El tiempo había transcurrido veloz y el final de su estancia en Irlanda estaba llegando. Durante los seis últimos meses transcurridos desde su casamiento habían ocurrido cosas importantes en sus vidas. Laura se había ganado el corazón de su suegro que había ofrecido su colaboración para acabar felizmente su tesina. La había estudiado con una lupa y al final tuvo que rendirse ante la evidencia de que el amor que la pareja sentía era auténtico y, en particular a ella, no la movía otra cosa que el permanecer junto a su esposo.
La armonía existente entre los recién casados llenaban de juegos, risas y alegría el viejo caserón de la familia, pero todo eso tocaba a su fin aunque fuera por un corto espacio de tiempo.
Debía regresar a España para conseguir la licenciatura, aunque el entusiasmo que sintiera por conseguirla en los primeros tiempos, se había desvanecido en parte. Ahora tenía otras ilusiones por las que luchar, pero su marido la animaba constantemente para que no abandonara .
Lentamente empezó a preparar su equipaje lEl otoño se había presentado de improviso y comenzaba a sentirse el frio. A través del ventanal de su habitación, contemplaba el magnífico paisaje de los prados, con los árboles que comenzaban a teñirse de color dorado. Sin prisa por hacer la maleta, quería retrasar de esta manera, su regreso a Madrid.
Como siempre, George la había despertado besando su frente y deseándola buenos días, pero los de hoy eran especiales: mañana no la tendría allí y aunque pensaba reunirse con ella en breve, el pensar que iba a estar lejos de él, aunque fuera por breve tiempo, le ponía de mal humor.
Laura había aportado a su vida, además de amor, alegría, novedad, risas y felicidad. Se levantó lentamente de la cama dirigiéndose a la ducha. Ella se había despertado, es decir se había dormido muy tarde, sólo cuando el desvelo y cansancio se lo permitieron. No quiso seguirle, se dió la vuelta en la cama porque en ese momento le vino a la cabeza que tenía que partir al día siguiente.
Se levantó al igual que su marido, malhumorada . No sabía cuál era el motivo y el por qué, pero el caso es que tuvieron su primera discusión de casados. Ninguno de los dos sabía quién la había comenzado y el motivo, a buen seguro que sería una tontería.
El motivo era que los dos estaban apenados por el viaje y no supieron expresarlo de otra manera que no fuera reprochándose el uno al otro insensateces. Georges bajó por delante a desayunar y cuando momentos después lo hizo Laura, ya estaba su suegro sentado a la mesa y George había acabado el desayuno.
Con cara larga él se levantó de la silla para irse al trabajo, y muy de pasada dijo a su mujer:
-No sé si podré venir a comer. Hasta luego
Y salió de la habitación dejando a Laura perpleja. Era la primera vez que se marchaba sin darla un beso , sin acariciarla. Esto también extrañó al padre, pero por prudencia se hizo el desentendido. Laura no hizo ningún comentario, terminó de desayunar y dijo a su suegro.
-Si no te importa voy a salir a tomar un poco el aire, quiero despedirme del entorno.
En realidad estaba acongojada y quería alejarse de allí para poder desahogar su rabia contenida. Cortó unas rosas del rosal preferido de su suegra y lentamente se encaminó al lugar, dentro de la finca, donde reposaban los restos de la madre de su esposo. Se sentó en el borde de la lápida y depositó las rosas en la cabecera. Permaneció silenciosa unos momentos; después rompió a llorar desconsolada, y como si la pudiera escuchar, contó a su difunta suegra el incidente ocurrido con Georges antes del desayuno:
-La verdad es que se ha cansado de mi, ya le da lo mismo si duermo a su lado o no. Ha dejado de importarle mi presencia. Se ha marchado a trabajar sin darme un beso, ni una sola caricia, y sin poner siquiera su mano en mi hombro como suele hacer. Ya no me quiere. He sido una novedad en su vida, pero ya ha pasado, ya no represento nada para él. Me voy mañana y hoy no nos hablamos. ¿ Por qué ha ocurrido, qué es lo que he hecho mal? Yo estaba dispuesta a renunciar a todo, y era él quién me animaba a terminar mi tesina.
Un sollozo salió de lo más profundo de su corazón, sintiendo una angustia infinita. Unas fuertes manos la tomó por los hombros haciéndola girar y entonces vio a un George profundamente arrepentido que la abrazaba y la besaba pidiéndola perdón.
-Perdón, perdón.No tenía derecho a hacerte pasar este mal rato. No has hecho nada malo, ni yo tampoco. Sólo me he levantado mal, pensando que mañana a estas horas ya no te tendré a mi lado, y aunque sean dos ,tres días, no te voy a tener. Eso me ha mortificado durante días y hoy no me he podido contener, sin darme cuenta que al irme de esa forma te hacía daño. Perdóname cariño, perdona. Te quiero tanto que si no te tengo me falta la vida.
-Ya...,ya-, dijo ella tratando de terminar con la angustia de su esposo. -Suficiente mi amor, ya ha pasado todo. Ha sido una tonta discusión de recién casados. Nada ha cambiado entre nosotros. Perdóname tu también por haber dudado de tu cariño.
Se fundieron en un abrazo y entraron en la casa.
Laura se acomodó en el asiento del avión pensando en aquel otro viaje de hace un año en el que conoció al que hoy era su marido. Cuando quiso recordar tomaban tierra en Barajas. Llegó a una casa que a pesar de ser la suya, le pareció extraña y desoladora. Dejó el equipaje llamó a su marido y a su suegro para comunicarles que ya había llegado y bajó a comprar leche y algo con lo que cenar aquel día. No tenía apetito, así que se calentó un poco de leche y después de ducharse se metió en la cama. El teléfono repiqueteó muy temprano y al descolgarlo oyó la voz de Georges que sonriendo le daba los buenos días:
-Buenos días mi amor muuuua. ¿Has dormido bien? Yo noooo
Ella rió alegre al comprobar que su marido estaba al otro lado y se lo imaginaba como siempre despertándola para comenzar un nuevo día.
-Hummmm, se desperezó. Buenos días rey. Yo he dormido como un bebe. Estaba agotada con tantas emociones. Ahora me vestiré e iré a la universidad a entregar la tesina . Estoy deseando que acabe el trámite. ¿Sabes lo que me gustaría? que me rechazaran, así volvería enseguida a tu lado.
-¿Estás loca? después del esfuerzo que te ha supuesto tienes que sacarla y con muy buena nota. El informe es soberbio y te lo tienen que reconocer, aunque ello suponga que no voy a verte en una semana. Anda ponte elegante y ve pronto y ojalá hoy no te den una respuesta pues eso sería buena señal. En cuanto llegues de la universidad, me llamas ¿eh? No se te olvide. ¡ Ah! mi padre te envia un abrazo y me dice que no entrarás en su biblioteca nunca más si no llevas el doctorado bajo el brazo. Ambos rieron y colgaron el teléfono, no sin antes decirse repetidas veces que se amaban.
Entregó la tesina y la dijeron que establecerían contacto para comunicarle el resultado. Ella salió de la universidad y se encaminó a la parada de taxi. Tomó uno y quiso ir a un lugar en que estuviera distraida para que los nervios la dejaran en paz. A través de su móvil llamó a su marido y a continuación a su suegro con el que bromeó durante un rato. Aquel viejo cascarrabias, conservador de las más rancias tradiciones se había encariñado con aquella ibérica, como él la llamaba, que le hacía compañía con su charla amena, con sus risas alegres y con la cultura que poseía. Nunca se aburrían; delante de una taza de café aguardaban que diera la hora en que Georges regresara a casa. En un momento de confidencias, Timoty le habló:
-Laura, ¿qué piensas hacer cuando tengas el doctorado?
-Pues la verdad no lo he pensado. Lo tenía todo calculado. Al obtener el doctorado solicitaría una plaza en alguna universidad como profesora de historia, o en algún colegio mayor. Quería transmitir lo que sé a otras generaciones, pero ahora todo ha cambiado. Aquí soy una extranjera, no domino muy bien el idioma y además Georges quiere tener hijos enseguida, con lo cual no se lo que haré.
-Cuando tengas el doctorado solicita plaza en la universidad, como tenías pensado y además una clase basada en los orígenes celtas sería muy intersante. Sobre el idioma yo te enseñaré el gaélico, con lo cual no tendrás problemas. En cuanto a los hijos, esa es una cuestión vuestra, aunque a mi me encantaría que me hicierais abuelo enseguida- y ambos rompieron a reir.
Miró su reloj y vio que era hora del almuerzo. Entró en un restaurante por ella conocido y pidió algo de pescado con ensalada. No tenía hambre y si muchos nervios aunque no quisiera admitirlo. Después de comer decidió acudir a un cine para que la tarde no se le hiciera tan larga. A la salida ya era casi de noche.
A pesar de que el otoño en Madrid es una estación preciosa no le apetecía pasear. Quería llegar a casa y chatear con Georges durante un rato despues se iria a la cama, y quizá con un poco de suerte supiera algo al día siguiente. Pero no fue como ella esperaba; transcurrió una semana y aún no sabía nada ante su desesperación por la demora
Estaba desayunando después de haber hablado con Georges, cuando el teléfono sonó nuevamente:
-¿Sra. Mortimer? por favor, ó Laura Escribano, mejor dicho.¿Se puede poner?
-Si, soy yo.¿Quién llama?
-Es de la universidad, para comunicarla que ha aprobado la tesina y tiene concedido el doctorado con una nota de 9 puntos.
-¿Me lo puede repetir, por favor?
-¡ Claro ! es usted doctora en historia con una nota excelente. Pasado mañana en el Aula Magna la entregaremos la acreditación. Deberá estar a las diez de la mañana.
Cuando colgó el teléfono tuvo que sentarse. Con mano temblorosa marcó de nuevo el número particular de Georges y cuando él contestó a su llamada, soló atinó a decir:
-Pasado mañana a las diez, me darán el doctorado. ¡ Lo he conseguido, lo he conseguido !
-Dios mio, ¿lo ves? enhorabuena mi amor, enhorabuena
-No llames a tu padre, deja que lo haga yo ahora, cuando colguemos.
El día se la hizo interminable. Salió a la calle: se compraría un elegante vestido para recibir su título, sería algo especial. La víspera se acostaría temprano a pesar de que sabía que no podría conciliar el sueño. Se dio un baño caliente para relajarse, se hizo un pequeño bocadillo de jamón y con la bandeja se puso delante del televisor con la idea de distraerse. No le entraba ni un sólo bocado en el estómago, por lo que abandonó la idea del bocadillo y optó por un vaso de leche caliente. Al terminar y, cuando estaba recogiendo la bandeja, el timbre de la puerta sonó, y extrañada se repitió:
-¡Qué extraño ! ¿quién será a estas horas?
Abrió la puerta y ante si apareció un George pletórico de satisfacción que de una zancada se plantó delante de ella abrazándola y besándola al tiempo que reia ante el asombro de Laura
-¿Pero qué haces aquí?
-¿Crees que me iba a perder el doctorado de mi esposa?
-Dios mio George, ¡estás aquí! ¡ has venido!
-Mal marido sería yo si no lo hiciera.¿Cuando te vas a dar cuenta que tú eres mi prioridad en todo?
Se abrazaron nuevamente felices, contentos por estar de nuevo juntos. Era el comienzo de una nueva etapa en sus vidas.
La armonía existente entre los recién casados llenaban de juegos, risas y alegría el viejo caserón de la familia, pero todo eso tocaba a su fin aunque fuera por un corto espacio de tiempo.
Debía regresar a España para conseguir la licenciatura, aunque el entusiasmo que sintiera por conseguirla en los primeros tiempos, se había desvanecido en parte. Ahora tenía otras ilusiones por las que luchar, pero su marido la animaba constantemente para que no abandonara .
Lentamente empezó a preparar su equipaje lEl otoño se había presentado de improviso y comenzaba a sentirse el frio. A través del ventanal de su habitación, contemplaba el magnífico paisaje de los prados, con los árboles que comenzaban a teñirse de color dorado. Sin prisa por hacer la maleta, quería retrasar de esta manera, su regreso a Madrid.
Como siempre, George la había despertado besando su frente y deseándola buenos días, pero los de hoy eran especiales: mañana no la tendría allí y aunque pensaba reunirse con ella en breve, el pensar que iba a estar lejos de él, aunque fuera por breve tiempo, le ponía de mal humor.
Laura había aportado a su vida, además de amor, alegría, novedad, risas y felicidad. Se levantó lentamente de la cama dirigiéndose a la ducha. Ella se había despertado, es decir se había dormido muy tarde, sólo cuando el desvelo y cansancio se lo permitieron. No quiso seguirle, se dió la vuelta en la cama porque en ese momento le vino a la cabeza que tenía que partir al día siguiente.
Se levantó al igual que su marido, malhumorada . No sabía cuál era el motivo y el por qué, pero el caso es que tuvieron su primera discusión de casados. Ninguno de los dos sabía quién la había comenzado y el motivo, a buen seguro que sería una tontería.
El motivo era que los dos estaban apenados por el viaje y no supieron expresarlo de otra manera que no fuera reprochándose el uno al otro insensateces. Georges bajó por delante a desayunar y cuando momentos después lo hizo Laura, ya estaba su suegro sentado a la mesa y George había acabado el desayuno.
Con cara larga él se levantó de la silla para irse al trabajo, y muy de pasada dijo a su mujer:
-No sé si podré venir a comer. Hasta luego
Y salió de la habitación dejando a Laura perpleja. Era la primera vez que se marchaba sin darla un beso , sin acariciarla. Esto también extrañó al padre, pero por prudencia se hizo el desentendido. Laura no hizo ningún comentario, terminó de desayunar y dijo a su suegro.
-Si no te importa voy a salir a tomar un poco el aire, quiero despedirme del entorno.
En realidad estaba acongojada y quería alejarse de allí para poder desahogar su rabia contenida. Cortó unas rosas del rosal preferido de su suegra y lentamente se encaminó al lugar, dentro de la finca, donde reposaban los restos de la madre de su esposo. Se sentó en el borde de la lápida y depositó las rosas en la cabecera. Permaneció silenciosa unos momentos; después rompió a llorar desconsolada, y como si la pudiera escuchar, contó a su difunta suegra el incidente ocurrido con Georges antes del desayuno:
-La verdad es que se ha cansado de mi, ya le da lo mismo si duermo a su lado o no. Ha dejado de importarle mi presencia. Se ha marchado a trabajar sin darme un beso, ni una sola caricia, y sin poner siquiera su mano en mi hombro como suele hacer. Ya no me quiere. He sido una novedad en su vida, pero ya ha pasado, ya no represento nada para él. Me voy mañana y hoy no nos hablamos. ¿ Por qué ha ocurrido, qué es lo que he hecho mal? Yo estaba dispuesta a renunciar a todo, y era él quién me animaba a terminar mi tesina.
Un sollozo salió de lo más profundo de su corazón, sintiendo una angustia infinita. Unas fuertes manos la tomó por los hombros haciéndola girar y entonces vio a un George profundamente arrepentido que la abrazaba y la besaba pidiéndola perdón.
-Perdón, perdón.No tenía derecho a hacerte pasar este mal rato. No has hecho nada malo, ni yo tampoco. Sólo me he levantado mal, pensando que mañana a estas horas ya no te tendré a mi lado, y aunque sean dos ,tres días, no te voy a tener. Eso me ha mortificado durante días y hoy no me he podido contener, sin darme cuenta que al irme de esa forma te hacía daño. Perdóname cariño, perdona. Te quiero tanto que si no te tengo me falta la vida.
-Ya...,ya-, dijo ella tratando de terminar con la angustia de su esposo. -Suficiente mi amor, ya ha pasado todo. Ha sido una tonta discusión de recién casados. Nada ha cambiado entre nosotros. Perdóname tu también por haber dudado de tu cariño.
Se fundieron en un abrazo y entraron en la casa.
Laura se acomodó en el asiento del avión pensando en aquel otro viaje de hace un año en el que conoció al que hoy era su marido. Cuando quiso recordar tomaban tierra en Barajas. Llegó a una casa que a pesar de ser la suya, le pareció extraña y desoladora. Dejó el equipaje llamó a su marido y a su suegro para comunicarles que ya había llegado y bajó a comprar leche y algo con lo que cenar aquel día. No tenía apetito, así que se calentó un poco de leche y después de ducharse se metió en la cama. El teléfono repiqueteó muy temprano y al descolgarlo oyó la voz de Georges que sonriendo le daba los buenos días:
-Buenos días mi amor muuuua. ¿Has dormido bien? Yo noooo
Ella rió alegre al comprobar que su marido estaba al otro lado y se lo imaginaba como siempre despertándola para comenzar un nuevo día.
-Hummmm, se desperezó. Buenos días rey. Yo he dormido como un bebe. Estaba agotada con tantas emociones. Ahora me vestiré e iré a la universidad a entregar la tesina . Estoy deseando que acabe el trámite. ¿Sabes lo que me gustaría? que me rechazaran, así volvería enseguida a tu lado.
-¿Estás loca? después del esfuerzo que te ha supuesto tienes que sacarla y con muy buena nota. El informe es soberbio y te lo tienen que reconocer, aunque ello suponga que no voy a verte en una semana. Anda ponte elegante y ve pronto y ojalá hoy no te den una respuesta pues eso sería buena señal. En cuanto llegues de la universidad, me llamas ¿eh? No se te olvide. ¡ Ah! mi padre te envia un abrazo y me dice que no entrarás en su biblioteca nunca más si no llevas el doctorado bajo el brazo. Ambos rieron y colgaron el teléfono, no sin antes decirse repetidas veces que se amaban.
Entregó la tesina y la dijeron que establecerían contacto para comunicarle el resultado. Ella salió de la universidad y se encaminó a la parada de taxi. Tomó uno y quiso ir a un lugar en que estuviera distraida para que los nervios la dejaran en paz. A través de su móvil llamó a su marido y a continuación a su suegro con el que bromeó durante un rato. Aquel viejo cascarrabias, conservador de las más rancias tradiciones se había encariñado con aquella ibérica, como él la llamaba, que le hacía compañía con su charla amena, con sus risas alegres y con la cultura que poseía. Nunca se aburrían; delante de una taza de café aguardaban que diera la hora en que Georges regresara a casa. En un momento de confidencias, Timoty le habló:
-Laura, ¿qué piensas hacer cuando tengas el doctorado?
-Pues la verdad no lo he pensado. Lo tenía todo calculado. Al obtener el doctorado solicitaría una plaza en alguna universidad como profesora de historia, o en algún colegio mayor. Quería transmitir lo que sé a otras generaciones, pero ahora todo ha cambiado. Aquí soy una extranjera, no domino muy bien el idioma y además Georges quiere tener hijos enseguida, con lo cual no se lo que haré.
-Cuando tengas el doctorado solicita plaza en la universidad, como tenías pensado y además una clase basada en los orígenes celtas sería muy intersante. Sobre el idioma yo te enseñaré el gaélico, con lo cual no tendrás problemas. En cuanto a los hijos, esa es una cuestión vuestra, aunque a mi me encantaría que me hicierais abuelo enseguida- y ambos rompieron a reir.
Miró su reloj y vio que era hora del almuerzo. Entró en un restaurante por ella conocido y pidió algo de pescado con ensalada. No tenía hambre y si muchos nervios aunque no quisiera admitirlo. Después de comer decidió acudir a un cine para que la tarde no se le hiciera tan larga. A la salida ya era casi de noche.
A pesar de que el otoño en Madrid es una estación preciosa no le apetecía pasear. Quería llegar a casa y chatear con Georges durante un rato despues se iria a la cama, y quizá con un poco de suerte supiera algo al día siguiente. Pero no fue como ella esperaba; transcurrió una semana y aún no sabía nada ante su desesperación por la demora
Estaba desayunando después de haber hablado con Georges, cuando el teléfono sonó nuevamente:
-¿Sra. Mortimer? por favor, ó Laura Escribano, mejor dicho.¿Se puede poner?
-Si, soy yo.¿Quién llama?
-Es de la universidad, para comunicarla que ha aprobado la tesina y tiene concedido el doctorado con una nota de 9 puntos.
-¿Me lo puede repetir, por favor?
-¡ Claro ! es usted doctora en historia con una nota excelente. Pasado mañana en el Aula Magna la entregaremos la acreditación. Deberá estar a las diez de la mañana.
Cuando colgó el teléfono tuvo que sentarse. Con mano temblorosa marcó de nuevo el número particular de Georges y cuando él contestó a su llamada, soló atinó a decir:
-Pasado mañana a las diez, me darán el doctorado. ¡ Lo he conseguido, lo he conseguido !
-Dios mio, ¿lo ves? enhorabuena mi amor, enhorabuena
-No llames a tu padre, deja que lo haga yo ahora, cuando colguemos.
El día se la hizo interminable. Salió a la calle: se compraría un elegante vestido para recibir su título, sería algo especial. La víspera se acostaría temprano a pesar de que sabía que no podría conciliar el sueño. Se dio un baño caliente para relajarse, se hizo un pequeño bocadillo de jamón y con la bandeja se puso delante del televisor con la idea de distraerse. No le entraba ni un sólo bocado en el estómago, por lo que abandonó la idea del bocadillo y optó por un vaso de leche caliente. Al terminar y, cuando estaba recogiendo la bandeja, el timbre de la puerta sonó, y extrañada se repitió:
-¡Qué extraño ! ¿quién será a estas horas?
Abrió la puerta y ante si apareció un George pletórico de satisfacción que de una zancada se plantó delante de ella abrazándola y besándola al tiempo que reia ante el asombro de Laura
-¿Pero qué haces aquí?
-¿Crees que me iba a perder el doctorado de mi esposa?
-Dios mio George, ¡estás aquí! ¡ has venido!
-Mal marido sería yo si no lo hiciera.¿Cuando te vas a dar cuenta que tú eres mi prioridad en todo?
Se abrazaron nuevamente felices, contentos por estar de nuevo juntos. Era el comienzo de una nueva etapa en sus vidas.
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