El día en que por primera vez la casa, que hasta hacia poco había sido un hogar feliz, quedó silenciosa, sin las risas de los niños, a Antonio se le hundió el mundo. El hijo mayor partía hacia Madrid en un par de días, solamente quedaron Aurora , Alvaro y la recién nacida. ¿ Qué hacer con semejante panorama? El debía trabajar pues era el único ingreso que entraba en ese pobre hogar.
Se estaba introduciendo en la política, en las agrupaciones socialistas, pero no le aportaban ningún ingreso, puesto que era por idealismo, y entonces el partido daba sus primeros pasos y no había dinero para sueldos. Todo debía ser altruista y por interés general de los obreros que vivían con poco sueldo , y eso los que por fortuna tenían trabajo.
El regresar a casa, se le hacía insostenible. Ya nunca más le abriría la puerta su mujer, que siempre llevaba algún niño en brazos, y esa visión le atenazaba el corazón. No podía soportar su ausencia y si no hubiera sido por sus pobres hijitos se hubiera vuelto loco, o cometido alguna locura. El trabajo no le llenaba. Su refugio fue el que cada día asistiera a la agrupación para discutir la forma de ayudar a las gentes que no tenían trabajo y si mucha hambre. Compartir con ellos el infortunio, y aunque fuera por un par de horas, despejarse algo de su propio drama familiar.
Permaneció viudo durante seis años. Entonces entró en escena su cuñada María, la hermana confidente de Ines. Vió la mejor solución para volver a agrupar a su familia desperdigada por todos lados. Habló con ella y le pidió matrimonio. No estaba y nunca lo estuvo, enamorado de ella; la respetaba por ser una buena mujer y además hermana del amor de su vida. María en parte , porque quizá ella estuvo enamorada de él, o porque le dolia que sus sobrinos estuvieran separados, aceptó, y de esta forma se convirtió en la segunda esposa de Antonio. La respetó y hasta le tuvo cariño, pero nunca la amó.
Corrían tiempos muy difíciles y , ellos de nuevo, volvieron a Madrid. Antonio ya empezaba a destacar en el partido Socialista. Tenía buena oratoria y poder de convicción. Azaña, Prieto, Saborit y él mismo, empezaron a dar mítines por todo Madrid, e inclusive salían a provincias en donde el partido socialista se había hecho hueco en la convulsa España.
Un día María le anunció que estaba embarazada. Otra boca más venía en camino, y por ello y por la alegría de ser nuevamente padre, deseo reagrupar a sus hijos . Volvían a tener un hogar estable, aunque nunca fuera lo mismo sin Ines. María sería cariñosa con ellos, no en vano eran los hijos de su hermana preferida, con la que tuvo mayor contacto. Para cuando nació la niña ya estaban todos los hermanos reunidos de nuevo. Eran felices todos juntos, pero a su tía siempre la vieron como una madrastra, y no como a la persona, que en parte, se había sacrificado por ellos. La nueva niña se llamó Ines como la primera mujer y era hermosa como una flor. Nació gordita, a pesar de las penurias que había en su casa. Seguía ascendiendo peldaños en la política, su refugio, pero nunca se borraba el recuerdo de Ines, a pesar de María, y a veces pensaba " ¡ cuánto hubiera disfrutado con todo esto!, al fin hubiera podido visitar a sus padres y decirles: tengo esposo y es político, como queríais" . Pero la vida le pasó esa amarga factura, y ya sólo le quedaba el recuerdo y el agradecimiento hacia sus suegros, por haber acogido a algunos de sus hijos. Al final, todas las asperezas quedaron relegadas. Los señores Hernández no vivieron mucho tiempo después. La pena y el infortunio por la pérdida de sus tres hijos, acortaron sus vidas.
Años después de nacer Inés, nació José un muchachote fuerte y bonachón. A pesar de ser de madres distintas, todos los hermanos , se quisieron enormemente y jamás hicieron distingos por ser hijos de otra madre, a la que nunca aceptaron como tal, a pesar de que reconocían que era muy buena con ellos, pero..., no era su madre. La pérdida de Ines , dejó una huella imborrable en todos ellos que jamás perderían, y que influyó grandemente en el carácter de todos, algo taciturno y reconcentrado.
Y los chicos se iban haciendo mayores, adolescentes y poco a poco adquirieon la madurez que sólo da los zarpazos de la vida. Los mayores se pusieron a trabajar en cuanto tuvieron edad para ello. El hijo mayor, después de cursar sus estudios, comenzó clases de Bellas Artes en la escuela de San Fernando de Madrid. Aurora , la mayor de entre las chicas, se hizo cocinera. Adela, Angeles y Dionisia Elena, cuando terminaron el colegio, unas se dedicaron a acompañar a las señoras mayores, de edad avanzada, en casas pudientes, o sirvientas para cuidar de niños, etc. Cuando pasó el tiempo, Ines, la primera hija de su segundo matrimonio, se hizo enfermera.
La situación en casa iba cambiando. Mi abuelo ya estaba integrado en el partido socialista y era cabeza de la agrupación. Entraban salarios, y a pesar de ser muchas bocas para alimentar, pòdian cubrir sus necesidades más básicas. Pasado un tiempo las chicas, excepto Aurora, que permaneció soltera, comenzaron a salir con chicos, y más tarde, formaron sus propias familias y tuvieron hijos: Angeles tres, y Adela cinco
Y María volvió a quedarse embarazada de José, robusto y fuerte. Antonio, el hijo mayor, se había enamorado de Rosa, una chica que vivía desde su corta infancia, al perder a su padre, en casa de los señores Limorti, que tenían una fábrica de turrones, La conoció al ser presentado por su tío Manuel a una de las sobrinas Limorti que mantenía relaciones con el hermano de mi abuelo. Rosa acababa de perder a su primer novio en un accidente de Metro, y comenzó su relación con Antonio por olvidar su frustrado amor primero, pero poco a poco le fue aceptando al conocer la bondad de aquel joven, que estudiaba pintura y dibujo, romántico e inexperto. Se casaron dos años después, cuando ambos contaban veintitres. Tardaron ocho años en tener su primer hijo, que siguiendo la tradición familiar, también se llamó Antonio.y nacería el día que se proclamó la Segunda República en España . el 13 de Abril de 1931
Mi abuelo, en las elecciones que derrocó a la monarquía en España, salió diputado a Cortes por el partido socialista. Durante los tres años que duró la República, fue escalando puestos cada vez con más responsabilidad. Estaba muy considerado en el partido, ya que difundía unos valores muy apreciados, y que por otra parte, fueron su lema. Llegó a ser concejal de obras del Ayuntamiento de Madrid y durante su concejalía se construyó la plaza de toros de Las Ventas. Fue visitador de hospitales. Fue alcalde de Alcalá de Henares, y teniente alcalde del ayuntamiento de Madrid. En plena guerra civil española, durante una corta temporada , ocupó el cargo de alcalde, al ausentarse el titular Pedro Rico.
Se estaba introduciendo en la política, en las agrupaciones socialistas, pero no le aportaban ningún ingreso, puesto que era por idealismo, y entonces el partido daba sus primeros pasos y no había dinero para sueldos. Todo debía ser altruista y por interés general de los obreros que vivían con poco sueldo , y eso los que por fortuna tenían trabajo.
El regresar a casa, se le hacía insostenible. Ya nunca más le abriría la puerta su mujer, que siempre llevaba algún niño en brazos, y esa visión le atenazaba el corazón. No podía soportar su ausencia y si no hubiera sido por sus pobres hijitos se hubiera vuelto loco, o cometido alguna locura. El trabajo no le llenaba. Su refugio fue el que cada día asistiera a la agrupación para discutir la forma de ayudar a las gentes que no tenían trabajo y si mucha hambre. Compartir con ellos el infortunio, y aunque fuera por un par de horas, despejarse algo de su propio drama familiar.
Permaneció viudo durante seis años. Entonces entró en escena su cuñada María, la hermana confidente de Ines. Vió la mejor solución para volver a agrupar a su familia desperdigada por todos lados. Habló con ella y le pidió matrimonio. No estaba y nunca lo estuvo, enamorado de ella; la respetaba por ser una buena mujer y además hermana del amor de su vida. María en parte , porque quizá ella estuvo enamorada de él, o porque le dolia que sus sobrinos estuvieran separados, aceptó, y de esta forma se convirtió en la segunda esposa de Antonio. La respetó y hasta le tuvo cariño, pero nunca la amó.
Corrían tiempos muy difíciles y , ellos de nuevo, volvieron a Madrid. Antonio ya empezaba a destacar en el partido Socialista. Tenía buena oratoria y poder de convicción. Azaña, Prieto, Saborit y él mismo, empezaron a dar mítines por todo Madrid, e inclusive salían a provincias en donde el partido socialista se había hecho hueco en la convulsa España.
Un día María le anunció que estaba embarazada. Otra boca más venía en camino, y por ello y por la alegría de ser nuevamente padre, deseo reagrupar a sus hijos . Volvían a tener un hogar estable, aunque nunca fuera lo mismo sin Ines. María sería cariñosa con ellos, no en vano eran los hijos de su hermana preferida, con la que tuvo mayor contacto. Para cuando nació la niña ya estaban todos los hermanos reunidos de nuevo. Eran felices todos juntos, pero a su tía siempre la vieron como una madrastra, y no como a la persona, que en parte, se había sacrificado por ellos. La nueva niña se llamó Ines como la primera mujer y era hermosa como una flor. Nació gordita, a pesar de las penurias que había en su casa. Seguía ascendiendo peldaños en la política, su refugio, pero nunca se borraba el recuerdo de Ines, a pesar de María, y a veces pensaba " ¡ cuánto hubiera disfrutado con todo esto!, al fin hubiera podido visitar a sus padres y decirles: tengo esposo y es político, como queríais" . Pero la vida le pasó esa amarga factura, y ya sólo le quedaba el recuerdo y el agradecimiento hacia sus suegros, por haber acogido a algunos de sus hijos. Al final, todas las asperezas quedaron relegadas. Los señores Hernández no vivieron mucho tiempo después. La pena y el infortunio por la pérdida de sus tres hijos, acortaron sus vidas.
Años después de nacer Inés, nació José un muchachote fuerte y bonachón. A pesar de ser de madres distintas, todos los hermanos , se quisieron enormemente y jamás hicieron distingos por ser hijos de otra madre, a la que nunca aceptaron como tal, a pesar de que reconocían que era muy buena con ellos, pero..., no era su madre. La pérdida de Ines , dejó una huella imborrable en todos ellos que jamás perderían, y que influyó grandemente en el carácter de todos, algo taciturno y reconcentrado.
Personajes de finales de 1890 |
Señoritas de la época |
Familia de final de siglo XIX |
La situación en casa iba cambiando. Mi abuelo ya estaba integrado en el partido socialista y era cabeza de la agrupación. Entraban salarios, y a pesar de ser muchas bocas para alimentar, pòdian cubrir sus necesidades más básicas. Pasado un tiempo las chicas, excepto Aurora, que permaneció soltera, comenzaron a salir con chicos, y más tarde, formaron sus propias familias y tuvieron hijos: Angeles tres, y Adela cinco
Y María volvió a quedarse embarazada de José, robusto y fuerte. Antonio, el hijo mayor, se había enamorado de Rosa, una chica que vivía desde su corta infancia, al perder a su padre, en casa de los señores Limorti, que tenían una fábrica de turrones, La conoció al ser presentado por su tío Manuel a una de las sobrinas Limorti que mantenía relaciones con el hermano de mi abuelo. Rosa acababa de perder a su primer novio en un accidente de Metro, y comenzó su relación con Antonio por olvidar su frustrado amor primero, pero poco a poco le fue aceptando al conocer la bondad de aquel joven, que estudiaba pintura y dibujo, romántico e inexperto. Se casaron dos años después, cuando ambos contaban veintitres. Tardaron ocho años en tener su primer hijo, que siguiendo la tradición familiar, también se llamó Antonio.y nacería el día que se proclamó la Segunda República en España . el 13 de Abril de 1931
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