miércoles, 22 de mayo de 2024

ENTRE DOS AGUAS - Capítulo 8 - Ascensor


 

Habia pasado una excelente tarde conversando con Carlo. Recordando su niñez y adolescencia. Había llegado los recuerdos que permanecían adormilados en algún rincón de la memoria, pero de repente afloraron no sin desilusión por parte de ambos aunque ninguno de ellos comentara al respecto. Prefería seguir como adolescentes y no como jóvenes enamoradizos y habiendo fracasado en el amor. A raiz de descubrir la vida de Paolo, todas sus ilusiones se habían venido abajo. Ya no la interesaba volver a verle  no se identificaría aunque tuvieran que verse en el despacho. Le esquivaría al máximo. Tendría que ser él, si se diera la ocasión de volver a encontrarse.

Inició una conversación tratando de que fuese divertida obviando a Paolo y su casualidad de verse; aunque le viera en el despacho no sería ella la que tomase la iniciativa. Si estaba tan flaco de memoria, no merecía la pena volverle a la realidad. Esta con su posible prometida. Se la veía una chica de la alta sociedad que seguramente él frecuentaría y no sólo por su trabajo, sino porque estaba claro que le gustaba. Y decidió no volver a pensar en él. Pero ella se proponía algo y el destino se encargaba de desbaratarlo todo.

Al día siguiente se dispuso ir a su trabajo de mala gana. Nunca le había pasado pero un terrible dolor de cabeza martillaba sus sienes. Sería un día largo , pues cuando tenía jaqueca era para todo el día y no había analgésicos que obrara milagros. Pero ese día era muy especial y de mucho trabajo. Tenía que despejarse a como diera lugar. Dejar a un lado amores no correspondidos y centrarse en lo verdaderamente importante como era su trabajo. Aunque el tema de Paolo para ella era importante también. La desilusión sufrida en el día anterior la estaba machacando y no se le iba de la cabeza. ¿ Cómo evadirse de ello? Tenía que centrarse en su trabajo a como diera lugar. Era , si puede decirse su debut y tenía que ser impecable. Dejaría atrás problemas amorosos y se centraría únicamente en ello. Se olvidaria de Paolo de una vez y comenzaría de nuevo, como si no le conociera. El mundo no se terminaba en él, pero...había comenzado. Su mundo empezó hace tiempo cuando aún era una niña y toda su vida se había basado en él. No podía ahora borrarlo de ella tan alegremente. Simplemente  se centraría en su trabajos. Pero... es que también estaba en él. Pediría un traslado de departamento cuando pase el tiempo.

—¡Como si eso fuera tan fácil ! . se dijo— Quizás con suerte a él le trasladen o  a mi. Ahora dejemos ese tema y centrémonos en el de hoy que es bastante peliagudo y cuenta con su presencia.

 Y había llegado a su destino sin darse apenas cuenta. Volvió a situarse cuando se encontró frente a la entrada. Era como un hormiguero de gentes con un mismo destino. Hoy era especialmente frecuentado: había Asamblea general. Debía estar muy atenta a todo, más que nunca, no sólo por lo que se jugaba sino porque,  al distraerse podía incurrir en un error  y organizarse un trifostio. Era en directo por lo que no cabía rectificación alguna. Máxime tratandose de quién se trataba. 

Habían subido en el mismo ascensor, pero él , enfrascado en la lectura de una especie de guión que debían tener, seguramente para no salirse del guión y, parte de ese guión era ella, corría de su parte, de que no hubiera ningún error y todo estuviera basado en lo que marcaba el guión.

Le observaba sin que él se diera cuenta. Co era posible que la hubiese olvidado hasta ese extremo. Recordaba su despedida y se le saltaban las lágrimas, porque ella creyó en él y en sus promesas. Pero habían pasado los años; cada uno siguió su propio destino hasta el punto que él la había olvidado.
Sintió como una punzada en en su corazón. Había creído en él, en su sincero amor. Pero eso había durado una siesta y ni siquiera la había reconocido, cuanto menos conservar el amor que la juró.

Les separaban tres palmos y era una desconocida para él. ¿ Tanto había cambiado?  Suspiró quedamente. No quería llorar. No allí, a pesar de que sentía una tristeza increíble.  Había llegado a su piso y pidiendo permiso se hizo paso lentamente sin apenas él se percatara. Sin duda estaba preocupado. ¿ De qué asunto importante se trataría. No había levantado la vista del papel ni siquiera para hacerla sitio en su salida, no había levantado la vista de los papeles. Él iba al piso décimo. Posiblemente allí tendría su despacho, lejos del mundanal ruido, Daría un último repaso hasta la hora de abrir la sesión. 
Faltaban unas cuantas horas. Ella aprovecharía para repasar todo, pues debía tenerlo a punto. Nada podía fallar. Un error de traducción equivalía a un conflicto internacional. Y esa responsabilidad la ponía nerviosa y no había forma de calmarse.

Dado que el café la alteraba aún más decidió beber agua aunque no tuviera sed, pero eso la distraería por un momento. Con suerte encontraría alguna compañera que la distrajera unos segundos.
Todo estaba a punto. A través del cristal, miraba al hemiciclo, ahora casi vacío, pero que se iba poblando poco a poco. Los políticas hacía corrillos esperando impacientes de que fuera la hora de actuar. Uno de ellos era Paolo. Levantó la cabeza hasta conde estaba su traductor pero no vió a nadie

— Sin duda es demasiado pronto - se dijo al tiempo que  Elizabetta entraba en acción.

Siempre establecía contacto con su traductor para ponerse de acuerdo referente a diversos asuntos para que no hubiera ningún error pero en esta ocasión no lo había hecho por falta de tiempo. Confiaba en que no fuera un novato y que no le traicionara los nervios. Por que pensaba que sería un hombre en lugar de una mujer? Era una clase de trabajo  con respecto a su responsabilidad, para un varón en lugar de a
una fémina, pero era algo a que a él no le importaba. Sólo que su traducción fuera la correcta.


DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS / COPYRIGHT
Autora> rosaf9494quer
Edición< Mayo 2024
Ilustraciones, Internet

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