Al llegar a su casa Elsa cesó en su llanto. Sabía muy bien lo que tenía que hacer: regresar . Allí ya no podía seguir. La sensación que sentía era una mezcla de vergüenza, decepción, incomprensión. . . Sentía su marcha únicamente por el pequeño que se había ganado su cariño. ¿ cómo se lo tomaría ? Para Freddy ella era su referente. A pesar de que era muy querido por los nativos, él percibía que era diferente, aunque no notó la diferencia hasta que llegó ella . Era una persona como él, así imaginaba sería su madre y se pegó a ella.
- Con un padre tan bruto como el que tiene, dudo mucho que se lo explique de modo que el niño no sufra más de lo necesario -. Pensaba constantemente en el pequeño y la ternura y tristeza por él, la inundaban sus sentimientos. Pero tenía que irse. . .
Sin hacer ruido para no despertar a Manuela y Josefa , se dispuso a escribir una carta a Philip explicándole que tenía que marcharse urgentemente. No quiso darle más explicaciones. Metió sus pertenencias en el bolsón y dejó a la vista una nota que había escrito a las mujeres que la habían acogido en su casa durante su estancia en el pueblo agradeciéndoles su hospitalidad. Era de noche, pero tenía un largo camino hasta llegar a la parada del viejo autobús que la llevaría hasta la ciudad. Allí tomaría un coche que la llevase al aeropuerto, y si tenía suerte podría enlazar con algún avión. En caso contrario se hospedaría en algún hotel hasta que pudiera partir rumbo a Guatemala
La parada estaba a más de tres kilómetros de distancia desde el pueblo. Cogió la linterna para alumbrarse y sigilosamente abandonó la casa. La marcha fue penosa y eterna; sentía miedo por si a su paso saliera algún animal y la atacase. Al cabo del rato el bolsón la pesaba enormemente y tenía que parar de vez en cuando para cambiarse de mano y repartir el peso. Llegó a la parada cuando apuntaba un nuevo día. Con la claridad, el camino se le hizo más llevadero, habiendo desechado todos los temores nocturnos que la habían acompañado. El fresco de la madrugada la había aliviado del sofocante calor del día. Buscó una piedra en donde poder sentarse hasta que llegase el autobús que aún tardaría más de dos horas , si es que era puntual. Estaba agotada, cansada y triste. Nunca pensó verse en una situación semejante; lo había hecho con la mejor intención. Le daba vueltas y más vueltas en la cabeza a lo ocurrido. No entendía de dónde venía tanto odio hacia su persona.
Por fin, tocando el viejo claxon apareció por un recodo del camino el autobús que por fortuna estaba ocupado a la mitad de su capacidad. Tardaría como tres horas en llegar ya que paraba en todos los pueblos del camino y su velocidad no era excesiva precisamente. Se quedó dormida con el traqueteo del coche. Una mano se posó sobre su hombro suavemente. Era una mujer ofreciéndole un pedazo de pan y un tomate
- Coma señorita, el camino es largo y tiene cara de no haber desayunado
-¡ Oh, gracias! tiene razón no he desayunado y he caminado mucho. Tengo hambre, muchas gracias.
Nunca hasta entonces había paladeado un manjar tan exquisito como aquel pan y aquel tomate. Había calmado su hambre, pero se lo habían dado con el mayor cariño del mundo, en un momento en que estaba tan necesitada de ello.
Miró su reloj, eran las nueve de la mañana. A esa hora el poblado ya estaba en pie y cada una de las personas estaban comenzando su trabajo diario. Manuela se dirigió a la casa en donde vivia Philip para entregarle la carta que ElsA había dejado para él. Procedió a leer la misiva extrañado de lo que la mujer le había manifestado.
- Se ha marchado, doctorcito . . .
- ¿ Cómo dice ?
- Pues eso, que se ha ido. A nosotras también nos ha escrito.
- ¿Os dijo algo anoche?
- No cuando nos acostamos ella se quedó leyendo. Incluso vino el otro doctor a buscarla
-Bien Manuela, muchas gracias
Cuando Manuela abandonó la casa, se dirigió rápidamente a casa de Albert que estaba poniendo el desayuno a Freddy
- Albert, ¿ pasó algo anoche entre Elsa y tú ?
- Tuvimo..., , es decir le reclamé algo ocurrido con el niño
- ¿Qué pasó?
- Ahora estoy ocupado, ya te lo contaré
- No dímelo ahora. Se ha marchado. Sabes lo peligroso que es caminar de noche por el bosque. Sola. ¿ Qué demonios la dijiste ? pensaba terminar sus vacaciones aquí. Algo muy gordo tuvo que ocurrir para tomar esa determinación. Qué locura; seguro habrá caminado hasta el autobús, porque el jeep está aquí y no hay más vehículos que los nuestros, y ambos están aparcados. Me voy. Hazte cargo de mi trabajo tengo que ir a la ciudad a ver si la encuentro
- No te preocupes por ella, sabe cuidarse
Albert, calló. El niño estaba delante y no quería discutir, pero las palabras de Philip le dieron qué pensar: ¿ era odio, indiferencia, amor dormido . . . ? No sabía la respuesta, pero algo en su interior le decía que posiblemente hubiera sido demasiado duro con ella, cuando todo lo que quería es que su hijo supiese donde reposaba su madre. Su malhumor se acentuó aún más que de ordinario. El niño terminó su desayuno y palmoteó en el brazo de su padre para indicarle que estaba listo para ir a la guardería y jugar con Elsa. Al escuchar su nombre, reaccionó y creyó oportuno explicar al pequeño de modo que pudiera entender que ella se había marchado porque la habían reclamado con urgencia y como estaba durmiendo no pudo despedirse de él
- Pero volverá pronto, mi cielo. No re preocupes. Anda vamos que llegamos tarde; tengo mucho trabajo hoy. Tio Philip tiene que irse de viaje
Llevando al niño de la mano se dirigió hacia la guardería, ya estaban los niños con sus actividades. Saliendo al encuentro de Albert en tropel, los pequeños le dijeron que Elsa aún no´había llegado. Se vio obligado a explicarles que había tenido que marcharse. Decepcionados los chiquillos retrocedieron hasta el interior corriendo seguidos por Freddy.
Albert hizo su camino hacia el dispensario cabizbajo. Entonces se dio cuenta del peligro que la joven había corrido al iniciar su marcha de noche sin protección y sola. Se la imaginaba haciendo ese largo camino hasta llegar al autobús y un remordimiento por su conducta le invadió, causándole un enorme malestar.
Mientras tanto, Philip rápidamente se introdujo en el coche y partió a toda velocidad en busca de su amiga. Pensaba que quizá se encontrase con el autobús a mitad de camino, pero no fuée así. Lo alcanzó llegando al aparcamiento en la ciudad y vio a Elsa bajando de él. El semblante de la muchacha denotaba el enorme cansancio que sentía. Estaba somnolienta y despeinada. Recogió su bolsón y se dirigía a la salida cuando una mano firme le arrebató el bulto de las manos.
- Philip ¿ qué haces aquí ?
- ¡ Oh Elsa ! ¿ Qué es lo que ha pasado ?
- No quiero hablar de ello. Estoy demasiado cansada. Voy a alquilar una habitación en un hotel y cuando haya descansado averiguaré las salidas de los aviones para Guatemala
- Pero tienes que contármelo. Albert no me ha querido decir nada, pero sé que la cosa va con él. Lo presiento
- Albert . . . es un cretino, un imbécil, un, un . . .
No se pudo contener y dio rienda suelta a toda la congoja que desde la noche anterior guardaba en su pecho. Nunca había necesitado a Philip tanto como ahora. La abrazó esperando a que se calmase y le explicase el motivo que había dado lugar a la partida tan inesperada. Al cabo de un rato, fue ella la que mirándole a los ojos le relató el desagradable incidente ocurrido entre ambos. La dejó durmiendo mientras él averiguaba la salida de los vuelos; sacó el pasaje para dos días después.
Comieron juntos y a media tarde Philip muy a su pesar se tuvo que despedir de ella
-¿ Te cuidarás ?, le dijo él
- Claro que lo haré. No te preocupes, sólo ha sido un sofocón, pero ya ha pasado. En lo sucesivo tendrás que ir a Guatemala. Yo no volveré más por aquí, en mi vida. Y creéme que Freddy me duele, pero no puedo volver. Soy una extraña en vuestro medio. No te preocupes que aunque yo no vuelva, las ayudas siguen su curso y ojalá os la pueda conseguir. Estaremos en contacto, escríbeme lo más rápido que puedas, yo también lo haré. Te quiero Philip, me siento muy protegida contigo, eres mi amigo del alma, mi hermano. Cuídate mucho.
Se abrazaron y Philip reemprendió el regreso al poblado. Estaba muy enfadado con su amigo, y perplejo. A pesar de que Albert estaba amargado, nunca había tenido un comportamiento semejante. No lo entendía; ella no había hecho nada más que dar cariño a ese niño sin madre y cuyo padre, a pesar de que le dispensaba todo el amor del mundo, era apenas unas pocas horas las que le dedicaba. Era un niño solitario que se sentía diferente, aunque no supiese explicarlo, pero que en Elsa había encontrado apoyo, y ella ya no estaba. Al igual que su madre, también se había marchado. Presentía lo que su pequeño sentía, pero no podía hacer nada por cambiar la situación.
Pensaba que estaba siendo muy egoísta con él. Quizás debería pensar en volver a casa. Allí tenía a sus abuelos, recibiría una mejor educación, tendría los medios que en el poblado les faltaba. Tendría amigos. . . Quizás un cambio de ambiente les viniese bien a ambos. Al mismo tiempo, si tomase esa determinación, lamentaría tener que dejar a estas personas que eran sus amigos y que con tanto cariño le habían acogido. Era el momento de plentearselo; notaba que se estaba endureciendo cada vez más. No olvidaría a Karen, pero si ella viviese pensaría que el niño se merecía otras oportunidades, y aunque lo lamentara, tendrían que pensar en el regreso.
Elsa tomó el avión y llegó a Guatemala. Se incorporó a su trabajo cuando aún le quedaban dos días libres. Averiguó cómo iban las gestiones referentes al poblado de Albert y recibió buenas noticias: tendrían las ayudas en breve tiempo. ´Su jefe inmediato la solicitó que hiciera una lista con las necesidades más urgentes para planificarlo todo.
- Además de los edificios que ya te he comentado, se me ha ocurrido que deberíamos proporcionarles un grupo para instalar un centralita y así poder comunicarse por teléfono, al menos a determinadas horas. El terminal podría estar en el dispensario y conectar, por ejemplo, con la comisaría más cercana. De esta manera si surge una urgencia podrían contactar inmediatamente y no esperar a que alguien fuera en coche hasta las capital.
- Cierto sería muy útil, pero es muy costoso
- Pero en la época de lluvias el terreno se vuelve intransitable y además viven siempre con la amenaza del volcán. Si hubiera una erupción, se quedarían aislados y de esta forma podrían solicitar ayudas conectando con la policía. Es lo que se me ocurre, o quizá conectar directamente con sanidad o con el ejército, o que se yo . . .
- Te repito que estoy de acuerdo contigo, pero no nos llega el presupuesto.
- Allí hay muchos niños y dos vehículos para la evacuación. Si surgiera un cataclismo morirían todos. ¡ Por Dios ! pensadlo; no sólo serviría para ellos, sino para los poblados que están a corta distancia de allí. Hay por lo menos cuatro o cinco más.
- Si tienes razón, pero ¿ qué quieres que haga yo ? Si por mi fuera tendrían hasta un helicóptero siempre disponible, pero mis medios son los que son. . .
- ¿ Si yo consigo el dinero, lo autorizas?
- Si lo consigues, adelante. Sé que tienes razón . . . te ayudaría en todo lo que estuviese en mis manos. Adelante te doy permiso para hacer lo que creas conveniente.
- Muy bien. Tocaré en algunas puertas a ver qué pasa. Gracias, gracias por todo
Salió deprisa de la oficina y miró su reloj. Llegaba a tiempo de hablar con sus padres.
- ¡ Papá !
- ¡ Elsa, hija ! ¿ cómo estás?
- Bien, estoy bien ¿ y mamá ?
- Está en el club. ¿Cómo llamas a estas horas, estás bien? ¿ te ocurre algo?
-No, no te preocupes, pero oye necesito tu ayuda
- ¡ Elsa ! ¿ otra vez? Nos vas a arruinar . . .
- Ja, ja, ja,. Mira necesito instalar un grupo electrógeno para una centralita de teléfono en el poblado . En época de lluvias permanecen aislados y están esperando la erupción de un volcán. Papi, hay muchos niños pequeños y corren serio peligro. Por favor ayúdame. Organizad alguna fiesta de caridad, se os da bien. He conseguido que les ayuden, pero el presupuesto no da para la centralita. Por favor échame una mano
-Elsa . . . Iré a verte y sobre el terreno veremos lo que se puede hacer
- Estupendo papá. Pero yo no te podré acompañar. Tengo mucho trabajo; nos tenemos que dar prisa antes de las lluvias, porque después tardaremos en volver. No quieras ver cómo se pone el terreno de peligroso. Le escribiré a Philip y te recogerá en la ciudad y te llevará hasta el poblado. Luego vendrás a verme ¿ verdad? Te quiero papá. Sois los padres mejores y más generosos del mundo.
Contenta y satisfecha por lo logrado, se dispuso a escribir a Philip para contarle las novedades y lo que había conseguido : una centralita. También le dijo que tendría que guiar a su padre. Ella no iría motivado por el incidente con Albert. Un mes después Philip recogía en la capital al padre de Elsa, todo el equipo y personal para la instalación de la centralita.
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