sábado, 28 de mayo de 2016

El chico de mis sueños - Capítulo 4 - Mal humor - Mi vida con un actor

De regreso hacia su casa, Maxim daba vueltas en su cabeza a una idea que se había instalado en ella en cuestión de segundos, al comprobar el desinterés de Eva en la filmación de la película. No lo entendía, como tampoco su propia actitud.  Por primera vez en muchos años, notaba que el filmar esas escenas no le agradaba ¿ Por qué ?  Era su trabajo, lo que había firmado, además era todo pura rutina, mecánico.  Pero algo en su interior le decía que, a pesar de que el director dio el visto bueno, él no había quedado satisfecho ¿ La repetiría ? Ni hablar, es más,  no  volvería a firmar un contrato , si el guión exigía desnudos o escenas subidas de tono. No es por ahí por donde quería enfocar su carrera.  Y se detuvo a pensar, en que quizás a ella le ocurriera, algo semejante  al verle filmar.  Que no le viera como actor que realiza su trabajo, sino a un señor que se está dando un festín sexual. ¿Tendría su imagen como jefe y no como actor?  Sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz del chófer, anunciándole que habían llegado a casa. ¿ Por qué ahora tenía dudas ?. 

Eva  permaneció en la oficina organizando el trabajo que en un futuro tendrían  que realizar.




 Durante varios días no vimos  al actor,   pero sin embargo si estuvo Ed a su regreso después de las entrevistas que había realizado con algunos de los más importantes productores de la industria. En su cartera traía varios proyectos a estudiar por Maxim, porque lo que no se le podía negar es que era un excelente  profesional.  Me sorprendió que fuera en persona quién  me solicitara que acudiera a su despacho, en  lugar de utilizar el correo interno del ordenador,  como solía hacer:

—Eva, necesito que estudiemos todo el papeleo que tengo en mi cartera. ¿Podemos ahora?
—Si, claro. En lo que estoy trabajando no es urgente.  Termino de pasar estos datos al ordenador y voy para allá.


Sobre su escritorio había extendido los guiones y los contratos que había conseguido. De una ojeada vi la cantidad de documentación a estudiar. Ed parecía no tener prisa, pero me indicó que me sentara y si deseaba beber algo.  Al cabo de un rato me dijo con ironía:

—Creí que estarías con él en el rodaje...¿ Por qué no has ido ?
—Creyó que no  era necesario...

Sonrió levemente, sabedor de que no había sido esa la razón, sino el disgusto ocurrido entre nosotros.  No comenté nada.  Me contrarió la ironía, pero no le iba a dar ocasión de una disputa.  Arrimando mi silla hasta el escritorio de Ed, me dispuse a prestar atención a lo que tenía que decirme.  Los contratos eran muy buenos en  su conjunto y muy bien remunerados. Algo en algunos guiones llamó mi atención, pero no dije nada :  figuraban escenas subidas de tono.

—¡ Otra vez !—  pensé,  pero no comenté nada en absoluto. Eso correspondía a Maxim y a Ed, por mucho que a mi no me gustara. Pero ¿ por qué no me gustaba? Era absurdo.  No me competía y a Maxim parecía no importarle. En fin ellos lo discutirán. A mi no me corresponde,

Durante todo el día estuvimos estudiando el planning y en lo concerniente a mi trabajo me lo llevé hasta mi escritorio para planificar los viajes, estancias, entrevistas, hoteles,...  Sería una planificación para dentro de un mes, así que tenía tiempo suficiente para hacerlo concienzudamente.

—Te ha llamado por teléfono

  Me advirtió mi compañera, una vez regresé a mi escritorio

—¿Quién, Maxim?
—El mismo— respondió ella

— ¿ A qué hora ha llamado.?  ¿Por qué no me has avisado?
—Porque al saber que estabas con Ed, me dijo que no interrumpiera
—Pues... No sé qué hacer... Si le llamo y está ocupado, igual me riñe. ¿ Sabes qué? Que vuelva a llamar si quiere.
—No te cae muy bien ¿ verdad?
—No, no es eso. Es que últimamente me riñe por cualquier cosa...

Nuestra conversación se cortó en ese momento.  Como si me hubiera leído el pensamiento  el teléfono volvió a sonar al cabo de un rato:

—Eva, es él. Ponte
—¿Si?
—Mañana pasaremos  a las ocho, como siempre. Vendrá al rodaje.  Sea  puntual.
—De acuerdo.

  Y colgó

—¿Por qué extraña razón unas veces me tutea y otras no?  Es un hombre muy raro, pero que muy raro.
—Eva, mañana en cuanto entremos estudiaremos juntos el planning— dijo Ed haciendo acto de presencia en nuestro despacho
—Lo siento, Maxim me acaba de llamar para que acuda mañana al rodaje
—Pero si no quería que fueras...

  Yo me encogí de hombros , dándole a entender que no sabía su cambio de opinión.



A las ocho en punto estaba esperando a la furgoneta de los estudios. Cuando llegó el chófer se apeó y me abrió la puerta con un saludo.  Entré en el vehículo y me senté enfrente de Maxim dándole los buenos días. No hice ningún comentario; él estaba de mal humor se le notaba en el gesto de su rostro. Maxim contestó a mi saludo e inmediatamente después se puso a mirar por la ventanilla.

Así transcurrió el tiempo hasta llegar a los estudios. A la entrada él se bajó raudo y se dirigió hasta la puerta en donde estaba sentada para ayudarme a salir. Yo ya me disponía a hacerlo cuando alargó su mano, que yo cedí para mi salida.  Entonces me dirigió una mirada larga que no supe entender. Era un hombre hermético que no dejaba entrever sus sentimientos ni siquiera lo que pensaba.  Juntos nos dirigimos hacia la entrada a los platós, pero antes de llegar me dijo:

—No. Hoy no se puede entrar en el set— dijo señalando la luz roja que se encendía intermitentemente encima de la puerta que daba entrada al plató—  Permanece en la caravana. Toma,  aquí tienes la llave y no te alejes de ella. No te vayas a hacer turismo por los estudios, porque quizá te necesite.
—Igual hubiera sido mejor quedarme en la oficina trabajando con Ed
—He dicho que quizá te necesite, aquí, ¿comprendes?. Si digo aquí es aquí y no en la oficina— dijo rotundo sin lugar a réplica.
—Está bien. Aquí estaré—.  Pensé:  no hables, no discutas, el panorama está muy cargado.

Entró cogió algo y salió dirigiéndose a la sección de maquillaje.  No le vi en todo el día, ni siquiera a la hora de la comida. Cuando todos los ayudantes se dirigían al comedor, vi a un electricista que conocí la única vez que presencié el rodaje. Era un joven extrovertido, simpático y sonriente, cosa que me alivió algo la tensión que poco a poco se iba apoderando de mi

—¿Qué haces aquí sola? Vamos a comer ¿Vienes?
—Por supuesto.

Fuimos a la cafetería y comimos un grupo de chicos y chicas de distintos rodajes, pero que ya eran veteranos y todos se conocían. La única nueva era yo.  La sobremesa se demoró bastante y al ir hacia la caravana, distinguí la silueta de Maxim, que apoyaba un pie en  la misma.  Sin duda esperaba que yo llegara puesto que él no tenía llave

—¡Ya era hora !. Llevo ni se sabe el tiempo esperando. La próxima vez avísame de que vas a salir.
—He ido a almorzar
—¿ A qué hora ? Porque ya han debido cerrar la cafetería. Una hora llevo aquí
—Perdón, lo siento. Me encontré con un conocido y me invitó a comer



No dijo nada, le di la llave y entró en la caravana. Al cabo de un rato, salía duchado, desmaquillado y con  el mismo traje con el que habíamos llegado por la mañana

—¿Por qué no has entrado?
—Oh, pensé que le gustaría estar solo

En ese momento llegó el chófer que nos llevaría de regreso a casa. Ya eran las siete de la tarde, la oficina estaría cerrada por lo que le pedí me dejara en mi domicilio. Al llegar,  y al despedirme,  le pregunté si me necesitaba en los estudios:

—Te he dicho que si, y hasta que no te diga lo contrario vendrás. Mañana a la misma hora, se que no te retrasas, pero yo lo digo igual: sé puntual.
—Desde luego, hasta mañana.

Cerré la puerta y di las buenas noches al conductor Iba disgustada, no me gustaba en absoluto la forma que tenía Maxim de tratarme, tan distinta de los primeros meses. Estaba un poco harta de su soberbia y por mi cabeza empezó a rondar la idea de cambiar de trabajo. Este era muy estresante y además me sentía incómoda. Entre Ed y Maxim me estaban haciendo la vida imposible.

—Nunca imaginé que tuviera un carácter tan insufrible. Da otra impresión en las entrevistas y en el cine, pero personalmente está empezando a hartarme. Tiene un ego impresionante, se creerá el ombligo del mundo.




Aguardé a que llegara el ascensor que me llevaría a mi reducto de paz, a mi casa.

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