Arrancó el coche y salió de la urbanización, sin volver la vista atrás, para ver por última vez la que fuera su hogar junto a Luis. Sentía un nudo en la garganta, pero no lloró. Sacó fuerzas de donde no las tenía, pero seguiría adelante. Iba detrás del camión de mudanzas. En el chalet habían quedado algunos muebles. No le cabían todos en el apartamento, que desde ese mismo día era su nueva vivienda.
El apartamento era lo suficientemente amplio para que convivieran con holgura Consuelo, la sirvienta, y ella. No necesitaba más, no quería más. Durante tres o cuatro días tuvieron mucho trabajo, hasta tener todo ubicado, teniendo en cuenta que la compañía de mudanzas habían acoplado los muebles y los enseres, en su lugar. Pero ella quería ordenar a su gusto los objetos más personales.
Los primeros días estaba desubicada y nerviosa, pero poco a poco se iba normalizando. Su cama de matrimonio había sido reemplazada por otra más pequeña. El lujoso comedor, ahora era un salón más funcional anexo a una sala en la que recibiría las visitas, si es que alguna acudía a saludarla.
Todas las mañanas bajaba hasta la cercana plaza, y allí sentada en una cafetería, leía durante un rato. Unas veces tomaba un aperitivo, cuando la hora era cercana al almuerzo, y otras en cambio sólo un café.
No estaba del todo satisfecha. Por edad, no la correspondía ese tipo de vida tan sedentaria. " Debes acudir a algún teatro, o al cine. Echarte nuevas amigas, solteras o viudas como tú, pero jóvenes..., de tu edad ". Era el consejo que le había dado su cuñado, pero ella desorientada no sabía cómo y dónde podía entablar amistad con otras personas.
Llegó el verano y las vacaciones. Consuelo iría a visitar a su familia que vivían fuera de la capital. Ella organizó un viaje en grupo y recorrería algunas capitales europeas, que ya conocía, pero se le ocurrió que era una posibilidad de encontrar a alguien en su misma situación.
El grupo compuesto por quince personas, fueron reunidas en la terminal del aeropuerto, y allí mismo hizo lo posible por integrarse . La mayoría de ellos eran parejas, tan sólo otra chica algo mayor que ella y un varón de mediana edad, que junto con ella iban en solitario, y que desde un principio se fijó en ella. En primer lugar visitarían Londres, Edimburgo, París, Praga y retorno a España
- ¡ Hola ! me llamo Fernando y parece que vamos a ser compañeros de viaje.
- Mucho gusto - contestó Azucena -, y así parece. Creo que tendremos un viaje agradable.
Fernando |
Aún no estaba preparada para ningún tipo de relación. Tenía la impresión de que faltaba a la memoria de Luis, pero también retumbaron en sus oídos las palabras de Braulio, su cuñado mayor y más liberal en su forma de pensar
- Trata por todos los medios de volver a tener pareja. No has cumplido los treinta años, eres demasiado joven para condenarte a vivir de un recuerdo. Piensa que se trata de mi hermano, que le echo de menos, pero estoy seguro que él lo querría así
Azucena miraba de soslayo a Fernando. Era mayor que ella, pasaba de los cuarenta y pico, de muy buen ver. tenía buen porte, de facciones correctas, de exquisitos modales y educación. Vivía de sus rentas, según le había confesado tratando de intimar con ella.
-Al ser soltero, he cedido mis negocios a un sobrino, hijo de una hermana separada. Pienso dedicarme a "vivir " la vida.
Azucena le escuchaba demostrando interés, aunque no lo tuviera en lo más mínimo. Se daba cuenta de que gustaba a su compañero, y mientras él narraba el estilo de vida que llevaba, ella pensaba para sus adentros:
- Y a mi ¿ qué demonios me importa ? Claro, es aventurar mucho, igual simplemente quiere ser amable. ¡Estoy loca...! ¿ Qué me hace pensar que quiere ligar? Seguramente será un alma solitaria.... Vamos a ser compañeros de viaje durante varios días. Eso suele pasar en este tipo de tournée- como un susurro lejano, Fernando continuaba con su charla
Esbozó una sonrisa fingiendo complacencia. No se imaginaba una relación con él a pesar de ser atractivo.
- Me estoy precipitando- pensó-, acabamos de conocernos, pero sólo se dirige a mi. Anda tonta, estás haciendo una montaña de un grano de arena. Simplemente quiere integrarse
Pero en el fondo sabía que le atraía. Nadie hubiera contado su vida en el momento de conocer a otra persona. En el fondo se sentía halagada, pero inmediatamente desechó esa absurda idea. Se sentía nerviosa. Era su primera salida después de enviudar y, casi se diría que había perdido la costumbre de hacerlo.
Acomodados en el avión, en el asiento contiguo iría la otra chica que viajaba sola. Al otro lado del pasillo se sentaba Fernando. Quedó aliviada por ello; no se imaginaba todo un trayecto de algunas horas escuchando los relatos del hombre.
- Me llamo Piedad - dijo su vecina de asiento
- Yo Azucena. Encantada ¿ Viajas sola?
- Si, hija mía, más sola que la una. Acabo de terminar una relación y he decidido que debía dar un giro a mi vida. Aún soy joven, y quién sabe, igual encuentro a alguien que me guste.
Piedad |
Ambas rieron y, Azucena se sintió obligada a contar a Piedad que llevaba varios años de viudedad y éste viaje era su primera escapada
- ¡ Ay, Señor ! Lo siento. ¡ Eres tan joven !... pero... esas cosas ocurren a diario... No importa la edad... Nos ayudaremos mutuamente ¿ te parece ?
- Me encanta. Cuando perdí a mi marido, me fui alejando de mis amistades. Todos estaban casados y, yo francamente, no tenía ganas de alternar con ellos. Poco a poco se fueron alejando. No era una compañía muy divertida y, así me quedé sin amigos, sin ningún amigo
- Bueno, pues ya has encontrado una - sonrió Piedad
Azucena se sorprendía de que ella hiciera lo mismo que había criticado a Fernando: contaba su historia a una total desconocida. Pero Piedad la infundía confianza, ó quizá fuese que tenía necesidad de encontrar una amistad en quién confiar sus pensamientos
- Vamos a estar varios días conviviendo. En este tiempo veré si es cierto que vamos a ser amigas. ¡ Sería estupendo tener a alguien con quién salir !- fue lo que pensó en silencio
Giró la cabeza para atender a la azafata que venía a ofrecer alguna revista y bebidas. Solicitó un zumo y su mirada se cruzó con la de Fernando que la sonreía amablemente. Piedad, al ver que miraba a otro lado, volvió también su cabeza en la misma dirección , comprobando que Fernando miraba y sonreía a Azucena
- Le gustas - fue el comentario que hizo en voz baja
- ¡ Qué dices !, acabamos de conocernos
- Créeme, le gustas. Soy unos años mayor que tú y, algo entiendo de eso. ¡ Huy ! es un bombonazo - dijo riendo mientras guiñaba un ojo a su amiga- aunque mayor para ti
- Estás loca. Aún recuerdo a mi marido. No estoy preparada, no deseo amistades masculinas
- Pero ¿ cuántos años hace que enviudaste?
- Cinco años y poco más
- Ya has guardado tu duelo. Eres bonita y joven. Debes vivir la vida, que ya ves, te sorprende cuando menos te lo esperas. Tu marido ¿ te amaba ?
- Si, y mucho
- Pues entonces desde arriba te verá y deseará que seas feliz nuevamente. Mientras vivió le amaste, pero él ya no está y no puedes hacer nada por evitarlo
Azucena guardó silencio, e instintivamente recordó las palabras de su cuñado: " tienes que volver a vivir". Echó el asiento hacia atrás, y ambas se dispusieron a ver la película que proyectaban " Memorias de Africa". Recordó haberla visto cuando la estrenaron, con Luis, y que a la salida del cine la iban comentando. Ella se sintió entonces enamorada de Robert Redford
- Eres una romántica empedernida - había comentado su esposo- voy a sentir celos de él. No puedo competir, es mucho más guapo que yo.
Luis la besó en la mejilla y ella tomó el brazo de su marido con ambas manos, al tiempo que decía
- No seas tonto. Estoy segura que todas las mujeres del mundo están enamoradas de él. Es otra cosa, algo distinto. Mi amor por ti, es real.
Luis la miró con cariño mientras sonreía. La amaba profundamente y estaba seguro que ella también le quería Aquella noche hicieron el amor. Unos días después a Luis le diagnosticaron su enfermedad. Esa fue la última vez que habían tenido relaciones sexuales. Después los tratamientos, la enfermedad, y el comprobar que Luis se iba, hicieron imposible una nueva intimidad.
- ¿ Te ocurre algo ?- la preguntó su amiga
- No, no. Estoy bien. He recordado cuando vi la película con mi marido
- ¡ Ah, ya !, pues no la veas si esto te va a doler
- No, no pasa nada
Trató de dormirse, no deseaba seguir viendo las aventuras de Robert y Meryl con un amor desventurado.
Memorias de Africa |
´Para distraerse de la película, comenzó a divagar. Se imaginó saliendo a cenar o al cine con Fernando
- Quita, quita... ¡ Pero si es muy mayor ! A lo mejor, sólo quiere ser amable - se dijo
Y algo de eso debía pensar él. A pesar de la diferencia de edad, le atraía enormemente la carita dulce de Azucena. No sabía nada de su vida, no le importaba. Tan sólo... ¡Acaso estuviera casada! Ni siquiera imaginaba que con su edad, hiciera más de cinco años que se había quedado viuda. Almudena no desveló esta circunstancia. Quizás pensara que era separada, era la situación más normal.
La primera escala fue Londres y allí estuvieron tres días, lo que permitió mayor intimidad con la muchacha que iba sola, junto a Azucena , y que atendía al nombre de Piedad
En la cafetería del hotel, las dos nuevas amigas, ante un Bayleys,comentaban las incidencias del día. Las visitas que habían realizado al Museo Británico, a Harrods, al Museo de Madame Tussauds ... . Nada fuera de los programas turísticos de siempre
A medida que el viaje avanzaba, Fernando se sentía más atraído hacia Azucena, y sin embargo se acercaba a Piedad buscando la amistad con la joven viuda, que por fin, había divulgado su estado civil. Fernando ya no tenía impedimento para acercarse a la chica, pero el azar es caprichoso, y no siempre somos correspondidos de la forma que nosotros quisiéramos. No obstante, sabedora Piedad de que Azucena no tenía el más mínimo interés por él, no perdió las esperanzas de que al fin se fijara en ella. Ambas mujeres, cuando estaban juntas y hacían sus confidencias, se reian de la circunstancia que las hacía fueran rivales, sin siquiera quererlo.
Edimburgo, París, Praga... y regreso a casa. Fernando no había conseguido intimar con Azucena, y rendido, se aproximó a Piedad en los últimos días del periplo.
Buscaba compañía femenina. Quería dejar atrás la soledad de los solterones ya maduros, y en Piedad encontró su complemento, a pesar de sacarla algún año de edad.
Cuando llegaron a casa, se dieron un abrazo en la despedida y las chicas quedaron en verse todas las semanas. Comerían juntas, irían de tiendas, al teatro, ó simplemente se verían para charlar.
- Suponiendo que no salgas con Fernando - dijo Azucena a su amiga
- No creo que me llame ni una sola vez, y bien que lo siento, porque me gusta muchísimo. Pero eres tú quién le gustas - dijo riendo al tiempo que abrazaba a su amiga.
Fernando se despidió de ellas cariñosamente
- Nos llamamos ¿ de acuerdo? - dijo a las dos -, saldremos por ahí
Azucena llegó a su casa con el ánimo más renovado. Consuelo terminaría el mes de vacaciones, por lo que viviría sola durante unos días.
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