viernes, 5 de mayo de 2017

La infiel Capítulo 13 - Un camino de espinas

 No podía dormir y no lo hizo en toda la noche. Miraba a su hijita que ajena a todo lo que su madre pensaba, dormía apaciblemente a su lado. Vivía en una pensión modesta. Trabajaba en lo que podía que a penas le daba para vivir. Su consuelo era el tener a su hija pequeña a su lado ,ya que la mayor se había comprometido y vivia en la casa de sus abuelos por parte de padre. y tenia poco trato con ella. No la perdonaba que hubiera traicionado a su padre. Tampoco ella le había dado explicaciones. La creía culpable de haberle engañado cuando más la necesitaba, ignorando que el accidente fue motivado por otra mujer y la engañada era ella. No se sentía culpable de nada ni siquiera haberle engañado con otro hombre. Había  sido por amor y a pesar de ello  la culpaba ignorando que fue su padre el autor del desastre.. Su marido era un hombre atractivo, además de tener un empleo sobresaliente y disponer  de dinero   . No la importo ser su enfermera pero era injusto que su hija mayor la reprochara el haber estado con otro hombre creyendo a su padre victima de todo tipo. Ignoraba que el accidente se produjo mientas iba con otra mujer, probablemente bebidos o jugueteando sin darse cuenta muy bien de lo que estaban haciendo, No la reprochaba ser la culpable sino de que no estuviera con él y sí en brazos de otro hombre.

Dejó pasar el tiempo y que creyera que había sido infiel sin motivo alguno. Ignoraba que su padre  iba de juerga en juerga alegando que tenia mucho trabajo. Adoraba a su hija y por nada del mundo la diria la verdad. De nada servía  puesto que estaba muerto ; la dejaría pensar lo que quisiera lo único que la dolía era que rechazara a su hermana pequeña. Ella era inocente de todo lo ocurrido, por eso callaba .

A pesar de todo, le constaba que, las pocas visitas que realizaba a su madre, eran producidas por su futuro marido. El sabia de las andanzas de su suegro, pero le había prohibido decirla nada. 

- Ya no tiene arreglo. Déjala que piense que la infiel he sido yo

- Pero no es justo. Debe saber la verdad. Se me revuelve el estómago el oírla hablar como lo hace de ti. Algún día deberá saberlo. ¿ Acaso no te duele que no te abrace... Que piense tan mal de tí?

- ¿ Tú que crees ? ¡Es mi hija. y si la he protegido cuando estaba vivo, haré lo mismo ahora, cuando ya no hay arreglo .

- En fin, tú verás. Es tu voluntad...

Le partía el corazón conocer la verdad y no decirle a su novia lo equivocada que estaba con esa actitud, pero se lo había prometido que nunca diría la verdad hasta que ella lo hiciera. . Jugaba con su cuñada, a pesar de que se le hacía extraño tener una cuñada de tan corta edad.

Andaba un poco escasa de dinero como casi siempre, pero esta vez lo estaba aún más. La niña había tenido catarro y había gastado en medicamentos y en pagar al doctor a pesar de que éste le dio facilidades para saldar su minuta, acto de generosidad que ella denegó, alegando que si no lo hacia ahora , menos lo podrá hacer al mes siguiente.  Tenia una tarjeta de crédito que casi nunca usaba, sólo en ocasiones como esta en que  tenía que dar de comer a su hija y no tenia dinero.

-Lo importante es la niña y pagar la pensión. Ya me las arreglare como pueda- se decía con una sonrisa en la cara al tiempo que estampaba un beso en la mejilla de la pequeña

Miro la tarjeta con  detenimiento al tiempo que suspiraba  pero lo único importante era ella, que no la falte de todo lo que precisa; ella se arreglaría con cualquier cosa. Y esa cualquier cosa era cogiendo un trabajo más. Asistiría en otra casa. Tenía dos horas libres para comer. Las aprovecharía aunque tuviera que comer un bocadillo mientras.  

Entró en un supermercado. La niña debía comer fruta y algún filete de ternera. Hoy comería puré y filete. Se lo decía mientras jugueteaba con ella haciendo cosquillas a la pequeña que reía feliz ajena a las calamidades de su madre. Gastaría el último dinero que quedaba de saldo en la tarjeta. No obstante, se sentía feliz al ver que la niña no notaba por las estrecheces que pasaba su madre. Ella se arreglaría con cualquier cosa. Dando un suspiro pagó el corto saldo del que disponía, pero contenta porque el doctor la había dado buenas noticias; eso era lo que valía.

- Hoy hemos salvado el bache. Mañana Dios dirá. Si me veo apurada pediré un adelanto a la señora Mulligan. Tendremos que estrecharnos un pelín el cinturón- dijo a su hija haciéndola una carantoña

Al  tiempo sonreia feliz de ver  a su hija, que daba pequeños saltos al tiempo de corria y le hacia correr a ella.

 RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT

Autora:  rosaf9494quer

Edición: Mayo 2017

Imagenes: Internet


La infiel - Capítulo 15 y último - Reencuentro

A penas había dejado la bandeja con el té encima de la mesa, cuando se oyó una voz alterada que llamaba a su madre con desesperación.  James presentía que algo malo  había ocurrido.  A grandes zancadas subió hasta su dormitorio buscándola; el padre lívido iba tras él, pero allí no había nadie.  Volvieron al piso de abajo, y volvió a llamarla a voces.

En la sala, al escuchar los gritos,  Sarah se despertó llorando y Elva acudió a su lado.  Se había despertado sobresaltada por las voces. La madre de James, salió para avisarle que estaba en la sala y que no gritara.  El corrió a su lado y la abrazó, seguida del padre que estaba pálido y asustado



- ¡ Qué susto nos has dado ! ¿ Qué ocurre con tanta urgencia?  ¿ Qué es ese llanto ?
-Ven, entra en la sala - Le tomó de la mano y le condujo hacia donde Elva trataba de calmar a la niña.

James no podía creer lo que estaba viendo.  La niña cobijada en el pecho de su madre, y ésta de rodillas acariciando su cara y secando su llanto.  No podía moverse.  pareciera que le habían clavado en el suelo. Elva no quería levantar la vista hacia él, la daba miedo y al mismo tiempo deseaba ver su reacción.

Y James acudió a su lado abrazando a la madre y a la hija.  Ambas cabían en ese abrazo. ¡ Estaban allí ! ¿Pero cómo, desde cuándo, por qué ?  Las preguntas se sucedían en su cabeza al mismo tiempo.  Besaba el rostro de ella, acariciaba la cabeza de su hija, que por fin se había calmado.   Sus ojos comenzaban a empañarse.  La ayudó a levantarse del suelo y, una vez de pié. tomó la cara entre sus manos y la dio un beso largo, interminable, ante la emocionada mirada de sus padres, que discretamente salieron de la habitación dejándoles solos.

- Pero... ¿ Cómo estás aquí ? Me he vuelto loco tratando de localizarte. ¿ Cuándo has llegado?
- Esta mañana. No se me había ocurrido antes, pero... Ahora que Olivia va a casarse y va a formar su familia, pensé que Sarah, si me ocurriera algo, se quedaría sola sin saber ni conocer a su familia.  Busqué la dirección de tus padres y pensé que debían saber que eran abuelos.  No tenía ni idea de que habías regresado.

- Llevo buscándote mucho tiempo, demasiado para mi impaciencia.  Pero ya estás aquí. Y ahora dime ¿ por qué has pensado en una cosa así? ¿ Es que estás enferma?
- No, no lo estoy, pero las cosas con Olivia siguen igual,  aunque adora a su hermana.  Pensé que ya que tú eres su padre, debías al menos conocer la verdad.  No pido nada James, no quiero nada.  No lo he hecho por nada más que por poner en claro la situación de ella.
- Pero mis sentimientos no han cambiado, Elva.  Supe de la muerte de tu esposo, pero no hubo forma de averiguar tu nuevo domicilio, y los detectives no tienen mejor suerte.  Pero eso ya no importa. ¿ Me sigues queriendo?
- ¿ Cómo te atreves a formularme esa pregunta? Mis sentimientos no han cambiado nada, James.
- Pues entonces, ya está: casémonos y vivamos en paz de una vez.  ¿ Por qué saliste de estampida cuando nos vimos?
- Sheryl me dijo que estabas prometido. ¿ Cómo iba a decirte que tenías una hija?
- Pero eso no era cierto. Fueron apreciaciones de Sheryl
- Lo sé. Me lo ha aclarado tu madre.
- ¿ Quieres darme un abrazo?, por favor
- ¡ Oh James ! No he deseado otra cosa más,  en mi vida.

Insistieron en que se quedasen a comer:  Más tarde James las llevaría a casa y  regresaría   al día siguiente a casa de sus padres....   posiblemente  .  Tenía que ayudarla a reorganizar su vida y su futuro.  Olivia se casaría en unos días y ellos no tardarían mucho en hacerlo.

Mientras tanto Sarah, se acostumbraría a verle  y a sentir el cariño que correspondía entre un padre y su hijo.  Todo parecía, al fin arreglarse, y la hora de ser felices y en paz,  se acercaba.  Pero aún tenían algo que arreglar:  asunto  Olivia. Ni Elva ni James, querían formalizar su relación sin antes hablar con ella y explicarle todo lo que les movió a estar juntos.  Quizá ni siquiera querría recibirles, pero al menos tenían que intentarlo, y para ello irían hasta el lugar en donde ella estaba preparando su próxima boda.

Recibió a su madre con extrema frialdad, pero no quiso saber nada de James.  Madre e hija sostuvieron una tensa conversación, pero Olivia se reafirmaba: no quería saber nada de casamientos, ni de cerrar página con su padre.  No la perdonaría nunca que le fuese infiel mientras él estaba inmovilizado.  No le parecía justo.  Ignoraba todo lo referente a ese matrimonio, y las circunstancias que la empujaron a refugiarse en los brazos de James, pero no sería Elva quién dejase al descubierto lo ocurrido entre Frederick  y ella.

- Nos veremos en la boda -.  Fue la despedida hacia su madre.


Y Olivia contrajo matrimonio, y fue un día triste para Elva, que acudió con la sola compañía de Sarah, que portó los anillos, mientras James las esperaba en el hotel.

Un mes después James y Elva, se convirtieron en marido y mujer.  Olivia era una espina en sus corazones, pero ahora el tiempo era suyo.  Les tocaba ser felices.  Hicieron un corto viaje a Irlanda, como luna de miel. Los padres de James, adoraban a Elva; comprobaban día a día la firmeza de su amor y la paz y armonía que reinaba en ese hogar.  Olivia de vez en cuando llamaba por teléfono a su madre, en horas que comprendía que no estuviera James.

Una mañana recibieron la gran sorpresa y,  su confirmación:  la cigüeña visitaría a ambas parejas al mismo tiempo. Elva se sentía mayor para ser de nuevo madre, pero lo deseaba más que nada.

- Te cuidaremos, no te preocupes.  Todo saldrá bien; en definitiva no eres tan mayor.  Tendremos ese hijo con todo el amor del mundo, sin ocultarlo,, a  plena luz del día. Y Sarah adorará a su hermano o hermana.  ¿Se lo dirás a Olivia?
- Naturalmente que se lo diré.  No tengo porqué ocultar nada.  Ella tiene su vida y nosotros la nuestra.

Olivia tenía una caja en un rincón de su armario, en el que guardaba recuerdos de su padre.  Aún no se había atrevido a verlos, a pesar del tiempo transcurrido desde su fallecimiento.  Pero ese día, en el que supo que iba a ser madre, se acordó de Frederick y también de Elva.   A solas en su dormitorio, tomó la caja, y fue revisando uno por uno, los recuerdos que allí atesoraba.  Al final, debajo de todos ellos, había un sobre que ni siquiera recordaba estuviera allí.  Iba dirigido a ella, con la letra conocida: de su padre.  Y vagamente recordó que cuando hicieron la mudanza la puso en el fondo y no quiso abrirla:  no se sentía con fuerzas para leer lo que allí Frederick escribiera para ella.  La tomó entre sus manos y procedió a abrir el sobre con manos temblorosas.

"Mi adorada hija Olivia:

Sé que el final se acerca, y sé también que la relación con mamá no es buena.  No la culpes, no tienes razón para hacerlo.  He sido yo el único culpable, y deseo conozcas toda la verdad de cómo ocurrió todo.  Cuando la leas, ya no estaré aquí, así que no podrás descargar tu rabia contra mi, pero conocerás la verdad  referente a Elva, una buena mujer que tuve la suerte de hacerla mía, pero que no supe apreciar la calidad humana de la que era portadora.  No cometas el mismo error, porque ella renunció a todo por ti,.  Y no quiso abandonarme al sufrir el accidente a pesar de que tenía motivos fundados para hacerlo.  Considera esta carta como una confesión, y que deposito en ella, las pocas fuerzas que aún me quedan , aunque será por poco tiempo.

Y todo comenzó así...... "


Y poco a poco Frederick, relató a su hija su fracasado matrimonio por interés y con quién iba en el momento del accidente.  Toda la verdad de su vida estaba plasmada en esa larga carta de despedida.  El llanto no cesaba en Olivia.  La leyó y releyó varias veces, y cuando llegó su marido, al encontrarla en ese estado de desánimo, decidió que él también debería saber todo.

Lo primero que hizo, fue descolgar el teléfono y llamar a Elva.  La comunicación la atendió James que acababa de llegar de su consulta. En un principio estuvo indecisa de si seguir hablando o cortar, pero al final decidió que James también fue víctima de unos hechos, y merecía una explicación de todo ello.  Y con voz trémula preguntó:

- ¿ Eres James ?
- Si, soy yo. ¿ Quién llama?
- Soy Olivia
- ¡ Ah ya ! .  Llamaré a tu madre
- No, no, por favor.  Quiero hablar primero contigo; después me pasarás con ella.
- Está bien. Pues tú dirás
- ¡ Oh James ! - rompió en un sollozo que alarmó tanto a James como al marido de Olivia que permanecía a su lado infundiendola valor.
- ¿ Qué ocurre Olivia, estás bien, estáis bien?
- Si, si. Todos estamos bien. ¿ Mamá te ha dicho que váis a ser abuelos? - De momento James no podía reaccionar.  Estaba perplejo, sin saber a dónde conducía todo lo que estaba escuchando, y decidió seguir la conversación rebajando un poco la tensión
-Olivia, ha sido fantástico porque tú también tendrás un hermano de nuevo. ¿ Te lo ha anunciado mamá ?


Olivia, se quedó callada por unos instantes, y abrió el manos libres para que su marido también siguiera la conversación con James, y sonrió emocionada
- ¡ James ! ¿ Podréis perdonarme algún día?
- Olivia ¿ crees en serio que tu madre tiene algo que perdonarte, en serio lo crees? Su alma es generosa en extremo, con una gran capacidad de amar a su familia, a todos sin excepción.  No sé lo que te ha movido a hacer esta llamada, pero bendita seas por el bien que vas a hacerle.  Y créeme que te adora y vas a hacerla muy feliz.
- James...-.  No pudo seguir hablando, porque el llanto se lo impedía.  Y fue su marido el que tomó la palabra.
- James, no me conoces.  Soy el marido de Olivia, y creo que esta situación ha durado demasiado.  El próximo fin de semana os haremos una visita y en persona, hablaremos todo lo que sea necesario, y por favor vivamos la vida con normalidad, como una familia que se quiere, y cerremos de una vez esas páginas que tanto daño nos han hecho a  todos.
- Estoy de acuerdo.  ¿ Olivia piensa lo mismo?
- Desde luego.  La tengo a mi lado y está diciendo que si con la cabeza.  Ella también desea poner punto y final a todo esto.  Vosotros vais a ser padres, nosotros también, eso es lo que tenemos que celebrar, nada más y nada menos-.  Ambos hombres rompieron a reir y quedaron en que ese mismo sábado se desplazarían para visitarles y darles un abrazo.

Y fieles a la cita, Olivia y su marido, se presentaron en casa de Elva y James.  El encuentro entre madre e hija fue elocuente, y ellas se fundieron en un abrazo, mientras ambos maridos las observaban con satisfacción.  Sarah se abrazó a las piernas de su hermana , lo que hizo que la joven rompiera a llorar pidiendo perdón.  Al cabo de un momento, y tras calmarse, Olivia tendió la mano a James y le pidió un aparte.

- James, te ruego me perdones.  No conocía la verdad de todo lo ocurrido en vuestras, en nuestras vidas . No supe nada, hasta hace unos días en que descubrí una carta en la que mi padre me explicaba todo. Lamento  lo que he hecho sufrir a mi madre, y por consecuencia a tí. Ahora, con el niño que llevo dentro, al fin, he comprendido lo que una madre puede hacer por un hijo, y yo a la mía la he tenido demasiado relegada.  Nunca compensaré el daño que os he hecho.  Querré a ese hermano que me anunciáis con todo el alma, al igual que he amado a Sarah. - El llanto comenzó de nuevo, lo que alarmó a Elva que no dejaba de observar a su hija.


- Eh, eh...-decía James abrazando a su hijastra.- Debes querer a tus padres por encima de todo.  Son seres humanos y como tales cometieron errores.  Uno ya no puede defenderse, sólo guardar su recuerdo con cariño, pero la otra la puedes tener siempre que quieras, porque ella siempre acudirá cada vez que la necesites.  Y ahora, demos por zanjado este asunto. Ambas seréis madres a un tiempo, y yo el pediatra de tu hijo y del mio. Bueno, es un decir, porque no sabemos si serán niños o niñas.

Olivia dio un abrazo a James, y los cuatro comenzaron a charlar como si nada hubiera ocurrido.  Y disfrutaron de una preciosa comida familiar, en la que no se habló de problemas, sino que los chistes sobre ellos mismos fue el tema de conversación.  Al despedirse, madre e hija se fundieron en un abrazo y Olivia abrazó nuevamente a James, le dio un beso en la mejilla, y muy bajito,  que sólo él escucho,  le dijo:

- Gracias. La has hecho la mujer más feliz del mundo. Gracias, de nuevo, Jimmy.

Y quedaron en verse en el fin de semana siguiente, pero ésta vez, Serían Elva, James y Sarah, quienes les visitarían en su casa, aunque la reunión se ampliaría a los suegros de Olivia.  Deseaba que conocieran a su madre y a su marido.

Y llegó el feliz día . Habían concebido al mismo tiempo , y al mismo tiempo dieron a luz. Olivia tuvo una niña y Elva un niño, y James sería quién examinara a ambos.  Mientras ambas mujeres eran atendidas, los dos padres rendidos por los nervios, se dieron un abrazo en la antesala del paritorio.  Durante un instante se miraron sin decir nada, y a renglón seguido rompieron en una carcajada, por la coincidencia de ambos partos.





Hoy día forman una familia querida y feliz.  Olvidadas ya las desavenencias que todos tuvieron. Decidieron pasar página y abrir otro libro en el que sólo hubiera amor entre ellos, con discusiones, con desacuerdos, pero unidos ante lo bueno y lo malo que la vida les pidiera.

                                                         F    I    N

Autora:  1996rosafermu
Editada:  Enero 2017
Ilustraciones  Internet - A quién corresponda
DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS

La infiel - Capítulo 14 - Luz en la oscuridad

No obstante, y creyendo que James estaría comprometido, quiso escribirle una carta, que entregaría a sus padres y ellos obrasen como mejor creyeran.  Debía saber, que aunque se hubiera olvidado de ella, su hija tenía derecho a conocerle. Y se dispuso a ello con un nudo en la garganta.  Su mano no la dirigía una voluntad, sino que brotaba de los profundos sentimientos que albergaba dentro de ella.  Y escribió a James, y según la redactaba, el llanto inundaba sus ojos, creando dificultades para poder ver lo que en ella decía.  Pero debía hacerlo, debía proteger a su pequeña.  Olivia ya estaría casada y quizá, cuando fuera madre, lo comprendería todo y lograse su perdón. ¿ Cómo comenzar aquella carta ?




Para James:

A estas alturas de mi vida, y después de todo lo vivido, no sé cómo encabezar esta carta. No me valen los formulismos, porque me quedan cortos para expresar mis verdaderos sentimientos. No creo oportuno llamarte "mi amado James", porque es seguro que se la mostrarás a tu esposa y a ella no le parecerá bien.  Pero es cierto: fuiste mi muy amado James, una luz cegadora en la absoluta oscuridad de mi vida.  Me diste fuerza para luchar , para defender , como fuera,  nuestro amor, pero tampoco quería dañar al que entonces era mi marido, porque él,  había recibido ya  su castigo. Pero ¿ por qué castigarme a mi también ?.  Al final obtuve el mejor premio y el más amado de todos cuantos pudiera recibir : mi hija Sarah, nuestra hija Sarah.  Porque ella es el fruto de nuestro amor imposible, pero lo fue en una noche, por la que mereció la pena todo el sacrificio.
  El día que nos vimos, allá por Navidad, la llevaba en brazos, pero alguien me había dicho que estabas comprometido con la chica que te acompañaba.  Y salí huyendo porque sentí tanto dolor y desamparo como si las personas hubieran dejado de existir y,  estuviéramos la niña y yo, solas en el Planeta.
Me asusta la soledad que tendré cuando Olivia se case dentro de nada.   Me asusta tener que volver a empezar a luchar yo sola, de nuevo, y la experiencia me ha hecho ver, que la vida es breve, y que pueden ocurrir cosas que lo cambien todo.  Sólo te voy a pedir un favor, porque no tengo a nadie más a quién recurrir:  no desampares a Sarah.
Te he querido y te querré mientras tenga un aliento de vida.  Deseo que obtengas la felicidad y no te sientas responsable de nada, porque de nada lo eres.  Vivimos unos momentos especiales en unas circunstancias especiales, nada más.  Ni tú ni yo, tuvimos culpa de nada, sólo de amarnos.
 Te envio mis bendiciones, porque sólo tú me has dado felicidad.  No me arrepiento de nada, y lo volvería a hacer de nuevo, si con ello volviera a tenerte cerca.

                                                               ELVA




Dobló el papel y  lo metió en un sobre en el que puso el nombre de James.  Se lo entregaría a su madre, para que ella se lo hiciese llegar.   Fue hasta la habitación de la pequeña y acarició su cabecita, depositando un beso en su frente.  Después se tendió a su lado cogiendo la mano de la niña.,  apagó la luz y se quedó dormida.

Se despertó muy temprano, e hizo lo que hacía siempre, lo primero, miró a Sarah, que dormía tranquila a su lado.  Ni siquiera se había quitado la ropa.  Se acostó tan cansada anímicamente, que agradeció dormirse pronto.  Comenzó a pensar en lo que haría: después de arreglarse, irian en el autocar que les conduciría hasta el lugar de residencia de los padres de James, no estaba muy lejos, pero al menos tardaría hora y media, como poco en llegar.  Preparó unas galletas y agua por si Sarah quería tomar en el viaje.  Buscó la dirección  y guardó la carta de James en su bolso. Cogió dinero, y después de vestirse ella, despertaría a la niña.  Hoy mismo sabría si su hija era aceptada por esa familia o tendría otro frente abierto. Si así ocurriera, sería entonces de pensar en un abogado.


Iba preocupada, y encima de ella, Sarah adormilada por el traqueteo del autocar.  llegarían a su destino en poco más de veinte minutos.  Mostraría la dirección al taxista que las llevaría hasta ese domicilio, y cruzaría los dedos.  Lo que más le importaba era la niña; que a ella la creyesen una buscavidas, la tenía sin cuidado.  No quería nada, no pedía nada, sólo amor para Sarah.

Y se vio frente a la puerta del chalet en donde vivían sus padres.  Era una bonita casa, lo que denotaba que la posición era bastante aceptable.  El corazón la golpeaba fuerte en el pecho, y la niña se quejaba de que le apretaba la mano muy fuerte.  Estaba nerviosa; tragó saliva y se encaminó hacia la puerta.  Pulsó el timbre , y al poco una señora rondando los sesenta años, abrió.. El parecido con James hizo que la identificara como su madre.  Se dio cuenta que ni siquiera sabía el nombre de ella.  La mujer la miró y miró a la pequeña, y en ella se detuvo un instante.  Al fin se dirigió a Elva:

- Digame ¿ qué desea ?
- Verá. No me conoce, no sabe quién soy. Tampoco conozco el nombre de ustedes, pero pensé que le agradaría conocer a la niña
- No la entiendo, perdone. ¿ Por qué había de conocerla ?
- Es muy difícil explicarlo en pocas palabras, pero sólo la diré que James tiene mucho que ver con ella.


La mujer, la miró detenidmente, y después a la niña, y se dio cuenta que tenía una fotografía de James , de su misma edad y que era el vivo retrato de la pequeña.  Entonces pensó que la mujer que tenía delante  era la que buscaba James sin resultado, y que aquella niña llevaba su misma sangre.

- Efectivamente no estoy entendiendo nada, pero creo que tiene algo que decirme.  Pase, por favor y charlaremos sobre ello. - La hizo pasar hasta una sala y allí la ofreció asiento y algo de beber, sobretodo a la pequeña.

Trajo té caliente y unas pastas.  Sarah pegada a su madre ronroneaba porque quería dormir.  La madre de James, la dijo cosas que hacían sonreir a la niña, y en un sofá la puso un cojín a modo de almohada, la quitó los zapatos, e hizo que se tumbara; después la tapó con una manta y la pequeña tardó cinco minutos en quedarse dormida

- Hemos madrugado mucho, y el viaje ha sido pesado para ella.  Discúlpenos por haber irrumpido de esta forma en su vida.  He de decirla que no vengo a pedir nada, no necesito ni quiero nada, pero... si me ocurriera algo..., quisiera que no fuera a parar a un colegio, interna.  Sé que es difícil entender todo este embrollo y que necesita explicaciones.  Le contaré todo lo ocurrido desde el principio hasta el día de la fecha.

" Me llamo Elva Morrison,   Shephard es mi apellido de casada. Me eduqué en el colegio de Madre Dolorosa en calidad de interna.  Allí cursé estudios hasta los dieciocho años, en que comencé a trabajar en un bufete de abogados..  Allí,  conocí a  Frederick, un apuesto muchacho, simpático y muy atractivo que me volvió loca.  El era abogado, y yo secretaria. El necesitaba casarse para ganar consideración .  Yo no tenía ninguna experiencia, de ningún tipo, y con sus lisonjas me conquistó.  Nos casamos enseguida, y antes de cumplir el primer año de casados, nuestro matrimonio hacía aguas por todos lados. Decidimos separarnos, pero me habia quedado embarazada, y no estaría bien visto divorciarse de su mujer con un niño en camino.  Se me vino el mundo encima, y accedimos a vivir como matrimonio, pero la magia del enamoramiento había desaparecido. "



 "El siguió su ritmo de vida, de tapadillo, y yo en casa, como buena esposa soportando sus idas y venidas con unas y con otras.  Volvimos a hablar de la separación, y ésta vez estaba decidido:  era lo mejor para todos.  La novia de turno le convenció, ahora si,  de que el divorcio era la mejor solución, para después casarse con ella.
  Lo estaban celebrando, y bebieron más de la cuenta.  Ella conducía el coche, y al regresar a casa perdió el control y se estrellaron.  Ella murió en el acto, y Frederick quedó inválido de medio cuerpo para abajo y muy delicado de salud."

" Fueron días, meses y años ingresados en el hospital, y allí, por casualidad conocí a James. Después nos veíamos de vez en cuando, ya que para atender a mi marido, pasaba horas y horas allí.
 No sé lo que pasó pero una corriente extraña hizo que me enamorara de él.  Y en James encontré afecto y comprensión, que me faltaba en casa.
  Mi hija, habida del matrimonio, adoraba a su padre, y me culpaba a mi de que nuestro matrimonio no fuera todo lo armonioso que debiera ser..Un día no sé cómo, ni por qué, ni cuándo. James y yo tuvimos nuestro primer contacto, pero decidimos que no era justo para Frederick y optamos por  seguir cada uno nuestro camino.  Pero él era mi refugio, y me sentí perdida
.  Estuvimos mucho tiempo sin vernos, ni siquiera de lejos; rehuíamos el encontrarnos.  Entonces James solicitó el Máster, y antes de irse decidimos pasar una noche juntos.  Tardaríamos mucho tiempo en vernos
 Y de esa noche nació Sarah."

Hizo una pausa ya que las emociones la vencían.  La madre de James la escuchaba en silencio conmovida por la sinceridad de ella..  Y prosiguió su relato:

" Trabajaba en el hospital y cuidando a una anciana por las noches.  Mi marido había sido despedido del trabajo y las facturas médicas y los gastos de casa se acumulaban. Así que cambiamos de domicilio y busqué otro trabajo para incrementar algo la pensión que recibíamos. Pero... además de tener que confesar el embarazo, tuve que dejar los empleos.
Mi hija me llamó de todo y me retiró la palabra.  Ignoraba la trayectoria de su padre y que fue él quién me empujó a otros brazos, y, a pesar de todo lo que me hizo sufrir, nunca quise abandonarle.  Tuve a la niña y el día que llegamos de la clínica, él falleció.  Me había pedido perdón y comprendió lo ocurrido entre James y yo,, porque se confesó ser el culpable por no haberme dado el amor que merecía."

" Por mi expreso deseo pedí a James, que no tuviera contacto de ningún tipo conmigo, al menos mientras mi esposo viviera; yo tampoco quise tenerlo con él:  Pensé que, además de no dañar a terceras personas, sería más fácil para él y para mi.  Nunca supe dónde vivía en Estados Unidos, ni él supo mi nuevo domicilio. No supimos nada en todo este tiempo "


" En Navidad nos encontramos en un establecimiento.  Estaba junto a una chica rubia, y una antigua amiga me dijo que era su prometida.
 Iba con Sarah, y salí corriendo; ¡¡cómo iba a decirle que la niña que llevaba en brazos era su hija! . Y decidí que no podía confesar el resultado de aquella noche.  Pero si me ocurriese algo malo, mi pequeña se quedaría desamparada y él sin saber que tenía una hija, así que decidí venir hasta ustedes para que conocieran su existencia."

- La verdad es que no sé qué decir. La historia ya la conocía, porque James me lo contó. No está casado y ni siquiera prometido.  La chica rubia con quién le viste, es una amiga y compañera de trabajo.  Te está buscando incansablemente, hasta con una agencia de detectives, porque... le ha parecido extraño la presencia de esa niña, que coincide con las fechas en que ocurrió todo.  Regresó a Estados Unidos, pero ha vuelto para quedarse definitivamente y seguir buscándote.
- ¡ Oh Dios mio ! - Elva rompió en un sollozo
- Cálmate.  Ahora todo saldrá bien.  Mira...- y cogiendo un álbum de fotos, la enseñó una de James con la misma edad de Sarah-. ¿ Te das cuenta?  Conocía la historia y en cuanto te ví con la niña, supe que era mi nieta.  Pero deseaba saber tu versión, y ahora ya la sé. Discúlpame un momento.  Creo que necesitamos otro té caliente. -  Salió de la estancia mientas Elva calmaba sus nervios y sus recuerdos.  Desde la cocina, marcó un número de teléfono y al otro lado, oyó la voz de James:

- ¿ Qué pasa mamá?
- ¿ Está papá contigo?
-Si está a mi lado ¿ Te ocurre algo?
- No, pero venid a casa inmediatamente
- ¿ Qué pasa, estás enferma? Me estás asustando
- Estoy perfectamente, pero venid rápido. Ya  --Con el rostro demudado, James colgó el teléfono y le dijo a su padre.
-  Vayamos a casa, algo está pasando y mamá no ha querido decírmelo.




jueves, 4 de mayo de 2017

La infiel - Capítulo 12 - Amor sin esperanza

Mientras el taxi las conducía hasta su domicilio, Elva iba llorando ante la mirada curiosa de Sarah.  No podía evitarlo. Sabía que podría darse la ocasión de encontrarse en algún lugar, pero también  el caso, que él siguiese en Estdos Unidos, y haber reconstruido su vida, como parece ser que había ocurrido. Perdió la esperanza de unirse, hace mucho tiempo.  En principio pensó que un año no era demasiado, pero habían transcurrido tres y nada había cambiado.

 Si hubiera sabido que estaba solo, se hubiera acercado a él y le hubiera dicho " esta es tu hija.  Esa hija que sembraste en mí el último día que nos vimos ".  Pero lejos de eso, estaba en la cafetería acompañado de una preciosa mujer rubia, sin duda americana .

Y James se preguntaba una y otra vez  ¿ Se habrá casado?.  Razón de más para ocultarle la verdadera razón de llevar a esa niña en brazos.  Ni siquiera imaginó que pudiera ser suya.  Ni siquiera se preguntó lo extraño que era que se abrazase a ella como si tuviera el temor de que alguien se la arrebatara.  Por breve que fuera el tiempo en que se vieron, ella se hubiera planteado algo, de haber sido lo contrario de lo que era. Claro que James no podía siquiera imaginar todo lo que ocurrió después de su marcha.

Dio la cena a Sarah, que enseguida, cansada por la tarde de juegos que había tenido, se quedó dormida.  La acostó, y en la soledad de su casa, pensó en James. En cómo estaba:   atractivo como siempre.  Sin embargo a  ella ¿ cómo la encontraría ?  Seguro que no muy bien.  Al cabo de un rato decidió irse a la cama, a ver si con suerte se quedaba dormida.

James, tardó un momento en reunirse con sus amigos y la chica que le acompañaba, que a pesar del criterio de Sheryl, simplemente era una buena amiga, una compañera del hospital en el que trabajaba de prácticas, que al saber que venía a España de vacaciones para ver a la familia, se animó a acompañarle.  Se disculpó y decidió ir a su casa.  Tenía mucho en lo que pensar y no le apetecía la compañía de nadie.  No comprendía la actitud de Elva.. La llamó al número que conservaba, pero un contestador le advirtió que ese número no existía, lo que significaba que lo había dado de baja. Lo intentó yendo a donde vivían antes de él partir, pero el portero le dijo que se había mudado cuando murió el esposo y no había dejado dirección. En el hospital, por lo que comento Sheryl, también habían perdido su rastro. Pareciera que  la hubiera tragado la tierra, o que no deseaba que nadie la encontrara ¿ Qué había pasado ?

Quería verla, saber de ella, Cómo había ocurrido todo, cómo estaba ahora, en fin..., necesitaba tenerla frente a él.  No la había olvidado, y cada día, cada minuto fue una tortura al estar lejos de ella y no poder comunicarse ni saber nada de lo que estaba pasando. Cuando proyectó su viaje de regreso, vino con la esperanza de buscarla y no parar hasta encontrarla,.  Pero se habían visto y su encuentro fue frío, como si le molestase el volverle a ver.

 Pensaría detenidamente en qué hacer para localizarla y poder hablar tranquilamente con ella.  No daba crédito a su frialdad; algo había ocurrido para que se comportase de ese modo.  No creia posible que le hubiera olvidado, no después de haber vivido la última noche  que estuvieron juntos.  No era la misma persona.  Aunque, quizá, la muerte del marido haya cambiado muchas cosas.  Confiaba en que no se llegasen a conocer sus amores y encuentros furtivos.  Corrió un gran riesgo, y sin embargo no la importó.  No era posible el cambio tan radical que había sufrido.  Algo que se le escapaba había tenido que pasar.

  Fue ella la que le rogó que no la escribiera, ni siquiera a un apartado de Correos,.  Que no la llamase, que se olvidase de que existía.  Entonces  ¿por qué esa frialdad?  Se descubriría su relación y tuvo serios disgustos con su marido e hija? ¿ Qué pasaría ?

¡ Qué distinto había imaginado el encuentro.!  Lo había visto en su imaginación miles de veces durante estos años.  Pensaba que Frederick ya no podía vivir, porque  se encontraba muy mal cuando él se fue, luego entonces ¿ a qué tiene miedo ?  No quería ni pensar en que se hubiera casado; no porque sabía que a quién amaba era a él.  Algo había tenido que ocurrir, y lo averiguaría costase lo que costase.  Tenía que regresar a Estados Unidos después de Año Nuevo,  poco tiempo, pero acudiría a una agencia de detectives que la buscaran.

Si no la encontrasen antes de partir, estarían en contacto desde América, y en cuanto averiguasen su paradero, , él lo dejaría todo y regresaría .  Pero ¿ Y si se había casado ? ¿ No la haría más daño ? Correría ese riesgo, pero no podría vivir sin saber lo ocurrido.  No la perdería de nuevo.  Y esa noche no durmió dándole vueltas a la cabeza de cómo empezar a buscar.

Sin perder tiempo, en cuanto fue de día se trazó un plan: primero iría a una agencia de detectives privados, pero él por su cuenta llevaría sus pesquisas. Y lo primero que se le ocurrió fue acudir al hospital y recabar todos los informes médicos que tuvieran de Frederick Shephard. Estaba seguro que no le pondrían obstáculos , y en último caso, recurriría a su amigo Louis Foster.  Con los datos que pudo conseguir, solicitó una partida de defunción, que tardaría tres días en tener.

Llevó a la agencia de detectives,  una  fotografía de Elva y todo cuanto pudo, que no fue mucho, pero ellos eran profesionales y arrancarían su investigación con lo que tuvieran.  Les dio la dirección en Estados Unidos y su teléfono para estar en contacto.

- No quiero repetirles el interés que tengo en localizar a esta señora. No importa lo que cueste. Encuéntrenla, por favor.

 Se despidió de ellos y regresó al hotel en donde se hospedaba su amiga.  Se disculparía con ella, y si fuese necesario, le contaría por qué tenía tanto interés en encontrar a la mujer que amaba con todas sus fuerzas.

Jenny estaba bastante enfadada con él por haberla dado plantón, y su recibimiento fue con bronca, algo que James comprendió perfectamente.  La tomó de una mano, y la hizo sentar en un sillón frente a él.  Creía tener el deber de contarle la verdad, ademas,  ¿a quién podía perjudicar; el marido había muerto, y Elva y su familia ni siquiera conocían a Jenny.  Debía ser sincero con ella y así comenzó a relatar de qué manera la conoció, y tratando de ayudarla se enamoró perdidamente de ella. No fue compasión, lo que sintió en primer lugar, pero sí una pena infinita por ella, joven, bonita y atada a un marido que no la quería y al que ella tampoco deseaba.  Pero su hija, frenaba todo y por ella transigió con las veleidades del marido y los desplantes de la hija.

Jenny escuchaba conmovida con mucha atención.  No hizo preguntas, ni dio opiniones. Cuando terminó el relato de su vida, solo pudo decirle:

- Encuéntrala, cásate con ella y sed felices de una vez. Y ¿ dices que iba con una niña ?
- Si.  La llevaba en brazos
- ¿ Qué edad calculas que tendría
- No lo sé.  Como te he dicho la llevaba en brazos
- ¡ Vamos James eres pediatra ! ¿ No sabes calcular la edad de un niño?
- ¿ Dónde quieres ir a parar ? ¿ Qué es lo que estás pensando ?
- Eso mismo que imaginas. Justo eso
- No por Dios.  No es posible. Me lo hubiera dicho
- ¿ Dónde ? Cortasteis todo contacto
- Pero me lo hubiera dicho cuando nos vimos , ahora.
- Te vio conmigo y seguro que supuso que era alguien en tu vida.  Ha sufrido mucho, según me cuentas. No es de extrañar que se ponga en todo lo peor.  Búscala. Si puedo ayudarte, cuenta conmigo.
- Gracias Jenny, así lo haré.

No podía decir otra cosa. En su cabeza daba vueltas la suposición de Jenny. ¿ Tendría una hija y él no lo sabía ? No sería capaz de ocultárselo; ella es noble, no cometería esa crueldad.

miércoles, 3 de mayo de 2017

La infiel - Capítulo 11 - Tres años después

Y la vida siguió su andadura de desorientación , recuerdos y tristezas en la vida de Elva y Olivia.  Sarah, crecía sana y alegre.  Iba a la guardería y era una niña totalmente feliz, ajena a las penurias de su madre y hermana.

Elva, buscó trabajo y al tener más tiempo libre, su sueldo era mayor.  Olivia también terminó de estudiar y trabajaba como administrativa en una pequeña empresa.  Su madre quería que siguiera estudiando, de manera que al salir de trabajar, lo hacía en la universidad nocturna.  Aún le faltaban dos años para terminar la carrera de magisterio.  Le apasionaban los niños, y a pesar de que la relación con su madre no era todo lo fluida que debiera, sin embargo se deshacía en caricias con su hermana pequeña.  Fue ella la que eligió su nombre.  Elva había perdido las esperanzas de que en algún momento, la relación de madre e hija fueran normales, como ella deseaba.  Pero debía ser Olivia quién perdonase la falta de su madre, y aún no lo comprendía.


Visitaba a menudo la tumba de Frederick y ante la lápida , le contaba las incidencias del día a dia, como si le escuchara, para terminar siempre llorando.  Le hablaba de James, ahora si no importaba que supiera quien era el padre de Sarah,  y hasta le había contado como fue su primer encuentro.  Todos los secretos que no supo en vida, se los contó después de muerto.  Ella descargaba su conciencia de este modo, y la parecía que aún Frederick no se había marchado del todo.

- Fred, es curioso. Ahora que te has ido, somos mejores amigos que cuando estábamos casados,.  Te agradecí enormemente tu comprensión hacia mi en los últimos días de tu vida.  Sentí cariño, algo que me faltaba, pero tú me lo diste.  Gracias por todo ello.

 Lanzó un beso al aire, y salió del cementerio.  Fue a recoger a la pequeña.  Los viernes salía antes de la guardería por ser fin de semana, y ella había llegado a un acuerdo con el jefe, que para atender a la niña, faltase a la oficina las tardes de los viernes , a cambio de trabajar una hora más todos los días.

Y así transcurrían sus vidas.tranquila y lentamente.  Olivia salía con un chico.  Parecía que estaba enamorada y sonreía más a menudo.  Elva, al no tener tantas preocupaciones, llevaba una vida más relajada y hasta había recuperado algo de peso y lozanía.  Sus ojos habían recobrado brillo, pero no había olvidado al hombre de su vida, siempre permanente en ella, aunque nunca le mencionase.


Y pasó la primavera, y llegó el verano, y decidieron tomarse unos días de descanso. Aunque no podían permitirse el lujo de ir a ningún sitio, pero aprovecharían para estar en casa holgazaneando, sin hacer nada.   Y Diciembre llegó presuroso con su cargamento de fiestas especiales. Sarah disfrutaba mucho con los adornos navideños y su madre la llevaba por el centro de la ciudad para que viese los escaparates de los comercios engalanados para las fiestas que se aproximaban .  Ella deseaba que pasasen rápido.  Eran días de muchas añoranzas para ella, pero que tenía que esconder para que la niña los disfrutase plenamente.  Olivia tampoco era amiga de fiestas, pero estaba invitada en Navidad y Último de Año en la casa de su novio, así que lo pasarían solas.

Elva lo agradecía. Sarah se dormiría pronto y así ella se acostaría enseguida.  Al día siguiente, si es que nevaba, iría con la pequeña a jugar en la nieve.  Esas serían sus Navidades especiales.  Pero no nevó, y decidió salir a pasear, a algún parque para que la niña no se aburriese en casa.  Era inquieta y traviesa como correspondía a sus tres años.  A Elva la tenía loca por distintos motivos, pero el principal por el origen de su nacimiento, que fue dulce y amargo a un mismo tiempo.

Estuvieron en un parque y después quisieron ir a merendar.  Sarah se paró delante de un escaparate con muñecos en movimiento, que atrajeron la atención de la pequeña.  Reía y daba palmadas ante las piruetas de los juguetes y continuamente con su dedito se lo mostraba a su madre.  Decidió que había que merendar, y aunque lloró al no querer irse, lo hizo al prometerla que volverían cuando terminasen. Entraron en el establecimiento y subieron hasta la planta última en donde estaba situada la cafetería. En ella habían creado una especie de parque con animalillos  para que los niños que acudieran con sus padres, se distrajeran y pudieran merendar tranquilos.  Elva la llevó al parque y Sarah quedó al cuidado de la señorita  cuidadora de esa mini guardería.  No tenían peligro, era un parque cerrado donde nadie sin identificación podía entrar ni salir.

Al menos por unos instantes,  tomaría tranquila su refresco, pero no perdía de vista a su hija.  Unas mesas  lejos de donde estaba, unas parejas reian y charlaban alegremente,   y parecían conocerse muy bien.  Elva paseó la mirada por el local y de pronto exclamó ¡ Sheryl !, y entonces se fijó que a su lado estaba el doctor Foster.  Su intención era levantarse a saludarles, pero tenían invitados y desistió de la idea.  Quizá cuando salieran lo haría muy de pasada..

Abonó la consumición y se levantó para ir en busca de la niña y al hacerlo fue Sheryl la que la vió.  Se levantó sin decir donde iba, y se acercó a  ella.

- ¡ Dios mio Elva ! ¿ Qué es de tu vida ?
- ¡Sheryl ! Os vi hace un rato; iba a saludaros pero me dí cuenta de que teníais compañía, así que desistí de ello
- Cuéntame ¿ Cómo estas?
- Pues... bien, estamos bien
-Tú...
- Murió.  Hace tres años
- Lo siento querida. ¿ Fue entonces cuando desapareciste del hospital?
- Si, creo que fue por aquella época.  Me vi obligada a dejarlo todo.  Me necesitaba y yo no me encontraba bien.
-Ven a la mesa. Louis se alegrará al verte y la otra pareja, por lo menos a uno le conoces.   Se trata del doctor  Mulligan;  está con su prometida
- Otro día Sheryl, Ahora tengo un poco de prisa.  He de llegar pronto a casa.  Llevo fuera toda la tarde
- Pero ahora ya no tienes la obligación de tu esposo. Ven y tómate algo con nosotros.
 No, de verdad otro día.
- Como quieras. Estaremos en contacto
Claro, claro,.  Te llamo cualquier día y salimos ¿ vale ?
- Vale Elva.  Cuando quieras.  Y así recordamos nuestros viejos tiempos.  Por cierto estás muy guapa.
- Gracias, amiga.  He de irme

A Sheryl le extrañó tantas prisas, siguió con la mirada la dirección de Elva.  No iba hacia la salida, se dirigía al parque infantil.  La vio rebuscar en su bolso la identificación y a una niña pequeña que  la tendía los brazos

- ¡ Qué raro !.  El marido no po...  ¿ Se habrá casado ? -. Cuando Sheryl se incorporó a su mesa, Louis la preguntó por qué había tardado tanto
- He visto a una amiga, que hacía mucho tiempo que perdí su rastro. Se trataba de Elva Shephard ¿recuerdas? -le dijo a su pareja
- Si, lo recuerdo. Trabajó en el hospital y de repente desapareció. ¡ Qué casualidad ! ¿ Y el marido ?
- Murió, me ha dicho, hace tres años.  Ahora debe trabajar como cuidadora, porque ha ido a recoger a una niña al parque.  Posiblemente aún estén allí.

James estaba pálido. Esta allí, respirando su mismo aire, al alcance de su mano.  Se levantó, pidió permiso a su acompañante y amigos, y salió tras ella por ver si la alcanzaba.  Miró en todas direcciones para localizarla, y al fin la vio en las escaleras mecánicas.  Llevaba una niña en brazos, y ambas reían felices.
Siguió bajando las escaleras, abriéndose paso para llegar a su altura, pero había mucha gente y no iba todo lo rápido que él quería.  El corazón se le aceleraba , y decidió llamar su atención llamándola en voz alta.

- ¡ Elva...!  ¡ Elva ... !

Ella escuchó su voz, pero no volvió la cabeza.  Temblaba como una hoja, y todo lo que quería era desaparecer.   ¡Tan cerca y tan lejos !  " Está con su prometida "., esa frase hacia que sus sienes latieran con fuerza, cuando al fin ya estaban en la planta baja.   Saldrían a la calle, y se perderían entre el tumulto de gente.  Apretó a la niña contra su pecho y aceleró el paso cuanto pudo para desaparecer de allí.  Pero una mano fuerte la detuvo por el brazo:

- ¡ Por Dios Elva ! - Ella giró su cabeza y friamente le dirigió un saludo
- ¡ Oh James ! ¿ Cómo tú por aquí ?
¿Has regresado o estás de vacaciones?
- Estoy para dar una vuelta.  Elva ¿ cómo estás ?
- Bien, estoy bien . ¿ Y tú ? ¿ Te has casado ?
- Vayamos a un lugar donde podamos hablar.
-Lo siento, tengo que irme.  Es muy tarde.
- ¿ Trabajas de Nany ? - Ella de momento no se dio cuenta de que mantenía en brazos a la niña.  Ni siquiera sospechaba que era su hija.  Pero recordó que Sheryl  había dicho que estaba con su prometida. ¿ Cómo decirle ahora la verdad? Y decidió responder con una mentira.
- Si, claro. Y he de llevar a la niña.  Se me ha hecho muy tarde.  Lo siento.  Que te vaya bien, porque no es fácil que volvamos a vernos, si has venido de vacaciones

James se la quedó mirando sin decir nada.  Aflojó la presión de su mano sobre el brazo de ella y la dejó marchar.  Había cambiado, ya no era la misma que adoraba, que recordaba.  Sin duda la vida la había tratado mal, y se había vuelto fría como un témpano.  La vio meterse en un taxi y lentamente regreso a la cafetería. Toda la esperanza que tenía de volver a verla se desvaneció en ese momento.  Ni siquiera sabia si vivía en el mismo sitio, ni su número de teléfono. Y por lo visto sus amigos tampoco habían vuelto a saber de ella.  Decidió no pensar más en el encuentro y sonrió al reunirse con sus amigos y alguien más.

martes, 2 de mayo de 2017

La infiel - Capítulo 10 - Confesión

Cuando entró a ver a Frederick, trató de ocultar su llanto, su pena  ante él.  Los gritos proferidos por Olivia le había despabilado la somnolencia, y al verla preguntó extrañado lo que ocurría:

- Tengo que hablar contigo, Frederick
- ¿ Qué ha ocurrido? ¿ Por qué gritaba de ese modo Olivia ? ¿ A quién insultaba de esa forma ?
- A mi.  Me gritaba y me insultaba a mi.  Hubiera dado cualquier cosa porque no te enteraras, pero ha ocurrido algo que no se puede ocultar, y ese ha sido el motivo.  Quiero que me escuches con mucha atención, y créeme que lamento herirte, pero ocurrió y no hay vuelta atrás.  Conocí a un hombre que me dio el calor humano que tu no me dabas y, sin buscarlo, sin siquiera saber cómo, el amor llamó a mi puerta nuevamente .  .



Y poco a poco, le fue contando cómo sucedió todo, omitiendo lugares y nombres.  Él la escuchaba con los ojos muy abiertos, sin pronunciar palabra.  Al final del relato, no pudo contener su emoción y rompió a llorar.   Frederick, trató de asimilar todo lo narrado, y comprendió que su mujer no era responsable de lo ocurrido, que había sido él y sus desatenciones, quienes habían propiciado todo. Que la soledad, y después su invalidez, habían sido un caldo de cultivo, para aquella mujer noble que en su día le amó, y que él, necio, no lo había sabido cultivar.  No, no era responsable.  No tenía nada que perdonar, muy al contrario era ella la que le debía perdonar. Y se dio cuenta de las noches y días de frustración que Elva había vivido en plena juventud, y el saber que el accidente ocurrió por el motivo que había sido, y que nunca, de sus labios, había salido queja alguna.Y que se quería divorciar de ella para casarse con otra, cuando sucedió todo.  , Y que a pesar de conocer la historia, ella no le abandonó, siempre estuvo a su lado compartiendo su padecimiento.  Tomó una de sus manos y se la llevó a los labios.  Elva sorprendida no podía creer  la reacción de su marido, cuando esperaba que la echase de casa.

- ¿ No me vas a echar?
- ¿ Echar ? ¿ Dónde, a la calle?. ¿ A tí ? No, Elva. No has sido tu la culpable, sino yo.  Yo sembré todo esto, y lamento que hayas tenido que pagar por ello.  Pero dime ¿ el padre ...?
- No Frederick, el no lo sabe y nunca lo sabrá .  Se fue a otro lugar por no tener que cometer más errores.  Ni él ni yo, quisimos herirte. ¿ Podrás perdonarme?
-¿Podrás perdonarme tu ?

Y por primera vez en muchos, muchos años, Elva se abrazó a su marido llorando.  Patrick trataba de apaciguarla y acariciaba su cabeza para  calmarla.  En ese momento entró la hija dispuesta, y sin miramientos hacia su padre, de arrojar a su madre fuera de allí, pero fue Frederick, con las pocas fuerzas que aún tenía, quién alzando su brazo, detuvo a Olivia antes de que se aproximase a la madre.



- Quieta Olivia, ni se te ocurra pronunciar palabra alguna.  Esta casa es de tu madre, y soy yo quién tiene que pedirle perdón y no al revés.  Ella seguirá siendo mi mujer, y así será mientras viva.  Si no lo aceptas, siempre podrás vivir con tus abuelos hasta que seas lo suficientemente mayor para vivir sola o como quieras. Esas son mis condiciones,, pero ella no se moverá de aquí. La necesito y siempre ha estado a mi lado, siempre. No la he dado nunca el amor que ella buscaba y merecía, y sin embargo lo regalé a manos llenas a otras mujeres. Y no voy a decirte mas, porque eso es algo que corresponde a tu madre y a mí.  No necesitas saber más..

Olivia no se marchó, pero tampoco habló a su madre.  Eran dos extrañas viviendo bajo el mismo techo..Abandonó sus trabajos cuando el embarazo era demasiado evidente.  Temía que de seguir en el hospital algún compañero de James pudiera decirle algo, y no quería truncar su vida; con la suya ya era suficiente.  Pero necesitaban el dinero, y buscó un trabajo de dependienta, hasta que se presentó la hora del parto. La anciana a la que cuidaba, había fallecido.  Todas esas circunstancias se sucedían en su vida, sin embargo la actitud de su hija en nada había cambiado.

Y llegó el momento del parto y nadie pudo acompañarla hasta el hospital.  Olivia se quedaría con su padre, a su cuidado.  Llevaba días que había empeorado, y por otro lado, Olivia seguía en sus trece: " no querré nunca a ese bastardo o bastarda, lo que sea.  No será nunca mi familia"



Tomó un taxi y apremió al chófer porque la criatura tenía prisa por llegar. Y una vez más recordó a James, al padre de la criatura que se abría paso en la vida.  El era pediatra-  Hubiera sido maravilloso que estuviera a su lado, pero nadie, más que el médico y las enfermeras estarían con ella.

Y nació una niña preciosa, sana y fuerte, que al tenerla en los brazos, no pudo evitar emocionarse.  Tan sólo una enfermera secó su sudor en el momento de dar a luz. Ninguna otra mano querida, sujetó la suya mientras se esforzaba por colaborar en el parto. La única cara conocida, era el ginecólogo que había llevado su embarazo. Solas su hija y ella. Y recordó a Olivia, su otra hija, el fruto de su primer amor de juventud, el fruto de su matrimonio fracasado.  Pero su deber estaba con su padre enfermo y también solo.

Tres días estuvo en la clínica y en un taxi regresó a casa.  Entró en la habitación de Frederick.  Allí estaba Olivia leyendo a su padre el periódico del día.  Se quedó muda al ver a la madre; no la esperaba. Al ver la cara de Frederick, la dió un vuelco el corazón.  Estaba con los ojos cerrados, como dormido, pero no lo estaba.  Acababan de ponerle un calmante y le mantenía semi inconsciente durante horas.  Sabía que era cuestión de tiempo el desenlace de su marido.  Tenía signos en el rostro de que estaba por llegar.  Su hija no parecía darse cuenta de que estaba a punto de perderle.  A penas la miró.   Ni la preguntó por su hermana, ni siquiera se había interesado por el sexo del nacido.  nada, la más absoluta indiferencia, que la recordaron a su padre, a otros tiempos.

- Ve a descansar - la dijo - Yo haré la guardia

Olivia se levantó y salió de la habitación.  Por un lado la hubiera preguntado cómo se encontraba, pero eso significaría que aprobaba la venida al mundo del fruto de una infidelidad hacia su padre.  No, no quería saber nada.. Elva depositó el capazo de la pequeña encima de su cama, y también dejó el bolsón con lo necesario para atenderla. por la noche.  Ella se sentía débil, cansada y apoyando la cabeza en la cama de su marido, se quedó dormida.

Unas manos acariciando su cabeza, la despertó de un sueño pesado e incomprensible. Levantó la vista y vio a Frederick que la miraba y sonreia.

- ¿ Cómo estás? ¿ Ha ido todo bien? Muéstrame a la criatura
- Ha sido niña, Frederick.  Mírala - Y levantándola del capazo le mostró a su hija que dormía plácidamente.
- Es tan bonita como tú - la dijo sonriendo-.  Y ahora voy a dormir.- Giró la cabeza y suspiró débilmente.

Elva dejó a la niña en su capazo y acarició la cara de Frederick; no notó su respiración.  Le agitó suavemente y comprendió que por fin había alcanzado la paz. Se habían terminado los dolores y los padecimientos.  Frederick había muerto tranquilo y sereno.  Corrió al cuarto de su hija y llamó a la puerta para despertarla

- Olivia, Olivia, despierta.  papá...

Olivia abrió la puerta espantada.  Sabía lo que iba a decirla. Dió un grito de dolor y corrió a la habitación de Frederick.  Estaba inmóvil, quieto, tranquilo, con la tranquilidad que da la muerte.  Miró a su madre con los ojos muy abiertos buscando ¿ qué ?  Pero Elva supo que necesitaba unos brazos que la acogieran y allí estaban los suyos para abrazarla.  La joven se refugió en ellos y ambas lloraron amargamente.  Todo había terminado para Frederick, y comenzaba otra lucha para las dos.

Elva llamó inmediatamente a su médico, no para que le ayudara, sino para que certificase su fallecimiento, y comenzar los trámites amargos de su sepelio.  No tuvo problemas en nada, puesto que era un enfermo de larga duración y sobradamente conocida su dolencia. . Avisaron a la funeraria, y antes de que llegaran, quiso quedarse a solas con Frederick.  Luego no tendría oportunidad de hacerlo.



Y a pesar de que sabía que no la escuchaba, Elva se confesó con él, y recordó cuando se conocieron y lo enamorada que estaba de él, hasta que a los pocos meses de casados, se dio cuenta de que Frederick lo que quería era una esposa para figurar y ganar relevancia.  Fue un choque para ella, pero así comenzó todo. Entre llantos le confesó que nunca le había sido infiel a pesar de que conocía sus amoríos, hasta  que llegó a su vida alguien que la valoró como mujer, y se sintió arropada y comprendida.

-Ahora, ya has pagados tus errores.  No hay lugar para quejas ni reproches.  Sólo deseo que encuentres la paz que te ha faltado en estos años, que descanses tranquilo y que protejas a Olivia, y si acaso, también a mi otra hija, porque ella no tiene culpa de nada.  Te quise Frederick, y a pesar de nuestro distanciamiento quise permanecer a tu lado porque así son los votos que hice. Ve tranquilo y vela por nosotras.

Besó su frente, y Frederick Shephard, descansó tranquilo, y así lo reflejaba su rostro dormido.


RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR /  COPYRIGT
Autora; rosaf9494
Edicion :  Mayo 2017
Imágenes: Internet

La infiel - Capítulo 9 - La despedida

La respuesta llegó al cabo de dos meses.  Había sido aprobada su solicitud y el máster comenzaría a mediados de Septiembre.  Cuando leyó la respuesta, se sentó pensativo: ya era inevitable la partida.  Ese fin de semana lo tenía libre, de modo que iría a casa de sus padres para despedirse de ellos.  A su regreso hablaría con ella.  Aún estaba a tiempo de renunciar, de seguir como hasta ahora.  Dudó, pero su decisión era firme.  Cogió su chaqueta y fue hasta el banco para hacer la transferencia por la que abonaba su máster.

Paso a paso fue cumpliendo el plan que se había trazado.  Dejó para el último trámite, su entrevista con Elva.  La vio en el jardín con un paciente.  paseaban, y desde lejos la contempló durante unos instantes, después se acercó a ellos y  de saludar al enfermo, pidió permiso un momento para hablarle a solas.  La tomó del brazo y la llevó aparte

-Ocurre algo ? - le preguntó ella
-Si...  Bueno no ocurre nada, sólo que me voy de viaje y quería que lo supieras.  Me has estado evitando durante todos los días, pero no quería irme sin decírtelo.  Va a ser un viaje largo...    en el tiempo

Ella guardó silencio.  Le miraba sin decir nada.  Sin preguntarle el motivo de su partida, ni a qué lugar del mundo se trasladaba.  No quería saber nada porque tenía miedo de, al saberlo, hacer un día las maletas e ir en su busca

- ¿ No dices nada? ¿ No deseas preguntarme nada?
- No.  Es tu decisión; sólo quiero saber si la has tomado por lo nuestro
- Si, es por eso.  Porque es muy difícil nuestra situación, la tuya en particular. ¿ Puedo pedirte algo?
- Tu dirás
- Pasa al menos un día conmigo, por favor.  No quiero irme y que sea ésta nuestra despedida, tan fria ¿Podrás arreglarlo ?

Ella le miró largamente, al tiempo que pensaba que era lo que más necesitaba y deseaba del mundo. Su cabeza trabajaba buscando algún pretexto para estar con él, para decir algo que fuera congruente y no levantara sospechas de nada, porque si llegase a saberse, su sacrificio no habría servido de nada. Y respondió:

- Sí.  Ya me las arreglaré.  Encontraré alguna excusa  convincente.

La aparto detrás de unos setos y allí la beso largamente

- ¿ Cuando ? - preguntó
- Mañana.  Será mañana. Esta noche no puede ser.  Tendría que haber avisado en casa de la señora para que me buscasen sustituta.  Lo diré esta noche y cuando salga por la mañana iré en tu busca ¿ Dónde nos vemos?
-Ve a mi apartamento.  Decidiremos  donde ir
- Está bien 

Ella se alzó para llegar hasta su boca, y le beso suavemente.  Después giró sobre sus pasos y fue a reunirse con el paciente.

Y ambos contaron los minutos, los segundos.  Ambos desearon que aquella noche terminase pronto.  Y ella se arregló con esmero y al mirarse en el espejo comprobó lo desmejorado que tenía el rostro.  Que era más delgado de lo acostumbrado, pero nada de eso importaba ahora.  Iba a reunirse con él, con su amor y sería su despedida, y probablemente no volverían a verse jamás.

Tomó el autobús y después otro, hasta llegar al domicilio de James, que la aguardaba con impaciencia.  Su encuentro fue desesperado; sabían lo que representaba aquel encuentro y la frustración  de los días no vividos.  Pero ahora todo quedo relegado, y no desperdiciaron ni un segundo. Durante ese día y su noche, se acariciaron, se besaron, se tocaron, se miraron y se poseyeron con locura, como si fuese el último día de sus vidas, y en realidad así sería.  Pero, aunque todo ese tiempo lo vivieron con intensidad, había sido demasiado corto, y llegaba a su final.  Debía regresar al hospital, a su casa y enfrentarse a la rutina y al trabajo.  La tregua había terminado.  Por eso el último beso, la última caricia, el último abrazo, fue desgarrador para ambos, y ambos lloraron juntos su gran amor vivido y su separación.

James no quería que fuese al aeropuerto a despedirle, por eso no le dijo a dónde se dirigía; de este modo no averiguaría la hora del vuelo.  Hubiera sido demasiado doloroso el decir adiós.  Lo que no sabía es que, Elva a cada avión que escuchaba en el aire, pensaba que quizá,  en ese,  iba él, y no podía evitar que un estremecimiento sacudiera su cuerpo


Cuando llegó a su casa, después de estar ausente ese día por estar con James, fue recibida con acritud por su hija, pero no tanto por Frederick, que se mostraba últimamente un poco más cariñoso con ella.  Se mostraba más considerado.  No sabía si porque al final se había dado cuenta de su proceder o porque las fuerzas le iban faltando.  La dio lástima y hasta, por una fracción de segundo, se arrepintió de su aventura, aquella noche con James. Y de nuevo su recuerdo, su tortura en el último momento al decirse adiós.   Había dejado marchar al amor de su vida, al único hombre al que había amado sin reservas. Al que vio partir sin que supiera que por un instante,  pensara en hacer su equipaje y huir con él a donde quiera que fuera su destino..

La dijo que no la escribiría, que no la llamaría, que no sabría nada de él, aunque James sí tendría noticias  de ella., quedando encargado su amigo, el doctor Foster en comunicarle todo referente a Elva. No deseaba perturbarla más de lo necesario, y al menos de momento sería mejor así , para que sus sentimientos no la traicionasen.

Y así pasaron dos meses y Elva sabía lo que estaba ocurriendo en su organismo, en su cuerpo.  James había dejado su semilla, y que poco a poco fructificaba dentro de su vientre.  Aún no se notaba nada, pero pronto tendría que decir cómo había sucedido.  Y el problema no era su marido, que la mayoría del tiempo permanecía medio dormido por los calmantes aplicados, sino  Olivia.  Temía su reacción, y buscaba sin cesar una respuesta a la pregunta que haría.  Tampoco podía contar con James; no sabía donde estaba, a qué pais

 había marchado, cuál era su teléfono. Nada, no sabía nada de él.  Y sus amigos más íntimos decían que tampoco, aunque lo dudaba.  Debía enfrentarse ella sola, una vez más a lo que ocurriera.

A los cinco meses, su cuerpo comenzó a cambiar, y las muestras exteriores comenzaron a hacerse patentes, aunque trataba de vestir con trajes holgados, pero Olivia sospechó que algo había pasado para ese cambio en su madre.  Comenzó a hacer cábalas y a pensar.  No había faltado de casa, a no ser que el trabajo que decía desarrollar fuese mentira.  Con excusas llamó a casa de la señora de por las noches, y le confirmaron su asistencia. Se puso en contacto con Sheryl y por ella supo que estaba con pacientes como voluntaria.  Luego entonces era verdad lo que ella decía, pero ¿ entonces? ¿ su padre ?  No podía ser, estaba inmovilizado de medio cuerpo hacia abajo, y "eso " también estaba inmovilizado.  ¡ Tenía un amante! . Pero ... ¿ quién ?  ¿ cómo ?  ¿ desde cuando ?   esperó al día siguiente, cuando Elva regresó de su trabajo nocturno, para llevarla aparte y abordar el tema directamente.  Pillándola por sorpresa respondería con la verdad.  No quería darle tiempo para urdir una mentira.

Pero Elva no mintió, no buscó excusas.  Estaba preparada para ello, durante más de dos meses lo había pensado, y tomó la decisión de no esconderse en una mentira, sino escudarse en la verdad, pero lo que no confesaría sería el nombre, ni el lugar, ni cómo se fraguó ese amor incondicional, asumiendo el riesgo que corría de quedarse embarazada.  No se desharía de la criatura, sería su compensación, sería carne de su carne. Un ser que le recordaría día a día que todo fue verdad, que no fue un sueño de una mujer desesperada, sino que fue un amor verdadero y sacrificado.

Y así se lo comunicó.  Y los gritos de Olivia se escucharon en toda la casa. Y los insultos, y los desprecios, fueron los que más la dolieron porque no estaba preparada.  Sabía que sería difícil y que no lo aplaudiría, pero la llamó adúltera, infiel y otra palabra más gruesa que no quería ni escuchar, porque no era cierto y era hiriente, además en boca de su hija.  Sabía que todo eso ocurriría y asumió el riesgo.  Y sería ella misma la que se lo confesase a su marido. Habló con él, mientras su hija encerrada en su habitación no quería estar en el mismo lugar que ella.

lunes, 1 de mayo de 2017

La infiel - Capítulo 8 - Tu rostro persigue mis sueños

Pasaron varios días y siguieron sin verse.  Elva debutó como cooperante voluntaria, labor que, por experiencia propia, desempeñaba sin ningún esfuerzo.  Sabía que al menos las personas angustiadas por la situación de su familiar, eran escuchadas y comprendidas.  Al menos podría darles algún consejo, y hasta orientación de cómo actuar, algo que ella no tuvo, y aprendió sobre la marcha. No quiso ir en su busca, ni preguntar por él.  Lo de ellos no podía ser, y cuanto antes pusieran el remedio, antes se ahorrarían sobresaltos.

James había tenido guardias y por tal motivo se tomó unos días de vacaciones.  Los aprovecharía para ir a visitar a sus padres, y allí en la soledad del campo, reflexionaría detenidamente sobre todo lo que estaba pasando en su vida.  Ni siquiera tuvo comunicación telefónica con ella.  Por el compañero de Recursos Humanos, supo que desempeñaba su cometido a las mil maravillas, pero ni siquiera hizo intención de verla.  Elva seguía con su rutina voluntariado, casa, anciana y vuelta a empezar.  Pero algo había cambiado.  Cuando se sentía triste, se aislaba y al menos tenía algo agradable en lo que pensar, en James.



Para los padres del doctor Mulligan, fue una tremenda alegría y sorpresa recibir a su hijo; hacía tiempo que por motivos de trabajo no les había visto.  Todo eran preguntas sin darle tiempo a las respuestas.  El padre se mostraba muy satisfecho, sin embargo la madre escudriñaba su rostro y tenía la impresión de que Jimmy, como ella le llamaba, no era el mismo de hace unos meses.  A veces, cuando estaba distraído , ella le observaba y veía melancolía en su mirada, que perdía en algo imaginario.  Se hacía mil cábalas y al final llegó a la conclusión de que se había vuelto a enamorar, pero por causas desconocidas para ella, no le marchaban bien las cosas.

Una tarde que el padre había ido a jugar al golf con sus amigos, quedaron a solas madre e hijo, y poco a poco, sin siquiera darse cuenta, llevó la conversación hacia la dirección correcta.  Quería saber lo que le ocurría a su hijo, sutilmente lo consiguió.  James contó la historia de Elva y la situación que ambos tenían. La madre no sabía que aconsejarle, desde luego reprobaba que ella estuviera casada y quisieran tener una relación, por injusto que fuera todo:

- Si al menos el marido estuviera sano... Pero en esas condiciones, la verdad no me parece ético que tengáis algo tal y como están las cosas.  Ya sé que es cruel.  Que ella es joven y que ha sido una víctima de todo este desgraciado asunto, pero francamente, no estoy de acuerdo con vosotros.  No comparto ni la relación, ni las dudas. ¿ Ella está conforme?
- No lo creo, mamá.  Si hubiera sido así, le hubiera abandonado cuando ocurrió todo.  Supo desde el primer momento, que él iba con una mujer y no era ella..  Su matrimonio no funcionaba dese mucho antes, pero al quedar inválido, no quiso abandonarle y desde entonces siguen lo mismo. Yo la quiero; no sé como me he enamorado de ella, te juro que no lo sé. Probablemente al conocer su desgracia y al verla tan joven bonita y tan desgraciada...
- Cuidado Jimmy. No confundas la piedad con el amor, porque a la larga te llevarás un desengaño.  Ya te ha ocurrido una vez, no vayas a por la segunda.



James guardó silencio sopesando lo que su madre le había dicho.  Sabían que poca gente estaría de acuerdo con su relación, pero su madre lo había expresado claramente: si ella lo desaprueba, ¡ qué no hará Olivia !  ¡Que no dirán las malas lenguas! Tenía miedo por ella, porque normalmente, la peor parte se la llevan las mujeres  ellas son las causantes de todo, ellas no han dado al marido lo que necesitaban etcétera, etcétera, etcétera.  No se paraban a pensar en los motivos y que en la mayoría de los casos, los culpables eran los hombres.  Se levantó y dijo a su madre que iría a dar una vuelta.  Había ido en busca de algo que despejase su cabeza y no sólo no había encontrado solución, sino que además no estaba de acuerdo con la recomendación dada.

Por el bien de Elva, no la llamaría y trataría de no verla, aunque trabajando ambos en el mismo hospital, sería difícil no coincidir alguna vez.  La mostraría indiferencia.  No importaba que ella creyese que había sido un juego.  Le dolía que así lo interpretara y sabía que la haría daño, pero posiblemente  se le pasara el dolor, al que estaba acostumbrada, y asimilara que era lo más conveniente para los dos.  Otra solución es cambiar de trabajo.  No se le ocurría ninguna otra medida a tomar.

Y regresó al cabo de dos días a su casa de la ciudad.  A su trabajo en el hospital, en definitiva a la rutina.  Pero una idea bullía en su cabeza, y creyó sería la mejor solución para ambos.  El estar cerca de Elva, el tener a su alcance el poder verla, el hablar con ella... era algo que les haría más daño que beneficio.  Decidido, escribió una carta a Estados Unidos: haría un Máster en Obstetricia, se pondría al día en los últimos adelantos en esta especialidad.  Quizá se decidiera por la rama onocológica en la mujer.  No sabía muy bien.  Pero lo que sí tenía claro, que sería la única forma de alejarse de ella, y con suerte olvidarla.

Depositó en Correos la solicitud, y de ser aprobada partiría a principios de Septiembre.  El máster duraría un año aproximadamente.  Confiaba que en ese tiempo todo se normalizara.  Cuando se acostó esa noche, no hacía otra cosa más que dar vueltas a la decisión que había tomado.  El corazón se le rompía cada vez que pensaba en no volver a verla.  Veía su sonrisa a cada momento, en cada objeto que tocara, en cada paisaje que viera.  Todo era ella. Hasta sus noches estaban repletas de pesadillas  en las que la veía  reír feliz, como debió ser, antes de que la vida se cebara con ella.  Le dolía el alma tener que tomar esa decisión.  Las palabras de su madre, siempre ecuánime, retumbaban en su cabeza, y pensó que posiblemente tuviera razón.  Vivían en una sociedad llena de prejuicios y si la hicíeran frente serían , sería Elva, estigmatizada por haberse enredado en una relación estando su marido inválido.  No se pararían a pensar lo que produjo esa invalidez, ni en que ella era muy joven cuando renunció a todo.  Sería una "puta" que abandonaba su casa por tener un amante.



Pasó su mano por la frente para ahuyentar ese pensamiento.  Quería ante todo protegerla, de todos y de todo.  De Olivia, la primera, porque sabía que la chica, al enterarse renunciaría a su madre, y eso la mataría. No.  había tomado una buena decisión, al menos sería él solo quién sufriría por no estar a su lado.

Hablaría con ella cuando todo estuviera a punto para su partida.  No quería que pensase que no la quería, sino que su marcha era por todo lo contrario, porque la quería demasiado para verla a diario, y sin embargo estar tan alejados.  No soportaba el que ella le evitase, que estuviese siempre triste, desmejorada y que nunca sonriese.  Sabía que era feliz con la ayuda que prestaba a la gente que requería sus consejos, pero también la había visto envejecer prematuramente, no le correspondía por la edad que tenía.  Sabía que iba a ser duro y que ninguno sería feliz, pero confiaba en que el tiempo todo lo cura y ellos, conseguirían la paz que ahora no tenían.

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