Decidió saltar de la cama, estaba harta de dar vueltas y no hallar ni tranquilidad ni sueño. En lugar de una ducha se dió un baño caliente, relajante, que le amortiguara el terrible dolor de cabeza que tenía. Todo el tiempo del mundo era suyo, ahora, y no sabía qué hacer con él. No sabría precisar el tiempo que estuvo sumergida en la bañera, únicamente cuando el agua estaba casi fria, se dió cuenta de ello. Salió del baño y envuelta en el albornoz se puso delante del espejo, tenía un aspecto deprimente: las ojeras eran muy azuladas y profundas, su rictus amargo y su ánimo por los suelos.
Salió a dar una vuelta; necesitaba salir del apartamento y con un poco de suerte se distraería viendo a la gente que presurosa acudía a sus trabajos.
No sabia por dónde ir, se dejaría llevar. Se paró delante de una cafetería y decidió entrar a tomar café y una aspirina, a ver si así conseguía centrarse en lo que debía hacer en adelante. Pidió un café fuerte y una tostada, a pesar de que no tenía ni pizca de apetito. Se sentó en una mesa junto a un ventanal. Una figura de hombre se puso a su lado llamándole:
--Emma, Emma ¿ qué haces aquí y con esta pinta?
--¿ Cómo estaré?, se preguntó porque ni siquiera se había mirado al espejo para vestirse.
-- ¡ Robert ! ¿ Cómo estoy? ni siquiera me he mirado en el espejo. No me encuentro muy bien ¿sabes?, tengo un espantoso dolor de cabeza que me tiene loca.
--Ya, ya,- ijo su antiguo jefe- No pareces sentirte muy bien, pero creo que no es el dolor de cabeza, sino otra cosa El haber dejado el trabajo ¿quizá?
Emma necesitaba algún amigo en el que desahogar la angustia que sentía y Crowford lo era, lo había demostrado en infinidad de ocasiones.
Emma le contó su divorcio alegando que no terminaban de entenderse, ocultó la realidad. Entonces él le hizo una proposición:
--No puedo ofrecerte el mismo puesto que tenías antes de irte, porque a pesar de haber pasado poco tiempo había mucha gente esperando esa oportunidad, y claro, tu plaza ya está cubierta; pero se me ocurre que la campaña de cosméticos está pendiente. Se quedó paralizada pues tu sabes que el cliente te quería a tí como modelo ¿ Por qué no la haces? Ya sabes en que consiste: televisión, revistas,..., en fin todo eso.
--Robert, no creo estar en el mejor momento físico para hacer publicidad
--¡ Claro que si ! no hay nada que el maquillaje no remedie. Además no se hará mañana mismo. Hay que buscar escenarios y ponernos en contacto de nuevo con el cliente, pues le he estado dando largas diciéndole que trataba de convencerte. Hazlo, no te vas a arrepentir y lo paga muy bien. Emma se le quedó mirando y dijo:
- ¡ Adelante lo haré !.
James se entrevistó con Lissa Clarsson para mostrarle los planos que había diseñado para su mansión y acudió a su casa antes del mediodía porque ella no estaría disponible antes de esa hora. tenía al masajista y eso era imprescindible para ella.
Llegó a la hora acordada. Vivía en una casa típica del sur de los Estados Unidos, quizá demasiado ostentosa y grande para una persona sola y que además viajaba constantemente. Ella era una mujer de edad mediana muy atractiva , y de mundo. No en vano conocía el mundo entero en sus interminables viajes.
La dama apareció mientras James examinaba la habitación en donde la doncella le había dejado. Le había parecido atractiva en su primera entrevista, pero hoy le encontraba hasta hermosa. Era distinguida y segura de sí misma, sabiendo el terreno que pisaba.
A Lissa le gustó James a primera vista. Era bastante más joven que ella, pero le impactaron sus bonitos ojos verde-azulados, sus pecas y su pelo medio rizado. Era alto, de cuerpo esbelto. Le gustó. Era un hombre guapo e inteligente; la perspectiva de una conquista la llleno de alegriía:: iba a tener un flirt con James, seguro. Lo que menos le gustaba era el semblante ceñudo que él tenía, era como si estuviera enfadado
--Será hasta que tengamos confianza- Pensó segura de su seducción.
No desperdició ninguna ocasión para establecer contacto con James, cuyas visitas ora a casa de la dama, ora al estudio se hicieron cada vez más frecuentes. Cada vez se le ocurria una cosa distinta que variar, motivado porque no quería dejar de ver a James.
Tantos fueron sus contactos que terminaron por verse a diario. Ella se había ¿encaprichado? de James, o quizá se había enamorado de él. A James no le disgustaba el trato de aquella sofisticada mujer, experimentada y de mundo, por lo que sus salidas nocturnas se hicieron cada vez más frecuentes.
La campaña estaba en pleno apogeo y proyectaban su lanzamiento a bombo y platillo en breves días. Robert y Emma estaban muy satisfechos con el resultado, a pesar de seguir teniendo ese aire de melancolía que la hacía más interesante
--Has quedado espectacular, vas a ser la sensación,-comentó Robert a Emma. Ella sonrió levemente, como si no le importara el resultado, pero para sus adentros pensó:
-Desearía que James me encontrara espectacular.
Decidieron ir a comer a un restaurante cerca de la oficina Crowford. Robert, desde siempre se había sentido atraido por la joven, aunque nunca le hubiese dicho nada respetando su matrimonio, pero ahora ella era libre...¿Tendría alguna esperanza? De repente el rostro de Emma cambió, palideciendo levemente.
--¿Qué te ocurre? ¿Estás enferma?
--No, no solo que acabo de ver a James con una mujer
--Eso no tiene nada de particular, estáis divorciados y tenéis que organizar vuestras vidas...
--Se están besando, se están besando.¿Te das cuenta?
--Emma, tienes que aceptarlo y tú deberías hacer lo mismo. No es un momento muy oportuno para hacerlo, pero sabes que me gustas mucho y...
--Por favor, Robert. Sabes que no puedo, yo amo a mi marido, aunque ya no lo sea. Deseo que me vea en los murales, en los autobuses, en la televisión. Deseo que me vea en todas partes, que mi imagen le torture. Será mi venganza. ¡ Dios mio ! ¿qué es lo que estoy diciendo? - James y Lissa salieron del restaurante sin ver a Emma, y esta miró su reloj, e impaciente dijo a Robert
--Lo siento te tengo que dejar. Voy al médico y se me hace tarde.
--¿Te ocurre algo?
--No, deben ser nervios, pero últimamente no me encuentro muy bien. me he hecho un chequeo y hoy me dan los resultados. Perdóname, no tiene nada que ver ni con tu declaración, ni el haber visto a James. Ha sido pura casualidad.
Salió deprisa del restaurante y tomando un taxi se trasladó hasta la clínica en donde le dirían la causa del malestar que sentía desde hacía algún tiempo.
--Señora O'Cleary,. Solicitó su presencia la enfermera ayudante del ginecólogo que le atendería
--Si, soy yo- respondió Emma.
El médico le tendió la mano con una sonrisa, al tiempo que le indicaba una butaca frente a él
--Vamos a ver, dígame qué es lo que le ocurre
--Eso quiero que me lo diga usted. Creo que tengo una idea, pero no quiero ni pensar que sea lo que pienso
--¿Y qué es lo que piensa?
--Me preocupa tener un tumor. Siento algo muy extraño .
--Señora O'Cleary, le ocurre lo más normal en una mujer casada: está usted embarazada
--¡ No es posible !, no puede ser...
--Pero ..¿ de qué se extraña ?, perdóneme a no ser que el bebe no sea de su esposo
--Si, si lo es pero ocurre que nos hemos divorciado no hace mucho, y...
--Bueno, ustedes sabrán cuando ha sido la última vez que tuvieron relaciones sexuales. Eso es algo que les pertenece. Yo solamente le digo que esté tranquila que todo va bien y que va a tener una criatura preciosa, fuerte y sana. Dígaselo a su esposo y verá como todo se arregla.
--Doctor lo nuestro no tiene arreglo, él ya tiene otra vida con otra mujer. Lo tendré yo sola.
-- Lo siento, pero debería decírselo. Tiene derecho a saberlo incluso teniendo otra relación, se trata de un hijo y ese niño merece que tenga a su padre y a su madre al lado, dándole su cariño, aunque cada uno tengan su vida por separado; pero yo no puedo imponer mi opinión.
Deberá venir todos los meses para controlar el embarazo ¿ de acuerdo?, pues entonces hasta el mes que viene. No fume, nada de alcohol, ni de café, ni fiambres, ni carne cruda. ¿Tiene alguna pregunta que hacerme?
--Tengo miles, pero ahora no me acuerdo de ninguna. Creo que no estoy preparada para ser madre, y la ironía de la vida, : uno de los motivos del divorcio fue que él quería tener hijos y yo le decía que esperase. La vida gasta bromas muy pesadas, doctor. Pero ¿sabe una cosa?, deseo tener este hijo, será una continuación de su padre al que amo profundamente.
Salió de la clínica perpleja, confusa. Necesitaba hablar con alguien, contarle lo que acababa de saber y desaparecer, irse lejos, no saber nada de nada ni de nadie. Empezaría una nueva vida su bebe y ella, en un lugar donde nadie les conociese, donde James ignorase su destino.
Guardó silencio, no le dijo nada a nadie y acudió a la presentación de la campaña como si nada ocurriera.
Estaba radiante en los carteles publicitarios. El cliente estaba muy satisfecho del resultado y se enorgullecía de haber tenido "buen ojo" para elegir a la modelo.
Por ironías del destino, James había pasado la noche junto a Lissa. Se despidieron en la puerta: ella debía recibir a su masajista y él acudiría a su estudio para seguir trabajando en el larguísimo proyecto de la casa de ella. Giró el coche en la rotonda y al enfilar la carretera que le conduciría a la ciudad, se topo de bruces con una valla publicitaria de una bellísima mujer anunciando algo. Frenó el coche de golpe y se quedó mirando aquel cartel con aquella mujer que le resultaba tan familiar.
--Pero... Dios mio Emma...Por si ya era dificil olvidarte, ahora te veo en todos sitios. ¿es que no voy a encontrar la paz nunca, es que me vas a perseguir toda mi vida?
Tuvo la necesidad imperiosa de ir hasta la casa que había constuido para ella y que no llego a regalarle. Volvió a vivir todo lo pasado, los buenos y los malos momentos, pero el último episodio le dolía tanto, tanto que no podía ni respirar. Plantado frente a la casa imaginó cómo habrían sido sus vidas de no haber ocurrido aquello. Seguirían juntos e incluso posiblemente habrían encargado un bebe. Un sollozo ahogado se le escapó de la garganta y decidió marcharse de allí.
Emma se contemplaba en los anuncios y no creía er ella. Verdaderamente había salido preciosa, pero qué más daba. Ahora tenía otras cosas en qué pensar. Con lo ganado en la publicidad le permitiría vivir desahogadamente en un lugar tranquilo hasta la llegada del bebe y después buscaría trabajo en lo que fuera y sacaría adelante a su hijo. Pero pensaba en todo, y también en que si a ella le ocurriera algo esa criatura quedaría desamparada, por lo tanto decidió acudir a un notario:
--El padre no debe saber que este niño ha nacido, únicamente si a mi me ocurriera algo, deberá comunicárselo para que no quede desamparada.
--Pero ¿ no le parece que eso es cruel?. Tiene derecho a saber que va a tener un hijo, y si le ocurriera algo, cómo puede pensar que de la noche a la mañana iba a aceptar a una criatura que ignoraba su existencia. Hasta puede que tenga hijos de otra mujer y ésta se vea relegada. Está cometiendo un grave error.
--Lo se, lo se. Pero él ahora tiene otra relación . Por Dios santo ¿ cómo le voy a decir que estoy esperando un hijo?
--Debe decírselo, es su derecho. Luego él que proceda como quiera , pero usted tiene esa obligación y no sólo por usted, sino por el bebe que no tiene culpa de los errores de sus padres.
No supo lo qué hacer. Sentía que el notario tenía razón, pero por otra parte quería herir a James, sabiendo que eso justamente era lo que más le dolería, porque lo había deseado con todas sus fuerzas. En realidad le costaba admitir que no fuera la única en la vida de James, que otra mujer la había desbancado y seguramente ya ni pensaría en ella.
--Me voy a volver loca..Qué hago; siento que tiene razón, pero mi orgullo, en la forma que este bebe ha sido concebido, me duele, me duelo muchísimo y que él ame a otra mujer no puedo soportarlo.
De momento pensaría a dónde ir y después cuando naciese el niño sabría lo que hacer. A Robert le diría su situación y también le expondría su huida, a sabiendas que no lo aprobaría,, como así fué.
Y encontró el lugar ideal para cuidar a su bebe. Un pueblecito pequeño, tranquilo y acogedor. Había un solo inconveniente: tenía pocos habitantes y la distracción primordial era saber de la vida de todos. Paró el coche en la gasolinera anexa a una cafetería. Entró. Sentía malestar, y es que no había probado bocado alguno desde el día anterior. Se sentó en la barra, y enseguida fue atendida por una mujer de unos cuarenta años, muy atractiva y simpática.
Enseguida entabló conversación con ella interesándose de dónde venía, y miles de preguntas más referente al lugar de donde procedía.
- Perdona que sea tan cotilla, pero aquí, como verás, hay poco de lo que hablar- Emma miró alrededor, y comprobó que sólo una mesa estaba ocupada por unos forasteros, y dos más, por hombres mayores que discutían acaloradamente sobre el último partido de rugby.
- Este lugar parece muy tranquilo- comentó
- Créeme, demasiado tranquilo. Te puedes morir de aburrimiento. Por cierto, mi nombre es Maggie. Llevo tanto tiempo aquí, conociendo a tan poca gente, que he olvidado hasta mis buenos modales.
- Encantada. Yo soy Emma O'Cleary
- ¿ Eres escritora y has venido buscando silencio ? Te aseguro que aquí vas a encontrarlo en demasía
-No, no soy escritora. Soy publicista, pero me he tomado un tiempo sabático y he decidido buscar un lugar tranquilo... para cargar pilas... ya sabes.
- Pues no, no ,lo sé. ¿ Te gusta este lugar ?. Tiene unos alrededores bonitos, y la gente es buena, pero cotilla.
- No estaría mal. Es posible que me quede. ¿ Hay algún motel cerca ó algún hotel ?
- ¡ Ay criatura ! No hay motel, sólo está mi pensión u hotel, como quieras llamarlo. Es limpio y formal. Yo lo regento. En realidad soy la dueña de la pensión y de la cafetería
-Pues no lo pensaré más. Aquí me quedo
Y de esta forma, riendo, Maggie la acompañó hasta el hotel y le dio la mejor habitación que tenía, aunque como le advirtió sería por unos días, hasta que ella se orientara y si decidía echar el ancla, buscaría una casita, no muy grande para vivir alli.
Se quedó, y su amistad con Maggie se hizo fuerte. Emma buscaba compañía y confidente, y Maggie alguien con quién hablar de cosas que no fueran sólo las cosechas y el tiempo. Al cabo de dos meses, Emma contó a su amiga, lo que en realidad le había llevado hasta allí. Maggie la escuchaba con atención, y al final la abrazó como si fuera una hermana pequeña
- No estás sola. Maggie está aquí y te ayudará en todo lo que necesites. Ten a tu hijo con tranquilidad y sin sobresaltos. Cuenta conmigo.¿ Él sabe que va a ser padre? - la respuesta de Emma fuew negativa
- Pues, mal hecho. Tienes que decírselo. Tiene derecho a saberlo, aunque no lo desees. ¿ Has pensado, que si por casualidad se entera, puede demandarte y tú perder a tu hijo?
- No, naturalmente que so. Ni se le ocurra
- Pero cariño, no depende de lo que quieras tú, sino de lo que dicte un juez. Piensatelo. Y ahora me voy que tengo el "negocio" solo -. Ambas amigas se abrazaron y se despidieron hasta el día siguiente.
Y pasó el tiempo y su embarazo ya era notorio. Soportó las habladurías y las opiniones de sus vecinos, no le importó que cada uno pensara lo que quisiera. Y así llegó el nacimiento de su hija, fue niña y ´la hizo llamar Rosalyn .
Fue sola al paritorio y sola dio a luz. No tuvo ni unas humildes flores en su habitación. Nunca se sintió tan sola y tan alejada de todo lo que quería. Se abrazó fuertemente a su niñita y salió en silla de ruedas hasta la puerta de la clínica en donde la niña había venido al mundo. Allí en la puerta miró entorno a ella tratando de localizar algún medio de locomoción que las llevase hasta su hogar, pero no había nada ni nadie.
Emprendió el regreso al pueblo con su niña en brazos portando el bolsón en el que llevaba la ropa de ambas.
Iban caminando lentamente, pues Emma se sentía algo cansada y débil, cuando un coche destartalado comenzó a tocar la bocina. Ella se apartó pensando que querían pasar, , pero de repente un frenazo la sobresaltó, era Maggie que venía en su busca
--¿Cómo es que no me has avisado? Para que crees que están las amigas.
--Maggie, Maggie.- Emma se derrumbó y se abrazó a su amiga cuando ésta tomó entre sus brazos a la pequeña Rosalyn- Me he sentido¡ tan sola...!
--No seas tonta, no estás sola. Tienes a tia Maggie. Recuerda querida que yo he pasado por ésto hace muchos años y también estuve sola, y creéme se sale adelante.
La metió en la cama, la ayudó a amamantar a la pequeña y se acomodó en una mecedora dispuesta a pasar la noche junto a Emma. Le recordaba a esa hija que tuvo cuando apenas había pasado la adolescncia y que perdió al dar en adopción. Había tomado cariño a esa mujer joven decidida, pero tan perdida en la nueva faceta que le había tocado vivir. Emma se había dormido hacía rato, la pequeña estaba limpia y comida y ella se había puesto una taza de café dispuesta a cuidar del tranquilo sueño de Emma. Se arropó las piernas con una manta y se dispuso a ver una revista. Al abrir una de sus páginas los ojos los abrió desmesuradamente:
--¡ Dios mio, pero si es..!
Salió a dar una vuelta; necesitaba salir del apartamento y con un poco de suerte se distraería viendo a la gente que presurosa acudía a sus trabajos.
No sabia por dónde ir, se dejaría llevar. Se paró delante de una cafetería y decidió entrar a tomar café y una aspirina, a ver si así conseguía centrarse en lo que debía hacer en adelante. Pidió un café fuerte y una tostada, a pesar de que no tenía ni pizca de apetito. Se sentó en una mesa junto a un ventanal. Una figura de hombre se puso a su lado llamándole:
--Emma, Emma ¿ qué haces aquí y con esta pinta?
--¿ Cómo estaré?, se preguntó porque ni siquiera se había mirado al espejo para vestirse.
-- ¡ Robert ! ¿ Cómo estoy? ni siquiera me he mirado en el espejo. No me encuentro muy bien ¿sabes?, tengo un espantoso dolor de cabeza que me tiene loca.
--Ya, ya,- ijo su antiguo jefe- No pareces sentirte muy bien, pero creo que no es el dolor de cabeza, sino otra cosa El haber dejado el trabajo ¿quizá?
Emma necesitaba algún amigo en el que desahogar la angustia que sentía y Crowford lo era, lo había demostrado en infinidad de ocasiones.
Emma le contó su divorcio alegando que no terminaban de entenderse, ocultó la realidad. Entonces él le hizo una proposición:
--No puedo ofrecerte el mismo puesto que tenías antes de irte, porque a pesar de haber pasado poco tiempo había mucha gente esperando esa oportunidad, y claro, tu plaza ya está cubierta; pero se me ocurre que la campaña de cosméticos está pendiente. Se quedó paralizada pues tu sabes que el cliente te quería a tí como modelo ¿ Por qué no la haces? Ya sabes en que consiste: televisión, revistas,..., en fin todo eso.
--Robert, no creo estar en el mejor momento físico para hacer publicidad
--¡ Claro que si ! no hay nada que el maquillaje no remedie. Además no se hará mañana mismo. Hay que buscar escenarios y ponernos en contacto de nuevo con el cliente, pues le he estado dando largas diciéndole que trataba de convencerte. Hazlo, no te vas a arrepentir y lo paga muy bien. Emma se le quedó mirando y dijo:
- ¡ Adelante lo haré !.
James se entrevistó con Lissa Clarsson para mostrarle los planos que había diseñado para su mansión y acudió a su casa antes del mediodía porque ella no estaría disponible antes de esa hora. tenía al masajista y eso era imprescindible para ella.
La dama apareció mientras James examinaba la habitación en donde la doncella le había dejado. Le había parecido atractiva en su primera entrevista, pero hoy le encontraba hasta hermosa. Era distinguida y segura de sí misma, sabiendo el terreno que pisaba.
A Lissa le gustó James a primera vista. Era bastante más joven que ella, pero le impactaron sus bonitos ojos verde-azulados, sus pecas y su pelo medio rizado. Era alto, de cuerpo esbelto. Le gustó. Era un hombre guapo e inteligente; la perspectiva de una conquista la llleno de alegriía:: iba a tener un flirt con James, seguro. Lo que menos le gustaba era el semblante ceñudo que él tenía, era como si estuviera enfadado
--Será hasta que tengamos confianza- Pensó segura de su seducción.
Tantos fueron sus contactos que terminaron por verse a diario. Ella se había ¿encaprichado? de James, o quizá se había enamorado de él. A James no le disgustaba el trato de aquella sofisticada mujer, experimentada y de mundo, por lo que sus salidas nocturnas se hicieron cada vez más frecuentes.
La campaña estaba en pleno apogeo y proyectaban su lanzamiento a bombo y platillo en breves días. Robert y Emma estaban muy satisfechos con el resultado, a pesar de seguir teniendo ese aire de melancolía que la hacía más interesante
--Has quedado espectacular, vas a ser la sensación,-comentó Robert a Emma. Ella sonrió levemente, como si no le importara el resultado, pero para sus adentros pensó:
-Desearía que James me encontrara espectacular.
Decidieron ir a comer a un restaurante cerca de la oficina Crowford. Robert, desde siempre se había sentido atraido por la joven, aunque nunca le hubiese dicho nada respetando su matrimonio, pero ahora ella era libre...¿Tendría alguna esperanza? De repente el rostro de Emma cambió, palideciendo levemente.
--¿Qué te ocurre? ¿Estás enferma?
--No, no solo que acabo de ver a James con una mujer
--Eso no tiene nada de particular, estáis divorciados y tenéis que organizar vuestras vidas...
--Se están besando, se están besando.¿Te das cuenta?
--Emma, tienes que aceptarlo y tú deberías hacer lo mismo. No es un momento muy oportuno para hacerlo, pero sabes que me gustas mucho y...
--Por favor, Robert. Sabes que no puedo, yo amo a mi marido, aunque ya no lo sea. Deseo que me vea en los murales, en los autobuses, en la televisión. Deseo que me vea en todas partes, que mi imagen le torture. Será mi venganza. ¡ Dios mio ! ¿qué es lo que estoy diciendo? - James y Lissa salieron del restaurante sin ver a Emma, y esta miró su reloj, e impaciente dijo a Robert
--Lo siento te tengo que dejar. Voy al médico y se me hace tarde.
--¿Te ocurre algo?
--No, deben ser nervios, pero últimamente no me encuentro muy bien. me he hecho un chequeo y hoy me dan los resultados. Perdóname, no tiene nada que ver ni con tu declaración, ni el haber visto a James. Ha sido pura casualidad.
Salió deprisa del restaurante y tomando un taxi se trasladó hasta la clínica en donde le dirían la causa del malestar que sentía desde hacía algún tiempo.
--Señora O'Cleary,. Solicitó su presencia la enfermera ayudante del ginecólogo que le atendería
--Si, soy yo- respondió Emma.
El médico le tendió la mano con una sonrisa, al tiempo que le indicaba una butaca frente a él
--Vamos a ver, dígame qué es lo que le ocurre
--Eso quiero que me lo diga usted. Creo que tengo una idea, pero no quiero ni pensar que sea lo que pienso
--¿Y qué es lo que piensa?
--Me preocupa tener un tumor. Siento algo muy extraño .
--Señora O'Cleary, le ocurre lo más normal en una mujer casada: está usted embarazada
--¡ No es posible !, no puede ser...
--Pero ..¿ de qué se extraña ?, perdóneme a no ser que el bebe no sea de su esposo
--Si, si lo es pero ocurre que nos hemos divorciado no hace mucho, y...
--Bueno, ustedes sabrán cuando ha sido la última vez que tuvieron relaciones sexuales. Eso es algo que les pertenece. Yo solamente le digo que esté tranquila que todo va bien y que va a tener una criatura preciosa, fuerte y sana. Dígaselo a su esposo y verá como todo se arregla.
--Doctor lo nuestro no tiene arreglo, él ya tiene otra vida con otra mujer. Lo tendré yo sola.
-- Lo siento, pero debería decírselo. Tiene derecho a saberlo incluso teniendo otra relación, se trata de un hijo y ese niño merece que tenga a su padre y a su madre al lado, dándole su cariño, aunque cada uno tengan su vida por separado; pero yo no puedo imponer mi opinión.
Deberá venir todos los meses para controlar el embarazo ¿ de acuerdo?, pues entonces hasta el mes que viene. No fume, nada de alcohol, ni de café, ni fiambres, ni carne cruda. ¿Tiene alguna pregunta que hacerme?
--Tengo miles, pero ahora no me acuerdo de ninguna. Creo que no estoy preparada para ser madre, y la ironía de la vida, : uno de los motivos del divorcio fue que él quería tener hijos y yo le decía que esperase. La vida gasta bromas muy pesadas, doctor. Pero ¿sabe una cosa?, deseo tener este hijo, será una continuación de su padre al que amo profundamente.
Salió de la clínica perpleja, confusa. Necesitaba hablar con alguien, contarle lo que acababa de saber y desaparecer, irse lejos, no saber nada de nada ni de nadie. Empezaría una nueva vida su bebe y ella, en un lugar donde nadie les conociese, donde James ignorase su destino.
Guardó silencio, no le dijo nada a nadie y acudió a la presentación de la campaña como si nada ocurriera.
Estaba radiante en los carteles publicitarios. El cliente estaba muy satisfecho del resultado y se enorgullecía de haber tenido "buen ojo" para elegir a la modelo.
Por ironías del destino, James había pasado la noche junto a Lissa. Se despidieron en la puerta: ella debía recibir a su masajista y él acudiría a su estudio para seguir trabajando en el larguísimo proyecto de la casa de ella. Giró el coche en la rotonda y al enfilar la carretera que le conduciría a la ciudad, se topo de bruces con una valla publicitaria de una bellísima mujer anunciando algo. Frenó el coche de golpe y se quedó mirando aquel cartel con aquella mujer que le resultaba tan familiar.
--Pero... Dios mio Emma...Por si ya era dificil olvidarte, ahora te veo en todos sitios. ¿es que no voy a encontrar la paz nunca, es que me vas a perseguir toda mi vida?
Tuvo la necesidad imperiosa de ir hasta la casa que había constuido para ella y que no llego a regalarle. Volvió a vivir todo lo pasado, los buenos y los malos momentos, pero el último episodio le dolía tanto, tanto que no podía ni respirar. Plantado frente a la casa imaginó cómo habrían sido sus vidas de no haber ocurrido aquello. Seguirían juntos e incluso posiblemente habrían encargado un bebe. Un sollozo ahogado se le escapó de la garganta y decidió marcharse de allí.
Emma se contemplaba en los anuncios y no creía er ella. Verdaderamente había salido preciosa, pero qué más daba. Ahora tenía otras cosas en qué pensar. Con lo ganado en la publicidad le permitiría vivir desahogadamente en un lugar tranquilo hasta la llegada del bebe y después buscaría trabajo en lo que fuera y sacaría adelante a su hijo. Pero pensaba en todo, y también en que si a ella le ocurriera algo esa criatura quedaría desamparada, por lo tanto decidió acudir a un notario:
--El padre no debe saber que este niño ha nacido, únicamente si a mi me ocurriera algo, deberá comunicárselo para que no quede desamparada.
--Pero ¿ no le parece que eso es cruel?. Tiene derecho a saber que va a tener un hijo, y si le ocurriera algo, cómo puede pensar que de la noche a la mañana iba a aceptar a una criatura que ignoraba su existencia. Hasta puede que tenga hijos de otra mujer y ésta se vea relegada. Está cometiendo un grave error.
--Lo se, lo se. Pero él ahora tiene otra relación . Por Dios santo ¿ cómo le voy a decir que estoy esperando un hijo?
--Debe decírselo, es su derecho. Luego él que proceda como quiera , pero usted tiene esa obligación y no sólo por usted, sino por el bebe que no tiene culpa de los errores de sus padres.
No supo lo qué hacer. Sentía que el notario tenía razón, pero por otra parte quería herir a James, sabiendo que eso justamente era lo que más le dolería, porque lo había deseado con todas sus fuerzas. En realidad le costaba admitir que no fuera la única en la vida de James, que otra mujer la había desbancado y seguramente ya ni pensaría en ella.
--Me voy a volver loca..Qué hago; siento que tiene razón, pero mi orgullo, en la forma que este bebe ha sido concebido, me duele, me duelo muchísimo y que él ame a otra mujer no puedo soportarlo.
De momento pensaría a dónde ir y después cuando naciese el niño sabría lo que hacer. A Robert le diría su situación y también le expondría su huida, a sabiendas que no lo aprobaría,, como así fué.
Y encontró el lugar ideal para cuidar a su bebe. Un pueblecito pequeño, tranquilo y acogedor. Había un solo inconveniente: tenía pocos habitantes y la distracción primordial era saber de la vida de todos. Paró el coche en la gasolinera anexa a una cafetería. Entró. Sentía malestar, y es que no había probado bocado alguno desde el día anterior. Se sentó en la barra, y enseguida fue atendida por una mujer de unos cuarenta años, muy atractiva y simpática.
Enseguida entabló conversación con ella interesándose de dónde venía, y miles de preguntas más referente al lugar de donde procedía.
- Perdona que sea tan cotilla, pero aquí, como verás, hay poco de lo que hablar- Emma miró alrededor, y comprobó que sólo una mesa estaba ocupada por unos forasteros, y dos más, por hombres mayores que discutían acaloradamente sobre el último partido de rugby.
- Este lugar parece muy tranquilo- comentó
- Créeme, demasiado tranquilo. Te puedes morir de aburrimiento. Por cierto, mi nombre es Maggie. Llevo tanto tiempo aquí, conociendo a tan poca gente, que he olvidado hasta mis buenos modales.
- Encantada. Yo soy Emma O'Cleary
- ¿ Eres escritora y has venido buscando silencio ? Te aseguro que aquí vas a encontrarlo en demasía
-No, no soy escritora. Soy publicista, pero me he tomado un tiempo sabático y he decidido buscar un lugar tranquilo... para cargar pilas... ya sabes.
- Pues no, no ,lo sé. ¿ Te gusta este lugar ?. Tiene unos alrededores bonitos, y la gente es buena, pero cotilla.
- No estaría mal. Es posible que me quede. ¿ Hay algún motel cerca ó algún hotel ?
- ¡ Ay criatura ! No hay motel, sólo está mi pensión u hotel, como quieras llamarlo. Es limpio y formal. Yo lo regento. En realidad soy la dueña de la pensión y de la cafetería
-Pues no lo pensaré más. Aquí me quedo
Y de esta forma, riendo, Maggie la acompañó hasta el hotel y le dio la mejor habitación que tenía, aunque como le advirtió sería por unos días, hasta que ella se orientara y si decidía echar el ancla, buscaría una casita, no muy grande para vivir alli.
Se quedó, y su amistad con Maggie se hizo fuerte. Emma buscaba compañía y confidente, y Maggie alguien con quién hablar de cosas que no fueran sólo las cosechas y el tiempo. Al cabo de dos meses, Emma contó a su amiga, lo que en realidad le había llevado hasta allí. Maggie la escuchaba con atención, y al final la abrazó como si fuera una hermana pequeña
- No estás sola. Maggie está aquí y te ayudará en todo lo que necesites. Ten a tu hijo con tranquilidad y sin sobresaltos. Cuenta conmigo.¿ Él sabe que va a ser padre? - la respuesta de Emma fuew negativa
- Pues, mal hecho. Tienes que decírselo. Tiene derecho a saberlo, aunque no lo desees. ¿ Has pensado, que si por casualidad se entera, puede demandarte y tú perder a tu hijo?
- No, naturalmente que so. Ni se le ocurra
- Pero cariño, no depende de lo que quieras tú, sino de lo que dicte un juez. Piensatelo. Y ahora me voy que tengo el "negocio" solo -. Ambas amigas se abrazaron y se despidieron hasta el día siguiente.
Y pasó el tiempo y su embarazo ya era notorio. Soportó las habladurías y las opiniones de sus vecinos, no le importó que cada uno pensara lo que quisiera. Y así llegó el nacimiento de su hija, fue niña y ´la hizo llamar Rosalyn .
Fue sola al paritorio y sola dio a luz. No tuvo ni unas humildes flores en su habitación. Nunca se sintió tan sola y tan alejada de todo lo que quería. Se abrazó fuertemente a su niñita y salió en silla de ruedas hasta la puerta de la clínica en donde la niña había venido al mundo. Allí en la puerta miró entorno a ella tratando de localizar algún medio de locomoción que las llevase hasta su hogar, pero no había nada ni nadie.
Emprendió el regreso al pueblo con su niña en brazos portando el bolsón en el que llevaba la ropa de ambas.
Iban caminando lentamente, pues Emma se sentía algo cansada y débil, cuando un coche destartalado comenzó a tocar la bocina. Ella se apartó pensando que querían pasar, , pero de repente un frenazo la sobresaltó, era Maggie que venía en su busca
--¿Cómo es que no me has avisado? Para que crees que están las amigas.
--Maggie, Maggie.- Emma se derrumbó y se abrazó a su amiga cuando ésta tomó entre sus brazos a la pequeña Rosalyn- Me he sentido¡ tan sola...!
--No seas tonta, no estás sola. Tienes a tia Maggie. Recuerda querida que yo he pasado por ésto hace muchos años y también estuve sola, y creéme se sale adelante.
La metió en la cama, la ayudó a amamantar a la pequeña y se acomodó en una mecedora dispuesta a pasar la noche junto a Emma. Le recordaba a esa hija que tuvo cuando apenas había pasado la adolescncia y que perdió al dar en adopción. Había tomado cariño a esa mujer joven decidida, pero tan perdida en la nueva faceta que le había tocado vivir. Emma se había dormido hacía rato, la pequeña estaba limpia y comida y ella se había puesto una taza de café dispuesta a cuidar del tranquilo sueño de Emma. Se arropó las piernas con una manta y se dispuso a ver una revista. Al abrir una de sus páginas los ojos los abrió desmesuradamente:
--¡ Dios mio, pero si es..!
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