña a la que mimaba y quería entrañablemente. Para Eva había sido un maná el encontrarla. Al llegar a Edimburgo estaba sola y su compañía le hizo mucho bien.
 Cuando llegó a su casa, soltó los folletos en la mesa del salón en el que Teresa veía tranquilamente la televisión.

—¿Proyectas las vacaciones?
—No exactamente, pasaba delante de Travelers y me entretuve viendo los folletos. Elegiremos juntas nuestro destino. ¿ Qué te apetece?
—¡ Ay niña! Quisiera ir a mi tierra unos días a ver a mis primos...
—De acuerdo. Mientras estés  allí, yo te esperaré en la playa. Pero ¿ en cuál?
—No sé, aún queda mucho tiempo
—No creas, este año pienso tomarlas en Junio. En esa época no hay todavía mucha gente en las zonas costeras. Me apetece un lugar con sol y mar... Quizá Bahamas. Bueno ¿ cenamos ya ?


El tiempo pasó veloz y pronto se vieron haciendo las maletas. Teresa iría a Méjico y Eva partiría a Bahamas.

—Cuídate, come y descansa.  Fueron las recomendaciones de Teresa que en  un bolsito de viaje llevaba a Body para  introducirlo en la jaula del avión.

—Tranquila voy a estar tumbada en una hamaca todo el día. Leeré como una descosida y me bañaré en las azules y tranquilas aguas del mar..
—Y no estaría de más que te echaras un noviete

 Bromeó Teresa a sabiendas de que no la iba a hacer caso.




El hotel era un  sueño: un bungalow que penetraba en las tranquilas aguas de aquella zona. Estaba lo suficientemente aislado para guardar su intimidad, pero unido al cuerpo central del hotel  por una especie de pasarela de manera que no perdía contacto con el mundanal ruido.  Los primeros días buscó la soledad y el descanso, pero luego le apetecía bajar hasta la cercana playa de arenas blancas y tranquilas azules aguas.

Desayunaba temprano y, temprano bajaba hasta el lugar elegido por ella. Allí leía, escuchaba música, o simplemente observaba a la gente;  casi todos novios en viaje de luna de miel), ya que las familias todavía estaban pendientes de su llegada por las vacaciones del colegio de los niños.  Le gustaba aquel lugar; a ratos se introducía en el mar y se bañaba

—Creo que ha sido una buena elección—pensaba.

A la hora de la comida se retiraba a su bungalow, se duchaba y se ponía un vestido para acudir al comedor y degustar la comida típica de la zona.  Pero aquella mañana decidió que comería en el puerto. Vería llegar a los pescadores y en cualquier restaurante degustaría algún pescado a la plancha, delicioso  recién cogido en alta mar.  En recepción pidió un taxi que le condujo hasta el pequeño puerto de pescadores. Dió una vuelta por allí y miró el reloj:

 — Es hora de comer, ya tengo apetito

Penetró en el interior del restaurante. En un rincón del mismo había un gran acuario en el que unas langostas reposaban tranquilas ignorando el destino que les aguardaba.  A Eva le apeteció uno de aquellos ejemplares más que el pescado que  tenía proyectado y así solicitó a un camarero  le hicieran a la plancha una de aquellas criaturas

—  Que no sea demasiado grande, por favor, estoy yo sola


Al cabo de un rato le sirvieron lo que había solicitado junto con una suculenta ensalada de vegetales y aguacates.  Al ver tan ricas viandas se le abrió el apetito y degustó el menú en su totalidad. Como postre pidió un  mango y de remate un café con crema.

—¡ Dios mío cómo he comido! Hubiera sido la delicia de Teresa. Siempre me está reprochando que como poco. Mi buena Teresa..— rió-.  Tendré que darme un buen paseo para bajar todo lo que he comido, o no me podré mover de la silla.


Después de abonar su cuenta, salió lentamente. Se distraía viendo la llegada de los pequeños barcos y sonreía cuando algún isleño le regalaba algún piropo que ella no entendía, pero que le halagaba que todavía algún hombre se fijara en que tenía una bonita figura y que su rostro ligeramente tostado por el sol hubiese recobrado el brillo y la lindeza de sus ojos.  Le había venido muy bien aquel viaje, había acertado plenamente.

Sin darse cuenta se había ido desplazando hasta el interior del pueblo. No sabía muy bien por donde había llegado, pero al ser un sitio pequeño creía no tener dificultad en regresar por el mismo camino. Tomó nota de alguna calle con la que pudiera identificar el regreso.  Llegó a una que se encontraba cortada al tránsito,  tanto de vehículos como de personas: estaban rodando una película



Se paró un momento con curiosidad. Para ella todo aquel trajín de cables e ir y venir de gentes, le era familiar de cuando ella acudía a los rodajes. Sonreía e inconscientemente miraba por si veía a alguien conocido

—Ha pasado mucho tiempo. Todas son caras nuevas— pensó

Un hombre con un altavoz se acercaba  en la dirección en que ella estaba. Toda la gente a su alrededor levantaba los brazos y chillaban para llamar la atención de aquel hombre que solicitaba extras para una escena.  De repente fue derecho hacia Eva y le dijo:

—¿Quiere trabajar en esta escena? 

 Eva miró a su alrededor buscando a la persona a quién iba dirigida la pregunta.

—No, no.  Es a usted a quién necesito. Es justo lo que buscaba. Venga

Y tomándola de la mano la llevó al centro de la calle antes de que ella pudiera decir que no.  Se encontró en medio de unas gentes caracterizadas para la escena que iban a rodar. El hombre le indicó:

—No tiene que hablar, ni hacer nada. Sólo caminar al lado de estos muchachos cuando yo lo indique.
—Bien, pero le advierto que sólo soy una turista que ha extraviado su regreso a casa
—No importa. Stella ven un momento. Arregla el pelo a la señorita y quítale un poco los brillos. No es necesario maquillar, pues a penas se le va a ver, pero el pelo recógelo hacia atrás , en una coleta. Haz el favor.  Da usted muy bien en la cámara es muy bonita
—Gracias, muchas gracias— dijo sonriendo Eva.

Su intervención duró unos escasos minutos. Fue divertido. Cuando pudo volver atrás tomó un taxi que había desviado su trayecto y regresó al hotel cuando las últimas horas de la tarde apuntaban en el horizonte.

Maxim se había ausentado del set durante un buen rato. Tenía que solucionar problemas de dinero con el banco. No le llegaba para terminar el rodaje en aquella zona. La productora se había retrasado en el envío y necesitaba liquidez para pagar los salarios de los extras.  Cuando llegó ya habían terminado de rodar y estaban preparando el visionado de las escenas realizadas en ese día para que diera la aprobación el montador. Todo se estaba haciendo a marchas forzadas, ya que la estancia estaba resultando demasiado cara. Era un producción modesta, con escasos recursos económicos, pero para Maxim suponía mucho: era su debut como director.

Desde que se separaron había formado una productora y había bajado el ritmo de rodajes. Ahora solamente interpretaba un par de películas y cada vez más se inclinaba por la producción de films para gente novel y en la dirección de alguna producción de su casa.  Los guiones que antes se amontonaban en la mesa de su despacho, empezaron a bajar y llegó un  momento  en que solamente tres o cuatro esperaban su revisión. La mayoría no le tenían a él como protagonista, sino actor de reparto y en algunas ocasiones eran tan flojos que hasta se ponía de malhumor al comprobar la baja calidad del guión. Por eso desde hacía dos años se volcaba en su productora y en interpretar alguna película cuyo nivel  fuera pasable. Estaba menos nervioso. y  había ganado en amabilidad y sonreía más a menudo.
Las mujeres seguían persiguiéndole. Conservaba su bien moldeado cuerpo y se mantenía atlético a pesar de no ser ya el actor que las enloquecía, pero seguía siendo un hombre guapo y atractivo.

Ese día llegó un poco de malhumor pues había tenido un rifirrafe con el director del banco, pero al fin había conseguido el préstamo. Respiró profundo y entró en el vehículo en donde se estaban  montando los planos rodados.  Después de saludar a sus compañeros, arrimó una silla y se dispuso a visionar las escenas.

—¡Para! ¡Para ahí!— indicó al montador.
—Da a la moviola, por favor. Dale
— ¿Qué ocurre? Es el plano de la calle
-—Si ya lo veo. Agranda la figura de la mujer, por favor

No podía creérselo. Allí estaba ella. Era el centro del plano. No era posible; la única vez que falta del rodaje y..

—¿Quién es esa extra?
—Pues no lo sé. Estaba entre el público viendo el rodaje y supuse que venía como anillo al dedo para lo que queríamos.  Recuerdo que me dijo que era una turista que se había perdido, pero no sé más. Era muy bonita,. En eso si me fijé..
—¿No dejó ninguna dirección. Nada?
— Pues no. Ni siquiera se me ocurrió preguntarle... Era una escena sin importancia, sólo de bulto.
— Está ben, no te preocupes.


Terminó de realizar su trabajo y aquella noche no cenó con sus compañeros, cogió su coche y se dirigió a la zona turística. Debía encontrarla aunque en ello emplease toda la noche.

Preguntó en  los hoteles pero en ninguno quisieron darle referencias de Eva. llevaban a rajatabla la intimidad de los huéspedes y en  ninguno consiguió noticias.  Cansado, pues el día había sido muy largo,  se dirigió a su hotel para descansar aunque sólo fueran unas horas, pues el trabajo lo empezaban temprano antes de que el sol estuviera lo suficientemente fuerte como para hacer que se retiraran. Ya les quedaban pocos planos que rodar, quizás dos o tres días a lo sumo.

—Antes de irme debo encontrarla— pensó y con la imagen de Eva en la película, se quedó dormido.

jueves, 22 de diciembre de 2016

El chico de mis sueños - Capítulo 7- Ruptura - Mi vida con un actor

Estaba furiosa y la rabia me nublaba la visión y las lágrimas se agolpaban en mis ojos. Iba buscando, sin mirar, algún taxi cuando unos faros me deslumbraron. Era el vehículo de los estudios que venía a recogernos.  Para colmo hacía rato que comenzó a llover.  Mi ropa estaba mojada.  Algo raro debió notar Nicolás, porque se apeó rápidamente del coche y vino a mi encuentro

—Señorita ¿Qué le ocurre, qué le ocurre ¿A dónde va ?

  Yo le miré y le pedí que me ayudara a encontrar un taxi, a lo que él me respondió:

—A estas horas no hay nada por aquí. Venga, entre en el coche y yo iré a buscar al señor
—Es que no quiero ir con él, no quiero verle
—Pero ¿Qué le ha ocurrido, ha discutido? El es muy educado con todo el mundo...
—Si, si lo es para todos, pero me  exige más de lo que puedo tolerar, así que no volveré a trabajar más con él.



Tragándome el orgullo, no tuve más remedio que sentarme al lado del chófer, sin mirar atrás ni una sola vez  Maxim iba mirando por la ventanilla todo el trayecto,  dejé de llorar, delante de él no lo haría. Al  ver que mi ropa estaba mojada, se quitó su chaqueta y me la dio para reemplazar  la mía. Ni siquiera le miré.  Sólo dije " gracias".  Y en verdad se lo agradecí, pues estaba muerta de frío. De esta manera llegué a mi domicilio; estreché la mano del conductor para despedirme y con paso ligero me dirigí al portal.  Detrás de mi llegó Maxim, que asiéndome por el brazo dijo:

  —Vamos, vamos no ha sido para tanto. Perdóname, quizá salía nervioso y lo pagué con quién menos debía. Por favor no te vayas; eres mi mano derecha. Por favor,  perdón...

 Pero  estaba resuelta a dar fin a aquella situación y, soltándome de su mano, le dije:

—No Maxim, estoy harta y ya no le aguanto. Sólo deseo que sea más prudente con la persona que me substituya., yo no seré.   Buenas noches

 Me quité su chaqueta y se la devolví, quedando la mía en la furgoneta, pero ni siquiera la reclamé.

Abrí el portal y me dirigí al ascensor, sintiendo en mi nuca la profunda mirada del actor.  Cuando llegué a casa, tiré los zapatos y  el bolso . Llena de rabia, pena, nervios y no sé cuántas cosas más, fui al cuarto de baño y solté el agua de la bañera. Tomaría un baño caliente de agua con sales para relajarme. Tenía que tener la mente fría para redactar mi dimisión que debía ser concisa y sin lugar a tergiversar sus términos.  Permanecí en la bañera llorando,  hasta que el agua se quedaba fría. Yo pensaba en todo lo ocurrido y además de la rabia sentía una pena inmensa por la forma en que habíamos terminado. La atracción que sentía por Maxim, era fatal para mi . Era un hombre muy guapo, correcto y cariñoso, pero no llegaba a entender el cambio tan brusco que había sufrido.

Me vestí y abrí el ordenador dispuesta a redactar mi renuncia. Decidí no dar más explicaciones que las precisas: por incompatibilidad con la vida diaria....  sin más. Firmé y pulse la tecla de enviar, directa al ordenador de Maxim y una copia al de Ed y otra a Recursos Humanos.  De esta forma cerré bruscamente mi colaboración con Maxim Green, el actor de moda que se rifaban todas las actrices para trabajar con él.

Pasó algo más de un año , no recuerdo muy bien. Empezaron los spots y reportajes de la próxima película  a estrenar  de la causante de nuestra ruptura y que estaba causando gran expectación.  Para la fecha de su estreno estaba anunciada la presencia, además de los dos protagonistas, infinidad de actores y actrices y directores de revistas de Sociedad, . Todas relacionadas con ese mundillo.  Yo sentía curiosidad de verla y para ello saqué una entrada y fui a su estreno, pero pasando inadvertida ya que irían personas que conocía de cuando mi  colaboración con el actor.

Nadie se percató de mi presencia y cuando comenzaron los títulos de créditos, salí de la sala antes de que los actores recibieran los aplausos de los asistentes. Era una película buena, con las escenas "calientes" que imaginaba y eso me molestó  Muchos de los asistentes y por temor a la aglomeración, tuvieron la misma idea que yo, el caso es que nos amontonamos a la salida dando lugar a que salieran los actores. Ya estaba en la calle y me dirigía al aparcamiento en donde había dejado el coche, cuando vi de espaldas a mi y,   a cierta distancia, a Maxim, que charlaba amigablemente con al actriz y con algunas otras personas: sin duda comentando el éxito del film.


A pesar de no estar cerca , cuando llegaba a su altura,  él se giró y me vio . Ninguno de los dos hicimos ningún gesto; éramos dos extraños, como si nunca nos hubiéramos visto. Me introduje en el coche, pero en el primer semáforo observé que otro estaba detrás de mi. No podía ver en su interior, y no sé porqué llamó mi atención, pero no le di más importancia. Había cambiado de domicilio cuando dejé el trabajo. No quería estar localizable y no se me ocurrió nada mejor que irme  a otro barrio.
Llegué a casa y me estaba preparando un café cuando sonó el portero automático y por su visor le vi Qué hacia allí?
 Efectivamente Maxim era el coche que me había seguido. pulsé el botón de apertura preguntándome que querría. Pronto lo supe... Abrí la puerta y por unos instantes permanecimos los dos frente a frente sin pronunciar palabra, sólo mirándonos muy serios.  Maxim dio un  paso al frente y tomándome por la cintura me abrazó apasionadamente

Yo no sabía qué decir, no me salían las palabras. Pero no hizo falta. Me vi abrazándole y en ese instante supe que no era atracción lo que por él sentía. Era algo más fuerte, más profundo, quizá Maxim estaba percibiendo lo mismo que yo. Nos besamos una y otra vez. No necesitábamos decir nada, los dos sabíamos lo que aquello representaba.  Lo siguiente fue una noche apasionada, de infinito amor y entrega. El amanecer nos sorprendió despiertos uno al lado del otro. El me daba unas explicaciones, yo le replicaba, pero ambos hablamos y supimos que todo aquello que habíamos vivido y que queríamos ignorar nos había llevado a ese instante: nos amábamos aunque no quisimos darnos cuenta, es decir, no quise darme cuenta yo, porque él en repetidas ocasiones trato de hacérmelo saber, no permitiendo mi actitud ir más allá.


Ambos sabíamos que nuestras vidas estarían separadas. Nuestros mundos eran distintos. El amaba su carrera, era oxígeno para su vida y por otro lado estaba yo. Estaba dispuesto a dejar todo para seguirme, pero yo no lo podía permitir porque eso hubiera sido el fin de nuestra relación. Siempre hubiera habido un reproche por su parte por haberle hecho abandonar el cine. Yo no entraba en ese mundo, no me gustaba, no podía ver impasible cómo se besaba con otra mujer , como la abrazaba. Sólo el pensarlo me oprimía la garganta: sentía unos celos difíciles de soportar. Era imposible, debíamos separarnos y seguir cada uno nuestro camino. Así lo hicimos. Nos dimos el último beso, el último abrazo, nos dijimos por última vez "te quiero". Cuando cerró la puerta, me recosté en ella y rompí a llorar

—¿ Por qué es todo tan difícil? ¿Por qué?

No nos volvimos a ver y cada uno seguimos adelante con  el recuerdo de aquella noche maravillosa, la única que tuvimos a pesar de amarnos locamente.  Supe por las revistas y la televisión que tuvo bastantes romances con distintas mujeres. Unos duraban más que otros, todos,  no demasiados largos. A pesar de que en las fotografías  se le veía sonriente y feliz, yo sabía que no lo era: el gesto del entrecejo estaba cada vez más profundo.

Supe que Ed vivía en Puerto Rico, feliz con su mujer   ¡Se había casado ! Había cumplido su deseo : tenía gemelos.

De vez en cuando me llamaba por teléfono y me enviaba fotografías de sus pequeños, y hasta estuve con ellos en un par de ocasiones. Nuestra amistad se había hecho muy profunda.

 Y eso fue todo, querido amigo.  Ahí acabó la  historia de amor- odio entre un actor famoso y su asistente personal.

De esta forma,  Eva , que estaba sentada frente al periodista que la había entrevistado, narró la parte de su vida junto al actor. El reportero apagó la grabadora. Durante todo el tiempo escuchó todo lo que ella le había confiado, no le formuló ninguna pregunta, no hacía falta. Ella le había narrado sus vivencias y en el transcurso de su relato, algunas veces sus ojos se habían nublado por las lágrimas, pero siguió adelante.

Eva pidiendo disculpas,  se levantó y fue a preparar un café con que obsequiar al entrevistador. No comprendía el porqué de aquello; ella no era famosa ni desempeñaba un trabajo relevante. Conoció a aquel periodista cuando era becario.  Un día en el estudio le pidió que intercediera ante Maxim para que le concediera una entrevista para conseguir un puesto fijo en su revista. Por la mediación de Eva, la consiguió y consiguió su contrato. En agradecimiento él le envió un hermoso ramo de rosas y derivó en  una amistad que perduró a través del tiempo. 
Ante la pregunta de ella, del por qué esa entrevista, él  respondió:


—Me pareció interesante. Se dice que detrás de un gran hombre, hay una gran mujer. Voy a abrir una serie de reportajes de personalidades de distintas especialidades y quise empezar por Maxim, que goza de todas mis preferencias, como puedes comprender, y claro, detrás de él estabas tú. 

  Ambos rieron y junto con el café, Eva depositó encima de la mesa unos dulces y una botella de Jerez, que tomaron mientras derivaba la conversación hacia cosas intrascendentes.

—¡ Ya es de noche ! Gracias Eva te agradeceré siempre la deferencia que tienes conmigo
—Para eso están los amigos, y tú nos trataste siempre muy bien.
—  ¿Puedo pedirte una última cosa?— dijo el reportero
— ¡Claro! Sabes que si.  ¿ Qué es ello ?
—Deseo hacerte una foto. Pero algo especial.
— No desearía salir en el reportaje. No quisiera ser reconocida por alguien
— ¿ Cuando dices ese alguien, te refieres a Maxim?
— Si. A él me refiero
— No te preocupes. Te mandaré a una fotógrafa amiga mía, muy buena, a ella se le ocurrirá algo
-—Si es así ... de acuerdo
-—Bien. Mañana te llamo... o bien te llamará ella

Se dieron dos cariñosos besos en las mejillas. Al tiempo de esto, él  apretó un brazo cariñosamente en sentido de que había comprendido todo el relato que había escuchado.  Eva aún estaba loca por Maxim, aunque ella no lo hubiera mencionado.

 La fotografía resultó espectacular.  Eva parecía una estrella de cine insinuante, sin mostrar nada pero dejando claro que tenia una belleza poco común. Cuando el periodista la vio en la tirada de la revista, comentó:



- No me extraña que Maxim perdiera la cabeza por ella.

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