martes, 17 de mayo de 2016

Los hijos O'Connor - Capítulo 7 - Y el mundo se hundió a sus pies

Iris miró a su hija que estaba ajena a todo el problema que sufría su madre. No quería estropear la felicidad que sentía.  La charla con Luis fué larga, pero por fin él dejó de resistirse y llegaron a un acuerdo: se trasladaría a Madrid en la siguiente semana.

Más tarde que de costumbre, Brendan llegó a casa. Viky se había retirado a dormir e Iris le aguardaba en la biblioteca.  Al ver la luz de la estancia, extrañado,  Brendan entró.  Encontró a su mujer con un libro entre las manos.  La observó durante unos instantes, y algo llamó su atención:  hacía que leía, pero no pasaba ninguna página.  Más bien mantenía la vista fija , pero  no leia.  Ella no levantó la cabeza siguió con lo que estaba haciendo, y esperó a que fuera él quién saludara.  Desde hacía algún tiempo, sus encuentros eran siempre lo mismo: frios y distantes.  Al fin, él se decidió a hablar.




- ¿ Qué pasa, Viky está bien ?
- Si, perfectamente. Se ha retirado a dormir
- ¿ Entonces, estás desvelada ?
- Brendan, voy a dejarte. . .  En cuanto Viky se marche a España, yo también saldré-  Se lo dijo de pronto, sin rodeos, dejandole perplejo, sin palabras.  No esperaba ese anuncio, no de parte de ella.
- ¿ Cómo dices ?
-Que me voy de casa. No soporto más esta situación. Esta tarde acudí con Mary a un restaurante, a comer, y ¡qué casualidad!,   era el mismo en el que tú estabas con una "señorita".  Ví como acariciabas su rostro y besabas sus manos.  Me imaginaba que algo así estaba ocurriendo, pero me daba miedo averiguar la verdad. Hoy lo he comprobado con mis propios ojos y,  con el mayor dolor del mundo. . . te voy a dejar.  Viky no sabe nada, por lo que te ruego disimules todo lo que puedas,  hasta que ella se marche.  No quiero amargar la felicidad y las ilusiones que siente.
- Pero . . . no es verdad lo que me dices.  No puede ser. . .
- ¡ Ya lo creo que lo es ! Has vuelto a hacerlo, me has vuelto a dejar sola y,  ya no Brendan,  otra vez,  no.  Entonces era una chiquilla asustada e inexperta, hoy tengo la suficiente experiencia para saber que lo nuestro se ha roto definitivamente.  Te he sacado ropa para que duermas en el sofá, porque nunca más volveré a ser tu mujer. Mañana si Viky te ve, la diré que discutimos como solemos hacer.  Es todo cuanto tengo que decirte-. Dejó el libro que fingía leer, encima de la mesa, y salió de la habitación, sin que él, perplejo, hiciera nada por detenerla.



Estaba tan sorprendido que las palabras no salían de su boca. No creia que ella se marchase, sería una amenaza para que todo volviera por su cauce. Le era imposible imaginar aquella casa, otra vez sola, como hace años.  Todo daba vueltas una y otra vez.  Como en una película volvía a su memoria imágenes que pensaba habían quedado atrás, pero no podía ser  cierto. Eran distintas, pero la situación similar.  Volvía a repetirse, y de nuevo ella daba un ultimatum, es decir,  ésta vez no había embarazo que tapar, sólo desilusión y un amor agotado ¿ Agotado ? ¡ Noo ! El la amaba con frenesí, pero había de reconocer, que estaba algo disperso, tratando de encontrar sus treinta años, cuando en realidad debía darse cuenta, que,  aunque aún joven, ya tenía edad hasta para ser abuelo. 

 Cuando regresaron de despedir a Viky, Iris ya tenía la maleta hecha, la cogió y sin decir nada dejó el hogar que había sido suyo durante tantos años. Iría a Donegal, al viejo caserón  de los O´Connor. Allí encontraría la paz que necesitaba, pero también unos recuerdos que le harían daño.  Lloró durante todo el camino. Le parecía irreal todo lo vivido y sin embargo era cierto.  No se despidió de Brendan. 

Durante los días que vivieron hasta la partida de la chica, no se habían  dirigido la palabra.  Ël llegaba tarde, muy tarde, para evitar el tener que explicar a su hija lo que ocurría entre ellos
 Viky había llegado  del trabajo y se preocupó al encontrar a su madre acostada
- ¿ Que te pasa, te encuentras mal?
- Tengo un fuerte dolor de cabeza. ültimamente tengo bastantes jaquecas
- ¿ Has ido al médico ?
- Claro y me ha dicho que son cosas de la edad. . .
- Pues no eres tan mayor. . .
- Ya. . . pero asi es. No te preocupes; me he tomado un calmante y en un rato se me pasará. ¿ Qué tal tú en el trabajo?
- Bien, el trabajo bien. . .  Me he despedido. . . Vuelvo a España
-Hija ¿ lo has pensado bien?
- Si mamá. Aún tengo que hablar con Luis, pero lo tengo todo pensado.  Hasta encontrar un apartamento, viviré en casa. Me buscaré un trabajo y esperaremos pacientes a que pasen los meses, el tiempo. . .
- Primero habla con él. Quizá no le parezca tan buena idea. . .


- Estoy segura que sí. Ahora le llamaré y si está en casa le contaré los planes.  Después te cuento.  Descansa un poco antes de cenar

Y habló con Luis y se pusieron de acuerdo.  La víspera  de irse,  Viky dijo a su madre:




- Voy a suspender el viaje. No me decís nada, pero sé que algo ocurre y grave. Hay un clima muy tenso en esta casa. El hielo se puede cortar
- No, ni hablar. Nosotros estamos bien, seguimos amándonos. Lo que ocurre es que vamos teniendo manías.  Cuando tú lleves casada los años que nosotros, ya me contarás.  En la madurez todo es distinto. El amor sigue siendo grande, pero de otra manera. No se siente la misma pasión que cuando eres jóven, pero darías la vida por la persona que la  comparte  contigo.  Así nos amamos papá y yo.  Debes luchar por tu amor. Si él te quiere... lucha.   Te daré un consejo: nunca te vayas a dormir sin hacer las paces con él si es que habéis tenido alguna bronca.  No importa quién tenga la razón, un beso a tiempo cierra muchos resquemores.

Recordaba esa conversación mientras conducía en dirección a la mansión.  Su hija se había ido  lejos y,  deseaba lo hiciera tranquila.  Pero el consejo, el buen consejo que la diera, en ella no había tenido efecto;  su padre estaba en otra cosa.

Al dar la vuelta a un recodo del camino, apareció ante ella la mansión. El tiempo se había detenido allí, todo permanecía igual.  Mentalmente retrocedió a la primera vez que lo vió en un verano. . .



Salieron a recibirla los sirvientes que cuidaban del caserón.  Una vez instalada en su habitación miró el reloj.  Aún era pronto para llamar a su hija; pensaría,  mientras tanto,  la excusa que daría para justificar su estancia en Donegal.  Nada  dijo a Brendan de donde iba. Se le  rompió el corazón al cerrar la puerta tras de sí. Pensaba que "al fín se sentiría libre. Ya no tendría que fingir y podría llegar a casa a la hora que quisiera. Ya no tendría a nadie que le pidiera explicaciones".  Todos estos pensamientos la hacían sufrir y su llanto era incontenible

- Brendan, Brendan. ¿ Por qué, por qué ?

Brendan llegó esa noche temprano, incapaz de asimilar la marcha de Iris. 
- Quizá haya sido una amenaza y la encuentre en el dormitorio, o en la biblioteca-.   Pero no fue así, y pudo comprobarlo.

No concebía su vida sin ella. Habían compartido muchas cosas juntos encuentros y desencuentros, pero siempre la había tenido en su vida.  Pero al entrar en casa, le recibió un silencio impactante; sólo escuchó la voz del sirviente dándole las buenas noches.  Miró su rostro como buscando una respuesta a su incertidumbre, y la cabeza baja del mayordomo le indicó que todo era cierto, que ella no estaba

- ¿ A qué hora desea cenar el señor ?
- No te preocupes Paul, no cenaré.  No tengo apetito. ¿ He tenido alguna llamada ?
- No, señor
- Está bien. Si llama mi hija, pásamela  a la biblioteca. Estaré allí
- Si, señor. Así lo haré



Era casi media noche, cuando una Viky deshecha en llanto llamó a su padre
- ¿ Pero qué os ha pasado, qué ha ocurrido?
- Nada, no te preocupes. Mamá me dijo que necesitaba darse un tiempo y ha salido de viaje. . . Eso es todo.  Llevaba una temporada algo extraña. Le vendrá bien cambiar de aires
- Pero ella no es así. No me decís la verdad
-¿ Qué te ha dicho ella ?
- Lo mismo que tú, pero presiento que me mentís, como otras veces
- No te mentimos. Hija yo quiero a tu madre, y es cierto llevamos una temporada que discutimos por cualquier cosa, pero eso no significa nada. . . Por eso es que ha ido a pasar unos días fuera, para calmarse.  Os echamos en falta, eso es todo.  Por cierto en el próximo fin de semana iré a ver a tu hermano. Bueno hija, quédate tranquila, que no pasa nada.
- Buenas noches papá. Mañana os llamo
- ¿ Has visto a Luis?
- Si le tengo a mi lado
- Dile que te trate bien, pues de lo contrario se verá las caras conmigo.-  Dijo riendo para quitar un poco la tensión que su hija sentía.- Eres la niña de mis ojos ¿ Lo sabes?
- Si papá, lo sé.  Cuídate,  yo también te quiero mucho. Hasta mañana

Brendan reclinó la cabeza hacia atrás. El silencio de la estancia le aplastaba. A ratos tenía la impresión de que iba a escuchar el taconeo de Iris, que iba a aspirar su perfume, o que iba a contemplar su rostro dulce sonriendole.  No había merecido la pena las aventuras que hubiera podido tener durante esos meses. Había perdido a su mujer, al amor de su vida, a la que había prometido a un moribundo cuidar y proteger, y tenerla siempre a su lado.  Ni siquiera sabía dónde estaba. Había buscado en la agenda de teléfonos el de su amiga Mary. Quizá se hubiera refugiado en su casa. . . pero la amiga le confirmó que allí no estaba y que ignoraba el destino de Iris.  Su angustia iba en aumento; aunque no se arreglase nada, pero por lo menos saber a dónde había ido. La buscaría hasta encontrarla, y haría que regresara con él.  Se derrumbó, se vino abajo y ocultando el rostro entre sus manos, lloró, lloró amargamente por la ausencia de su mujer. Había sido él mismo quién la había desterrado de su lado.  Nunca le dio a entender que era sabedora de todo; de ahí su tristeza infinita: lo sabía, lo sabía y nunca le había dicho nada... y yo culpándola por los cambios en su organismo. ¡ Dios mio, cómo he podido ser tan estúpido, tan bruto !  He repetido lo de entonces, lo he vuelto a hacer. . . No me lo voy a perdonar en la vida.

Y Brendan en ese fin de semana viajó hasta la universidad para visitar a su hijo. Al llegar el muchacho le recibió dándole a entender que estaba al corriente de la separación de sus padres.  Iris había hablado con él.


PHILIP HIJO
Pasaban los días, y pasaron las semanas. A pesar de sentirse triste Iris, decidió que debía ir a ver cómo se desenvolvían los chicos.  Viajó hasta Madrid. Ellos vivian en un pequeño apartamento muy cercano a donde vivía la madre de Luis.
Cuando estaba instalada en su casa, llamó a su hija para anunciarla que se encontraba en Madrid.

- ¡ Mamá, qué alegria ! ahora mismo salimos para allá

 A penas había pasado media hora, cuando una alegre Viky y un tanto nervioso Luis, llamaban a la puerta de la casa de Iris

- Mamá, mamá
- Hija mia ¡ qué alegría verte de nuevo ! Supongo que es Luis ¿verdad ?
- Si señora, soy Luis
- Pasad, pasad

Sentados en la salita Iris les preguntaba por cómo estaban, si todo marchaba bien en sus vidas.  Lo normal que una madre pregun- taría  a su hija que ha tardado tiempo en verla

- Mamá nos queremos muchísimo. Yo trabajo en una revista y Luis estudia, todo normal.
- ¿ Todo normal?-. Viky sabía porqué lo preguntaba su madre, a lo que respondió sonriente
- Si mamá todo normal, y he de decirte que de momento no vas a ser abuela.   ¿Y vosotros? . . .
- De eso no quiero hablar, perdona
- Tendrás que conocer a mi familia, así que anda, coge el bolso que cenaremos todos juntos- dijo Luis a Iris
Fue una cena muy agradable, entrañable.  Se respiraba felicidad y cariño entre aquella pareja demostrando que su hija era querida por la madre y abuela de Luis.  Se quedó más tranquila al comprobar que Viky era feliz, muy feliz.

Pasados unos días con ellos, decidió que era hora de partir, pero no regresaría a Irlanda. Iría a Nueva York. Se había propuesto dar un giro a su vida a pesar de que Brendan aún seguía presente en su memoria



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