domingo, 26 de mayo de 2024

ENTRE DOS AGUAS - Capítulo 10 < Fue Casualidad




 Ella procuró no rozarle para que no levantara la cabeza de los papeles que estaba leyendo. Su corazón palpitaba a cien por hora. ¿Cómo era posible ? Se enfadaba consigo misma por no poder evitar alterarse frente a él que, ni siquiera había  prestado atención a quién le pedía permiso para salir. Agradeció encontrarse en su cubículo, como ella le llamaba. A pesar de que no sería frecuente encontrarse con él, ya que sólo aparecía en el hemiciclo los días que había solemnidad. Se encontraba a salvo, a pesar de que ni siquiera se había percatado de la presencia de su antigua compañera por la que decía amarla . Pero eso era otra época. Cuando aún eran unos jovenzuelos que comenzaban a despertar a la vida. Ni siquiera la había recordado ante Carlo. Él si que la amaba, aunque tratase de disimularlo , era tan evidente que saltaba a los ojos de todos. Él la había querido desde niños. Desde que coincidieron en párvulos, Siempre trataba de protegerla, por eso le sentó tan mal que llegase Paolo dándose los aires de grandeza y deslumbrándola

—¿
¡ Va bueno ya ! — se dijo malhumorada. Estaba alterada no sabía muy bien si era por el día tan especial que se anunciaba, o por la presencia tan cercana de él.

Decidió aparcar sus intereses y centrarse en lo que era más importante; la sesión del pleno que iba a comenzar en unos instantes.

—¡Halo ! ¿ Me escucha?

La sobresaltó, por inesperado, la voz de él pidiendo paso. La tenía grabada en su memoria por mucho tiempo que había pasado y no tener la oportunidad de verse en el transcurso de esos años.

— Si... si. Adelante — respondió algo nerviosa
— No pasa nada. Simplemente es para comprobar la conexión. Hable lentamente y con claridad. No puedo perder ni una sílaba. Si alguna vez la indico que repita, no es por usted; puede ser un fallo técnico. Repítalo. Tengo muy buenas referencias suyas, así que no es probable que tengamos errores.
— Muchas gracias
— No me de las gracias. Cumplamos cada uno de nosotros con nuestro deber. De ello depende muchas cosas. Bueno corto y cierro. Dentro de poco vamos a comenzar. Recuerde hable claro y despacio para que yo capte todo .
— Así lo haré. Buenos días.

Había pasado la prueba pero quedó  ¿decepcionada? ¿hubiera deseado fuera reconocida? No ni por los cien mil hijos de San Luis. No necesitaba sobresaltos ahora. De nuevo repasó todo y sonrió levemente. Seguramente por haber escuchado su voz sin esperarlo más que por tener todo en orden y dispuesto.

Primero los discursos de presentación, aburridísimos y monótonos. Todos con muy buena voluntad, pero en cuanto comenzase la sesión, propiamente dicha, las buenas intenciones quedarían aparcadas en busca de los intereses de cada uno. Era cuestión de protocolo, después vería la cara de la otra moneda: la defensa de sus intereses que para eso se encontraban allí. 
Entonces llegaría  el no ponerse de acuerdo y las discusiones, a eso es a lo que se refería él. Nunca había presenciado de cerca sesiones como ésta, salvo cuando estaba en prácticas y en verdad, con educación y diplomacia, se lanzaban  al cuello para salvar sus intereses. 

Y por fin tras larga espera llegaba su turno. Era su primera intervención  su primera vez en directo. Las prácticas nada tenían que ver y comenzó a ponerse nerviosa. Tradujo los saludos de ambos intervinientes y estuvo atenta; comenzaba la acción.

En un principio fue todo muy protocolario, como si al salir, cada uno se fueran de bares. Pero nada tenían de amigable aquellas disertaciones. El ambiente se calentaba y las protestas, de uno y otro lado, arreciaban. Debía estar más atenta, que no se le escapara ningún detalle. Fue tranquilizándose a medida que avanzaba la sesión y pudo dominar sus nervios. De vez en cuando, le daba las gracias su "jefe" por lo buena retransmisión que estaba haciendo.

Y así termino la sesión de la mañana. Pararían para comer y seguirían por la tarde. No tenía pinta de que fuera breve, muy al contrario: los ánimos se iban calentando principalmente entre su jefe y el contrincante. No tenía ganas de comer; se tomaría un café y con eso tiraría. Había estado muy nerviosa, pero, poco a poco se había hecho con la situación. No obstante no bajaría a comer. El apetito había huido de su estómago. Además la cafetería estaría llena con los políticos y, no le apetecía nada. Necesitaba relajarse y estar a solas para asimilar toto lo que había vivido. Había pasado su primera batalla y nada menos que con él. Pero le aguardaban más y necesitaba afianzarse en su trabajo y no volver a vivir los nervios con que había pasado toda la mañana, por mucha felicitación que hubiera recibido de él. Necesitaba estar a solas y serenarse; aún no habían terminado, pero los nervios los tenía más calmados. Había un silencio absoluto en toda su sección. Tomó un par de cafés sorbo a sorbo, soplando a veces mecánicamente y absorta en sus pensamientos. El silencio era absoluto. Se recostó más en su asiento y cerró los ojos para dar moviola a todo lo vivido. Tenía que saborearlo, principalmente la parte en que él la felicitó, mediante un paréntesis de aplausos. Era su primera batalla ganada, no por su felicitación, que también, por saber que lo estaban haciendo a satisfacción y, esto para una debutante tenía un gran significado, máxime, si la felicitación viniera de su jefe. Sonrió al recordarlo. Siguieron unos momentos de absoluto silencio, pero el sonido de unas pasos ligeros, llegaron hasta sus oídos. Pensó que era alguno de sus compañeros que se incorporaba a su puesto de trabajo, pero no era así. Con los ojos abiertos como platos, comprobó quién era . El propio Paolo estaba frente a ella.

No podía interpretar si el gesto de él era también por tratarse de quién era, es decir la hubiera reconocido. Porque vamos a ver, por mucho que hubiera cambiado algo tendría en semejanza a la jovencita que dejara hace ya bastantes años. Pero él estaba acostumbrado a ver muchas caras diferentes de todos los rasgos y colores. Ella era un ser normal, pero no pasaba desapercibida  máxime habiendo sido medio novietes antaño.  Pero el tiempo había transcurrido ? Se conocieron lo suficiente? No, indudablemente no. Sus rasgos, tanto de ella como de él, habían cambiado a mejor. a pesar de que ella había ganado con el tiempo, aún conservaba los rasgos de la adolescencia.

—No debía sentir por mi ese amor verdadero de las novelas. El que yo sentí. De lo contrario me hubiera reconocido siquiera por la voz. Ha pasado mucho tiempo es la justificación que le doy, porque si en verdad, hubiera sentido algo por mi, aún la recordaría siquiera por algún rasgo. No por la palabra, porque estuvo muy pendiente de todo, entonces...¿a qué viene a mi despacho...?

—Quería darle las gracias en persona. El trabajo ha sido excelente. Muchas gracias por todo. Me facilita mucho siendo tan buena traductora.
—Oh. no debía haberse molestado. Era mi trabajo.. La traducción debía ser perfecta
— Y lo fue. ¡Vaya si lo fue!  La invito a comer, es lo menos que puedo hacer
— No muchas gracias, ya he comido.
— No la he visto por abajo — dijo refiriéndose a la cafetería
— No, es que no he bajado. Habría mucha gente y yo tenía trabajo
—Pues hace mal. Cada cosa a su debido tiempo y lo hay para todo
—Ya pero... Aquí estoy más tranquila
—¿ Es que no lo estaba?
—Pues francamente no
— Pues si nerviosa traduce de esa forma, no quiero ni pensar cuando no lo esté... Bien, pues ahora me toca a mi- He tenido mucho gusto en saludarla personalmente
— El gusto ha sido mío
— Bueno,. Pues hasta la próxima que será mañana.
— Señor, he tenido mucho gusto en conocerle

Ni siquiera un atisbo de su conocimiento. Era una extraña para él. Ni por un momento se había dado cuenta de quién era. No sólo su imagen , tampoco su cara, ni su forma de hablar... ni nada de nada. Era una total extraña para él. Y pensó que no había cambiado tanto y, si aún la  amaba tanto, algún rasgo debería haber conservado que le recordara quién era, pero ni por esas. Con un tanto de amargura, comenzó a perder su mirada en algún punto lejano e impreciso, Daba pequeñas vueltas al vaso de cartón que tenía entre sus manos, ya vacío de contenido, perdiendo la mirada en algún punto impreciso de su pequeño cubículo, al tiempo que empezaban a oírse  conversaciones y risas de sus compañeros que regresaban a sus  puestos de trabajo para comenzar la segunda parte de la sesión.  


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Autora< rosaf9494quer
Edición< Mayo de 2024
Ilustraciones< Internet








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