Caminaba despacio a pesar de la fina lluvia que caía lentamente. No la importaba. Estaba tan cansada, le dolían tanto las piernas, que era incapaz de apretar más el paso para llegar pronto a casa. Agradecía el fresco de la mañana e incluso la fina lluvia. La noche había sido dura por muchos motivos. Tenía grabada en su memoria el desplante de Charles en el quirófano y el doloroso encuentro, antes de salir. Le dolía lo pronto que se había repuesto de su negativa. Tan sólo unos días había necesitado para caer en brazos de otra mujer, bellisima, tenía que reconocerlo, pero insolente y maleducada. De nuevo le había vuelto a pasar. Se había fijado en alguien que no le hacía caso. Sin darse cuenta, retrocedió en el tiempo, a su encuentro con Luis por vez primera.
Estaba haciendo sus prácticas de enfermería en un hospital de las cercanías de Madrid. Allí conoció a Luis, un internista, algunos años mayor que ella. Moreno, guapo, hijo de papa y un sinvergüenza Desde un principio se fijó en ella y se hacía el encontradizo para entablar conversación, hasta que por fin un día consiguió citarse con Lola. Estuvieron saliendo, a días sueltos, durante algo más de quince días. Un día, una invitación a cenar. Bebida más de lo permitido y la habitación de un hotel. Allí tuvo su primera experiencia amorosa. Estaba encantada de la vida. Había perdido su virginidad con alguien especial, del que se había enamorado, y él la amaba igualmente.
Al despertar, miraba el rostro del hombre que dormía a su lado, y suavemente, acarició su mejilla. Era feliz. Había sido una noche increíble. Había experimentado un placer infinito junto al hombre que estaba a su lado, y por las palabras y expresiones de Luis, él también lo había pasado estupendamente. Lo vivido en la habitación de aquel hotel, nada tenía que ver con los escarceos habidos con un chico del instituto el último año de bachillerato. Algún beso y un intento fallido de alguna caricia torpe por su cuerpo. Ambos eran jóvenes e inexpertos, pero algo en su interior la decía que ese chico no iba a ser el amor de su vida, y por tanto no iría más allá. Terminó la relación al terminar el curso. Nunca volvieron a verse
Sin embargo con Luis ¿ había sido un flechazo? Quedaban a la salida del trabajo, cuando eran coincidentes sus turnos, pero... Su maravilloso romance se desvaneció tan rápido como había comenzado.
Tenían mucho trabajo en planta. Habían tenido muchas operaciones y constantemente, en algunas habitaciones los enfermos requerían el cambio de lencería. Hasta donde guardaban la misma, Lola se encaminó para poner en el carro que portaba, las toallas y sábanas que se prodian precisar. Al entrar en la habitación, escuchó unos rumores y algunos suspiros y jadeos. Extrañada, preguntó
-¿ Hay alguien ahí ?
Era vox populi, que alguna enfermera ó médico, se corrieran alguna juerguecita en las noches de guardia. Se hizo un absoluto silencio, y ella se adentró entre las estanterías en las que se ordenaba la ropa. Al coger unas sábanas, descubrió lo que verdaderamente ocurría: Luis estaba abrazado a una enfermera y por las apariencias, no estaban hablando precisamente. Con el rostro lívido, se hizo cargo de la situación inmediatamente. El hombre al que había entregado su corazón estaba seduciendo a otra chica , y la decía las mismas palabras que ella había escuchado tan solo unos días antes.
Sorprendidos, la pareja se separó inmediatamente. El miró a Lola , tratando de justificar lo injustificable, y la chica se atusaba los cabellos, y en silencio salió de la estancia
- ¿ Cómo has podido... cómo has podido ...?- le reprochaba Lola
- Deja que te explique- se defendió Luis
- ¿ Qué me vas a explicar ? Eres un sinvergüenza, un hijo de ... ¿ Cómo pudiste hacerme eso? Yo te quería, confié en ti, pero está claro que eso es lo único que sabes hacer: engañar y conquistar a las chicas inexpertas que están bajo tu mando. No vuelvas a acercarte a mi, más en la vida. No quiero ni verte.
Dió media vuelta y salió apresuradamente de allí. Su compañera la preguntó por la ropa que había ido a buscar, y ella dándole una excusa, se refugió en el baño de enfermeras para que nadie la viera llorar.
¿La dolía aún ese recuerdo ? No, no la dolía, pero sí, le avergonzaba un poco el haber sido tan confiada y haberse entregado a casi un desconocido. ¿ Era por eso su rechazo a Charles? Pero en el fondo, sabía que no sentía rechazo por el médico, muy al contrario. Pero aún mantenía en sus pupilas el rostro de aquella chica que fue a buscarle. Una voz en el subconsciente le avisó: eso se llama celos. Cortó el hilo de sus pensamientos con un suspiro
- ¿ Cómo pude ser tan tonta? ¿ Cómo no me di cuenta de que él era un "niño de papa"? Un tipo guapo, pero engreído y egoísta. Yo también tuve la culpa. Facilité mucho las cosas, pero, ah no, una vez es suficiente. No soy la estudiante incrédula.
Entró en una cafetería para desayunar. No tenía fuerzas ni para prepararse un café. Se metería en la cama nada más llegar y, dormiría, si podía, hasta que Dios quisiera. Hasta el día siguiente por la noche no entraría de nuevo de guardia en urgencias, así que tenía dos días para reponerse del estrés de la noche pasada.
Un Mercedes color blanco, aguardaba en el aparcamiento del hospital, en la entrada principal. Y hasta allí se dirigieron Terry y Charles. Tenían dos días libres, para ellos solos. Caminaban cogidos por la cintura, haciéndose arrumacos. El médico estaba agotado por la intensa noche vivida, pero tampoco podía borrar de su cabeza, la imagen de desolación que había visto en la cara de Lola. De no haber sido por la llegada de Terry, la hubiera podido explicar la absurda salida de tono de él, en quirófano. No era exactamente lo que quería decir, y mucho menos en la forma que lo dijo. Efectivamente , le desconcertaba, pero fue por el simple hecho de que ella apareciera en ese momento, inesperadamente. Tenía una vida entre sus manos y necesitaba toda su concentración para tratar de salvarla, lo que al final no consiguió, pero no por culpa de Lola, sino por la magnitud de las lesiones que presentaba.
Se lo hubiera explicado, si Terry no hubiera hecho acto de presencia. Es muy posible que no volviera a tener otra oportunidad de hablar con ella. Le dolía que todo hubiera terminado de esa forma. Sentía respeto y..., algo más por ella. Cuanto más tiempo pasase, más difícil sería el arreglo. A diario la buscaba en las zonas comunes, en donde los sanitarios se reunían en su tiempo de descanso. En la cafetería a las horas de la comida, por el parque. Pasaba por la planta en donde ella había estado, pero nada, en ningún sitio la localizaba. " ¿ Dónde se meterá?" En el único sitio que no miró: las escaleras del interior. Allí se sentaba en los escalones, tomaba algún café o refresco, y allí comía. No quería verle, no le soportaba, no después de que le viera con Terry. Se planteaba un traslado, e incluso su regreso a Madrid. Algo dentro de ella le atenazaba, algo que debía cortar, pero no sabía cómo hacerlo.
Charles, se dio por vencido y dejó de insistir en su búsqueda. Pasó algún tiempo, y de nuevo, de lejos, Lola le veía alguna vez coqueteando con alguna chica nueva, recién incorporada a la plantilla.
- Fantoche, engreído...- eran los piropos más suaves que le dedicaba, cada vez que esto
sucedía, y que por fortuna era de tarde en tarde.
Para no encontrarse con Charles, Lola solicitó el cambio de día en las guardias. Necesitaba pensar en lo qué hacer con su vida. Se le complicaba más de lo que nunca hubiera pensado. Quería borrar de su cabeza la imagen de Charles, pero no lo conseguía. No en el mismo lugar, en dónde sabía también él trabajaba.
Comenzaban haber rumores sobre un posible casamiento del doctor belleza, como era conocido entre las enfermeras, con una despampanante rubia que venía con frecuencia a recogerle a su salida del hospital. Lola no quería prestar atención. " Son sólo rumores", pensaba, pero cada vez que oía un cuchicheo, se hacía la remolona para enterarse de lo que pasaba.
Los vestuarios estaban instalados en la planta sótano. Separados los de hombres y mujeres, por una pared, que sin llegar hasta el techo, era lo suficientemente alta para no poder ver, pero sí escuchar. Las taquillas del personal también estaban anexas. En el centro de la habitación habían unos bancos rectangulares a modo de asiento.
Cuando Millie entró para ponerse el uniforme, se asustó al comprobar que en el banco estaba Lola, doblada sobre sí misma. La palidez de su rostro y sus tremendas ojeras asustaron a la compañera
- ¡ Lola ! ¿ Qué te ocurre? ¿ Te encuentras bien ?
- No te preocupes, no es nada, se me pasará
- Pero ¿ qué es lo que te pasa?
- Millie, me encuentro fatal. Esta mañana he recibido la visita mensual, y tengo unos dolores espantosos. Nunca me había ocurrido esto. Algún mes me ha dolido, pero como éste nunca. Dios mio es¡ insoportable !
- ¿ Has tomado algún calmante?
- Claro, lo primero que he hecho al levantarme, pero no ha servido de nada.
- ¿ Por qué no te tumbas un rato? Hablaré con Regina... No debías haber venido si te encontrabas tan mal
- Tengo que hacerlo, tengo que cumplir con mi trabajo. En casa me va a doler igual..
- Túmbate anda. Te echaré una manta por encima y trata de dormir un rato. Verás que te encuentras mejor
- Gracias Millie
Al otro lado de la pared, se encontraba Charles poniéndose el pijama de quirófano. Alarmado prestó atención a la conversación de las dos mujeres. Dio la vuelta a la habitación y sigilosamente entró en dónde creía que se había acostado Lola. Efectivamente, su aspecto era deplorable. Profundas y oscuras ojeras, bordeaban sus ojos. Estaba más delgada. No quiso acercarse más, parecía haberse dormido. Una oleada de ternura le invadió, y comprendió que le era muy difícil olvidarse de ella. La quería y deseaba protegerla. Estaba sola en el país, con su única amiga lejos, y con él tampoco contaba. Resuelto subió a la sexta, a ginecología. Tamborileó en la puerta de su amigo Spencer
- ¿ Puedo pasar?
- Adelante Charles ¿ Qué te trae por aquí, vas a ser papá?- le dijo en tono jocoso
- Por supuesto que no. No, que yo sepa. Tengo una amiga, que ahí abajo lo está pasando mal con los dolores menstruales. Ha tomado algún calmante y no le han hecho nada. Quiero que me des algo para que se lo calme, ya.
- Oh no, mi querido amigo. Primero dile que suba, la exploro y después de saber lo que la ocurre, la recetaré lo que crea conveniente
-Maldita sea, se está retorciendo ahí abajo. Dale algo que le calme. Después me comprometo a que subirá
- Está bien. Pero en serio, debe hacerse una exploración. No es lógico que tome algo sin saber a que obedece lo que la esté ocurriendo. Pueden ser muchas cosas las que le produzcan esas molestias
- Bueno tú dame algo que la calme en un momento y después subirá.
Tomó un vaso de agua y con la píldora que le había dado Spencer, entró en la habitación en donde dormitaba Lola. Estaba vuelta hacia la pared, en posición fetal y apretándose el vientre con sus brazos. Charles se asustó y acariciándola el cabello hizo que se volviera hacia él. Lola creyó que era alguna compañera y se giró. Se quedó sorprendida al ver frente a si a Charles, que la miraba con afecto.
- Tómate esta pastilla. Verás que te encuentras mejor- dijo ofreciéndole el vaso con agua
- ¿ Qué haces aquí, qué es eso?
- He escuchado, sin querer, vuestra conversación y, creo que esto te sentará bien
La ayudó a incorporarse sobre un brazo para beber el agua. Débilmente le dio las gracias y volvió a tumbarse entornando los ojos. Charles seguía acariciando su cabeza. Ahora de cerca, parecía una niña asustada, una niña a la que amaba en silencio.
- Ya puedes irte- le dijo sin abrir los ojos-. Seguro que se me pasa. No hace falta que estés aquí
- Te dije en cierta ocasión, que siempre estaría cerca , que siempre te protegería ¿ lo recuerdas?
- También recuerdo otras cosas, pero ahora no tengo ganas de hablar. Déjame sola, por favor. Te agradezco que te preocupes por mi, pero se cuidarme
- Ya lo sé, ya lo sé. Cuando estés mejor, tienes que subir a la sexta y preguntar por el doctor Spencer. Te hará una revisión para averiguar qué es lo que te ocurre
- No me ocurre nada. Son cosas de mujeres, nada más. Por favor no me hagas hablar. Márchate.
- Esta bien. Mas tarde volveré a ver cómo te encuentras
- No te molestes, en cuanto se me pase algo, me incorporo a mi trabajo
- ¿ Por dónde andas ? llevo tiempo buscándote y no te he podido localizar
Ella no respondió y él le dio un beso en la frente, y salió despacio de la habitación. Más de dos horas tardó en hacer efecto el medicamento. Para cuando se quiso incorporar, casi era la hora de salida. En el transcurso de la mañana había recibido las visitas tanto de sus compañeros, como de su jefa, que se mostró amable con ella.
- Lola debes ir al ginecólogo. No es normal lo que te ha pasado
- Si, no eres la única que me lo ha dicho. En tres o cuatro días iré y me haré un chequeo
- Márchate a casa, no estás en condiciones de trabajar
- Te lo agradezco en el alma, porque me siento fatal. Tengo hasta ganas de vomitar
-¿ Has desayunado?
- No, desde ayer a mediodía no he comido nada
- ¡ Por Dios Santo ! ¡ Cómo no vas a sentirte mal ! Quizá sea eso, justamente, lo que te ha ocurrido. No dejes de ir al médico
- Mi vida está rodeada de ellos ..., dijo sonriendo.- Tranquila voy a ir... Parece que se me va pasando
- ¿ Qué has tomado?
- No lo sé, me lo ha traído el doctor McKenzie
- ¿McKenzie, en persona?
- Si ¿ qué tiene de extraño? Parece ser que escucho la conversación con Millie y me lo trajo
- Mucho interés debe sentir por ti
- ¿ Por qué dices eso?
- Ha estado enredado con medio hospital, y nunca fue tan magnánimo. ¿ Te has acostado con él?
- ¡ Regina . Si no nos hablamos!
- Tú no sé, pero él siente algo. Te lo digo yo que le conozco desde hace mucho tiempo
- Anda, anda. Déjame voy a cambiarme y me marcho
Se volvió a vestir con ropa de calle . Pasó frente a la cafetería y se dirigió a la parada de taxis. No tenía ganas de ir andando hasta su casa. Una mano fuerte y segura, la agarró de un brazo haciéndola que detuviera su marcha
- ¿ A dónde vas ?- la preguntó Charles
-Dónde crees... con la pinta que llevo...
- Bien. Yo te llevaré. Voy por las llaves y vuelvo en un minuto
- No, no te molestes. Estoy bien... gracias a ti, dicho sea de paso. Tomaré un taxi en la esquina
- Te he dicho que yo voy a llevarte. No discutas
No tenía ni fuerzas ni ganas para hacerlo, así que se encogió de hombros y le dejó hacer. En menos de tres minutos estaba de regreso
-Vas con el pijama de quirófano...
- Ya lo sé. Todavía me queda un buen rato para salir. Tendré que volver en cuanto te deje
- De verdad, no es necesario...
- He dicho que yo te llevo
Se lo dijo mirándola de frente, con rotundidad, no había discusión posible. Y la llevó, y la ayudó a salir del coche y la dejó echada en su cama. Hacía lo mismo que si atendiera a una niña pequeña, con mimo, con cariño, con ternura. Ella le miraba asombrada, y más asombrada se quedó, cuando al despedirse la dio un beso en los labios. Ya desde la puerta, se volvió y la dijo:
- Tenemos que hablar... largo y tendido... pero será cuando te encuentres bien. ¡ Ah ! y no te escondas, te encontraré .
- ¿ Por qué no me deja en paz ?- repetía una y otra vez, tratando de dormirse
Lentamente, el efecto del medicamento le producía somnolencia, y por fin pudo conciliar el sueño. Al día siguiente se incorporó al hospital. El dormir había sido muy beneficioso, y habían desaparecido, en parte las violáceas ojeras del día anterior. No sentía la más mínima gana de comer. En la cafetería compró un par de sándwiches y con ellos y un zumo de naranja, se trasladó a su escondite preferido: las escaleras. Allí no la descubriría. Faltaba poco tiempo para que comenzase el turno de noche.
En su cabeza resonaban los rumores de próxima boda con Terry. ¿ Qué es, entonces , lo que pretendía de ella? ¿ Conseguir lo que no pudo en su día ? Seguramente. Era un juguete para él y en cuanto jugase un rato, lo tiraría a la basura, como hacen los chiquillos cuando se cansan de algo. Tenía tiempo suficiente hasta las diez de la noche en que empezaba su turno. Al meter la llave de su cabina, vio un papelito doblado y metido en la ranura de la puerta. Lo extrajo, lo desdobló y ante sus ojos una letra conocida ¿ Cómo vas Dolores? sube a la sexta.
No llevaba firma, no hacía falta.
- Otra vez él. Que me deje tranquila. Haré lo que me venga en gana y, ahora no subiré, por pesado
Al menos ese día estaba a salvo de Charles. Al cambiar el día de guardia, a él le había tocado el anterior, por tanto no le vería. Respiró tranquila. En el fondo le halagaba el interés que sentía por ella
-Le remuerde la conciencia- pensaba- Veremos que pensaría la rubia si se entera de su insistencia conmigo-.. Se hizo una coleta, cerro la taquilla y se dispuso a hacer acto de presencia en el control de enfermeras de urgencias.
Llevaba una semana sin verle. Como estaba en boca de todos por su hipotético casamiento, los rumores se disparaban, y por ellos se entero que estaba de vacaciones por una semana. Decían encontrarse en Hawaii con su hermosa novia. Lola se mordía los labios para no demostrar interés. Le daba rabia no poder quitarse de encima el recuerdo de Charles. Ella también tendría unos días libres por haber trabajado en sábado y domingo. Estaría libre de su influencia durante algo de tiempo. Se tranquilizaba ante esa perspectiva.
Entre unas cosas y otras, habían pasado quince días. Sentada en la cafetería, hacía tiempo para comenzar el turno a su regreso de sus días de libranza, mientras leía la revista " Hello". Era la misma que en español, sólo que ésta era la versión inglesa. Sin darse cuenta, revisaba las páginas de sociedad. ¿ Por qué hacia eso, si nunca le había interesado ? Sin duda buscaba una pista de Charles. ¿ Sería ese su viaje de luna de miel? ¡ Claro, una semana !, era muy posible. De un manotazo la cerró, y entonces fue cuando vio que frente a ella estaba el mismísimo Charles, mirándola fijamente
- Menos mal que coincidimos..- dijo sentándose frente a ella-. Me enteré que cambiaste tu turno para no coincidir conmigo, sin duda. Muy amable por tu parte. ¿¿Es así como me agradeces que me preocupe por ti?
- No tengo nada que agradecerte, y el que me hayas dado una pastilla, no te da autoridad para perseguirme como lo haces. Voy a tener que denunciarte por acoso
- A propósito ¿ viste a Spencer?
- No, ni lo voy a ver
- Pero tienes que saber lo que te ocurrió
- Te repito que sé lo que me ocurrió. Llevaba varios días que dormía mal y comía peor. Tenía algo de anemia y eso fue lo que pasó. Pero... ¿ por qué te cuento todo esto ? No te interesa...
- Dolores, ¿ crees que no me interesa, crees que estaría aquí aguantando tu chaparrón, si no me interesases?
- No quiero que me llames Dolores. ¿ Sabe Terry que eres " mi mecenas"?
- ¿ Yo, tu mecenas? ¿ De qué soy tu mecenas?
- No sé.. Entonces eres un acosador, lo que sería peor...
- Dolores, me vuelves loco. Esta situación es absurda. ¡ Por favor ...! la que has liado por un malentendido
- ¿ Un malentendido ? Quisiste seducirme, me echaste del quirófano, te echas una novia y me la traes hasta mi propia cara. ¡ Vas a casarte ! ¿ Te digo más malentendidos? ¿ Son suficientes?
- Pero¿ qué disparates estás diciendo? No quise seducirte, creí que estabas de acuerdo con ello, no te eché del quirófano, me expresé mal, lo reconozco, pero es cierto, cada vez que te veo me descentras. Y por último ¿ de dónde sacas que voy a casarme?
- Todo el hospital lo sabe. Vas a casarte con esa rubia que viene a buscarte. Es más, hasta comentan que posiblemente ya lo hayas hecho y hayas faltado esa semana por tu luna de miel
- ¡ Qué barbaridad ! Tienes fiebre y eres una fantasiosa. Ni me he casado ni pienso hacerlo, al menos con Terry. Y yo ¿ por qué te doy cuerda ? Me voy, no soporto más las rabietas de niña pequeña. Crece Dolores, eres toda una mujer... y muy guapa, por cierto. Aunque ahora algo delgaducha. Me gustabas más antes, un poco rellenita. Ahora eres una huesines.
- ¿Huesines, huesines...? No quiero volverte a ver, no te soporto ni un minuto. Guaperas odioso
Charles muy enfadado, se levantó de la silla y salió de la cafetería dejando a Dolores hecha una furia
- ¿ A qué viene todo esto?- se preguntó mentalmente-. Me ha pedido disculpas, me ha dado una explicación y continúo machacándole ¿ por qué?- Una voz en su interior resolvió todas sus dudas : "estás loca por él"
Se levantó de la mesa y corrió tras Charles, que dando grandes zancadas se alejaba de allí
- Espera, Charles, por favor, no me hagas correr
- ¿ Qué quieres ahora ? Francamente Dolores, no sé qué más quieres, no te entiendo...
- Me llamas Dolores, me llamas huesines, me dices que estoy fea...
- Yo no te he dicho que estés fea. He dicho que antes estabas más rellenita, simplemente. Come como es debido y volverás a ser tú
- Entonces si no te gusto, ¿ por qué me persigues ? La verdad es que no te intereso en lo más mínimo. ¿ Acaso he sido la primera que te ha rechazado, y es por eso tu empeño ?
Charles miró a un lado y otro del pasillo, buscando algo
- ¿ Qué te pasa ahora, qué miras?
- Busco el armario de lencería
- ¿ Para qué buscas el armario de lencería, qué te ocurre. ¿ Me estás escuchando?
- Naturalmente que te escucho. Ah, ya lo veo. Ven
La cogió fuertemente de la mano, como temiendo se escapara, y abrió la puerta de la habitación. La obligó a entrar detrás de él y la arrinconó en una estantería. Allí la abrazó y la besó, como nunca antes lo había hecho.
- Me tienes loco Dolores. No duermo, no vivo si no te veo. ¿ Es que no te das cuenta de ello? Te quiero, te quiero y a ti no parece importarte
- ¿ Y tú que sabes ? ¿ A que crees se deba estar hecha unos huesines? He tenido que soportar verte con chicas mientras yo me moría de celos. Ni siquiera me mirabas. Me moría de celos y angustia... Selló su boca con un beso, justo en el preciso momento en que su busca le reclamaba en quirófano.
- Amor mio debo irme. Pero seguiremos esta conversación. Espero, en un sitio más confortable ¡Ah ! me encanta que seas una huesines- La dio un beso y salió disparado.
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