Unos toques de atención en la puerta, hicieron que las dos hermanas dejaran de discutir.
- Me tenéis harto con vuestras estupideces- dijo el padre de las chicas con bastante malhumor
- Ha sido Lizzy-, replicó una de ellas
Eran gemelas, pero opuestas en todo, tanto física como en temperamento. Lizzy rubia como el oro y de unos bellos ojos azules, como su madre. . Mildred, más parecida al padre, con cabellos castaños, pero con ,el mismo color de ojos.. . Su madre, nacida en Dinamarca y criada en Estados Unidos, y el padre de origen británico, aunque nacido también en USA Se conocieron en Canadá cuando él cursaba sus estudios de ingeniería aeronáutica. Fue amor a primera vista por parte de ella. Lo de él, fue refugio para olvidar un amor contrariado que había dejado atrás.
¿ Por qué recordaba ahora todo aquello ?. Quizá por la discusión de sus hijas, lo vehementes que eran y lo que las quería. Su vida hubiera estado aún más vacía si no las hubiera tenido a ellas. Se sentó en el sillón, y sin querer, prosiguió con sus recuerdos. Llegó con dieciocho años. Conoció a la madre de las niñas en la universidad y se integró en el grupo en el que estaba Ingrid, que no transcurrido mucho tiempo, se convertiría en su novia y más tarde en esposa, aunque no fue un matrimonio largo, pero si conservaron una buena amistad.
Fue recibido en el aeropuerto por un primo de su padre que llevaba más de veinte años viviendo en Canadá y que le había recomendado para que orientase al muchacho en la aventura que emprendía. Había elegido una carrera difícl, pero era la que le gustaba. Aunque sus miras estaban en Norteamérica, más concretamente en Cabo Cañaveral. Picaba muy alto, sabía que era muy difícil y largo el camino, pero no tenía ni más interés ni más cosas que hacer que centrarse en ese sueño.
Llegó desmoralizado y triste. En América había dejado al amor de su vida, pero además habían roto su relación y no había ninguna posibilidad de arreglo.
Llevaba en la cartera una fotografía de ella., y recordó el día que se la sacó un compañero de universidad integrado en el grupo de estudios. Al finalizar el curso, celebraron las notas obtenidas con una comida en el campo junto a todos sus amigos.. Uno de ellos les tomó esa foto, en la que se les veia felices unidas sus bocas por morder una misma fruta.. Sonreian todos por la instantánea, aunque eran ajenos que la felicidad les duraría poco tiempo. En su reverso había una fecha remarcada. Una fecha muy especial para ellos, inolvidable. La dejó en la mesilla de noche, junto al reloj, y se tumbó en la cama. Vivía momentáneamente en casa de su primo, hasta que comenzara el curso y se instalara en el campus.
- Os lo agradezco, pero cuando comience el curso, me alojaré en la universidad. No os daré la lata- les había comentado
No terminaba de encajar, se encontraba muy extraño. Apenas hablaba ingles, sólo para defenderse. Había que despabilarse, pues de lo contrario no podría seguir las clases. Se aislaba voluntariamente del resto de chicos. Por este motivo, fue observado por una muchacha. Llamaba la atención de ella el que siempre estuviera alejado de la pandilla, como ausente, y eso la hizo acercarse más a él. Aunque al principio, no mostraba interés, poco a poco consiguió ser presentado al resto de chicos que le acogieron sin problemas, porque en realidad, el problema lo tenía él. No conseguía apartar el recuerdo de Meredith , y eso le volvía taciturno y reservado.
Entablaron un diálogo, y pronto fue presentado por la muchacha al resto de compañeros. No tuvo problema para integrarse, dado el carácter abierto del chico. Poco a poco se fue ganando la simpatía de todos, y en especial de Ingrid, que así se llamaba la chica.
Salían los fines de semana, acudían a alguna hamburguesería. o iban al cine. Cuando el tiempo era bueno, acudían a uno al aire libre, en el coche de ella. Era el lugar elegido por las parejitas para hacerse los arrumacos sin que nadie se fijara, puesto que todos iban a lo mismo. Ellos no serían una excepción, pero fueron más allá en el asiento trasero del coche. Cada semana, cuando el tiempo lo permitía, acudían al cine, y cuando llovía o hacía frio, elegían un motel de carretera y allí colmaban sus apetencias.
Una tarde, Ingrid le llamó llorando muy preocupada. El presintió lo que iba a decirle. No era una situación nueva; hacía poco se había enfrentado a ella, pero en otro lugar, con otra chica. Se vieron en la habitación del motel en el que acostumbraban a ir
- Jack, Jack - lloraba mientras se abrazaba a él llorando
- A ver ¿ qué ocurre?- le decía tranquilo
- Me ocurre que estoy embarazada. Acabo de recibir el informe médico y no hay duda. La semana próxima me haré una ecografía. Jack, tengo miedo
- Bueno, tranquilízate... No estás sola, no voy a dejarte sola
- Pero no podemos tenerlo... Los estudios... ¡ Oh Dios mío ! mis padres me matarán
- Yo hablaré con ellos. Nos casaremos, trabajaré y saldremos adelante
- Pero ... ¿ tu me quieres? - preguntó ella
- Naturalmente que te quiero. Si no te quisiera, no hubiera ocurrido esto ¿ no crees?
Quería aparentar tranquilidad ante ella, pero la verdad es que estaba muy lejos de sentirla. Todos los planes se habían venido abajo. Recordó cuando Meth le dijo lo mismo. Echó la vista atrás
- ¿ Habrá tenido el niño ? ¿ Será niño ó niña ? ... Dios mio, yo la adoraba...
- ¿ En qué piensas? - le preguntó Ingrid, al notar que no prestaba atención a lo que le decía. Ella no se imaginaba que muy probablemente él hubiera dejado un hijo en América.
La dio un beso y salieron de la habitación. Ese día no hicieron el amor. Estaban demasiado preocupados, pero no pudo evitar un pensamiento
" Si en lugar de Ingrid hubiera estado con ella, sí la hubiera hecho el amor antes de irnos "
Se quedaron fríos cuando el médico les anunció que había dos semillitas que crecían en el interior del vientre de Ingrid. Esa misma tarde fue a hablar con los padres de la chica que ya habían sido puestos en antecedentes por ella.
El padre estaba indignado y furioso, cuando llegó a la casa. Tuvo que escuchar toda clase de insultos, mientras Ingrid gimoteaba agarrada a la mano de Jack. Sudaba, sentía un fuerte calor interior, pero reconocía que el buen hombre tenía razón para tal enfado. La madre muy pálida, callaba conmovida por el mal rato que su hija estaba pasando.
- Tendrás que trabajar, y sacarás adelante tu casa y a lo que venga. Te seguiré muy de cerca y más vale que te portes bien con Ingrid, porque de lo contrario vas a sentirlo. Puedo asegurarte que si observo que ella sufre, te arrepentirás de haber nacido
Aceptaba los improperios sin decir nada. Cuando el hombre se hubo calmado, comenzó a exponer lo que tenía pensado hacer
- Trabajaré en lo que sea. No debe preocuparse. A mi familia no la faltará de nada. El trabajo no me duele y si me es posible también estudiaré para poder realizar lo que tenía planeado.
Se casaron civilmente cuando ya estaba en el quinto mes del embarazo. Su volumen había aumentado considerablemente , al tratarse de dos criaturas las que llevaba en su vientre.
Jack, buscó denodadamente trabajo, y debido a su afición a la mecánica, fue su suegro quién se lo proporcionó en su taller de arreglos de vehículos. Vivían en un apartamento cercano al de sus suegros, y se desenvolvían económicamente bien, pero los estudios los tenía que hacer a distancia y por las noches. Lo conseguiría, aunque bastante más tarde de lo esperado.
Ingrid le notaba siempre como ausente, como si su cabeza estuviera en otro lado. No se equivocaba. Nunca le había contado lo que dejó atrás al salir hacia Canadá, pero intuía que era algo que le dolía especialmente.
Dio a luz a dos preciosas niñas, y chocaba que una fuera rubia como su madre y la otra castaña como él. Desde el momento que las tuvo en sus brazos, supo que las quería más que a su vida, y que haría todo lo que fuese para que tuvieran un hogar en la que el cariño fuese el que reinara en él. Pero ...
Quizá fuese la frustración que sentía por no haber podido realizar su proyecto de vida, por la depresión post-parto, por el trabajo de atender a las niñas, y quizá y más probable, es que no se había casado enamorado de Ingrid. Poco a poco su relación fue deteriorándose. Al principio a penas perceptible, pero la convivencia se hacía cada vez más difícil
Llegaba cansado del trabajo y se encontraba con el panorama hogareño: Ingrid llorando, desbordada por atender a dos bebés al mismo tiempo, a pesar de ser ayudada por su madre. Despeinada, sin arreglar y permanentemente con los pechos fuera dando de mamar a las niñas... Todo lo hubiera soportado si estuviera enamorado, pero el caso es que no lo estaba, y ella lo notaba, lo que aumentaba más su depresión. Pasaron la cuarentena, pero las relaciones sexuales no se reanudaban. Cada vez eran más escasas y más distantes en el tiempo. Ël comenzó a frecuentar los bares cercanos. Nunca se emborrachaba, pero huía del panorama de su casa.
Ninguno de los dos fue culpable, pero el deterioro de la pareja era evidente. Las niñas crecían preciosas, sanas y bonitas, pero ellos eran como dos extraños. Y fue ella la que decidió plantear la situación del divorcio. Meses después, él abandonó el hogar para instalarse momentáneamente en una pensión barata. A Ingrid la dolía verle en esa situación. No había conseguido nada de lo que había proyectado, ella tampoco, pero al menos tenía el apoyo de sus padres, un hogar, y a sus hijas. El también tenía a las niñas, pero estaba solo. Los padres y hermanos de jack, al contarles que debía casarse rápidamente, dejaron de hablarle
- Creciste como un golfo y sigues igual. De nada han servido las oportunidades que te dimos ¿ Para eso te fuiste?- es el comentario que recibió de su padre, cuando le llamó para anunciarle que iba a ser abuelo. Sin embargo la madre, siempre encontraba un momento, a escondidas de su familia, para hablar con el hijo, que quizá por ser menos afortunado, le dolía más.
Tomó la decisión de plantar cara a su marido. Nunca lo hubiera hecho..., nunca. Pero ahora debía ayudar a su hijo, que lo estaba pasando mal. Había abandonado definitivamente los estudios. Seguía trabajando en el taller de su suegro, al que había tomado cariño. Ambos se apreciaban, porque veían la buena relación existente entre su hija y él. Tenían mejor relación divorciados que cuando estaban casados. Acudía todos los fines de semana a ver a las niñas, que en cuanto cumplieron los tres años, se las llevaba a casa y dormían en su apartamento
La madre de Jack había conseguido que el marido la acompañase en su viaje a Canadá para ver al hijo. Estaba decidida a ayudarle.. Acudió al aeropuerto a recibirles. El saludo del padre fue frio, protocolario. Sin embargo el de la madre fue cálido, entrañable. Les acompañó hasta el hotel, y quedó con ellos que al día siguiente les llevaría a conocer a sus nietas.
Y las conocieron, y a la madre se le saltaron las lágrimas
- ¡ Cielo santo ! ¡ Qué bonitas son !-decía arrimando a la suya las caritas de las niñas, que la sonrieron
El padre también estaba emocionado. Quizá el volverle a ver, había revuelto sus instintos paternales. Le causaba profundo dolor el comprobar que de todos sus hijos, es el que estaba en peor situación. Los padres de Ingrid, quedaron encantados con la visita de sus consuegros, y el padre, cuando se hubieron marchado, comentó a su mujer
-¿ Sabes lo que pienso ? Que ha sido una verdadera pena que ellos no se entendieran. Jack es un buen muchacho. Un poco cabeza loca, pero un buen muchacho. Le recibí con mucha prevención, pero mi opinión ha cambiado.
Y acudió al hotel a buscar a sus padres. les llevaría a comer a algún restaurante italiano, barato eso si, porque aunque ganaba un buen sueldo, debía pagar la manutención de las niñas, y no andaba muy sobrado.
Los padres se mostraron comprensivos y contentos. La madre le miraba con inmensa ternura, y más de una vez, fue sorprendida por su hijo con los ojos llenos de lágrimas. Antes de salir, el padre hizo que se sentara
-Jack, sé que has sido un ... loco, pero al fin y al cabo eres mi hijo y me duele lo malo que te ocurra. El tener a esas niñas, ha sido la mejor cosa que has hecho, y lo que espero es que tengamos más contacto. No será el mismo que con los que viven allí, pero cuando sean mayores quiero hablar con ellas por teléfono. Y aprenderé a manejar un ordenador para verlas en directo., por gue..,.
- Por webcam, papá, por webcam
- Eso..., como se llame. Te volverás a matricular en la universidad, y cursarás los estudios para los que viniste a este país. Habrás de prometerme que serás ingeniero . Deseo que cumplas tu sueño
- Gracias, padre, pero no puedo. Eso fue entonces. Ahora soy padre de familia y he de ayudar a Ingrid en la manutención de las niñas. Ellas son ahora mi sueño
- Lo sé, lo sé. Pero .. nosotros te ayudaremos. Mamá y yo lo hemos hablado, y está decidido. Dejarás el trabajo y te centrarás únicamente en tus estudios. Volverás a matricularte y sacarás adelante los cursos en los que lo cortaste. Todos los meses haremos una transferencia a Ingrid para las niñas. No carecerán de nada. A cambio te exijo que seas ingeniero. Esa es nuestra única condición
Se sacrificó al máximo, pero lo consiguió. Al recibir la titulación fue acompañado por sus padres y uno de sus hermanos. Por sus suegros, sus hijas e Ingrid, que se mostraba orgullosa de él. Celebraron una gran fiesta.
Envió su curriculum a la NASA, a Tejas. Esa era su máxima ilusión. De siempre quiso pertenecer a esa organización, pero el tiempo pasaba y no tenía respuesta. Entre tanto buscó empleo en una pequeña compañía aérea. Las niñas crecían y adoraban a su padre. La relación con Ingrid era excelente, ella le profesaba un gran cariño. Sabía que no conocía todo lo relativo a su vida de juventud, pero ella respetaba su silencio, y nunca le preguntó nada. Esperaba que algún día se lo confesara.
Las niñas hablaban con frecuencia con sus otros abuelos, y en cuanto tuvieron edad para viajar, pasaban parte de las vacaciones con ellos.
Un día el cartero llamó a la puerta del hogar de Jack. Este se encontraba trabajando. Era una carta que procedía de la NASA, que fue recogida por Mildred. Inmediatamente la niña llamó a su padre
- Dime Mildred, ¿ qué pasa?
- Nada papá... Ha llegado una carta de la NASA
- Pues ábrela. Seguramente será para decirme que ya me avisarán
La niña rasgó el sobre y extrajo el pliego de papel con membrete de la organización. A medida que iba leyendo, sus ojos se abrían cada vez más y una sonrisa de satisfacción se dibujaba en su cara. Lizzy acudió junto a su hermana extrañada por los grititos que estaba dando
- Papá, papá.... Te han admitido... Pone que te tienes que incorporar la semana próxima
- ¿ Es eso cierto? Léemelo, anda
La carta fue leida con sumo cuidado por Lizzy y Mildred a coro. Él no podía hablar. Su sueño se había cumplido.
Ingrid y las niñas acompañaron a Jack hasta Tejas. Las niñas lo vivían como una aventura. Tan sólo enturbiaba su felicidad, el pensar que no podría estar con ellas todo lo que quisiera. Su trabajo se lo impediría. Ingrid para consolarle, le dijo
- No te desmoralices. Están las vacaciones. Las pasarán todas contigo, por favor no te preocupes. Es lo que siempre has deseado...
- Si pero entonces no teníamos a las niñas- respondió triste.
Pasaron tres días como si volvieran a ser una familia. En el viaje de vuelta, Ingrid tenía como vecino de asiento, un ingeniero que sería compañero de Jack. Inmediatamente conectaron y las niñas que iban detrás, cuchicheaban entre ellas sobre la cara que mostraba su madre.
Su noviazgo se desarrolló por carta y a veces se encontraban cuando él tenía algunos días libres. Ingrid comunicó a Jack, que a pesar de la oposición de las niñas, se casaría con Julio y serían vecinos.
Pablo dio su aprobación y tuvo una larga charla con sus hijas para convencerlas de que su madre no dejaría de quererle, serían vecinos y podrían verse igual que antes. Julio era un buen hombre estaba muy enamorado de su madre y era amable y correcto con ellas.
Se casaron y fue testigo por parte de Ingrid. Estaba satisfecho de la decisión que su ex había tomado. Merecía ser feliz y además tendría cerca a su familia. Tres meses más tarde, Ingrid anunció a Jack y a las niñas, que un nuevo miembro venía en camino. Prepararon una comida especial y celebraron la buena nueva. Ante la perspectiva de un hermano, las niñas fueron aceptando a Julio, y poco a poco llegaron a formar una familia muy unida. Además su padre vivía cerca. Estaban terminando la enseñanza primaria en el cercano instituto. Definitivamente habían establecido su residencia en América nuevamente.
- Me tenéis harto con vuestras estupideces- dijo el padre de las chicas con bastante malhumor
- Ha sido Lizzy-, replicó una de ellas
Eran gemelas, pero opuestas en todo, tanto física como en temperamento. Lizzy rubia como el oro y de unos bellos ojos azules, como su madre. . Mildred, más parecida al padre, con cabellos castaños, pero con ,el mismo color de ojos.. . Su madre, nacida en Dinamarca y criada en Estados Unidos, y el padre de origen británico, aunque nacido también en USA Se conocieron en Canadá cuando él cursaba sus estudios de ingeniería aeronáutica. Fue amor a primera vista por parte de ella. Lo de él, fue refugio para olvidar un amor contrariado que había dejado atrás.
¿ Por qué recordaba ahora todo aquello ?. Quizá por la discusión de sus hijas, lo vehementes que eran y lo que las quería. Su vida hubiera estado aún más vacía si no las hubiera tenido a ellas. Se sentó en el sillón, y sin querer, prosiguió con sus recuerdos. Llegó con dieciocho años. Conoció a la madre de las niñas en la universidad y se integró en el grupo en el que estaba Ingrid, que no transcurrido mucho tiempo, se convertiría en su novia y más tarde en esposa, aunque no fue un matrimonio largo, pero si conservaron una buena amistad.
Fue recibido en el aeropuerto por un primo de su padre que llevaba más de veinte años viviendo en Canadá y que le había recomendado para que orientase al muchacho en la aventura que emprendía. Había elegido una carrera difícl, pero era la que le gustaba. Aunque sus miras estaban en Norteamérica, más concretamente en Cabo Cañaveral. Picaba muy alto, sabía que era muy difícil y largo el camino, pero no tenía ni más interés ni más cosas que hacer que centrarse en ese sueño.
Llegó desmoralizado y triste. En América había dejado al amor de su vida, pero además habían roto su relación y no había ninguna posibilidad de arreglo.
Llevaba en la cartera una fotografía de ella., y recordó el día que se la sacó un compañero de universidad integrado en el grupo de estudios. Al finalizar el curso, celebraron las notas obtenidas con una comida en el campo junto a todos sus amigos.. Uno de ellos les tomó esa foto, en la que se les veia felices unidas sus bocas por morder una misma fruta.. Sonreian todos por la instantánea, aunque eran ajenos que la felicidad les duraría poco tiempo. En su reverso había una fecha remarcada. Una fecha muy especial para ellos, inolvidable. La dejó en la mesilla de noche, junto al reloj, y se tumbó en la cama. Vivía momentáneamente en casa de su primo, hasta que comenzara el curso y se instalara en el campus.
- Os lo agradezco, pero cuando comience el curso, me alojaré en la universidad. No os daré la lata- les había comentado
No terminaba de encajar, se encontraba muy extraño. Apenas hablaba ingles, sólo para defenderse. Había que despabilarse, pues de lo contrario no podría seguir las clases. Se aislaba voluntariamente del resto de chicos. Por este motivo, fue observado por una muchacha. Llamaba la atención de ella el que siempre estuviera alejado de la pandilla, como ausente, y eso la hizo acercarse más a él. Aunque al principio, no mostraba interés, poco a poco consiguió ser presentado al resto de chicos que le acogieron sin problemas, porque en realidad, el problema lo tenía él. No conseguía apartar el recuerdo de Meredith , y eso le volvía taciturno y reservado.
Entablaron un diálogo, y pronto fue presentado por la muchacha al resto de compañeros. No tuvo problema para integrarse, dado el carácter abierto del chico. Poco a poco se fue ganando la simpatía de todos, y en especial de Ingrid, que así se llamaba la chica.
Salían los fines de semana, acudían a alguna hamburguesería. o iban al cine. Cuando el tiempo era bueno, acudían a uno al aire libre, en el coche de ella. Era el lugar elegido por las parejitas para hacerse los arrumacos sin que nadie se fijara, puesto que todos iban a lo mismo. Ellos no serían una excepción, pero fueron más allá en el asiento trasero del coche. Cada semana, cuando el tiempo lo permitía, acudían al cine, y cuando llovía o hacía frio, elegían un motel de carretera y allí colmaban sus apetencias.
Una tarde, Ingrid le llamó llorando muy preocupada. El presintió lo que iba a decirle. No era una situación nueva; hacía poco se había enfrentado a ella, pero en otro lugar, con otra chica. Se vieron en la habitación del motel en el que acostumbraban a ir
- Jack, Jack - lloraba mientras se abrazaba a él llorando
- A ver ¿ qué ocurre?- le decía tranquilo
- Me ocurre que estoy embarazada. Acabo de recibir el informe médico y no hay duda. La semana próxima me haré una ecografía. Jack, tengo miedo
- Bueno, tranquilízate... No estás sola, no voy a dejarte sola
- Pero no podemos tenerlo... Los estudios... ¡ Oh Dios mío ! mis padres me matarán
- Yo hablaré con ellos. Nos casaremos, trabajaré y saldremos adelante
- Pero ... ¿ tu me quieres? - preguntó ella
- Naturalmente que te quiero. Si no te quisiera, no hubiera ocurrido esto ¿ no crees?
Quería aparentar tranquilidad ante ella, pero la verdad es que estaba muy lejos de sentirla. Todos los planes se habían venido abajo. Recordó cuando Meth le dijo lo mismo. Echó la vista atrás
- ¿ Habrá tenido el niño ? ¿ Será niño ó niña ? ... Dios mio, yo la adoraba...
- ¿ En qué piensas? - le preguntó Ingrid, al notar que no prestaba atención a lo que le decía. Ella no se imaginaba que muy probablemente él hubiera dejado un hijo en América.
La dio un beso y salieron de la habitación. Ese día no hicieron el amor. Estaban demasiado preocupados, pero no pudo evitar un pensamiento
" Si en lugar de Ingrid hubiera estado con ella, sí la hubiera hecho el amor antes de irnos "
Se quedaron fríos cuando el médico les anunció que había dos semillitas que crecían en el interior del vientre de Ingrid. Esa misma tarde fue a hablar con los padres de la chica que ya habían sido puestos en antecedentes por ella.
El padre estaba indignado y furioso, cuando llegó a la casa. Tuvo que escuchar toda clase de insultos, mientras Ingrid gimoteaba agarrada a la mano de Jack. Sudaba, sentía un fuerte calor interior, pero reconocía que el buen hombre tenía razón para tal enfado. La madre muy pálida, callaba conmovida por el mal rato que su hija estaba pasando.
- Tendrás que trabajar, y sacarás adelante tu casa y a lo que venga. Te seguiré muy de cerca y más vale que te portes bien con Ingrid, porque de lo contrario vas a sentirlo. Puedo asegurarte que si observo que ella sufre, te arrepentirás de haber nacido
Aceptaba los improperios sin decir nada. Cuando el hombre se hubo calmado, comenzó a exponer lo que tenía pensado hacer
- Trabajaré en lo que sea. No debe preocuparse. A mi familia no la faltará de nada. El trabajo no me duele y si me es posible también estudiaré para poder realizar lo que tenía planeado.
Se casaron civilmente cuando ya estaba en el quinto mes del embarazo. Su volumen había aumentado considerablemente , al tratarse de dos criaturas las que llevaba en su vientre.
Jack, buscó denodadamente trabajo, y debido a su afición a la mecánica, fue su suegro quién se lo proporcionó en su taller de arreglos de vehículos. Vivían en un apartamento cercano al de sus suegros, y se desenvolvían económicamente bien, pero los estudios los tenía que hacer a distancia y por las noches. Lo conseguiría, aunque bastante más tarde de lo esperado.
Ingrid le notaba siempre como ausente, como si su cabeza estuviera en otro lado. No se equivocaba. Nunca le había contado lo que dejó atrás al salir hacia Canadá, pero intuía que era algo que le dolía especialmente.
Dio a luz a dos preciosas niñas, y chocaba que una fuera rubia como su madre y la otra castaña como él. Desde el momento que las tuvo en sus brazos, supo que las quería más que a su vida, y que haría todo lo que fuese para que tuvieran un hogar en la que el cariño fuese el que reinara en él. Pero ...
Quizá fuese la frustración que sentía por no haber podido realizar su proyecto de vida, por la depresión post-parto, por el trabajo de atender a las niñas, y quizá y más probable, es que no se había casado enamorado de Ingrid. Poco a poco su relación fue deteriorándose. Al principio a penas perceptible, pero la convivencia se hacía cada vez más difícil
Llegaba cansado del trabajo y se encontraba con el panorama hogareño: Ingrid llorando, desbordada por atender a dos bebés al mismo tiempo, a pesar de ser ayudada por su madre. Despeinada, sin arreglar y permanentemente con los pechos fuera dando de mamar a las niñas... Todo lo hubiera soportado si estuviera enamorado, pero el caso es que no lo estaba, y ella lo notaba, lo que aumentaba más su depresión. Pasaron la cuarentena, pero las relaciones sexuales no se reanudaban. Cada vez eran más escasas y más distantes en el tiempo. Ël comenzó a frecuentar los bares cercanos. Nunca se emborrachaba, pero huía del panorama de su casa.
Ninguno de los dos fue culpable, pero el deterioro de la pareja era evidente. Las niñas crecían preciosas, sanas y bonitas, pero ellos eran como dos extraños. Y fue ella la que decidió plantear la situación del divorcio. Meses después, él abandonó el hogar para instalarse momentáneamente en una pensión barata. A Ingrid la dolía verle en esa situación. No había conseguido nada de lo que había proyectado, ella tampoco, pero al menos tenía el apoyo de sus padres, un hogar, y a sus hijas. El también tenía a las niñas, pero estaba solo. Los padres y hermanos de jack, al contarles que debía casarse rápidamente, dejaron de hablarle
- Creciste como un golfo y sigues igual. De nada han servido las oportunidades que te dimos ¿ Para eso te fuiste?- es el comentario que recibió de su padre, cuando le llamó para anunciarle que iba a ser abuelo. Sin embargo la madre, siempre encontraba un momento, a escondidas de su familia, para hablar con el hijo, que quizá por ser menos afortunado, le dolía más.
Tomó la decisión de plantar cara a su marido. Nunca lo hubiera hecho..., nunca. Pero ahora debía ayudar a su hijo, que lo estaba pasando mal. Había abandonado definitivamente los estudios. Seguía trabajando en el taller de su suegro, al que había tomado cariño. Ambos se apreciaban, porque veían la buena relación existente entre su hija y él. Tenían mejor relación divorciados que cuando estaban casados. Acudía todos los fines de semana a ver a las niñas, que en cuanto cumplieron los tres años, se las llevaba a casa y dormían en su apartamento
La madre de Jack había conseguido que el marido la acompañase en su viaje a Canadá para ver al hijo. Estaba decidida a ayudarle.. Acudió al aeropuerto a recibirles. El saludo del padre fue frio, protocolario. Sin embargo el de la madre fue cálido, entrañable. Les acompañó hasta el hotel, y quedó con ellos que al día siguiente les llevaría a conocer a sus nietas.
Y las conocieron, y a la madre se le saltaron las lágrimas
- ¡ Cielo santo ! ¡ Qué bonitas son !-decía arrimando a la suya las caritas de las niñas, que la sonrieron
El padre también estaba emocionado. Quizá el volverle a ver, había revuelto sus instintos paternales. Le causaba profundo dolor el comprobar que de todos sus hijos, es el que estaba en peor situación. Los padres de Ingrid, quedaron encantados con la visita de sus consuegros, y el padre, cuando se hubieron marchado, comentó a su mujer
-¿ Sabes lo que pienso ? Que ha sido una verdadera pena que ellos no se entendieran. Jack es un buen muchacho. Un poco cabeza loca, pero un buen muchacho. Le recibí con mucha prevención, pero mi opinión ha cambiado.
Y acudió al hotel a buscar a sus padres. les llevaría a comer a algún restaurante italiano, barato eso si, porque aunque ganaba un buen sueldo, debía pagar la manutención de las niñas, y no andaba muy sobrado.
Los padres se mostraron comprensivos y contentos. La madre le miraba con inmensa ternura, y más de una vez, fue sorprendida por su hijo con los ojos llenos de lágrimas. Antes de salir, el padre hizo que se sentara
-Jack, sé que has sido un ... loco, pero al fin y al cabo eres mi hijo y me duele lo malo que te ocurra. El tener a esas niñas, ha sido la mejor cosa que has hecho, y lo que espero es que tengamos más contacto. No será el mismo que con los que viven allí, pero cuando sean mayores quiero hablar con ellas por teléfono. Y aprenderé a manejar un ordenador para verlas en directo., por gue..,.
- Por webcam, papá, por webcam
- Eso..., como se llame. Te volverás a matricular en la universidad, y cursarás los estudios para los que viniste a este país. Habrás de prometerme que serás ingeniero . Deseo que cumplas tu sueño
- Gracias, padre, pero no puedo. Eso fue entonces. Ahora soy padre de familia y he de ayudar a Ingrid en la manutención de las niñas. Ellas son ahora mi sueño
- Lo sé, lo sé. Pero .. nosotros te ayudaremos. Mamá y yo lo hemos hablado, y está decidido. Dejarás el trabajo y te centrarás únicamente en tus estudios. Volverás a matricularte y sacarás adelante los cursos en los que lo cortaste. Todos los meses haremos una transferencia a Ingrid para las niñas. No carecerán de nada. A cambio te exijo que seas ingeniero. Esa es nuestra única condición
Se sacrificó al máximo, pero lo consiguió. Al recibir la titulación fue acompañado por sus padres y uno de sus hermanos. Por sus suegros, sus hijas e Ingrid, que se mostraba orgullosa de él. Celebraron una gran fiesta.
Envió su curriculum a la NASA, a Tejas. Esa era su máxima ilusión. De siempre quiso pertenecer a esa organización, pero el tiempo pasaba y no tenía respuesta. Entre tanto buscó empleo en una pequeña compañía aérea. Las niñas crecían y adoraban a su padre. La relación con Ingrid era excelente, ella le profesaba un gran cariño. Sabía que no conocía todo lo relativo a su vida de juventud, pero ella respetaba su silencio, y nunca le preguntó nada. Esperaba que algún día se lo confesara.
Las niñas hablaban con frecuencia con sus otros abuelos, y en cuanto tuvieron edad para viajar, pasaban parte de las vacaciones con ellos.
Un día el cartero llamó a la puerta del hogar de Jack. Este se encontraba trabajando. Era una carta que procedía de la NASA, que fue recogida por Mildred. Inmediatamente la niña llamó a su padre
- Dime Mildred, ¿ qué pasa?
- Nada papá... Ha llegado una carta de la NASA
- Pues ábrela. Seguramente será para decirme que ya me avisarán
La niña rasgó el sobre y extrajo el pliego de papel con membrete de la organización. A medida que iba leyendo, sus ojos se abrían cada vez más y una sonrisa de satisfacción se dibujaba en su cara. Lizzy acudió junto a su hermana extrañada por los grititos que estaba dando
- Papá, papá.... Te han admitido... Pone que te tienes que incorporar la semana próxima
- ¿ Es eso cierto? Léemelo, anda
La carta fue leida con sumo cuidado por Lizzy y Mildred a coro. Él no podía hablar. Su sueño se había cumplido.
Ingrid y las niñas acompañaron a Jack hasta Tejas. Las niñas lo vivían como una aventura. Tan sólo enturbiaba su felicidad, el pensar que no podría estar con ellas todo lo que quisiera. Su trabajo se lo impediría. Ingrid para consolarle, le dijo
- No te desmoralices. Están las vacaciones. Las pasarán todas contigo, por favor no te preocupes. Es lo que siempre has deseado...
- Si pero entonces no teníamos a las niñas- respondió triste.
Pasaron tres días como si volvieran a ser una familia. En el viaje de vuelta, Ingrid tenía como vecino de asiento, un ingeniero que sería compañero de Jack. Inmediatamente conectaron y las niñas que iban detrás, cuchicheaban entre ellas sobre la cara que mostraba su madre.
Su noviazgo se desarrolló por carta y a veces se encontraban cuando él tenía algunos días libres. Ingrid comunicó a Jack, que a pesar de la oposición de las niñas, se casaría con Julio y serían vecinos.
Pablo dio su aprobación y tuvo una larga charla con sus hijas para convencerlas de que su madre no dejaría de quererle, serían vecinos y podrían verse igual que antes. Julio era un buen hombre estaba muy enamorado de su madre y era amable y correcto con ellas.
Se casaron y fue testigo por parte de Ingrid. Estaba satisfecho de la decisión que su ex había tomado. Merecía ser feliz y además tendría cerca a su familia. Tres meses más tarde, Ingrid anunció a Jack y a las niñas, que un nuevo miembro venía en camino. Prepararon una comida especial y celebraron la buena nueva. Ante la perspectiva de un hermano, las niñas fueron aceptando a Julio, y poco a poco llegaron a formar una familia muy unida. Además su padre vivía cerca. Estaban terminando la enseñanza primaria en el cercano instituto. Definitivamente habían establecido su residencia en América nuevamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario