Y un día después, Anderson voló rumbo a España. Antes de subir al avión, mando un correo a Sara anunciándola su llegada. Esperaba fuera a recogerle, aunque tampoco sabía si ello fuese posible, debido al trabajo de la chica. Pero si fue, y al encontrarse, ambos se abrazaron como si se conocieran de toda la vida e hiciera una eternidad que no se viesen.
Mientras tanto, Adela se puso en contacto con su amiga Clara. Deseaba hablar con ella y contarla sus dudas e indecisiones. Quizá ella, como hacía siempre, aclarase la tremenda confusión que tenía en su cabeza
- Francamente Adela, no se lo que quieres que te diga. ¿ Qué es lo que te retiene allí ? Si te encuentras a gusto, no vengas y reconstruye de una vez tu vida. Estás perdiendo los mejores años, y ¿ para qué ? El, ni siquiera sabe que existes en la forma que tu deseas, y además está recién casado ¿ Qué es lo que esperas?
- Lo se, lo se. Es absurdo, pero no se que me ocurre ¿ Por qué no le puedo quitar de mi cabeza? Estoy hecha un lío. Por un lado deseo regresar junto a mis padres, pero por otro... algo me retiene aquí, y no se lo que es. Te aseguro que no pienso en él, al menos lo intento, pero ¿ qué me pasa ?
- Es todo más sencillo de lo que lo haces. Simplemente, te has acostumbrado a vivir independiente y sabes que en cuanto regreses, seguirás bajo la tutela de tus padres. Cambia de vida, e incluso de trabajo. Pasa una temporada más, y si sigues igual, vuelve. Pero eso si, evita al máximo el verte con él.
- ¡Si no le veo, por Dios santo! ¿ Cómo puedes pensar eso de mi ? Está recién llegado de luna de miel y quiere a su mujer. Jamás pensaría en él en el sentido que tú das, nunca, jamás. Yo no soy de esas. Además ¿ crees que se fijaría en mi, ahora, recién casado cuando no lo ha hecho antes? Si piensas eso, es que te has vuelto loca y, no me conoces Nunca sucederá
- Pues entonces... búscate amigos, sal con tus compañeros... No se, pero tienes que hacer algo. ¿No me habías dicho en una ocasión , que el chófer andaba detrás de ti ?, pues acéptale. Sal con él
- Ni hablar, es un compañero de trabajo y no quiero darle falsas esperanzas. Es atractivo, pero además de que no es mi tipo, es mucho, mucho mayor que yo.
- Oye, tengo que irme a clase. Ya voy tarde. Te llamaré el sábado a ver que has decidido
- Vale. Yo también tengo que trabajar. Un beso. Hasta el sábado
- Adiós Adela. Cuídate.
Sara condujo hasta su domicilio a Anderson. Estaba feliz. El, contento, pero no comprendía la euforia de la chica, apenas se conocían y no era normal ese entusiasmo porque él hubiera viajado hasta Madrid para verla. En definitiva era un viaje más de los muchos que llevaba a sus espaldas.
- ¿ Cuánto tiempo vas a quedarte ?- le preguntó Sara
- Más o menos un par de días. De un momento a otro recibiré la notificación de mi nuevo destino. Llevo muchos días de vacaciones - dijo ésto último riendo
- Me alegro muchísimo de que hayas venido. Nuestro primer encuentro dejó huella en mi ¿ sabes? Fue muy gratificante el charlar contigo. He de confesarte que cuando te di mi número, no confiaba demasiado en que llamaras, pero he aquí, estás en Madrid.
Mantenían esta pequeña charla mientras bebían una cerveza
- Tienes un apartamento muy bonito- decía Anderson mientras recreaba su vista por la estancia
- No está mal... Para mi sola..., suficiente. Tengo sitio de sobra. Te quedarás aquí
- No. Tengo reserva en el hotel de siempre
- Pues anúlala. Te quedarás aquí- decía riendo Sara- Es lo menos que puedo hacer después de que has venido a visitarme
Charlaron largamente ante un café y una copa de brandy, después de cenar, hasta altas horas de la noche.
- ¡ Oye ! - decía Anderson- Hemos bebido casi la botella entera de brandy
-Ja, ja, ja - reía Sara- La verdad yo estoy algo achispada
El ambiente entre ellos se caldeaba por momentos. Se fueron aproximando en sus asientos, y sin saber cómo, Anderson cogió su cabeza y beso a la chica largamente. Ella correspondió al beso y a otro, y a algunas caricias, mientras se dirigían al dormitorio. Hablaban vehementemente, con palabras inconexas. Surpiros, besos y ardor en sus vidas..., y en su momento.
La luz del nuevo día les sorprendió abrazados el uno con el otro. Anderson fué el primero en despertarse. Mientras contemplaba el rostro de la chica pensaba que no había estado bien su comportamiento. Demasiado prematuro, apenas la conocía y ya se había acostado con ella. No era la primera vez que lo había hecho con alguna mujer que conociera en sus viajes, pero en esta ocasión, algo le mortificaba, y no era, precisamente, el encontrarse al lado de Sara.
Se deshizo de los brazos de ella, que cambió de postura. Se levantó y se sentó en el salón. ¿ Por qué se sentía tan inquieto ? Eran adultos, libres de todo compromiso, y de conformidad por parte de ambos habían tenido una noche tórrida de sexo. No se sentía incómodo por eso, pero tampoco sabía a qué se debían tantos escrúpulos que nunca había sentido después de haberse acostado con una chica, a la que apenas conociera, y que se repetía una y otra vez, en sus viajes. Cogió su móvil que dejó la anoche anterior encima de una mesita, para comprobar si tenía algún mensaje. Y entonces sin darse cuenta, abrió el icono de álbum y allí estaba la respuesta de su incomodidad : Adela, sonriente, en un día de excursión al Lago Ness. Era una foto robada, cuando ella charlaba despreocupada con Mónica, y ambas reían alegremente por alguna ocurrencia . Sonrió mientras pasaba el dedo índice por la pantalla del teléfono. Pensativo trataba de analizar el porqué había guardado esa foto y no había pasado, como todas las restantes, a su archivo en el ordenador. Pulsó el icono correspondiente, y la puso como fondo de pantalla. Lucía bonita, pues ella lo era, y en ese instante supo que sentía algo profundo, por la muchacha triste, que nunca había sentido por ninguna otra. ¿ Le diría algún día la causa de su tristeza? Pensó llamarla, pero no ahora, no aquí, porque también a Sara debía un respeto.
Tenía que aclarar sus ideas. Averiguar si era un sentimiento pasajero o algo más intenso, que hasta ese momento no había experimentado. Su cabeza pensaba deprisa lo que debía hacer, cuando el sonido del correo, distrajo sus pensamientos. Era de National y requerían su presencia en Mali. Un reportaje sobre la forma de vida de aquel pueblo tan pobre, tan dejado de la mano de Dios... y de los gobiernos, no solo del suyo, sino también del resto de occidente. Estaba muy lejos y había de incorporarse rápidamente.
Pensó rechazarlo, pero al mismo tiempo necesitaba ordenar lo que iba hacer. No debía precipitarse, entre otras cosas porque ella ya estaba herida por otro amor no correspondido, y debía asegurarse de los pasos a seguir si no quería perderla, también como amiga.
Mientras tomaba un cafe en la cocina del apartamento, pensaba cómo podía haberse fijado en Adela. Era ua chica bonita, pero tampoco tenía una belleza deslumbrante. Quizá sus ojos sinceros, al mirarle, mientras le confíaba sus secretos, fuera lo que más llamó su atención. No deseaba pensar en Adela, puesto que era una causa perdida. Por mucho que le gustase, tenía que renunciar a ella. La forma en que se ganaba la vida, yendo de un lugar a otro, no le permitía unirse a nadie, ya que era difícil convivir viviendo en distintos lugares, sin tener un lugar fijo de residencia. Nunca había pensado en formar una familia, en tener un hogar. Sabía que mientras tuviera esa profesión, había de renunciar al amor. Hasta que conoció a Adela y sin darse cuenta, se planteó algo que se había negado. Le gustaba su libertad y el no estar atado a nada ni nadie. Pensaba que siempre sería así, hasta que dejase de ser reportero gráfico. Pero ello constiuía su vida. Le gustaba su trabajo, amaba su profesión, pero también sabía que no había relación que soportase su estilo de vida. Ni siquiera se lo había planteado. Buscó nuevamente la foto en el móvil y se quedó mirando el rostro que le devolvía la foto: ese rostro sonriente y aparentemente feliz, aunque él sabía que no era así.
- ¿Podría vivir de nuevo en Escocia, haciendo qué? ¿ Soportando las rarezas de mis padres? ¿¿Escuchando todo el día que Aleck es un ejemplo a seguir? - pensaba cabizbajo
Sara se presentó en la cocina, interrumpiendo con ello los pesimistas pensamientos de Anderson, y dirigiendo una fugaz mirada al móvil de él que permanecía encima de la mesa
- ¿ Has desayunado ya ? - le preguntó ,la chica
- No, sólo me tomo un café. Ven siéntate, tengo que hablar contigo- dijo a Sara - Verás, he recibido la notificación de la oficina y me tengo que marchar... pronto, muy pronto. Lo de anoche... fué imprudente por mi parte. No debió ocurrir. No debí quedarme en tu casa. Creo que nos superó el momento, y te pido perdón por ello
- No te disculpes. No me obligaste a nada, te correspondí consciente de lo que ocurría. Somos adultos y no veo donde está el problema. Ocurrió y ocurrió, simplemente. No le des más vueltas. Me gustas, ya te lo he dicho. Es así de sencillo
- Verdaramente, ha sido algo consentido por los dos, pero sigo opinando que fue muy rápido. El caso es que tengo que irme. Voy a ducharme e iré a comprar el billete para el primer vuelo que salga para allí
- ¿ Dónde vas?
- A Mali, a un lugar remoto y conflictivo. El equipo ya ha salido ..., para buscar alojamiento y localizaciones
- Supongo que me llamarás alguna vez cuando regreses. ¿ Me dirás en qué número lo publicarán ? Me encantará conocer tu trabajo.
- Cuenta con ello. Ahora voy a vestirme. Díscúlpame
Mientras él se aseaba y vestía, Sara pensaba en todo lo ocurrido. No le había dado importancia a su fugaz romance de la noche anterior, porque no quería que él se sintiera incómodo, pero para ella, había sido importante. También sabía que era difícil formalizar algo con él. Tenía un trabajo de nada fácil acomodo con una pareja que no fuese de su mismo equipo, estaba acostumbrado a campar libre por esos mundos de Dios, sin nada ni nadie que le atara a un lugar determinado, pero también presentía que había algo más. Era atractivo, y que las miradas que de vez en cuando dirigiera a Adela el día de la excursión, eran algo más que simples miradas. Quizá él no se diera cuenta de ello, pero su sexto sentido la avisaba que él sentía algo por aquella intérprete del hotel de Inverness
Tenía mucho tiempo por delante hasta tomar el avión que le conduciría hasta Mali. Había mentido a Sara respecto a la hora de su partida. Aprovecharía el tiempo para efectuar algunas llamadas. Habló con sus padres, y con Aleck, recién llegado de su luna de miel
- Hey hermano ¿ cómo estás ? - preguntó a Aleck
- Bien, estupendamente. ¿ Y tú ?
- Estoy en Barajas pendiente de tomar un avión que me llevará a Mali. Es un viaje que no me apetece mucho, pero... el trabajo es el trabajo
- Cuídate, muchacho. Las cosas están complicadas por allí
- Eso pretendo. Sólo estaremos, si todo va bien, un para de días. El reportaje no es de conflictos, sino cómo vive la gente, con todas las dificultades, en fin , retratar la vida cotidiana de ese pueblo. Estaremos en Bamako todo el tiempo
- Bueno hermano, ten mucho cuidado
- Da un abrazo a Maureen y otro fuerte para ti. Oye, se me olvidaba ¿ sigue Adela trabajando en el hotel?
- Que yo sepa si, aunque creo que desea regresar a su pais. Desde antes de casarme no he ido por allí. Entre las elecciones, el viaje y el hacerme cargo de la alcaldía, la verdad es que no tengo tiempo ¿ por qué lo preguntas?
- Por nada en especial. La conocí en tu boda y me cayó muy bien. Quería saludarla. Bueno no te entretengo más. Lo dicho, un abrazo para todos, y no comentes con nuestros padres el destino al que voy. No quiero que se preocupen por nada
- De acuerdo. Llama cuando llegues. Estaré preocupado. Hasta pronto hermano
- Hasta la vuelta, Aleck
Al terminar de hablar con su hermano, cayó en la cuenta de que había nombrado a su cuñada con la mayor naturalidad, cosa que le costaba hacer, una vez supo que ella se había decidido por su hermano al establecer una relación seria, que había terminado en matrimonio. Esbozó una sonrisa, mientras buscaba un número de teléfono en su agenda del móvil. ¿ Este simple hecho significaba que había ahuyentado sus demonios ? Pulso el número que buscaba, y al cuarto toque le respondió una voz suave
- Dígame
- ¡ Hola Adela, soy Anderson !
- ¡ Anderson ! ¿ Por dónde andas? hace tiempo que no vienes por aquí
- Cierto. Ahora estoy en Madrid esperando tomar un avión que me lleva a Mali. Para un trabajo
- ¡ Oh Dios mio , a Mali ! Muy lejos y conflictivo ¿ no ?
- No donde yo voy. Estaré un par de días solamente. No corro riesgos, no te preocupes. Te prometo que cuando vaya por allí, iré a verte
- Eso espero. Tengo que salir con el grupo. Me has pillado de milagro. Me alegro enormemente hablar contigo. Nuestro último encuentro no fue muy... cordial
- Ya está todo olvidado. Te mando un abrazo, que te daré cuando nos veamos
- Por supuesto. Cuídate mucho, y no te olvides de llamarme, al menos, de vez en cuando
- Ok. Eso haré. Hasta la vuelta
- Adiós Anderson
Mientras tanto, Adela se puso en contacto con su amiga Clara. Deseaba hablar con ella y contarla sus dudas e indecisiones. Quizá ella, como hacía siempre, aclarase la tremenda confusión que tenía en su cabeza
- Francamente Adela, no se lo que quieres que te diga. ¿ Qué es lo que te retiene allí ? Si te encuentras a gusto, no vengas y reconstruye de una vez tu vida. Estás perdiendo los mejores años, y ¿ para qué ? El, ni siquiera sabe que existes en la forma que tu deseas, y además está recién casado ¿ Qué es lo que esperas?
- Lo se, lo se. Es absurdo, pero no se que me ocurre ¿ Por qué no le puedo quitar de mi cabeza? Estoy hecha un lío. Por un lado deseo regresar junto a mis padres, pero por otro... algo me retiene aquí, y no se lo que es. Te aseguro que no pienso en él, al menos lo intento, pero ¿ qué me pasa ?
- Es todo más sencillo de lo que lo haces. Simplemente, te has acostumbrado a vivir independiente y sabes que en cuanto regreses, seguirás bajo la tutela de tus padres. Cambia de vida, e incluso de trabajo. Pasa una temporada más, y si sigues igual, vuelve. Pero eso si, evita al máximo el verte con él.
- ¡Si no le veo, por Dios santo! ¿ Cómo puedes pensar eso de mi ? Está recién llegado de luna de miel y quiere a su mujer. Jamás pensaría en él en el sentido que tú das, nunca, jamás. Yo no soy de esas. Además ¿ crees que se fijaría en mi, ahora, recién casado cuando no lo ha hecho antes? Si piensas eso, es que te has vuelto loca y, no me conoces Nunca sucederá
- Pues entonces... búscate amigos, sal con tus compañeros... No se, pero tienes que hacer algo. ¿No me habías dicho en una ocasión , que el chófer andaba detrás de ti ?, pues acéptale. Sal con él
- Ni hablar, es un compañero de trabajo y no quiero darle falsas esperanzas. Es atractivo, pero además de que no es mi tipo, es mucho, mucho mayor que yo.
- Oye, tengo que irme a clase. Ya voy tarde. Te llamaré el sábado a ver que has decidido
- Vale. Yo también tengo que trabajar. Un beso. Hasta el sábado
- Adiós Adela. Cuídate.
Sara condujo hasta su domicilio a Anderson. Estaba feliz. El, contento, pero no comprendía la euforia de la chica, apenas se conocían y no era normal ese entusiasmo porque él hubiera viajado hasta Madrid para verla. En definitiva era un viaje más de los muchos que llevaba a sus espaldas.
- ¿ Cuánto tiempo vas a quedarte ?- le preguntó Sara
- Más o menos un par de días. De un momento a otro recibiré la notificación de mi nuevo destino. Llevo muchos días de vacaciones - dijo ésto último riendo
- Me alegro muchísimo de que hayas venido. Nuestro primer encuentro dejó huella en mi ¿ sabes? Fue muy gratificante el charlar contigo. He de confesarte que cuando te di mi número, no confiaba demasiado en que llamaras, pero he aquí, estás en Madrid.
Mantenían esta pequeña charla mientras bebían una cerveza
- Tienes un apartamento muy bonito- decía Anderson mientras recreaba su vista por la estancia
- No está mal... Para mi sola..., suficiente. Tengo sitio de sobra. Te quedarás aquí
- No. Tengo reserva en el hotel de siempre
- Pues anúlala. Te quedarás aquí- decía riendo Sara- Es lo menos que puedo hacer después de que has venido a visitarme
Charlaron largamente ante un café y una copa de brandy, después de cenar, hasta altas horas de la noche.
- ¡ Oye ! - decía Anderson- Hemos bebido casi la botella entera de brandy
-Ja, ja, ja - reía Sara- La verdad yo estoy algo achispada
El ambiente entre ellos se caldeaba por momentos. Se fueron aproximando en sus asientos, y sin saber cómo, Anderson cogió su cabeza y beso a la chica largamente. Ella correspondió al beso y a otro, y a algunas caricias, mientras se dirigían al dormitorio. Hablaban vehementemente, con palabras inconexas. Surpiros, besos y ardor en sus vidas..., y en su momento.
La luz del nuevo día les sorprendió abrazados el uno con el otro. Anderson fué el primero en despertarse. Mientras contemplaba el rostro de la chica pensaba que no había estado bien su comportamiento. Demasiado prematuro, apenas la conocía y ya se había acostado con ella. No era la primera vez que lo había hecho con alguna mujer que conociera en sus viajes, pero en esta ocasión, algo le mortificaba, y no era, precisamente, el encontrarse al lado de Sara.
Se deshizo de los brazos de ella, que cambió de postura. Se levantó y se sentó en el salón. ¿ Por qué se sentía tan inquieto ? Eran adultos, libres de todo compromiso, y de conformidad por parte de ambos habían tenido una noche tórrida de sexo. No se sentía incómodo por eso, pero tampoco sabía a qué se debían tantos escrúpulos que nunca había sentido después de haberse acostado con una chica, a la que apenas conociera, y que se repetía una y otra vez, en sus viajes. Cogió su móvil que dejó la anoche anterior encima de una mesita, para comprobar si tenía algún mensaje. Y entonces sin darse cuenta, abrió el icono de álbum y allí estaba la respuesta de su incomodidad : Adela, sonriente, en un día de excursión al Lago Ness. Era una foto robada, cuando ella charlaba despreocupada con Mónica, y ambas reían alegremente por alguna ocurrencia . Sonrió mientras pasaba el dedo índice por la pantalla del teléfono. Pensativo trataba de analizar el porqué había guardado esa foto y no había pasado, como todas las restantes, a su archivo en el ordenador. Pulsó el icono correspondiente, y la puso como fondo de pantalla. Lucía bonita, pues ella lo era, y en ese instante supo que sentía algo profundo, por la muchacha triste, que nunca había sentido por ninguna otra. ¿ Le diría algún día la causa de su tristeza? Pensó llamarla, pero no ahora, no aquí, porque también a Sara debía un respeto.
Pensó rechazarlo, pero al mismo tiempo necesitaba ordenar lo que iba hacer. No debía precipitarse, entre otras cosas porque ella ya estaba herida por otro amor no correspondido, y debía asegurarse de los pasos a seguir si no quería perderla, también como amiga.
Mientras tomaba un cafe en la cocina del apartamento, pensaba cómo podía haberse fijado en Adela. Era ua chica bonita, pero tampoco tenía una belleza deslumbrante. Quizá sus ojos sinceros, al mirarle, mientras le confíaba sus secretos, fuera lo que más llamó su atención. No deseaba pensar en Adela, puesto que era una causa perdida. Por mucho que le gustase, tenía que renunciar a ella. La forma en que se ganaba la vida, yendo de un lugar a otro, no le permitía unirse a nadie, ya que era difícil convivir viviendo en distintos lugares, sin tener un lugar fijo de residencia. Nunca había pensado en formar una familia, en tener un hogar. Sabía que mientras tuviera esa profesión, había de renunciar al amor. Hasta que conoció a Adela y sin darse cuenta, se planteó algo que se había negado. Le gustaba su libertad y el no estar atado a nada ni nadie. Pensaba que siempre sería así, hasta que dejase de ser reportero gráfico. Pero ello constiuía su vida. Le gustaba su trabajo, amaba su profesión, pero también sabía que no había relación que soportase su estilo de vida. Ni siquiera se lo había planteado. Buscó nuevamente la foto en el móvil y se quedó mirando el rostro que le devolvía la foto: ese rostro sonriente y aparentemente feliz, aunque él sabía que no era así.
- ¿Podría vivir de nuevo en Escocia, haciendo qué? ¿ Soportando las rarezas de mis padres? ¿¿Escuchando todo el día que Aleck es un ejemplo a seguir? - pensaba cabizbajo
Sara se presentó en la cocina, interrumpiendo con ello los pesimistas pensamientos de Anderson, y dirigiendo una fugaz mirada al móvil de él que permanecía encima de la mesa
- ¿ Has desayunado ya ? - le preguntó ,la chica
- No, sólo me tomo un café. Ven siéntate, tengo que hablar contigo- dijo a Sara - Verás, he recibido la notificación de la oficina y me tengo que marchar... pronto, muy pronto. Lo de anoche... fué imprudente por mi parte. No debió ocurrir. No debí quedarme en tu casa. Creo que nos superó el momento, y te pido perdón por ello
- No te disculpes. No me obligaste a nada, te correspondí consciente de lo que ocurría. Somos adultos y no veo donde está el problema. Ocurrió y ocurrió, simplemente. No le des más vueltas. Me gustas, ya te lo he dicho. Es así de sencillo
- Verdaramente, ha sido algo consentido por los dos, pero sigo opinando que fue muy rápido. El caso es que tengo que irme. Voy a ducharme e iré a comprar el billete para el primer vuelo que salga para allí
- ¿ Dónde vas?
- A Mali, a un lugar remoto y conflictivo. El equipo ya ha salido ..., para buscar alojamiento y localizaciones
- Supongo que me llamarás alguna vez cuando regreses. ¿ Me dirás en qué número lo publicarán ? Me encantará conocer tu trabajo.
- Cuenta con ello. Ahora voy a vestirme. Díscúlpame
Mientras él se aseaba y vestía, Sara pensaba en todo lo ocurrido. No le había dado importancia a su fugaz romance de la noche anterior, porque no quería que él se sintiera incómodo, pero para ella, había sido importante. También sabía que era difícil formalizar algo con él. Tenía un trabajo de nada fácil acomodo con una pareja que no fuese de su mismo equipo, estaba acostumbrado a campar libre por esos mundos de Dios, sin nada ni nadie que le atara a un lugar determinado, pero también presentía que había algo más. Era atractivo, y que las miradas que de vez en cuando dirigiera a Adela el día de la excursión, eran algo más que simples miradas. Quizá él no se diera cuenta de ello, pero su sexto sentido la avisaba que él sentía algo por aquella intérprete del hotel de Inverness
Tenía mucho tiempo por delante hasta tomar el avión que le conduciría hasta Mali. Había mentido a Sara respecto a la hora de su partida. Aprovecharía el tiempo para efectuar algunas llamadas. Habló con sus padres, y con Aleck, recién llegado de su luna de miel
- Hey hermano ¿ cómo estás ? - preguntó a Aleck
- Bien, estupendamente. ¿ Y tú ?
- Estoy en Barajas pendiente de tomar un avión que me llevará a Mali. Es un viaje que no me apetece mucho, pero... el trabajo es el trabajo
- Cuídate, muchacho. Las cosas están complicadas por allí
- Eso pretendo. Sólo estaremos, si todo va bien, un para de días. El reportaje no es de conflictos, sino cómo vive la gente, con todas las dificultades, en fin , retratar la vida cotidiana de ese pueblo. Estaremos en Bamako todo el tiempo
- Bueno hermano, ten mucho cuidado
- Da un abrazo a Maureen y otro fuerte para ti. Oye, se me olvidaba ¿ sigue Adela trabajando en el hotel?
- Que yo sepa si, aunque creo que desea regresar a su pais. Desde antes de casarme no he ido por allí. Entre las elecciones, el viaje y el hacerme cargo de la alcaldía, la verdad es que no tengo tiempo ¿ por qué lo preguntas?
- Por nada en especial. La conocí en tu boda y me cayó muy bien. Quería saludarla. Bueno no te entretengo más. Lo dicho, un abrazo para todos, y no comentes con nuestros padres el destino al que voy. No quiero que se preocupen por nada
- De acuerdo. Llama cuando llegues. Estaré preocupado. Hasta pronto hermano
- Hasta la vuelta, Aleck
Al terminar de hablar con su hermano, cayó en la cuenta de que había nombrado a su cuñada con la mayor naturalidad, cosa que le costaba hacer, una vez supo que ella se había decidido por su hermano al establecer una relación seria, que había terminado en matrimonio. Esbozó una sonrisa, mientras buscaba un número de teléfono en su agenda del móvil. ¿ Este simple hecho significaba que había ahuyentado sus demonios ? Pulso el número que buscaba, y al cuarto toque le respondió una voz suave
- Dígame
- ¡ Hola Adela, soy Anderson !
- ¡ Anderson ! ¿ Por dónde andas? hace tiempo que no vienes por aquí
- Cierto. Ahora estoy en Madrid esperando tomar un avión que me lleva a Mali. Para un trabajo
- ¡ Oh Dios mio , a Mali ! Muy lejos y conflictivo ¿ no ?
- No donde yo voy. Estaré un par de días solamente. No corro riesgos, no te preocupes. Te prometo que cuando vaya por allí, iré a verte
- Eso espero. Tengo que salir con el grupo. Me has pillado de milagro. Me alegro enormemente hablar contigo. Nuestro último encuentro no fue muy... cordial
- Ya está todo olvidado. Te mando un abrazo, que te daré cuando nos veamos
- Por supuesto. Cuídate mucho, y no te olvides de llamarme, al menos, de vez en cuando
- Ok. Eso haré. Hasta la vuelta
- Adiós Anderson
No hay comentarios:
Publicar un comentario