jueves, 21 de enero de 2016

¿ Existen las casualidades ? - Capítulo 1 -- La fiesta



Philip
Philip terminó su guardia y se dispuso a coger la moto que le conduciría hasta su casa en un barrio acomodado de la ciudad de Nueva York.  Había tenido una guardia dura, con varios accidentes de tráfico, una apendicitis de urgencia, un brazo roto, caídas en la calle, etc. etc.  Había empalmado su turno con la guardia que le correspondía a otro compañero, pero que por encontrarse enfermo, le tocó a él.   Estaba cansado y sólo pensaba en llegar a casa y después de una buena ducha,,  meterse en la cama y dormir, dormir sin parar hasta el día siguiente.


De pronto se acordó que había de llamar a Elsa su antigua compañera de universidad,  y que ahora se había convertido en su mejor amiga y acompañante  en eventos a los que había de asistir con pareja.
-- Seguro me dice que no, y no me extraña porque esas reuniones son de un aburrimiento de muerte.  Pero en fin, la etiqueta lo exige. . .   pensó riendo ante la mentira que le iba a decir a su amiga.


El teléfono sonaba en casa de Elsa. De un saltó atendió la llamada pensando que se había dormido y que el despertador no había cumplido su misión:  despertarla a tiempo para acudir a su trabajo
-- Elsa
-- Siii
-Despierta, mujer,  que son más de las ocho.
-- ¿Philip?, por Dios que susto me has dado, creí que me había dormido y el despertador no había funcionado
-- Mas o menos, pero es que salgo ahora de una guardia que me ha dejado rendido y antes de acostarme te quería pedir un favor.
-- A ver, dime, pesado
-El viernes tengo que asistir a un evento muy importante y necesito pareja ¿ Me acompañas ?
-¡ Philip ¡ ¿ por qué siempre me metes en estos dios ¿  No me apetecen nada tus fiestas. Son un aburrimiento y creo que son excusas para que vaya contigo
-Tienes razón, pero los organizadores son así. ¿ Te animas?
-Pues no. . .   pero ¡ qué remedio me queda ¡.  Me debes un montón, de favores,  que te quede claro


Elsa


Las risas de Philip se oyeron através del teléfono, señal de que su amiga había aceptado
-Oye, te llamo el miércoles para quedar ¿ vale ¿  Ahora estoy muerto de cansancio y me voy a dormir. .Ciao linda, eres un tesoro
-Bien, bien. Eres un embaucador.  Anda acuéstate pronto. Hasta el miércoles tramposo


Ambos amigos colgaron sus respectivos teléfonos riendo.  Elsa se desperezó en la cama y apartando la ropa se levantó de un salto.  Tenía tiempo de sobra para llegar al trabajo.  Delante de un café,  en el desayuno,  pensaba en la conversación mantenida, sonriendo
-- ¡ Este chico ¡ . . .


Hacía una preciosa mañana de final de primavera y el sentir el sol en su rostro la infundía  alegría interior.. La gustaban los días soleados como éste.  Diligente cogió su coche y se dirigió a las oficinas de su Organización en la que trabajaba como cooperante para los refugiados.  Era muy apreciada entre sus compañeros; servicial y diligente, Elsa, era eficaz y siempre trataba de resolver los problemas que inevitablemente los refugiados traían a sus oficinas  Comentó con su compañera el “ plan” que tenía para el fin de semana y que no le apetecía, pero por Philip lo haría encantada


--¿ Estás enamorada de él?
-Naturalmente que no, aunque en la universidad me gustaba muchísimo. Pero no, ahora es como un hermano para mi.  Es muy buena persona y recurro a él cuando necesito su ayuda con cualquier refugiado, y siempre lo resuelve  Por eso no tengo más remedio que corresponder con él de alguna forma.


Tanto Philip como Elsa, pertenecían a unas familias bastante bien acomodadas . En ocasiones sus padres  se habían reunido con motivo de algún acto social, es decir : se movían en los mismos círculos, por eso no era de extrañar que quienes les conocían daban por hecho que en algún momento emparentarían, pero ellos tenían otros planes..  Ambos eran de ideas más progresistas que sus familias, por tanto eligieron caminos profesionales en los que poder  ayudar a gentes desfavorecidas.  Sus ideas no eran bien vistas por sus respectivos padres que procedían de familias de emigrantes que habían conseguido el sueño americano.  El abuelo de Elsa había forjado su pequeña fortuna montando un restaurante, que posteriormente fue ampliando hasta conseguir una cadena de ellos. Su padre  heredó el negocio y lo amplió con otra cadena de comida rápida. Se les podía considerar como “ricos”. Elsa tenía dos hermanos más y los tres fueron a la universidad.  La familia de Philip provenía de la industria editorial forjada por su padre. Tuvo la fortuna de editar a unos escritores de mucho éxito y desde años,  su prosperidad era notable.  No entendía muy bien cómo su hijo había estudiado la carrera de medicina, y además trabajara en un hospital pequeño y en sus ratos libres ejerciera en organizaciones de ayuda  a personas con ingresos precarios.  En una ocasión les anunció que probablemente ingresaría en Médicos sin Fronteras para marchar a Africa o algún país de Hispanoamérica y trabajar en el interior , lo que escandalizó a sus padres y hasta le valió un buen disgusto con ellos.


Como había acordado con Elsa, Philip la fue a buscar a la salida del trabajo. Se saludaron cariñosamente y se dirigieron a cenar a uno de los restaurantes familiares. Su charla era cariñosa y amable como cada vez que se veian y quedaron de acuerdo a la hora  en que pasaría a recogerla para acudir a la fiesta  en la que Philip debía acudir con pareja y que era un pequeño homenaje a un médico que dejaba su trabajo después de alcanzar la jubilación, y que otro más joven reemplazaría al saliente.
- Ponte guapa y muy elegante. Tengo que causar buena impresión
- ¿ Por qué ? ¿ Vas a ser tú el que sea nuevo directivo?
- ¡ Qué más quisiera yo ¡ Pero fíjate si serán absurdos que piensan si voy a la fiesta sin “ novia “ es que no soy lo suficientemente serio para ocupar un puesto de alguna responsabilidad
- ¡ Pero yo no soy tu novia ¡
- Si, pero ellos no lo saben
- ¡ Pero cómo puedes ser tan tramposo ¡


Ambos rieron satisfechos de la ocurrencia.  La fiesta transcurría normalmente. Como en todas las reuniones de ese tipo algunas parejas bailaban, otras formaban corrillos mezclándose los jóvenes con las personas de más edad,,  otros comentaban el tiempo que hacía que no se veían y que tenían que organizar una comida de hermandad,... Todo normal.


El corrillo formado por Philip, Elsa y demás compañeros de su promoción tenía una charla amenizada por anécdotas y chistes que Philip se encargaba de relatar.  Una voz algo distante de donde estaban llegó hasta ellos y les hizo girar la cabeza en su dirección


Albert


-¡ Philip, muchacho ¡ ¡ vaya sorpresa ¡
-¡Albert ¡


Ambos  amigos se fundieron en un estrecho abrazo
-¿Cuánto tiempo hace que no nos hemos visto?-  preguntó Albert
- Ufff, una eternidad-  dijo Philip-   ¿ Cómo te va todo ?
-Bien, me va bien. Estoy  donde yo quería y hago lo que me gusta. Mi familia está de uñas, pero bueno, se van acostumbrando.


En ese momento Albert giró su rostro en dirección a Elsa, que fue reconocida en el acto
-¡ Dios mío, tú también estás !


Elsa extrañada miró a Philip interrogándole con la mirada lo que aquello significaba. No creía conocer a aquel muchacho y no entendía nada
-¿ Me conoces? - preguntó a Albert
-¿ Que si te conozco ?, Naturalmente, yo estaba loco por ti - Elsa divertida rompió a reír
-Eres muy galante- le dijo
-De eso nada. Es cierto, hasta  me dijo que se casaría contigo-  replicó Philip
-Vamos a ver ¿ os estáis quedando conmigo? Yo no te conozco de nada . . .
-Estabas dos cursos por detrás nuestro, pero yo siempre,  en el comedor,  me ponía frente a ti para poder verte
-Cierto, elegíamos el peor sitio del comedor y sólo porque tú te arrinconabas para no perder ni un solo minuto de tus estudios. Madre mía ¡ lo que tuve que aguantar ! -  comentó Philip
-¡Pero a mi el qye me gustaba eras tú.! .-   dijo divertida Elsa dirigiéndose a Philip
-¿ Y ahora, sois pareja?-  preguntó Albert
-Nooo, se apresuró a rechazar Elsa. Somos muy buenos amigos, pero ya no me gusta para novio,-   apostilló riendo
- Bien, pues si es así . . .   Vamos a bailar


Y  tomándola de un brazo la llevó hasta la pista.  Se miraban y sonreían quizá recordando sus andanzas juveniles, . Albert sin dejar de sonreír y mirándola de frente la dijo

-Me voy a casar contigo - . Y girando en el baile mientras sonreía, dejo a Elsa perpleja sin saber qué decir

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