Tenia que explicárselo, necesitaba hacerlo, y el sentimiento que le produjo y que no admitía, hasta que día a día se dio cuenta de que era algo más que la tutora de su hija. el sentimiento por ella le ahogaba, la necesitaba a su lado y sin embargo al mismo tiempo la rechazaba porque pensaba que faltaba a la memoria de la que fuera su esposa. Y que la noche de bodas, le impulsó algo más grande que una simple obligación de la cláusula del contrato. Fue el darse cuenta de que la amaba y la necesitaba en ese momento y al buscarla, se encontró con un torrente de ternura y deseo. Pero al mismo tiempo, el recuerdo se adueño de su cabeza y dijo cosas que son innombrables.
-Te quiero más que a nada y a nadie. Y deseo que seamos una familia normal. Pienso que es justo y lo merecemos. Sé que ha sido toda mi culpa y ese sentimiento de negación que me invadió. El sábado quiero que vayamos los tres a la cabaña, y allí borrar de una vez los días pasados. Nunca, excepto mi primera esposa, ha estado nadie más que yo, y allí te prometeré mi amor inquebrantable, sin fisuras, sin malos recuerdos. Sólo los felices que de ahora en adelante seguro que seremos.
Y juntos , abrazados , amanecieron.
La mayor sorpresa se la llevó Stella, que a la hora de levantarse no fue Felicity quién lo hiciera, sino Kyra. Se lanzó a su cuello besándola. El padre lo presenciaba, como el abrazo que Kyra la dió. Si alguna duda aún quedase, con esa explosión de cariño se desvanecería totalmente. Las dos mujeres más importantes de su vida, se querían y allí estaba él para ratificarlo.
- ¡ Has venido ! - la decía la niña sonriente y feliz.
- ¡ Claro, mi amor ! Tú me esperabas y papá también ¿ Cómo no podía venir?
Los tres se fundieron en un único abrazo, formando un círculo sin fisuras. Los malos ratos habían marcado sus tiempos y era hora de pasar página. Nunca más ocultar sentimientos, ni reproches, sólo comprensión y cariño. Habían pasado una etapa durísima que no querían recordar. Le pondrían un broche de oro definitivamente.
Organizaron el pasar esos dos días en la cabaña, Aidan necesitaba cerrar sus cuentas y debía ser allí, con su hija y su mujer como testigos. Primero pasarían por el cementerio y depositarían un gran ramo de flores ante su tumba. Así lo quiso Kyra, aunque Aidan tenía reticencias. Debía hacerlo; era una página que necesitaba poner el final y debía ser ella, quién lo hiciera.
Y allí ante su tumba, Aidan y Stella retirados de ella, Kyra la habló mentalmente, prometiéndola que siempre le haría feliz, y que cuidaría de su hija a la que adoraba. Que Aidan, a pesar de parecer un hombre fuerte, era noble y muy vulnerable: "cuida de ellos". Ese fue su broche final.
Pasarían el día fuera. Dormirían en la cabaña y al día siguiente regresarían los tres a casa, como una familia auténtica. Tanto Kyra como Stella, acompañaban con grandes voces la música que Aidan ponía para el viaje. Él no cantaba, no podía, porque al verlas tan unidas, con tanta complicidad, reia alegre y hasta le parecía mentira que, el día anterior a esta misma hora, ni siquiera presintiera lo que cambiaría su vida nuevamente. Pero esta vez de alegría, y reconciliación. Al fin había encontrado la paz en su interior.
Su luna de miel, había sido horrible, cruel y amarga, por tanto la debía un viaje y un anillo de compromiso que no la había dado. Tan sólo las alianzas brillaban en los dedos de ambos, Unas alianzas que al contemplarlas, tan sólo unos días antes, les herían como puñales, pero ya se había terminado. Nuevamente había triunfado el amor incondicional y la paz regresaría a su casa. Hoy ponían punto final y abrirían un nuevo libro con las páginas en blanco aún por escribir, pero el prólogo había sido de lo más prometedor.
De vez en cuando giraba su cabeza y miraba el perfil de su mujer, que radiante cantaba a pleno pulmón, a veces tapando la pequeña voz de Stella. Era como si necesitara echar fuera todo lo que la había herido durante esos días horribles que vivieron.
Estaría siempre agradecida a su amigo, que la acogió cuando más lo necesitaba.Se refugió, en un principio en casa de James, y a él contó el relato de su vida. El amigo no dijo nada, no la reprochó nada, a pesar de que la advirtió de lo disparatado de esa boda. No quiso aumentar más su tristeza. Estuvo solamente unos días; necesitaba aislarse y sobre todo pensar. Y para ello debía ausentarse de allí, de la tentación de volver a él
Debía hacerle reaccionar, y la única manera que se le ocurría, era que notara su ausencia y reflexionara. Pero para ello debía estar fuera de la ahora su casa, siquiera por unos días. Que se diera cuenta de que la había hecho daño, aún sin querer, pero que merecía amor y respeto, y no ser un cuerpo para desahogar su sexualidad.
Se refugió en el campo, del que ni siquiera recordaba el nombre. Y pasó todo ese tiempo encerrada entre las paredes de la pequeña pensión en la que vivia. Y no cargó su teléfono, de manera que tampoco tenía conexión con ellos. No quería saber nada de nada, por mucho que la doliera. Imaginaba la incertidumbre de él, pero la había hecho daño y sería difícilmente perdonable. No al menos durante el tiempo en que se las tuviera que ver solo. A ver si de una vez reaccionaba de que él no había tenido culpa del accidente que mató a su mujer. Y que ella estaba allí, que le quería, pero él siempre estaba permanentemente ausente, aunque estuviera a su lado.
Bien, había explicado el por qué procedió de esa forma, y ella le perdonó. Esperaba que nunca más se repitiera la historia, que se hubiese curado de una vez y para siempre, y que comenzando una nueva etapa en sus vidas, echaran al olvido las incertidumbres pasadas. Ahora deberían tener la prioridad de Stella; hacerla ser nuevamente la niña encantadora que consiguió que fuera. Era una empresa algo difícil, ya que la niña había adquirido unas costumbres muy rebeldes; había cambiado no sólo en edad, también en carácter. Kyra confiaba que todo, poco a poco, se tornara normal, al menos como antes lo era. Ahora contaba con la comprensión y ayuda de él. Ya no tendría motivos para sus ausencias y ella se encargaría de recordárselo.
Hicieron un viaje, ellos solos, como compensación por no haber tenido luna de miel, quedando Stella con los abuelos, que también se veían más felices contando con la presencia de su nieta con mayor frecuencia que antes. Lentamente, y poco a poco, iban recobrando la calma y la felicidad. Aidan era un esposo cariñoso, y delicado cuyo amor la expresaba siempre que tenía ocasión.
Pero no todo era una balsa de aceite. Ambos esposos tenian un carácter fuerte y a veces chocaban, pero el enfado duraba lo que una mirada de él, o una caricia de ella.
Aidan hacía las guardias correspondientes en el hospital, pero durante ellas, siempre encontraba un momento para llamar a su casa y charlar, siquiera un minuto, con Kyra. Ella siguió trabajando en el instituto y en la casa se respiraba calor de hogar entre todos ellos. El servicio estaba relajado y tranquilo, pues ellos también sufrieron las consecuencias del desencuentro tenido. Felicity se convirtió en una amiga, más que ama de llaves de Kyra. Nada les faltaba, y al fin habían recobrado la paz que necesitaba cada uno de ellos.
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Autora: rosaf9494quer
Edición Enero 2021
Imagenes: Internet
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