viernes, 13 de mayo de 2016

Los hijos O'Connor - Capítulo - 3 - Las raíces

Viky llegó a Madrid en los primeros días de Junio. Disfrutaba de todo un mes de vacaciones en su trabajo para averiguar la historia de sus abuelos. Según lo indicado por su padre, fue breve.  Murieron en accidente muy jóvenes dejando huérfana a una pequeña niña de nueve años.

Decidió empezar la historia por el principio y después de instalarse en un hotel, mapa en mano,  se dirigió a la Ciudad Universitaria.  Allí empezó todo, allí se conocieron y allí comenzaron su bella historia de amor, lealtad y amistad.


La cafetería de la Facultad estaba repleta de jóvenes estudiantes ya que era la hora del almuerzo. 





 Estaban de exámenes finales, próximas a terminar las clases del curso.  Entró en la de Medicina y tomando una bandeja se puso en la fila para servirse la comida.  Delante de ella había un joven, como tantos otros, pero sin querer clavó en su espalda la bandeja que portaba. El estudiante se volvió para ver quién le propinaba ese golpe, y entonces Viky vió los ojos más impresionantes que nunca antes había visto.

Era un chico moreno, de atractivo normal, pero con unos ojos profundos, expresivos, llenos de luz.  El  al comprobar que era una chica, dulcificó el signo de enfado que había sentido con el empujón




Ambos jovenes rieron.  El chico aguardó a que ella eligiera el menú y la  indicó:


- Ven iremos a aquella mesa que está libre

- De acuerdo
-Me presentaré. Soy Luis Saldaña y estoy estudiando Medicina
- Yo Soy Victoria O´Connor y trabajo en una emisora de terlevisión pequeña. Estudié Filosofía y he venido a España en busca de mis raices españolas. Pienso escribir un libro sobre ellas

Viky se asombraba de las explicaciones que estaba dando sobre la vida de su familia a un joven desconocido que terminaba de conocer, pero el rostro afable del muchacho y su amplia sonrisa, invitaban a la conversación






- ¿ En qué curso de carrera estás? le preguntó 

- Estoy en cuarto. Aún me queda mucho, porque después viene el MIR y la especialidad. Eso suponiendo que no tenga que repetir algún curso, como me ocurrió al principio   No sé si podré terminarla. . .
- ¿ Por qué, no te gusta ?
- ¡ Desde luego que me gusta, es mi pasión !, pero es muy costoso y mi familia no es rica. . .
- Debes hacer todo lo posible por acabar
- ¿ Crees que no lo hago ? Cuando termino las clases, trabajo en la cafetería de Ciencias de la Información y los fines de semana sirvo copas en una discoteca. Y a todo esto tengo que sacar tiempo para estudiar, acudir a las prácticas, en fin todo eso que conlleva el trabajar y estudiar. Duro poco en los empleos porque a menudo cambio de horario: las clases y las prácticas me impiden a veces ser puntual.
- Pues sí que lo tienes complicado . . . Lo siento
- ¿ Y tú ?- dijo el chico
- Mi familia está bastante bien situada y no tuve problemas en estudiar lo que yo quise.

Omitió la verdadera situación económica de su familia. Ocultó que su padre y su tío eran los propietarios de un emporio que su bisabuelo había logrado. No quiso que se sintiera mal, por eso no le contó la verdad.


- Oye estoy muy a gusto contigo, pero tengo que irme. Dentro de cinco minutos empieza mi clase. Ya nos veremos otro día si vienes por aquí

- De acuerdo,  no será fácil, pero si lo hago te buscaré. Chao Luis, he tenido mucho gusto en conocerte
- Adiós Viky, que encuentres lo que buscas. Que te vaya bien. Me voy.   Adiós

Corriendo a grandes  zancadas Luis se perdió y ella se quedó mirando en dirección a la salida por donde el muchacho se había ido.  Se quedó pensativa sonriendo, al tiempo que pensaba


- ¡ Cómo es esta gente ! enseguida entablan una conversación, aunque no te hayan visto nunca !


Ni siquiera se paraba a pensar que ella misma, en su mitad, pertenecía a "aquella gente".  En realidad se sentía irlandesa nada más, pero comenzaba a gustarle la familiaridad  de los españoles.  Depositó la bandeja en el contenedor y salió de la cafetería no sin antes dar una vuelta  por la plaza ajardinada situada a la entrada de la Facultad. 






 Era un lugar apacible. El ir y venir de los estudiantes a las facultades de Medicina  y Farmacia,  daban una especial vida de juventud, de risas juveniles. En las escaleras de las facultades había grupitos de estudiantes que consultaban apuntes, nerviosos ante los exámes que dentro del edificio les aguardaban.

De regreso al hotel decidió llamar a casa y planificar los siguientes pasos a seguir.  Brendan aún no había llegado de la oficina, y fue su madre la que atendió la llamada. Viky estaba contenta, no sabía muy bien porqué; quizá se debía a la buena impresión recibida por Luis.


- Tenéis un carácter muy familiar. . . - dijo a su madre que reia al escucharla

-¿ Estás contenta?
- Si, mamá. Lo estoy. Quiero visitar el domicilio en donde vivíais, así que dime la calle.
- Oye, se me ocurre una idea. ¿ Por qué no te hospedas en nuestra casa?  Hace más de un año que está deshabitada, hace tiempo que no vamos por allí. Estarias más cómoda
- Posiblemente lo haga, tienes razón.  Pero no  he traido las llaves
- Pideselas al portero que tiene un duplicado. Haremos una cosa: le llamaré cuando colguemos y le diré que vas a ir. Si quieres hacerlo identifícate y no tendrás problemas.  Como contraseña dí mi nombre que es el que papá siempre da.
- Mamá, has tenido una magnífica idea. Lo haré. Ahora dime la dirección
- Toma nota: Paseo del Cisne nº 24 piso 4º  derecha. Espèro te guste la estancia en mi pais. Te quiero hija, pásalo bien, y llámanos de vez en cuando.
- Así lo haré. Da besos a papá y a Philip
- A mi ¿ no me mandas un beso?
- Si, si, claro, desde luego. . . Bueno adiós. llamaré pronto







Era la primera vez en mucho tiempo que madre e hija habían sostenido una conversación cuya duración era más de quince minutos.  Iris estaba contenta, a pesar de haber tenido que arrancar a su hija " un beso".


La idea de su madre era buena ¿ cómo no se le había ocurrido antes? Estaría mejor en el piso que en el hotel. Tendría más comodidades y además era una pieza clave para su investigación. En él habían vivido el padrino Philip, su madre y ella misma. Había considerado a Philip como su abuelo


- ¡ Claro, soy española, he nacido aquí !-    Con asombro de repente se dio cuenta de que su nacimiento no había ocurrido en Irlanda, sino en España. Pero no recordaba mucho de su niñez, sólo el día del entierro de Philip. Era un recuerdo muy patente en su memoria, porque además estaba en ella el rostro de su padre. Hasta entonces no recordaba haberlo visto antes.


Salió mediada la tarde y tomando un taxi, le dió la dirección del piso de su familia. No estaba muy lejos del hotel. 




 Llegó frente al edificio y entonces sí acudió a su memoria, muy debilmente, el recuerdo de aquella casa.  Siguió las instrucciones que la había dado Iris y frente al conserje se identificó.  El hombre la acompañó hasta el piso y la introdujo en él; todo estaba cuidado y en perfecto órden.  El hombre explicó que su propia mujer era la encargada de cuidarlo, ya que por ello recibía un sueldo mensual que sus padres transferían al banco en donde tenían la cuenta.  Se despidió de ella ofreciéndose para cualquier cosa que necesitara.

De pie en el vestíbulo, recreaba su vista por las paredes de aquella casa que tanta historia guardaba en su interior.  Recorrió las estancias fijándose en todos los detalles. Desde que salieran para vivir en Dublín no había vuelto por allí; sus padres venían de vez en cuando, pero ella no volvió.


Apoyando la mano en el picaporte de la puerta, abrió la habitación que fuera del abuelo Philip. Todo se mantenía igual que él lo dejara: los retratos, el libro que leyera... Todo limpio y cuidado. Por expreso deseo de Iris, esa habitación ni se ocupaba ni se modificaba. Deseaba mantener intacto el recuerdo de quién la habitó.





Fijó su mirada en un marco que portaba dos fotografías. El rostro de esas personas le resultó desconocido, pero en una de ellas fijó más su mirada


- ¡ Es igual a mamá !- exclamó


Tenía entre sus manos la fotografía de sus abuelos : Julio y Estela.


- ¡ Dios mio, qué guapos eran ! Pobrecillos tan jóvenes, con una hijita tan pequeña. . . ¡ Esa niña es mamá !


Hasta ahora no se había dado cuenta de que tenía entre sus manos a los protagonistas de una parte de su propia historia. El comienzo de la historia, del gran amor que Estela había  despertado en Philip y Sean, habiendo sido el ganador su abuelo Julio.


- No me extraña que mi abuela se volviera loca por él, era guapísimo- dijo fijándose en Julio





Volvió al hotel y avisó que marcharía a la mañana siguiente. Se sentía nerviosa, deseando iniciar la búsqueda. Recogió sus enseres y la ropa. Estaba impaciente por comenzar la investigación.  Su madre no supo indicarle el domicilio que tenía con sus padres mientras vivieron. Sólo recordaba el del padrino Philip, como ella le llamó. 

Dió la dirección al taxi del cementerio de La Almudena.  Allí facilitó los nombres de sus abuelos y la indicaron el lugar en donde fueron sepultados.  Estaban cerca de la entrada principal,




 En una lápida de granito se podían leer los nombres de Estela y Julio. Habían pasado más de cuarenta  años y las letras en bronce estaban oscurecidas por el paso del tiempo. Se fijó en la fecha de sus nacimientos. Apenas pasaban de los treinta años.  Sintió una punzada en el corazón evocando la tremenda tragedia que vivió la pequeña habiendo perdido a los dos a un mismo tiempo.  Pensó que gracias al abuelo Philip, la niña no terminó en algún colegio, al no tener familiares que se pudieran hacer cargo de ella.  Philip le dedicó su vida y la crió con el mayor amor del mundo. Para él fué su hija y Viky su nieta.  En su interior comenzó  a desarrollar una duda

- Y entonces ¿el abuelo Sean.? . . Le recuerdo de una forma muy lejana. . . no le traté  hasta que fuí mayor ¿ por qué ?  siempre me dijeron que era el tío Sean, pero en realidad era mi abuelo.  Hay algo que se me escapa y que tendré que aclarar cuando regrese.  Abuelos volveré otro día y os traeré unas flores-.  Fue su despedida como si pudieran oirla.  Lentamente abandonó el cementerio, con la sensación de melancolía en su corazón.  No la gustaban los cementerios, pero aquel, además de cobijar los restos de su familia, era especialmente bonito. Tenía tumbas que eran verdaderas obras de arte.  Era diferente a los irlandeses, las cruces eran distintas, a pesar de ser ambos católicos. En el irlandés además de la cruz tenía reminiscencias celtas. En éste las esculturas de ángeles , de la Vírgen y de Jesús, eran sus emblemas.  Dio un último vistazo a la tumba de sus abuelos y emprendió el regreso.



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