domingo, 8 de enero de 2017

Matrimonio por contrato - Capítulo 2 -Un trato entre padres

Después de la muerte de su abuelo, Patrick decidió establecer su residencia en Londres.  Quería huir del recuerdo y de todo lo que se llevó el abuelo a sus espaldas. Lo injusto  de su situación, hasta que las piezas del rompecabezas, encajaron a la perfección en él. Y esas piezas fueron Phoebe,   su abuela ..

Buscó una vivienda en un barrio de clase media en la ciudad y se dispuso a lograr su sueño: ser escritor.  Y había comenzado escribiendo, la increíble historia de su propia familia, aunque omitiendo sus nombres y lugares, para, en el caso de ser publicada, no fuesen identificados.  Por un lado,   lo hacía, para  no violentar a sus propios padres y t1ios, y otra por la mezquindad que se instaló en su familia, desde la época de sus bisabuelos .  En una época rancia y difícil, en una familia cuya única ocupación era amasar dinero, y casar a sus miembros con personas de su misma escala social. Tener la sensación de pertenecer a una familia con tanta ambición, le dolía, por eso nunca reveló la verdadera historia de unos antepasados no tan lejanos.

Con el manuscrito en la mano, recorrió varias editoriales, hasta dar con una que comenzaba su andadura, y aunque no le prometieron nada, lo leerían a ver si era interesante.  Era joven y con las ilusiones recién estrenadas.  Creía haber descubierto lo que deseaba ser: escribir novelas, que no todas serían sobre su familia, pero ésta, si   como homenaje a sus abuelos muertos,  y que les tocó vivir una época difícil  y fueron incomprendidos hasta por ellos mismos.



Una noche decidió abrir el viejo diario buscando cómo matar el tiempo hasta que le entrara sueño y dormirse.Creia iba a leer lo ya conocido por boca de su propio abuelo Y comenzó su lectura en la que se narra la vida de Steve Durham y Phoebe Flanagan, sus abuelos .

," Transcurrían los primeros años  del siglo veinte. La familia Durham de  Bibury, Gloucestershire, tenía una buena  reputación en la localidad.  Eran poderosos y ricos, muy ricos. Habían conseguido casar a tres de sus hijos, pero el pequeño, Steve, el más rebelde, se negaba en redondo a seguir los manejos de sus padres para unirle en matrimonio con la hija de un rico terrateniente . A penas se conocían , más que por haber asistido en un par de veces a una reunión benéfica. Phoebe, era una joven bastante agraciada, pero distaba mucho de ser la elegida para unirse a ella para toda la vida.

El joven Steve, sólo era  el hijo de un padre rico, sin necesidad de trabajar.  No se le conocía actividad alguna, solo montar a caballo, asiitir al hipódromo,  al club con su padre y poca cosa más. Ella, bordaba ,tenía una bonita voz y tocaba el piano.  No había tenido novio, por lo que era la candidata perfecta para el hijo menor de los Durham.


Ambos padres coincidían bastantes días en el selecto club al que acudían  tan sólo para hablar de política y de lo convulso en  que se estaba convirtiendo el mundo.  Los trabajadores exigían cada vez más y las mujeres  se organizaban para conseguir el voto. ¡ Dónde íbamos a parar !.  Todo esto a Steve le sonaba a chino. No se ocupaba siquiera de leer un periódico. A él sólo le apetecía salir con los amigos y flirtear bastante a menudo con alguna chica de turno.  Hacía sus escapadas a un burdel cercano e incluso alguna noche no dormía en casa.


Un día  Arthur Flanagan, llamó aparte a Thomas Durham; tenía un asunto que plantear.  Intrigado Durham se citó para  conocer qué es lo que tenía que proponer el amigo Flanagan.  Se retiraron a una mesa apartada y ante sendas copas de  coñac, Flanagan comenzó a exponer su plan. 

- Amigo Thomas, tenemos dos hijos por casar.  No voy a andar con rodeos. Mi Phoebe  va a cumplir dieciocho años y creo que es hora de irle buscando novio, porque ella es tan inexperta que creo se casaría con el primer caza fortunas que se le cruzara en el camino.  Tu tienes un hijo que me gusta y entra dentro de los cánones que me he forjado para mi hija. Piénsalo y ya me contarás.  Creo que harían una pareja fantástica y en un futuro, cuando nosotros ya no estemos, se unirían unas fortunas muy poderosas que nos harían más fuertes de lo que ya somos, y quién sabe si no llegar a la Cámara de los Lores.
- Arthur, me dejas perplejo. Tu hija es un encanto de criatura, pero creo que Steve no está por la labor de casarse aún.  No obstante, tienes razón, somos nosotros, sus padres, los que hemos de procurarles un futuro seguro. Te prometo pensarlo y hablar de ello con mi esposa, e incluso con él mismo  Te contestaré lo antes posible.
 -Bien, como estamos de acuerdo, creo que se impone un brindis a la salud de nuestros hijos -. Agregó Arthur alzando su copa.

 Decidieron organizar algo benéfico en el que los chicos intimaran por primera vez, que bailasen juntos, que juntos hablaran, en definitiva que comenzaran a conocerse. Y para ello quedaron de acuerdo en organizar la reunión, primeramente, con alguna comida, por ejemplo,  con algún pretexto.  Irían los Durham  a casa de los Flanagan. Y de esta manera conseguirían que los chicos compartieran mesa y mantel, es decir que "casi" se vieran por primera vez.  Quedaron citados a tal efecto para ese fin de semana. Sería la comida de presentación, aunque en realidad figuraría en el programa como una reunión de negocios, y para ello invitaron, además, a otro matrimonio amigo para que la situación  no fuese tan descarada.

La señora Flanagan, dispuso la mesa de forma que los chicos, estuvieran uno frente al otro, aunque su estrategia, no dio excesivo resultado.  Steve se moría de aburrimiento, no hablaba a penas, y se le notaba que no estaba a gusto con aquella reunión.  Phoebe  le miraba de vez en cuando aprovechando que bebía de la copa de agua.


Como sobremesa los Flanagan, se trasladaron al jardín de su lujosa casa e invitaron a los chicos a que recorrieran las cuadras, mientras los hombres hablaban de "sus" negocios, y las mujeres cotilleaban de sus amigas y vecinas.  La joven pareja, no sabía de qué hablar.  Él estaba deseando que aquello terminara para ir a reunirse con su pandilla de amigos, que eran bastante más divertidos que aquella insulsa y tímida muchacha que no le atraía en lo más mínimo.  Ella, nerviosa: era la primera vez que estaba a solas con un muchacho, pero entre sus amigas era conocido,   no solo por apuesto, sino también,  por juerguista y mujeriego.  Todo un reto para ella, acomplejada y creyéndose falta de encanto.  Pero la exquisita educación recibida,  le proporcionaba temas de conversación, sólo que ante aquel muchacho, se sentía cortada y todo se le borraba de la cabeza.  A veces le miraba de reojo, y comprendía porqué su fama era notoria entre todos  Era un chico guapo, alto,  de mirada fria y acerada, y heredero de una de las grandes fortunas de  Bibury.  Lo que se dice un buen partido.



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