Victoria insistía una y otra vez ante su madre para que visitara a Clive en la mansión. Sería una descortesía si no lo hiciera. Iris una y otra vez, se negaba, arguyendo que encontraría ocasión de invitar a Clive y a Rachel para pasar algún día con ellos, pero no deseaba encontrarse con Brendan. Era lo mismo que una roca, y su hija, esa gota de agua, que persistentemente deja su señal en el pedernal. Daba vueltas y más vueltas a su planteamiento. Había pasado tiempo desde su separación, pero Brendan seguía ignorando dónde vivía, y los chicos, seguían negándole la información, que su madre no autorizaba. Durante toda la noche, Iris, no dejó de pensar en la petición de esa visita, que sus hijos le solicitaban .. No sabía qué hacer. Por un lado deseaba volver a ver a Brendan, por otro, le daba miedo. Seguro que ante él perdería su seguridad y aún no estaba preparada . . . Sin pensarlo más, pudieron sus sentimientos. Al volante de su coche emprendió el viaje a la mansión O´Connor, pero antes pasaría por el cementerio para dejar unas flores en la tumba de los seres que allí reposaban y que fueron parte activa de su propia historia.
Lentamente, tomó la carretera que la conduciría al condado de Donegal. Era temprano y no tenía prisa. Hasta la hora de la comida, no haría acto de presencia, de esta forma cumpliría con sus hijos, con Clive y la violencia del encuentro con Brendan, sería más corta. Cuando llegó ante el mausoleo, se sentó en una esquina, al igual que hiciera el día del entierro de Philip.
Mientras vivió en la mansión, les había visitado a menudo, y siempre había llevado flores, pero desde su ruptura, no había vuelto. Ahora, ante ellos, un cúmulo de emociones estrangularon su garganta y dió rienda suelta a la angustia, esperanza, ansiedad y recelo de su encuentro con su marido. ¿ Qué debía hacer ?. Lo había pensado mucho, si se presentaba una ocasión en la que coincidieran ambos en algún lugar; estaba muy segura de lo que haría: saludaría a su marido con frialdad, dándole a entender que si estaba allí era por sus hijos e invitados, no porque quisiera hacer las paces con él.
Se levantó temprano, a pesar de que la sobremesa de la cena del día anterior, había sido larga e intensa. Ambos amigos se habían confesado mutuamente desde que se vieran por última vez, hacía ya varios años. Clive, siempre había sido su confidente, y en esta ocasión le había confesado sus cuitas, al igual que su amigo había hecho, y algo en su declaración, causó sensación a Brendan:
- Cuando, al abrir la puerta de su casa, apareció Iris con la niña en brazos, supe inmediatamente que"aquello" era la consecuencia, y me hice una reflexión. " Si me acepta, me casaré con ella". Si, si.. no te asombres tanto; me gustó desde siempre, pero también supe guardar las distancias respecto a ti. Ella, cuando la hice partícipe de mi ofrecimiento, me dijo rotundamente que no. " no estamos divorciados, y francamente no lo comprendo, ha pasado más del año"... esa fue su respuesta. La verdad es que te quería, a pesar de haberte ocultado la existencia de Victoria. Cuando terminaron de tener su charla, ya era de madrugada, y Clive no deseó madrugar, de modo que Brendan, de sueño ligero desde su separación, ensilló un caballo y decidió dar un largo paseo. Volvería hasta la charca y recordaría la vez que la vió nadando. En realidad, buscaba, sin darse cuenta, los lugares en los que habían estado juntos; era su penitencia y su consuelo.
A lo lejos, comprobó que sentada en el mausoleo, había una figura. Le dió un vuelco el corazón
-¡ Dios mio, Iris ! - azuzó al caballo y en un instante estaba cerca de ella. No quiso aproximarse mucho para no espantarla, pero ella ya le había visto llegar. Se levantó presta, pero la voz de Brendan hizo que detuviera su marcha
- Por amor de Dios, Iris, no voy a hacerte daño. ¿ Por qué huyes?
-¿ Crees que estoy huyendo ? No seas tan optimista. No tengo porqué hacerlo. Simplemente se me hace tarde. Quedé con llos chicos en que vendría a saludar a Clive y su hija
- Pero ellos aún están durmiendo: es muy pronto- respondió él.
- No importa, iré despacio. Adiós Brendan. Supongo que será inevitable que volvamos a vernos en la casa.- Dió la vuelta y se introdujo en su coche, partiendo hacia la mansión.
Brendan la vió marchar. Poco menos que le había dejado con la palabra en la boca. Estaba claro que, a pesar del tiempo transcurrido, las cosas seguían igual, y sus esperanzas de una reconciliación, más lejos todavía. Mientras tanto, Iris nerviosa, refunfuñaba por aquella visita inesperada, y que no había previsto, aunque tampoco era ilógica, porque sabía que Brendan visitaba a sus familiares muertos a menudo. Se repetía mentalmente lo que haría al llegar al viejo caserón:
- Saludaré a Clive, a Rachel, y claro a mis hijos, que hace tiempo nos les veo. A Brendan, acabo de verle, por tanto una leve inclinación de cabeza, será suficiente. ¡ Qué guapo está ! Casi se me desboca el corazón al verle. Tan apuesto. Subido en el caballo; parecía un héroe de las antiguas novelas de amor. Ha ganado en serenidad, pero también le han salido algunas canas. Viky no me había mentido. Eso le hace aún más interesante -. De repente se dió cuenta de que hablaba de él con dulzura y deseo, lo que hizo que rápidamente le borrara de su cabeza. Pero tuvo que detenerse, antes de llegar a la mansión. Estaba alterada; se tocó la mejilla, y comprobó que la tenía ardiendo. Si llegaba así, todos notarían que pasaba algo extraño, y lo que deseaba era aparentar tranquilidad y frialdad.
Brendan, se quedó parado viendo como se alejaba de allí. Comprobó que había ganado en belleza,. aunque estaba más delgada. Su corazón palpitó aceleradamente cuando la vió desde lejos, pero al estar cerca y comprobar que todo seguía lo mismo, llevando por las bridas a su caballo, emprendió el regreso a casa. Iría despacio, sin prisas. No quería llegar pronto, no en aquel estado. Debía serenarse, de lo contrario las preguntas surgiriían y no tenía respuestas que darles. A pesar de amarse, eran dos extraños: ella cortante, radical. Él intimidado por Iris ante la férrea actitud de no perdonar. Quizá tuvieran razón los que le aconsejaban que la olvidara, pero ¿cómo hacerlo?
Cuando hubo llegado, llevó el caballo a las caballerizas, y él se refugió en su habitación. No deseaba hablar con nadie, y menos de su encuentro fortuito con Iris.
Y llegó a la mansión. Frente a la fachada de la casa, paró el coche. Por unos instantes; el corazón le saltaba dentro del pecho y hasta podía escuchar los golpetazos de sus latidos. Estaba nerviosa e intranquila. Lo tenía todo pensado, pero desconfiaba que frente a él pudiera completar el guión que se había trazado. Aparcó y salió del coche. Llamó a la puerta que le fué franqueada por un sirviente, que la recibió con alegría. Su casual encuentro, lejos de tranquilizarla, la había alterado más . Tendrían que volverse a ver delante de todos ellos, y seguro no les quitarían los ojos de encima, tratando de atisbar un ligero rayo de acercamiento.
- ¿ Están mis hijos ? , preguntó
- Si, señora. Todos están en la biblioteca tomando el aperitivo antes de comer
- ¿ Tan tarde es ? Bien, no digas nada. Quiero darles una sorpresa
- Claro, señora
Iris con paso firme se dirigió a dicha estancia de donde salían voces alegres, sobresaliendo las de Clive y Brendan. A Iris la dió un escalofrío al reconocer la voz de su marido, pero abrió la puerta con resolución.
- Buenos días, fué el anuncio de su llegada
- ¡ Mamá !, corrieron a abrazarla Vicky y Philip, seguidos del resto, excepto Brendan que permanecía en silencio observando la escena.
Se había quedado pálido., a pesar de verse hacía poco rato Sólo la miraba. Al fin una vez la dejaron libre de abrazos, Brendan se dirigió a ella y besándola en la frente la dijo
- ¡ Hola, Iris ! Me alegra volver a verte ¿ Cómo estás ?
- Bien, gracias, estoy bien
- Estamos tomando un aperitivo- dijo Brendan como para romper el hielo , que podía cortarse
-¿Te sirvo un Martini?, antes te gustaba mucho
- Ahora prefiero un Jerez, gracias
- Bien, te lo pondré
Vicky y Philip, no quitaban la mirada de sus padres. Clive, Rachel y Luis comenzaron a charlar como si nada ocurriese. Enseguida, Iris, ignorando a su marido, se les agregó en la conversación. Brendan no hablaba. Situado en un rincón miraba a su mujer como si fuera la primera vez.
La comida transcurrió amena por la conversación de todos incluida Iris, menos Brendan que hablaba lo justo. En un aparte al finalizar el almuerzo, Vicky le dijo
- ¿ Qué te pasa, papá. No querías ver a mamá?
- No hija no es eso. ¡ Claro que deseaba verla, con toda mi alma! Pero su frialdad me hiere como un cuchillo
- Pero. . . ¿ qué esperabas ? Ya es mucho que haya venido
- Si, si, pero no lo ha hecho por mi
- Ten confianza. Ha sido la primera vez después de tanto tiempo. Es natural que haya sido algo violento-. Brendan no mencionó que era la segunda vez que se veían en ese día.
La tarde transucrría más o menos bien. Todos estaban pendientes, de reojo, de los esposos, pero nada hacía ver que hubiera cambiado la situación. Después de la merienda, Iris se levantó y anunció que debía irse
- No mamá, no te vayas
- Vicky he venido porque se lo prometí a Clive, pero ahora debo irme
- Pero ¿ por qué ? Podrías quedarte a dormir y mañana irte
- No Vicky, no insistas no puede ser. ¿ No te das cuenta de que todos están violentos? Y no es para menos, debido a la tensión entre tu padre y yo. He de irme cariño, he de irme
Como anunciaba su hija, era terca y cuando tomaba una decisión era difícil que rectificase, por tanto, regresó de la misma forma que llegó. Besó y abrazó a todos, menos a Brendan que al despedirse le tendió la mano. Quería dejar claro que nada había cambiado. El tomó su mano y se la llevó a los labios. Iris no lo esperaba y le miró fijamente, ambos se miraron y, aunque no articularon palabra alguna, mirándose se dijeron todo lo que sentían. Ellos entendían ese lenguaje que el resto no sabía interpretar. Arrrancó el coche y se perdió por la carretera. Todos entraron en la casa, excepto Brendan que se quedó mirando por dónde el coche de su mujer había desaparecido.
No sabría decir si la visita de Iris le había dolido o por el contrario había sido un consuelo. Sentía que su amor por ella le desbordaba. ¡ Cuánto hubiera dado por poderla abrazar y que ella volviera a casa !. Lejos de ocurrir, aún la situación se había tensado más; sin duda no había esperanzas para una reconciliación. El tiempo jugaba en su contra; debía ir preparándose para seguir estando solo.
Luis y Vicky regresaron a Madrid. Habían disfrutado de unos días de vacaciones, pero Luis debía prepararse para las oposiciones a MIR. Brendan, Philip y Rachel, regresaron a Dublín. Clive fué el primero que partió para atender asuntos profesionales.
Rachel fué invitada por Brendan, de ese modo podría participar con Philip en conocer el manejo de una empresa en la práctica. La chica aceptó inmediatamente, no tanto por las enseñanzas que pudiera adquirir, sino por seguir su amistad con Philip. Ambos jóvenes se gustaban, aunque ninguno de los dos declaraba su predilección por el otro. Tenian complicidad, estaban a gusto juntos y trabajaban bien. Formaban un buen equipo, cosa que no pasó desapercibida a Brendan. Incluso lo comentó con Clive mediante una llamada telefónica.
Rachel regresó a EE.UU. para comenzar el nuevo curso en la universidad, y lo mismo hizo Philip. Habían hecho planes para el futuro que no estaba tan lejano, a pesar de que habían de transcurrir muchos meses, y se les hiciera una eternidad.
Luis se había preparado a conciencia. El éxamen oral y práctico fué duro, pero lo sacó sin problemas. Vicky había terminado de hacer la última corrección de su novela; estaba satisfecha con el resultado, pero sus padres debían dar el visto bueno, puesto que ellos habían sido protagonistas y espectadores de lo que allí se narraba.
Había hecho un buen relato literario. Lo había adornado en algunos casos, y en otros había omitido detalles no importantes que sólo pertenecían a la intimidad de los protagonistas. Introdujo el borrador en un sobre grande y envió uno a su padre y otro a su madre. Entre tanto buscaría un agente y después a esperar encontrar una ediorial que quisiera publicarlo. Si tuviera suerte, no sería el único libro que escribiera, le había gustado enormemente esa faceta de escritora.
A todo esto, ya habían pasado unos días y Luis se acercó a la Facultad por ver si habían publicado el resultado de las oposiciones a MIR. No se lo podía creer: había conseguido plaza de residente en un importante hospital universitario de la capital. Ahora todo sería menos complicado. Desde allí mismo llamó a Viky para comunicarle la buena nueva. Ambos jovenes estaban exultantes de alegria; poco a poco eran premiados por la constancia y paciencia con que habían llevado su vida en común. Luis hizo lo mismo con su madre y abuela. Las mujeres lloraban de alegría; había sido un camino duro y difícil, pero al final los chicos habían triunfado.
Clive y Brendan habían charlado amigablemente sobre el futuro de Rachel
- Es muy inteligente y creo que podría conseguir grandes cosas en mi empresa-, comentó Brendan
- Eso será ella la que lo decida, aunque no creo ponga "pegas". Está entusiasmada con tu hijo. Por cierto, me ha comentado que vendrá algún fin de semana para verse. Creo que tenemos noviazgo en puertas- dijo Clive
- A mi me encantaría- apostilló Brendan-. ¡ La de vueltas que da la vida ! Mira que si al final emparentamos. . . - Ambos amigos rieron, y Brendan le preguntó
- Y tú ¿ que planes tienes ?
- Me estoy pensando en volver a Irlanda. Montar un pequeño despacho y quién sabe si buscarme una pareja.
- Sería estupendo. Si los chicos llegan a algo, tendremos un conflicto en puertas, porque Philip, a no tardar mucho, será el heredero de todo y Rachel no querrá dejarte solo
- ¿ Crees que no lo sé ? Por eso me estoy curando en salud, además aquí no me ata nada. Si ella decide formalizar su relación con Philip y decide vivir allí, yo me trasladaré también. Al fin y al cabo aquello son mis raices y estará mi hija. Lo tengo todo muy pensado, pero creo debemos esperar a ver que es lo que ellos deciden.
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