jueves, 23 de mayo de 2024

ENTRE DOS AGUAS - Capítulo 9 - Un encuentro fortuito

 Él estaba enfrascado en los folios que tenía ante si. Con el entrecejo arrugado señal de que algo no era correcto. No la vió entrar y aunque ella quiso retroceder no pudo hacerlo ya que las puertas se había cerrado. El ascensor iba demasiado lleno como para percatarse de quien entraba y quien salía. Además
iba bastante lleno. Sólo pudo darse la vuelta para que no viera su cara, aunque iba bastante abstraído en lo suyo y no se fijaba en nada ni en nadie, no obstante estaba desean llegar. Y al fin lo consiguió sin que él se diera cuenta de nada. Algo le preocupaba. De repente había recordado un gesto muy característico de él cuando algo no le cuadraba. Sonrió al darse cuenta de ello, justo cuando las puertas se abrieron y Elizabetta salió del ascensor apresuradamente justo en el momento en que él levantó la cabeza para ver por el piso que iban. El próximo era el suyo.

Tenía montada su oficina en el piso décimo. Era un despacho amplio, pero no en excesivo. Con un gran ventanal que daba a la fachada principal. Desde el se divisaba la ciudad y su ir y venir de las gentes. Hoy era día de Asamblea y lo que se debatía era muy importante para él. No esperaba sorpresas, puesto que había hablado con algunos compañeros y sabían que contaban con su apoyo. Sabía que su traductora era novata, ya que Emily, la antigua, causaba baja por maternidad. No le gustaban los cambios.. se había acostumbrado a ella que leía entre líneas lo que él estaba debatiendo y lo que deseaba lograr. No le gustaban los cambios. Lo lógico hubiera sido entrevistarse, al menos una vez, para que le conociera y lo que debía aprender a leer entre líneas, pero no contaba con ella. Se había casado hacía poco y el resultado lógico había sido que iban a tener su primer hijo. Por nada del mundo quería que lo perdiera por las exigencias del trabajo, ya que había jornadas muy comprometidas. Así como la de hoy. Hubiera deseado tener un primer encuentro con quien iba a sustituirla, pero no hubo ocasión para ello. Lo resolvería sobre la marcha si es que algún problema surgiera.

Elizabetta respiró aliviada cuando se vió fuera del ascensor. Sabía que en algún momento tendrían que verse pero no hoy. Había mucha responsabilidad por medio y estaba nerviosa y preocupada. Contaba con conocerle de antemano pero podía haber cambiado de forma de ser, en que estuviera nervioso por la responsabilidad del cargo, aunque él tenía más experiencia que ella y sabría salir al paso si algo se complicaba.

Repaso en diversas ocasiones que todo estuviera en orden. Que el micrófono funcionara correctamente, y, que la visibilidad del hemiciclo fuera la debida. El bloc de notas, dos bolígrafos en su sitio. Uno rojo y otro negro. el bloc para tomar notas si diera lugar a ello, y sobre todo calmar los nervios que tenía. También había sido casualidad de coincidir allí.¡, y en su primer día de trabajo en esos menesteres.

    —Cálmate, cálmate...— se repetía una y mil veces. Si al menos hubiera tenido ocasión de entrevistarse con él... Había muchas cosasa pendientes que debía aprender. Era su primera vez y con quién menos pensaba. Todo se había puesto de acuerdo para complicarla más la vida. Había estudiado concienzudamente de que se trataba la reunión de hoy y sólo tenía que limitarse a traducir lo que los otros decían y transmitirlo a él, a su jefe. Pero es que él era algo mas que un simple jefe. Quería lucirse ante él. Que se diera cuenta que ella también tenía su mérito que justificaba sobradamente las calificaciones que había obtenido, y derivado de ello el puesto que había conseguido. No sólo él era un cerebrito; ella también lo era.
 Y los timbres sonaron en aviso de que iban a comenzar y debían permanecer atentas. Los demás compañeros seguían charlando tranquilamente: tenían experiencia. Ella repasó una vez más y por ultimo que todo estuviera en su sitio.

 al fin el último aviso, el más bronco. echó una mirada el hemiciclo y vió que poco a poco, todos tomaban sus asientos. Buscó con la mirada a Paolo y por primera vez. sus miradas se cruzaron. Ella permaneció tranquila pues sabía lo que ocurriría. Pero él se mostraba extrañado. Recordaba a alguien aunque no la localizara de momento. Él levantó la mano en señal de saludo, o al menos a ella se lo pareció. Afirmó con un gesto de su cabeza que la había localizado, pero no a Elizabetta, sino al traductor. Se dio cuenta que a alguien le recordaba. Cono cía cada uno de sus gestos y aquél era de duda como si no creyera en las casualidades.
Lo último que supo de ella era que estaba opositando para ser guía de turistas. No terminaba de creer que esa chica con quien cruzo su mirada fuera Elizabetta, ya que de darse el caso., se hubiera acercado, al menos, a saludarle.
El último timbrazo la sobresaltó y comprobó que todos tomaban posesión de su asiento y se ponían los auriculares, señal inequívoca  de que iban a comenzar. El presidente de la cámara entró en ese momento y Elizabetta se santiguó y se encomendó para que todo saliera bien y no se equivocara al tiempo de interpretar una frase.

Tras la salutación del presidente tocó un timbre dando comienzo a la sesión.   Era la primera vez que ella veía esa ceremonia . Siempre lo había visto por televisión y cuando ya había empezado y eran retazos de lo más sobresaliente. Estaba siendo parte de la historia, pensó para si, porque una parte tenía que ver con las traducciones que hicieran en su justa medida.  Se santiguó y se dispuso a ejecutar su trabajo para el que había sido contratada. Tenía que hacerlo al unísono. sin perder ni una coma. 

Y lo consiguió estando nerviosa, pero no perdió ni ùna coma. Al fin se tranquilizó y se dio cuenta que desde el hemiciclo él se había girado en su dirección y le había hecho con el pulgar la señal de que todo había sido captado a la primera.





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Autora< rosaf9494quer
Edición< Mayo 2024 
Imagenes< Internet

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